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5. Aprendiendo de la historia

Capítulo 5

Aprendiendo de la historia

— ¿Estás listo?—recogí mi chaqueta colocándomela.

—Tengo más de dos horas esperando—rodeó los ojos.

—No seas exagerado—se acercó con sus manos en los bolsillos de su pantalón—Agradece lo que compré para ti—le recordé.

— ¿Debo darte las gracias a cada segundo?—le reproché con la mirada. Estaba siendo muy injusto conmigo. Mi celular sonó con el tono de llamada, respiré profundo mirando el nombre de mi hermana. Lionel salió primero esperando a que colocara el seguro de la puerta

—Hola, Lauren.

Vaya, ¿Qué tienes?—maldije mentalmente. Lauren me conocía a la perfección, era mi hermana mayor, vivimos juntas por mucho tiempo, ¿No? Caminé junto a Lionel, el chico parecía distraído mientras miraba el suero. Estaba muy relajado para mi gusto aunque se veía mejor sin todo ese vello en la cara, era muy guapo— ¿Omi?

—Sí, perdón. Estaba ocupada—mentí—Estoy bien, no es nada.

— ¿Enserio? No suenas tan contenta como ayer.

—No, yo sólo...

— ¿Te enojaste por lo que dije anoche? Lo siento pero no puedo quedarme callada—me sentí incómoda. No quería hablar de eso frente a un casi desconocido, la casa de la abuela no quedaba tan cerca pero podíamos llegar caminando. Así entraríamos en calor—Mamá me contó lo de Eric y sobre tus dudas, ¿No quieres irte por él acaso?

—No, no—sonreí con nerviosismo—Él no tiene nada que ver. Escucha, Lauren, ahora no puedo hablar, ¿Podrías llamarme luego?

Estás evitando el tema.

—No lo estoy haciendo.

— ¿Vendrás a almorzar hoy? Papá quiere que te quedes por la noche, podríamos...

—No puedo, tengo otros planes—miré la espalda ancha del chico que caminaba frente a mí. Observaba con algo de atención los árboles cubiertos de nieve.

Tienes otros planes—repitió incrédula— ¿Qué harás? ¿Cenar con Lucy?

Me hubiese sentido ofendida por eso pero en este momento pensaba en Lionel. No iba a dejarlo solo en mi casa, no confiaba del todo todavía, ni siquiera sabía que estaba haciendo con él camino a donde la abuela. Definitivamente he perdido la cabeza, recordé el collar y lo que había provocado. Colgaba de mi cuello, era increíble la cantidad de sangre que comenzaba a salir de mi nariz. ¿Estaba metido en cosas satánicas y quería asustarme?

—Yo...debo hacer algo antes.

— ¿Y te tomará todo el día?—me esforcé por no ser grosera con ella. Así era Lauren, curiosa, demasiado curiosa.

—Si me desocupo antes te avisaré—colgué sin darle tiempo a responder. Guardé el celular en el bolsillo de la chaqueta alcanzando al chico, el pavimento estaba resbaloso en algunas partes y en otras cubierto de nieve.

— ¿Es algo estresante, no?

—Era mi hermana, quiere que pasemos tiempo juntas.

—Ya veo—asintió pensativo. Sus ojos azules fueron a mí— ¿Eric es tu novio?—sentí el calor en mis mejillas devolviéndole la mirada—Era imposible no escuchar.

—No creo que deba darte detalles de mi vida privada, fugitivo.

— ¿Qué dijiste sobre ser más agradecido y menos distante?—rodeé los ojos. Podía ser guapo pero era obstinante cuando se lo proponía— ¿A quién le diré sobre ti? No eres tan importante, niña.

— ¿Niña?—me detuve— ¿Cuántos años crees que tengo?

—Pues...—paseó su vista de arriba abajo por todo mi cuerpo. Intenté no sonrojarme pero fue imposible, se encogió de hombros sin tomarle importancia— ¿Quince?

¡¿Qué?!

—Estás mintiendo—me crucé de brazos.

—De acuerdo, mmm...—fingió una postura de pensamiento profundo—Dieciocho

Volví a colocarme en marcha pasando a su lado. Escuché algo parecido a una risita. Cuando finalmente llegamos a casa de la abuela toqué el timbre, para mi suerte, estaba sola en el lugar. No parecía tan sorprendida de que estuviera acompañada, al contrario, sonreía de la misma forma que anoche cuando me entregó el collar.

— ¿Quieren algo de tomar?

—No, estamos bien—sonreí un poco—Quería...

—Espera un momento, dejé algo en la cocina preparándose—la miré desaparecer. Decidí tomar asiento en uno de los sillones, la chimenea se encontraba encendida, el calor que emanaba era agradable.

—Puedes sentarte, si quieres—le indiqué el puesto libre que había. Aceptó sin decir nada—Por fin estás callado.

— ¿Quién te entiende? Si hablo mucho te quejas, si soy descortés te quejas, si hablo poco te quejas, si pregunto sobre tu novio...

—No es mi novio—lo interrumpí. Sonrió con algo de incredulidad.

— ¿Dieciocho años y sin novio? Por favor.

—Tampoco tengo dieciocho, tengo veintiuno, genio—recogí mi cabello en una coleta baja. Mientras lo sostenía bien noté su mirada profunda— ¿Qué?

—No pareces de veintiuno.

—Y tú no eres agradable.

