20. Gatito, gatito
Capítulo 20
Gatito, gatito
Desperté en la seguridad de mi habitación, Lionel dormía a mi lado tenía la mitad de su rostro apoyado en la almohada. Sonreí un poco ante la imagen. Lo extrañaría mucho cuando me fuera. Acaricié su cabello por unos minutos, me detuve al no encontrar a Lucy en mis pies. Quizás dormía con Dilara, me levanté con cuidado de no despertar al chico lobo.
Bajé las escaleras sintiendo el suelo frío bajo mis pies descalzos. Dilara dormía sin problemas en el sofá, le había indicado la habitación donde estaría mejor pero tanto ella como Mayra se negaron. Fruncí el ceño al no conseguir a la otra loba en la sala. La brisa fría me recorrió haciéndome temblar, la puerta del jardín estaba abierta. Mi corazón latió con fuerza mientras avanzaba hacia ella.
— ¿Mayra?—susurré mirando la nieve que cubría todo. Aquella capa blanca estaba más gruesa que antes. Antes de girarme para cerrar, un bulto negro resaltaba entre la nieve— ¿Qué...?—toqué la madera del suelo que estaba más que helada pero al identificar lo que era mis ojos soltaron las lágrimas— ¡No!—el grito que salió de mi garganta despertó a Dilara ya que de inmediato escuché sus pasos. Fui hasta el animal en el suelo sollozando sin evitarlo—No, no, ¿Lucy?
— ¿Qué sucedió?—Lionel había bajado corriendo las escaleras ya que sonaba algo agitado— ¿Dónde está Mayra?
—Yo...no lo sé.
—Despierta, por favor, cariño, despierta—susurré sin detener el llanto. Su cuerpo estaba inmóvil, estaba sin vida sobre la nieve, ¿Quién la dejó salir? ¿Qué fue lo que pasó?— ¡Lucy!—el frío de la noche no me molestaba en ese momento porque el dolor que sentía era más grande que lo exterior.
—Omi—Leo colocó su mano en mi espalda agachándose junto a mí.
— ¿Por qué no despierta? Debes hacer que despierte—supliqué mirándolo pero negó con la cabeza abrazándome—Mi Lucy—sollocé aferrándome a él.
—Lo sé, lo sé—me levantó del suelo mientras mantenía mi rostro en su cuello.
Dilara dejó una taza del té que había hecho cuando llegaron por la tarde. El llanto había cesado pero mi cabeza iba a explotar, me sentía de miles maneras pero por fuera estaba en shock. La imagen de Lucy en la nieve con los ojos abiertos, sus patas tiesas y la boca entreabierta aparecía una y otra vez. Respiré profundo temblando un poco.
—Bebe un poco, entrarás en calor, además te calmará—acarició mi espalda.
—Ella nunca salía de casa—susurré mirando el vapor que salía de la taza caliente.
—Debí haber estado más alerta, fue mi culpa...
—No lo fue—negué con la cabeza. Mi voz era ronca, cuando respiraba me costaba un poco. Tenía la nariz roja de tanto llorar y de tanto sonarla intentando respirar mejor. Tomé la taza, soplé un poco antes de beber para no quemarme.
Lionel llegó junto a su hermana. La chica tenía el cabello un poco revuelto, ambos respiraban agitados, habían estado corriendo. Dilara los miró preocupada.
— ¿Dónde estabas?—señaló a la chica.
—Había escuchado algo y salí a supervisar—contestó. Leo se acercó sentándose junto a mí, no pude evitar volver a llorar como niña pequeña. Dejó la taza sobre la pequeña mesa acercándome a él, aferré mis manos a su camisa ocultando mi rostro en su pecho. Dilara y Mayra prefirieron dejarnos solos.
— ¿Qué le pasó?—sollocé— ¿Quién le hizo eso?
—Probablemente otro animal—alcé mi rostro para verlo. Limpió mis mejillas mirándome.
