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15. Entre las llamas

Canción del capítulo: Of Verona - Dark In My Imagination

Capítulo 15

Entre las llamas

Desperté con Lucy olisqueando mi nariz. La acaricié algo adormilada para que se quedara tranquila, cuando se fue abrí lentamente los ojos encontrándome con las cortinas que cubrían la ventana de la sala. Respiré profundo incorporándome. Sentía mi cuerpo como se quejaba de dolor, parecía como si alguien me hubiera dado una paliza de la cual no pude defenderme.

Pasé mis manos por mi cabello despeinado y enredado, bostecé un poco sintiendo frío. La casa estaba en un profundo silencio, miré sin entender la ropa en el suelo, hasta ese entonces no había recordado que estaba completamente desnuda. Me incorporé colocándome la ropa interior aunque tuve que sentarme de nuevo, esta vez en el frío suelo. Mis huesos dolían terrible. En el sofá un Lionel dormido no se percataba de lo que sucedía, mis mejillas ardieron al ver que él también estaba desnudo.

—Oh, mierda—susurré restregando mis ojos. Los recuerdos de anoche aparecieron como escenas de una película. Ahora entendía el cansancio y el dolor, habíamos estado despiertos hasta altas horas de la madrugada, mi necesidad de tenerlo y no dejarlo ir nos había llevado a unas tres veces seguidas probablemente. Sí, tres o quizás cuatro. Ninguno de los dos sabía lo que hacía, las caricias, los besos y los gemidos nos llevaron a más y más.

Suspiré con mi brazo apoyado del sillón mientras seguía en el suelo. Miré a Lionel con el rostro sereno, no quería arrepentirme porque no era capaz de aceptarlo. ¿A quién quería engañar?

Lucy regresó acariciando mis piernas. Coloqué mi mano sobre sus orejas, le gustaba siempre que hacía eso. ¿Estaba jodida? Sí. ¿Sigo con las ganas de irme? Sí. ¿Qué pasará ahora? No tengo ni puta idea. La gata me miró con aquellos ojos grandes, sabía que tenía hambre, ¿Dónde había dejado mi celular? Miré alrededor intentando recordar. Al colocarme de pie no pude evitar hacer una mueca de dolor, caminé con dificultad consiguiendo el móvil en el comedor. Tenía un mensaje en él de hace minutos.

"¿Decidiste por fin? ¿Hablaste con quien debías hablar? Por si no lo recuerdas, es Bianca"

—Maldición—gruñí. Me había olvidado de eso. Intenté calmarme respirando profundo. Eran las diez de la mañana. Lucy estaba hambrienta, debía colocar las ideas en orden. Prepararía el desayuno, serviría la comida de la gata, me cambiaría, visitaría a la abuela ya que debía hablar con ella urgentemente y luego decidiré sobre el tema de Bianca—Bien, será un día largo—susurré para mí misma.

— ¿Todo está bien?—di un respingo al escucharlo. Llevaba ahora sólo unos pantalones casi abrochados, su cuerpo me hizo recordar todas las veces que lo acaricié, lo besé...Dios mío. Realmente perdí la cordura anoche. Pasó su mano por su cabello castaño y aquel gesto me llevó a cuando enredé mis manos en el. Mi corazón volvía a acelerarse.

—Sí, todo bien—mentí—Iba a...preparar el desayuno. ¿Tienes hambre?

—Un poco—parpadeó varias veces intentando liberarse del sueño— ¿Cocinarás así?

Cierto, sólo tenía la ropa interior. Mis mejillas volvieron a arder.

—Obviamente debo cambiarme—Lionel se acercó con un rostro serio y algo preocupado— ¿Qué sucede?

—No creí que iba a lastimarte así—susurró. Fruncí el ceño mirando lo que él veía. En mi brazo izquierdo había un moretón, tenía la forma de unos dedos, luego estaba mi pierna. En el muslo tenía la misma figura. Ni siquiera me había fijado en las marcas que había dejado.

—Estoy bien, es normal...—enarcó una ceja sin creérselo—De acuerdo, no es normal pero anoche estábamos...

