Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

30. Lobos

Capítulo 30

Lobos

El bosque había comenzado a perder su brillo en los colores. La nieve comenzaba a caer amontonándose en el suelo y en cualquier rincón que encontraba. Diego estaba bien abrigado, el gorro que llevaba era más grande que su pequeña cabeza. Se veía adorable. Cuando se quedó dormido en el camino lo cubrí con su manta suave de su tamaño. Mayra se había ofrecido para acompañarnos.

La abuela no estaba de acuerdo con esto, pensaba lo mismo que yo. Aquella mujer podía ir a mi casa. Era ella la interesada pero por otra parte no quería discutir con Leo, mientras más rápido mejor.

— ¿Quieres que lo lleve?—preguntó mirándome.

—No, estoy bien.

Me mantuve en silencio hasta llegar a la casa. La primera vez que vine aquí fue en brazos de Lionel, me había desmayado. Respiré profundo queriendo volver lo más pronto posible. Leo tomó mi mano sonriéndome un poco. La casa era vieja, lucía abandonada pero era obvio que no lo estaba. Todo era de madera, no había nada que no lo fuera. Mayra abrió la puerta dejándome pasar primero. En la sala estaba su madre.

Su cabello castaño oscuro estaba recogido en una coleta alta, dejaba salir algunos rulos naturales. Sus ojos eran muy oscuros, no podía ver su color exacto. La forma de su rostro era como una versión de Mayra pero más mayor. Cerró el libro que estaba leyendo sonriendo con sus ojos fijos en el bulto que llevaba en brazos.

—Aquí estamos—dijo Mayra cerrando detrás de sí— ¿Estás sola?

—Sí—se acercó sin borrar la sonrisa. Yo, al contrario, estaba lo más seria posible—Tu padre salió a casa de uno de sus amigos, probablemente regrese mañana—sus ojos se encontraron con los míos— ¿Puedo verlo?

—Está durmiendo.

—Mi madre será cuidadosa—fulminé con la mirada a Lionel. Éste en cambio hizo una señal de que todo estaría bien. El principal culpable era su padre, no su madre—Naomi.

Suspiré acercándome a ella. Sus brazos formaron una pequeña cuna en cuanto lo apoyé en ellos, sus párpados estaban cerrados, el chupón en sus labios se movía de vez en cuando y sus manos estaban cerradas en pequeños puños. Sus ojos brillaron de la misma forma que las miradas de mis padres cuando conocieron a su nieto. ¿Se sentía orgullosa acaso?

Uno de los brazos de Leo rodeó mi cintura acercándome a él.

—Es muy hermoso—susurró.

—Se llama Diego—comentó Mayra aunque eso ya debía saberlo.

—Se parece más a su madre—alzó la vista mientras acariciaba una de las manos del niño.

—Pero sabemos que cuando crezca será como su padre—sentí el suave apretón en mi cintura. Sonrió de lado.

—Sé que estás molesta en este momento y lo lamento, no es suficiente pero lo siento—sus palabras parecieron ser honestas. En su mirada se notaba—Has cambiado un poco.

— ¿Podemos regresar ahora?—insistí acercándome para recoger a mi niño.

— ¿No pueden quedarse un poco más?

—No.

—Claro que sí—rodeé los ojos. Maldita sea. El chico siempre me lleva la contraria.


La noche llegó complicando más el regreso a casa. La nieve caía con fuerza, el frío era más intenso y no quería exponer a Diego a tal temperatura. Podría tener sangre de lobo pero no quería decir que fuera inmortal o inmune. Mayra había salido al mediodía, Lionel y su madre charlaban en la sala, la mujer me ofreció algo de té que "amablemente" rechacé. Diego despertó a las horas después exigiendo comida, luego de eso quedó profundamente dormido de nuevo.

Mi estómago rugía, tenía hambre pero no quería aceptar nada. Había venido en contra de mi voluntad.

"Tú misma aceptaste venir, no seas dramática" Escuché decir a la voz de mi conciencia.

Unos brazos me abrazaron por detrás. Unos labios suaves y cálidos que conocía muy bien depositaron delicados besos por mi cuello. Sonreí de lado enredando mi mano en su cabello. Mi estómago rugiendo interrumpió el momento provocando risas en él.

— ¿Quieres que te traiga algo?

