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13. Oportunidades

Capítulo 13

Oportunidades

—Omi—miré a Lauren quien parecía molesta por la falta de atención que tenía.

Suspiré mirando a Mike jugando con Lucy. Lionel no estaba, había salido a correr por el bosque, desde hace dos semanas hacía eso. Intentaba evitarlo lo más que podía lo cual era estúpido considerando el hecho de que vivimos juntos y su habitación está al lado de la mía. Mordí mi labio jugando con mis dedos sobre la mesa escuchando el toque de mis uñas con la madera.

—Estoy considerando...irme—lo último no salió tan seguro como creía. Su rostro cambió a uno de sorpresa—Quiero seguir estudiando.

—Oh, vaya.

— ¿Qué?

—Nada, sólo estoy sorprendida—sonrió a los minutos tomando mis manos sobre la mesa—Me alegra escuchar eso. Estoy segura de que te encantará respirar un aire nuevo y diferente—me limité a sonreír un poco. Lentamente borró la sonrisa de sus labios mirándome fijamente— ¿Pasó algo con Lionel?

— ¿Qué? No, ¿Por qué lo piensas?

—No lo sé. Te siento extraña.

—Él también se irá en una semana, creo que estar aquí sola no me ayudará mucho—me apresuré a decir antes de que insinuara algo más.

—Entiendo—asintió. Lucy acariciaba a Mike queriendo que el niño también la acariciara y llenara de mimos— ¿Te llevarás a la gata?

—Se la dejaré a mamá, estoy segura de que podrá cuidarla por mí—contesté con la vista en ella. Lauren sonrió de lado, algo se le había ocurrido.

—Deberíamos hacer una cena, ya sabes, mamá y papá podrían conocerlo...

— ¿Por qué harían eso?—fruncí el ceño—Todos nos iremos. No tiene sentido.

—Si tiene sentido—me llevó la contraria—Podemos darle la noticia de que decidiste ir a la universidad—se encogió de hombros—Estoy segura de que Lionel se alegrará también. ¿No le has dicho, cierto?

Sentí un nudo en la garganta. Algo me decía que tendría una discusión cuando eso pasara. ¿Para qué esperar más tiempo y seguir engañándolo? Hace dos semanas que no cruzamos palabra. Sonará poco creíble pero es cierto, cuando entraba a un lugar de la casa prefería salirme e ir a mi habitación, era el único lugar donde el chico parecía respetar mi privacidad. Había demasiada tranquilidad y era algo que me volvía loca. El beso frente al lago congelado aparecía cada noche, sí, lo había disfrutado y no podría negarlo pero siendo honesta, aquello estaba mal.

No quería enamorarme ni sentir algo. ¿Por qué ahora Lionel si quiere hacer lo contrario? La respuesta era sencilla. El collar era el culpable.

¿Si fuera así porque me besó sin el collar también?

Ahí era donde comenzaba a frustrarme.

—Tienes razón—dejé salir un suspiro—Dile a mamá que esta noche habrá una cena para nosotros.

—Con gusto lo haré—sonrió ansiosa.


Cuando salí de casa para dirigirme al pueblo, Lionel no había regresado aún. Tal vez necesitaba más tiempo solo, estaba en su derecho. Las personas en el mercado caminaban de un lado a otro comprando lo que necesitaban, tenía una idea en mente de lo que haría para la cena. Podía imaginar el momento de la noticia. Ya lo había grabado todo en mi mente.

Mi madre estaría contenta de mi decisión, mi padre probablemente estaría un poco triste de tener que dejar ir a su pequeña niña. Lauren estaría organizando mi habitación y la rutina nueva que tendría cuando llegara a Chicago, luego, finalmente estaba Lionel. No haría una escena frente a ellos, no, claro que no. Esperaría el momento a que estuviéramos solos y allí comenzaría la discusión.

Mientras recogía algunas frutas guardándolas en una bolsa, pensé en la abuela. ¿Sería bueno decirle que me iría? Quizás así entendería que debe deshacerse del collar.

—Finalmente, ¿Eres Naomi Rose?—preguntó una chica tan joven como Dilara. Quizás tendría unos diecisiete. Era de mi estatura, piel morena, ojos oscuros de un color marrón, cabello en rulos muy corto por sobre los hombros, delgada, labios rellenos y nariz no tan fina. Fruncí el ceño sin entender. No la había visto por aquí. En Juneau era sencillo reconocer cuando alguien era nuevo—Sí, eres ella. Soy Bianca Miller.

—Gusto conocerte, Bianca—pagué lo que había escogido tomando la bolsa con todo dentro— ¿Te puedo ayudar en algo?

—De hecho, soy yo la que puede ayudarte—caminé entre la multitud escuchándola—Hace un tiempo que ese collar aparece en mis sueños y no me deja descansar.

— ¿Qué?—la miré—Espera, ¿Qué dijiste?

—El collar—señaló—Ese que tienes. ¿Quieres deshacerte de él, no?

— ¿Cómo sabes eso?—temí que fuera una trampa. Alguien del bosque— ¿Sus hermanos te enviaron?

— ¿Quiénes?—frunció el ceño— ¡No! Oh, Dios, ¿Crees que soy...? Claro que no—pareció molesta. Tomó mi brazo deteniéndome—Hace unas semanas atrás hablaste con el chico sobre conseguir al descendiente de la bruja, ¿Recuerdas?

— ¿Cómo sabes eso?—rodeó lo ojos.

—Digamos que mi abuela no podía esconder su magia por más tiempo—sentí que mis piernas temblaban. Una pequeña luz apareció llenándome de esperanza—Sí, soy yo, no es necesario que lo digas en voz alta. Soy la última de su familia, sabía que el collar estaba contigo.

Al salir de la multitud pude escucharla mejor.

— ¿Cómo es que sabes sobre todo...?

—Magia. Te he estado buscando desde que supe que querías romper la tradición de tu familia—explicó—El collar se mantiene conectado a la última bruja de la familia, ése es mi caso.

—Entonces, ¿Puedes deshacerte de él?

—Puedo liberar la magia que posee para dejarlos libres a ambos—contestó—Por eso vine.

— ¿De dónde eres?

—De Canadá—colocó sus manos en su cintura—Escucha, no eres la única en querer tener la normalidad en su vida de nuevo, quiero dormir en paz todas las noches sin tener que ver eso de nuevo—señaló mi cuello. Al parecer odiaba el collar. ¡Estaba en lo cierto entonces! ¡Lionel debería...! La esperanza de hace minutos desapareció. Lionel. Debía contarle antes de tomar una decisión.

—Debo hablar primero con alguien—asintió escuchando— ¿Te quedarás, cierto?

—No puedo irme hasta que haga mi trabajo—sacó su celular—Estaré hospedada en un pequeño hotel que hay cerca del puerto. Dame tu número y te escribiré mañana.

Anoté mi teléfono en el suyo para luego entregárselo.

—Te prometo tener respuesta por la mañana.


Llegué a casa a tiempo para arreglarme y preparar todo. Lucy me recibió ansiosa de saber que había traído, fui a la cocina dejando las bolsas consiguiendo compañía.

— ¿Fuiste de compras?

—Sí, algo así—contesté comenzando a sacar las cosas colocándolas sobre el mesón.

—Pudiste esperarme para acompañarte—lo miré encontrándome con sus ojos azules. Eso era lo que me incomodaba y confundía al mismo tiempo— ¿Qué?

—Mis padres vendrán esta noche para conocerte—evité el contacto visual—Debo preparar la cena así que deberías arreglarte.

— ¿Desde cuándo quieren conocerme?—se acercó sin apartar sus ojos de mí.

—Todo saldrá bien, no te preocupes, ve a arreglarte.

—Naomi...

—Ve a arreglarte—ordené sin querer escucharlo.

Al estar sola de nuevo respiré profundo colocándome en movimiento. Preparé algo sencillo pero bueno para la cena, Lucy miraba lo que hacía probando algunas cosas de vez en cuando. Envié un mensaje a Lauren pidiendo que me avisara cuando estuvieran en camino, caminaba de un lado a otro en la cocina concentrada en lo que hacía. A la hora después cuando todo estaba listo, fui a las escaleras para subir a arreglarme. Justo en los escalones estaba bajando Lionel.

Vestía unos pantalones oscuros, camisa blanca y chaqueta oscura con aquellas botas que sólo él sabía lucir bien. Se veía muy atractivo y peligroso. Sonreí de lado por eso.

— ¿Estoy bien?

—Sí, ven—se acercó y me tomé la molestia de acomodar el cuello de su chaqueta. Estaba muy cerca para mi gusto, contuve la respiración evitando perderme en su aroma. Bajé mis manos desde su cuello hasta su pecho mirándolo—Estás listo.

—Puedo encargarme de la cocina, debes arreglarte...

—Sí, no te preocupes, todo está listo allí—pasé a su lado—Bajaré en unos minutos.

Dejé el celular sobre la cama, recogí una toalla entrando al baño. Tomé una ducha no muy larga, al salir, Lauren había dejado un mensaje, venían en camino. Abrí el armario mordiendo mi labio inferior con la toalla cubriendo mi cuerpo. Me decidí por un vestido negro que muy poco había usado, llegaba un poco más arriba de las rodillas, creaba una silueta perfecta en el cuerpo. No tenía mangas lo cual era mejor. Éstas eran demasiado cortas. Alrededor tenía unas pequeñas perlas. Sólo eso era lo llamativo.

Tomé unos zapatos con poco tacón del mismo color. Me miré frente al espejo soltando mi cabello largo, lo desenredé dejando que quedara en ondas teniendo el lado izquierdo del cuello expuesto. Apliqué un ligero brillo en mis labios y algo de sombra a mis ojos. Sonreí por el resultado, tomé el celular saliendo de la habitación. Bajando los escalones respondí el mensaje de Lauren.

—De acuerdo, arreglaré la mesa, llegarán en unos minutos probablemente—anuncié entrando a la sala. Me arrepentí de hacerlo, Lionel parecía admirarme en todos los sentidos— ¿Estoy mal?

—Estás hermosa—no pude evitar sonrojarme. Sonreí de lado mirando el vestido, no era pegado al cuerpo, lo había comprado hace mucho porque me parecía cómodo y sencillo, todavía seguía creyéndolo—Te queda muy bien ese color.

—Gracias—borré la sonrisa regresando a la realidad. Debía contarle sobre la chica del mercado pero sería mejor después de la cena— ¿Me ayudas en la cocina?—asintió siguiéndome. Podía sentir sus ojos en mi espalda, aquello me estaba colocando más nerviosa de lo natural.

Debo controlar las emociones esta noche.

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