—Ya lo sabía, cariño—sonrió guiñando un ojo. La abuela regresó sentándose en el sofá, había traído unas galletas de avellana, de niña siempre las hacía, a Lauren no le gustaba pero a mí me encantaba. Tomé una sin dudarlo, eché un rápido vistazo a Lionel indicándole que podía tomar una.

—Creí que vendrías con tu hermana.

—Quise venir antes con mi...amigo.

Luego me asesinaría por decirlo.

—Estás usando el collar—sonrió dulcemente. Me lo quité y borró la sonrisa.

— ¿Qué tiene este collar?—quise saber— ¿Por qué él sabe tanto de esto?

—Ya sabía que eras uno de ellos—la atención de la abuela ahora estaba fija en Lionel— ¿Cómo la encontraste?

—Usted sabe cómo.

—De acuerdo, lamento intervenir en la conversación pero... ¿De qué están hablando? ¿Se conocen?

—No pero conozco a los suyos—su voz fue algo más seria. No entendía nada— ¿Cómo pasó?

Miré a Lionel sin saber que decir. ¿Podía decirle la verdad? Rodeó los ojos adelantándose.

—Tengo problemas, escapé y caí en casa de Naomi.

—Fue una casualidad...

—No fue casualidad, cayó en tu casa porque el collar le indicó que así fuera—fruncí el ceño. Dejé la galleta sobre el plato—Te dije que todo cambiaría.

Decidí colocarme el collar antes de que volviera a sangrar.

—Sigo sin entender.

—Este muchacho no es humano—señaló—En Alaska, desde hace miles de años existen los lobos, hombres lobo—Quise reírme pero mi expresión era fría, confusa e impresionada. ¿Estaba teniendo uno de esos sueños raros?—En mi familia las mujeres han estado involucradas con ellos, existen otras familias que hacen lo mismo.

— ¿Somos...brujas?

—No es la palabra—miré a Lionel quien seguía tan relajado—Antes de que existiera la tecnología y todo esto que ves—señaló la casa—Existían tribus, personas que vivían en medio del bosque y se protegían entre sí. Los hombres se encargaban de cazar para comer, las mujeres permanecían en casa cuidando de los hijos o encargándose de la comida.

—Una de ellas creó un collar, creían en la magia...

—Dijiste que no éramos brujas, abuela.

—Y no lo somos, cariño—sonrió de lado—La que hizo ese collar si lo fue, tenía problemas para encontrar el amor, en su familia era la más joven y la menor, debía casarse antes de que su tiempo pasara.

—En medio de su desesperación se dio cuenta de que poseía magia en sus venas, podía tener todo lo que quisiera, podía destruir el mundo si así lo deseaba—los ojos azules de Lionel miraron el collar y luego a mí. No parecía tan obstinante ahora—Hizo lo que tienes en tu cuello, su magia se concentró en él, con sólo usarlo hizo que el hijo del líder de la tribu se enamorara ciegamente de ella.

—A través de los años fueron pasando de una chica a otra hasta que cayó en las manos de tus antepasados—quise decir algo pero lo que la abuela y Lionel decía parecía sacado de un cuento—Ha estado en nuestra familia por años.

— ¿Se lo diste a mamá?

—Por supuesto que no, nunca tuvo problemas para enamorarse.

—Por eso querías que viniera—asintió levantándose. Se acercó tomando mis manos, me incorporé temblando un poco—Abuela, eso no puede ser...

—Lo es, el collar se adapta a la persona que lo lleva—susurró—No puedes quitártelo ahora.

— ¿Cuándo puedo deshacerme de él?—miré el collar en mi cuello.

—Cuando finalmente hayas encontrado a esa persona—volví a mirarla. Fruncí el ceño sin comprender.

— ¿Qué tiene que ver el supuesto tema de los hombres lobo?

Lionel se levantó acercándose un poco.

—El hijo del líder de esa tribu era un hombre lobo—contestó mirándome—Su magia sólo hizo que la joven que llevara el collar atrajera a un lobo de cualquier manada. Es una especie de consecuencia por jugar con los sentimientos.

—Pero tú no estás enamorado de mí.

—Y tú tampoco de mí—volvió a su tono obstinante.

—Pero no fue casualidad que necesitara ayuda y decidiera caer en tu casa—miré a la abuela. ¿Quién diría que esa dulce mujer estaría involucrada? Espera, espera, Naomi. ¿Realmente creíste todo?—El collar sabe lo que hace, por eso te lo di y cuando tu momento llegue debes dárselo a alguien más.

— ¿Se supone entonces que Lionel y yo debemos enamorarnos?

—Oye—fingió estar ofendido—Te aseguro que soy mejor que tu novio Eric.

—No es mi novio—repetí. Había perdido la cuenta de cuantas veces lo había dicho.

—Ustedes se entenderán bien—sonrió divertida mirándonos.

—Espera, ¿No se supone que eso de ser lobo pasaría de generación en generación?

— ¿Cuántos cuentos de fantasía has leído, niña?—Lionel parecía entre ofendido y divertido por mi ignorancia—Si una humana se enamora de un hombre lobo y él de ella, su parte mágica desaparece, es un precio que se debe pagar.

— ¿Serían simples humanos?

—Entiendes rápido—reproché al chico con la mirada—Aunque tendremos que buscarte otro lobo que sea capaz de entregar su parte mágica, adoro mi lado lobuno.

La abuela miraba con gracia la escena. Disfrutaba con esto, yo en cambio lo que pude entender fue que debía soportar a Lionel hasta que consiguiéramos una forma de solucionar todo esto. Debía haber una manera de romper esa estúpida tradición, ¿Cierto?

¿Cierto?

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