14. Gran lobo feroz
Canción del capítulo: Fifth Harmony - Big Bad Wolf
Capítulo 14
Gran lobo feroz
Lucy exigió su comida cuando Leo me ayudaba terminar de organizar la mesa. Le serví de su comida gatuna en su plato y los maullidos se detuvieron. Sentí un peso extra sabiendo quien estaba mirándome. Guardé la bolsa de la comida de Lucy en uno de los estantes.
—Cuando todos se vayan, me gustaría hablar contigo—de inmediato asintió—No quiero discusiones.
— ¿Es algo malo?
Antes de que pudiera responder, el timbre de la puerta nos interrumpió. Me apresuré en abrir consiguiendo a mi madre, me abrazó por unos minutos y luego papá hizo lo mismo. Mike me saludó con moviendo su mano mientras Lauren parecía ansiosa.
Justo al cerrar conseguí a Lionel de pie junto a las escaleras. Si estaba nervioso lo disimulaba bien. Fui hasta él respirando profundo antes de presentarlo.
—Mamá, papá, él es Lionel Mason.
—Gusto conocerlos, señores—asintió un poco manteniéndose serio. Noté la mirada indiscreta de mi padre, sabía que el chico no le caía bien pero era lo que menos me importaba.
—Bien, vayamos al comedor, serviré la comida.
—Yo te ayudo—propuso Lauren.
Mis padres tomaron asiento junto al hombre lobo. Mike le comentaba a Leo sobre unos autos de juguetes que su padre le había comprado en Chicago, me causó gracia verlo charlar sobre juguetes con el niño, quizás así se relajaba. Cuando la mesa estaba servida, Lauren tomó asiento junto a su hijo y yo junto a Lionel. Allí las preguntas de papá comenzaron intentando incomodarlo o conocerlo. Mamá en cambio se mostró tan dulce como pensaba.
—Supongo que Lauren no les ha dicho la noticia, ¿Cierto?—los miré.
— ¿Qué noticia?—preguntó papá llevándose un bocado a la boca.
— ¿Van a casarse?
Leo se atragantó con el vino e intentó disimularlo. Sonreí de lado sin evitarlo. Respiré profundo antes de decirlo, Lauren asintió apoyándome.
—No, mamá—negué con la cabeza—He decidido que debo continuar mi vida.
El chico me miró sin entender al igual que la pareja.
—Omi se irá conmigo a Chicago—se adelantó Lauren sin evitarlo. Hubo silencio durante unos segundos. Los cubiertos volvieron a sonar.
— ¿Cuándo lo decidiste?—noté la sorpresa de papá pero también algo de felicidad. Aquello me sorprendió.
—Hace unos días y ya me decidí—asentí.
— ¿Estás segura de lo que vas a hacer, Naomi?—miré a mi madre. Ahora los papeles se habían cambiado.
—Quiero seguir estudiando, sigo siendo joven, debo aprovechar mi tiempo—me encogí de hombros.
— ¿Qué opinas sobre eso, Lionel?—miré al chico a mi izquierda. Se mantuvo en silencio sonriendo forzadamente asintiendo. Me sentí algo mal por él. Bianca acabaría con la magia del collar y ambos podríamos seguir con nuestras vidas, lamentaba no poder estar allí para ayudarlo con sus problemas pero...debía pensar en mi futuro.
— ¿Serás maestra finalmente?—rompió el silencio papá.
—Me gustaría dar clases en secundarias—asentí con una pequeña sonrisa.
— ¿Qué asignatura te gustaría?—siguió mi madre echando un vistazo a Lionel con cada minuto.
—No lo sé—me encogí de hombros—Estoy acostumbrándome a la idea de dejar Juneau y salir de Alaska.
—No es sencillo pero valdrá la pena, ya lo verás—comentó Lauren con una pequeña sonrisa.
—Estoy seguro de que Eric se alegrará con eso—había olvidado aquel hombre—Digo, ¿Quería sacarte de aquí, no?
—Sí pero no tiene nada que ver, papá—acabé con mi plato. Me preocupaba que el chico junto a mí estuviera tan callado y quieto—Lo hago porque así lo quiero.
—Estoy contenta con lo que decidas, cariño—finalizó mamá.
Durante el postre las conversaciones eran más que nada triviales. Mi madre creía que lo mejor sería avisar a la abuela ya que nunca está de más un consejo de su parte, Lauren sabía algo sucedía con Lionel ya que notaba las señas que me dirigía queriendo saber si todo estaba bien a lo que yo me limitaba a asentir. A la hora de despedirse, papá me abrazó más rato de lo normal. Sonreí un poco prometiéndole visitarle cuando tenga tiempo. Quizás cuando esté con mi hermana en Chicago aproveche las navidades o las vacaciones. Sería duro en un principio pero sobreviviría, al menos eso quería creer.
— ¿Cuándo te irás?—respiré con alivio al escucharlo cuando cerré la puerta. Me giré mirándolo allí de pie, se veía triste y...derrotado.
—Probablemente antes de Año Nuevo.
Suspiró deshaciéndose de su chaqueta dejándola sobre el sofá. Recordé que debía limpiar los platos, fui a la cocina escuchando sus pisadas detrás de mí.
— ¿Por qué no me habías dicho nada, Naomi?