—Lucy no tenía ninguna herida—dije segura ya que yo misma lo había visto— ¿Qué animal hace eso?
Se encogió de hombros sin saber que decir. Las lágrimas se juntaron en mis ojos pero no las dejé salir esta vez.
—Mayra no se dio cuenta de que dejaba la puerta entreabierta.
—Dime quien fue—lentamente me alejé—Sabes quien fue, ¿No es así?
—Naomi...
— ¡Respóndeme!—alcé la voz.
Respiró profundo buscando una manera de decirlo. Se notaba en su mirada.
—Fue su hermano.
— ¿Quién? ¿Astor?
—No—suspiró intentando tocarme pero volví a alejarme estando de pie esta vez—Caín lo hizo. Mayra supo que estaba afuera y por eso salió a supervisar—sentí un nudo en la garganta. La ira creció dentro de mí, me dirigí hacia la cocina sin pensarlo— ¡Naomi!—Leo me siguió.
Ambas lobas dejaron de hablar cuando entré. Me acerqué a Dilara tomándola con fuerza de los brazos.
— ¡Es tu culpa! ¡Vinieron por ti! ¡Eres una maldita mentirosa!
— ¡Naomi! ¡Déjala!—Lionel me apartó de inmediato de la chica que me miraba con arrepentimiento.
—Lo siento, yo...no sabía que...
— ¡Asesinaron a mi gata! ¡Tus locos hermanos de mierda lo hicieron!—intenté soltarme pero el chico era más fuerte que yo— ¡Lucy estuvo conmigo desde que era niña! ¡Ahora no está!
—No solucionaremos nada si nos alteramos—Mayra intentó calmar la situación pero en esos momentos quería acabar con el mundo—No es bueno para tu salud—me señaló.
— ¿Mi salud? ¡Me importa un carajo mi salud! ¡Por tu culpa mi gata está muerta!—miré a Mayra— ¡Y tú dejaste la maldita puerta abierta!
—Naomi, detente, por favor—escuché las súplicas de Leo quien mantenía sus brazos rodeándome.
—Sí, tienes razón, asumo la responsabilidad pero no tenía idea de que Caín estaba cerca—señaló—No sabía que se aprovecharía de ella cuando yo me alejara.
— ¡Las quiero fuera de mi casa! ¡No quiero verlas! ¡Váyanse! ¡No quie...
— ¡Naomi!—escuché la voz preocupada de Lionel cuando todo se volvió oscuro.
Cuando abrí mis ojos el sol entraba por la ventana de mi habitación. Me sentía cansada, la cabeza me dolía. La puerta se abrió déjame ver a una Mayra algo sonriente y triste. Dejó sobre la mesa de noche un vaso con agua con una píldora.
—Te ayudará a estar mejor—susurró tomando asiento.
— ¿Volví a desmayarme?
—Sí. Leo avisó a tu abuela—me sorprendí por eso—Está preocupado por ti y por el bebé.
—No debió haberla llamado...
—Naomi—me interrumpió siendo dulce. No parecía estar molesta con lo que le había gritado a ella y a la pelirroja—Cuando una mujer está embarazada no puede alterarse como lo hiciste hace unas horas—quise levantarme pero el dolor en mi cabeza lo impedía—Lamento lo de Lucy, enserio, tienes razón, fue mi culpa no haberme dado cuenta de la puerta. Caín se salió con la suya aunque no creo que haya tenido en mente hacerle eso al gato desde un principio.
— ¿Qué quieres decir?
—Tal vez hubo un cambio de planes en su plan inicial—se encogió de hombros. Ante mi silencio, suspiró—Descansa un poco, estaremos abajo.
En cuanto me quedé sola de nuevo, no dudé en tomar el agua con la píldora. Volví a recostarme cerrando mis ojos. No pensé en nada. No quería pensar en nada. El sueño vino en segundos haciéndome perder la conciencia de nuevo.
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