— ¿Te arrepientes de eso?—su voz fue ronca.

—Siendo honesta, no—admití. Sonrió de lado colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja, esta vez fui yo quien tomó la iniciativa del beso. Abracé su cuello con mis brazos y de un salto rodeé su cintura con mis piernas. Mi espalda tocó la pared cuando me apoyó en ella bajando sus labios a mi cuello, sonreí de lado mordiendo su hombro.

Primera observación del día: Nunca te quedes a solas con el lobo.


Mi corazón latía con fuerza, temía que pudiera salirse de mi pecho. El calor que emanaba el cuerpo de Lionel junto al mío había hecho aparecer el sudor entre ambos. Respiraba con dificultad al igual que él, acaricié su cabello teniendo su aliento golpeando mi cuello. Para mi sorpresa, no había arrepentimientos ni excusas de lo que pasó.

—Debo hacer algunas cosas—rompí el silencio cuando controlé mi respiración. Sus brazos seguían alrededor de mí, abrazándome. Seguía sentada sobre el mesón de la cocina. Nunca había imaginado lo que podría hacer en mi cocina. Sonreí para mis adentros.

—No te vayas—pidió. Sentí sus labios rozar mi hombro. Poco a poco se alejó mirándome, tomó mi rostro entre sus manos.

—Debo hacer algunas cosas—repetí.

— ¿Son muy importantes?

Suspiré paseando mi vista por sus ojos, sus cejas, su nariz, sus labios, su cabello...

Quizás podía avisar luego a Bianca y podría ir mañana a hablar con la abuela. Sí. Tengo tiempo aún. ¿Qué tenía de malo que me tomara un día en casa? Odié a Lionel por ser tan irresistible y yo por estar tan sedienta.


—Así que tus padres lo conocieron—sonrió divertida y emocionada—Eso es bueno, cariño. ¿Ves? El collar no es tan malo.

No estaba tan equivocada. Mucho menos después de estas dos semanas que han sido...

—Sé que debí haber venido antes pero estaba...ocupada—mentí en parte. Un brillo apareció en sus ojos. Ningún rincón de la casa se había salvado, casi no dormía en las noches y no me quejaba. Bebí un poco más del té antes de seguir—También venía a darte una noticia.

— ¡Excelente!—sonrió más.

—Me iré a Chicago con Lauren—la sonrisa fue disminuyendo. Sabía que eso pasaría—Había dicho que sería antes de Año Nuevo pero quiero terminar este año aquí para luego irme.

—Oh—tomó asiento junto a mí observándome— ¿Lionel sabe sobre...?

—Sí—dejé la taza en la bandeja—Intentamos aprovechar este tiempo juntos...

—Pero ustedes dos...

—Quiero seguir estudiando, abuela—la interrumpí tomando sus manos—Él puede esperar. Fue complicado hacerle entender que era lo mejor pero finalmente lo comprendió—sonreí un poco—Regresaré por las vacaciones o en navidad, tal como hace mi hermana pero me quedaré un poco más.

—No puedes irte.

— ¿Por qué no? ¿Hice lo que querías, cierto? ¿El collar cumplió lo que deseabas? Estoy con alguien—sonrió dulcemente—Estaré bien, abuela. Quiero que me apoyes en esto. ¿Sí?

—Está bien, no estoy de acuerdo pero lo haré—me abrazó con aquel cariño que sólo ella poseía. Sonreí devolviéndole el gesto. Una especie de campana proveniente de la cocina interrumpió el momento, era el horno que avisaba tener listo lo que tenía dentro—Te deseo todo lo mejor, cariño.

—Gracias.

De regreso a casa tenía cuidado con el asfalto que estaba resbaloso por la nieve y el hielo. Una mano tomó mi brazo asustándome. Al ver quien era me calmé de inmediato.

— ¿Estás evitándome ahora?—enarcó una ceja algo molesta. Se cruzó de brazos queriendo una explicación.

—Lo siento, sé que dije que iba a avisarte...

—Dos semanas, Naomi—señaló— ¿Qué has estado haciendo en estas dos semanas?

Cosas no aptas para una jovencita como tú, Bianca.

—He estado distraída, perdón—sonreí un poco. Rodeó los ojos negando con la cabeza.

—Debo regresar a casa pronto. ¿Hiciste lo que dijiste? ¿Hablaste con el perro?

— ¿Con el perro?

—Sí, ya sabes, el lobo—le reproché con la mirada—Oh, no. ¿Te enamoraste de él?

—No dije que...

—Entonces vamos a mi habitación en el hotel para liberarte de eso—tomó mi muñeca guiándome. Preferí mantenerme callada hasta llegar a la dichosa habitación. Miré el collar en mi cuello. No le había contado nada a la abuela porque se enfadaría conmigo y no quería irme con nuestra relación rota por completo. Lionel no estaría contento cuando lo supiera pero...

¿De qué servía? ¿Teníamos una relación, no?

No. Ninguno de los dos había dicho nada al respecto. ¿Qué era lo que teníamos?

Subí las escaleras del pequeño hotel siguiendo a Bianca. La habitación era pequeña también, tenía lo principal y lo básico para un huésped. Cerró la puerta mientras miraba la televisión apagada.

— ¿Tu familia sabe que estás aquí?

—Creen que tuve un capricho ridículo de venir a visitar Alaska—se encogió de hombros deshaciéndose de su chaqueta y el suéter—Te veo distinta—la miré sin responder—No lo sé, estás algo más...radiante.

Me miré sin comprender. Probablemente estaba siendo sarcástica.

— ¿Qué hago ahora?

—Dame el collar—extendió su mano. Liberé mi cuello de él colocándolo en la palma de su mano. Me acerqué a la cama donde ella lo colocó arrodillándose en el suelo. Colocó sus manos sobre él cerrando sus ojos. Susurró unas palabras apenas audibles y en un extraño idioma que no tenía ni idea de lo que decía. Mordí mi labio manteniéndome en silencio.

La ventana se encontraba junto a la cama matrimonial, había un armario, un escritorio, la puerta del baño, unos estantes, un sillón. No había nada fuera de lo normal, en aquella chica no había nada fuera de lo normal. ¿Qué se sentiría ser la última descendiente de la primera bruja que vivió entre los lobos? Increíble que los humanos seamos tan ignorantes en estas cosas.

Sus ojos se abrieron para mirarme. Estaba molesta, fruncí el ceño sin entender.

— ¿Terminaste?

—No puedo hacerlo—se levantó tomándolo.

— ¿Qué? Dijiste que podías...

— ¡Ya lo sé!—me calló—Me mentiste cuando te pregunté sobre el perro—se detuvo a unos pasos de mí sin entregarme el collar. ¿Qué pasaba ahora?—Tienes una relación con él, Naomi—no pude admitirlo ni negarlo—De no ser así la magia se habría desaparecido pero no, es más fuerte que antes.

—No tengo culpa de eso.

—Si la tienes—gruñó— ¿Qué tan ocupada has estado estas dos semanas?—enarcó una de sus cejas.

¿Lo había visto por el collar? Miré el accesorio en su mano derecha. Ella había dicho que tenía una conexión con la última bruja. La respuesta era sí.

—No significa nada, puedes romperlo—me apresuré a decir—Lionel y yo seguiremos juntos—negó con la cabeza— ¿Qué quieres ahora? Mi abuela dijo que me dejaría en paz cuando consiguiera a ese alguien.

—Has estado explorando cada rincón de la casa con tu perro pero no estás totalmente enamorada de él—indicó. En ese momento bajó su mano relajándose un poco—El collar es más fuerte ahora porque llevas un cachorro en tu vientre.

Mi cuerpo se quedó helado.

— ¿Qué?

—La magia del collar puede sentir los latidos del bebé y ahora yo lo escucho—indicó. Sentí mis manos heladas, mis piernas temblaron, no pude hablar ni moverme ya que todo oscureció dejándome inconsciente en la oscuridad.

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