—No creí que sería capaz de hacerlo hasta hoy—recogí los cubiertos, los platos y los vasos llevándolos al fregador. Me quité los zapatos prefiriendo estar descalza sobre el suelo de madera de la cocina. Se apoyó cerca de mí observándome. Mantuve la cabeza baja comenzando a llenar todo de jabón—Hoy en el mercado...
— ¿Enserio te irás?—susurró interrumpiéndome.
—Hasta ahora, sí.
Su mano detuvo mi muñeca impidiéndome limpiar los platos. Me encontré con sus ojos azules, su rostro estaba serio pero su mirada era más dulce de lo normal.
—No te vayas.
—No me quedaré todo el tiempo aquí—me soltó lentamente—Estarás bien, hoy en el mercado apareció alguien que puede ayudarnos...
—No me interesa lo que pasó en el jodido mercado—ahora si estaba furioso. Su forma de hablar lo delató— ¿Por qué demonios no me dijiste que te ibas a ir de Alaska, Naomi?
—No debo contarte lo que quiero hacer—abrí el grifo dejando correr el agua eliminando el rastro de jabón de los platos y los cubiertos. Cuando terminé con todo, tomé el pañuelo secando mis manos.
—No te irás de aquí.
— ¿Eso es una amenaza?—bufé tomando los zapatos dirigiéndome a las escaleras. Lionel tomó mi brazo con fuerza haciéndome girar quedando frente a frente—Suéltame.
—No puedes irte, ¿Qué sucedió con todo eso en el bosque?
—Tengo la forma de deshacerme del collar, no te preocupes.
— ¡Maldita sea! ¡¿Eso es lo que has querido siempre?!—alzó la voz asustándome. Me soltó furioso pasando su mano por su cabello—No sabes lo que dices.
—Sé perfectamente lo que digo—retrocedí un poco—Me voy a ir de este estúpido pueblo. Tú regresarás con tu gente y nada de esto habrá pasado.
—No te irás.
—Ya veremos en unas semanas—quise subir las escaleras pero volvió a atraparme. Los zapatos cayeron al suelo— ¡Suéltame!—me vi arrastrada hacia el sofá. Me apresuré en levantarme al caer pero era tarde, tenía al chico sobre mí tomando mis muñecas con algo de fuerza impidiéndome escapar— ¡¿Qué demonios quieres?!
—Dime que el beso no fue nada para ti.
— ¿Qué?—bufé forcejeando pero aplicó más fuerza inmovilizándome.
—Si dices que no fue nada te soltaré y lo aceptaré—señaló serio.
Quise golpearlo, gritarle en la cara pero no lo hice. Me quedé allí como estúpida sin hacer nada, una sonrisa fue dibujándose en sus labios, sí, ahí tenía la respuesta que quería. Soltó mis manos sin apartarse. Me sentí pequeña estando bajo su cuerpo. Acaricié uno de sus brazos suspirando.
—No puedo hacerlo, Lionel—susurré.
—Lo sé, no sabes lo mucho que me alegra escucharlo—dijo antes de estampar sus labios contra los míos. El beso apasionado comenzó calentando nuestros cuerpos o quizás era la temperatura que había subido, no lo sabía bien, no dudé dos veces en quitarle aquella camisa que comenzaba a molestar. Mis manos iniciaron un viaje por sus hombros, su pecho, su espalda...No pude evitar morder mi labio a lo que él sonrió con picardía.
Una de sus manos fue subiendo por debajo del vestido, un jadeo de deseo se escapó de mis labios sintiendo el apretón de sus dedos por mi muslo. Sus labios se alejaron dejándome ansiosa de más, retrocedió permitiendo incorporarme en el sofá. Intentaba bajar la cremallera del vestido que ahora resultaba ser un estorbo, Leo sonrió divertido ayudándome, el sonido que hizo al bajarlo me provocó escalofríos, sus labios fueron a mi hombro izquierdo cuando quedó expuesto, incliné mi cabeza al lado contrario permitiéndole más libertad.
Cerré mis ojos sintiendo una exquisita adrenalina por todo el cuerpo. Sus manos se encargaron de bajar el vestido dejando la parte superior con sólo el brasier negro que usaba esa noche. La yema de sus dedos rozaba la piel de mi abdomen provocando bajos jadeos de mi parte que al parecer lo excitaban más. Tomé una de sus manos queriendo que me tocara sin temor. Abrí mis ojos sonrojándome al instante.
Estaba de espaldas a Lionel, mis piernas estaban sobre el sofá mientras sus labios devoraban mi cuello con unos besos irresistibles y algunas mordidas a mi hombro. Enredé mi mano libre en su cabello inclinando hacia atrás la cabeza casi apoyándola de su hombro. Mordí con fuerza mi labio inferior cuando su mano condujo la mía acariciando mi vientre. Mi corazón iba a salirse de su lugar. A la mierda las emociones.
De nuevo volvió a alejarse pero fue cuando yo lo hice. Dejé caer el vestido al suelo notando como sus ojos azules brillaban de deseo al verme, lo ayudé con su pantalón regresando a la sección de besos y a la posición de antes con él sobre mí en el sofá. Acaricié su espalda dejándome llevar allí mismo en la sala de mi casa.
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