—No. Estoy bien.

—No has comido en todo el día, Omi—me giré mirándolo. Depositó un beso en mi frente—No seas testaruda, te buscaré algo para comer.

—Yo no...

—No hagas que te obligue—sonreí con diversión colocando mis manos en su cuello.

—No me molestaría.

Sus labios se encontraron con los míos por unos minutos. Antes de irse prometió de nuevo traerme algo. Caminé a la sala escuchando los sollozos de Diego. La madre de Lionel intentaba calmarlo pero era obvio que no lo conseguiría. Me acerqué sin perder tiempo cargándolo en mis brazos, tomé asiento en el sillón acomodándome. El llanto cesó cuando pude alimentarlo.

— ¿Hace cuánto comió?

—Hace una hora—contesté—Lo sé, es muy pronto pero siempre vive comiendo.

—Bueno, podemos culpar a su padre por eso—sonreí de lado asintiendo—La mayoría de los lobos son así. Especialmente los hombres—la miré atreviéndome a preguntar.

— ¿Cree que Diego sea un hombre lobo cuando crezca?

—No lo creo, lo sé—contestó.

— ¿No cree que sea muy pronto para afirmarlo? El niño tiene meses, no ha cumplido el primer año y está muy lejos de cumplirlo—recordé.

— ¿Muy lejos?—rió un poco negando con la cabeza—El tiempo pasa volando cuando eres madre. En un abrir y cerrar de ojos tendrá siete años, luego vendrá la adolescencia trayendo consigo los dolores de cabeza para ambos.

—Nunca le di problemas a mis padres.

—Los lobos son muy inquietos, Naomi—se dedicó a doblar cuidadosamente la manta de Diego. El niño seguía en mi pecho sin alejarse. Sus ojos avellanas estaban cerrados pero sabía que seguía despierto—Lionel era muy problemático todo el tiempo, al parecer le encantaba golpear a los demás niños.

—Diego tiene parte humana—intenté convencerme—Algunos niños son completamente diferentes de sus padres...

—Eso no aplica para las criaturas como nosotros.

— ¿Cómo era Mayra?

—Traviesa, picarona, le encantaban los problemas pero no tanto como a su hermano.

—Debió ser difícil para su padre—lo imaginé sin poder ocultar una sonrisita divertida—El primer hijo varón y el más problemático de la familia.

— ¿Te quedarás en Alaska?

—No. Debo volver para las clases.

—Lionel debe estar cerca del niño cuando las preguntas comiencen.

—Hemos pensado en eso y...

—Sería una lástima que sus padres deban estar separados por sus vidas tan distintas—interrumpió. Sentí una punzada en el pecho. Nunca había pensado en separarme de Leo. ¿De dónde demonios sacó esa idea?


Desperté por la noche algo agitada. Me tomó unos minutos calmar la respiración, recordé que no estaba en casa y que aquella no era mi habitación. Diego dormía entre ambos aunque estaba más cerca de su padre quien lucía muy parecido a él a la hora de dormir. Tomé el celular de la mesa de noche mirando la hora. Eran las dos de la madrugada. Me incorporé sintiendo el suelo más helado que nunca, me abrigué con el suéter que tenía acercándome a la ventana.

La nieve había dejado de caer pero ahora todo estaba cubierto de un manto blanco. La luna se veía increíblemente nítida en el cielo despejado. Suspiré encontrando dos figuras que parecían hablar. Identifiqué a Mayra con ese cabello corto. El chico con el que estaba era musculoso, su piel era pálida pero no tanto como la nieve, su cabello rubio se encontraba despeinado. Rodeó sus ojos y Mayra tomó su rostro obligándolo a que la mirara. Para mi sorpresa, fue ella quien lo besó con pasión. El muchacho como era de esperarse le siguió el juego acariciando su cintura, en medio de las caricias sus ojos fueron a la ventana. Me apresuré a esconderme ocultando una risita.

Mayra tendría que explicarme todo eso.

*************************************

Los próximos capítulos serán más interesantes. Ya verán a lo que me refiero. Debo decir que hoy comencé a subir una nueva historia llamada "Luces de Colores" No tiene nada que ver con lobos, vampiros, brujas, etc. El que quiera pasarse y dejar un comentario será bien recibido n.n

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro