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12. Nieve, juegos y lagos

Canción del capítulo: Jacob Whitesides - Open Book

Capítulo 12

Nieve, juegos y lagos

— ¿Estás molesto conmigo?

—No—lo miré sorprendida—La magia estaba ahogándome mientras dormía, no es nada—rodeé los ojos. Bebió un poco de jugo antes de decir—Debes dejar de hacer eso.

Me crucé de brazos sobre la mesa mirando el cereal en mi plato. Estaba algo agotada, como si no hubiera dormido nada.

—Quería saber lo que pasaba.

—Bueno, para la próxima, avísame primero—se levantó con su plato limpio. Lo miré dirigirse al fregador terminando de beberse el vaso, mordí mi labio mirando hacia la sala. Lucy estaba en sofá quedándose dormida. Regresé mi atención a Lionel sintiendo curiosidad con algo.

—Extrañas tu hogar.

— ¿Qué?—se giró mirándome.

—Estabas soñando con unas personas en el bosque—mantuve los brazos cruzados en mi pecho apoyando mi espalda del respaldar de la silla— ¿Extrañas estar allí con ellos?—bufó burlándose—No voy a reírme si los extrañas, a fin de cuentas, es tu hogar. ¿Quién no extraña sentirse en casa?—se mantuvo en silencio. Sonreí un poco levantándome— ¿Cómo siguen las heridas?—me acerqué a él. Subí su camisa notando que sólo habían cicatrices, había sanado más rápido de lo que creía.

—Naomi...

—Lo sé, no debo preocuparme—retrocedí.

—No iba a decir eso—sonrió un poco— ¿Qué te parece si salimos a caminar un rato? Respirar aire fresco, ya sabes.

—Alguien puede verte y todos me conocen...

—No me refiero al pueblo—susurró mirándome fijamente—Me refiero al bosque, necesito correr un rato pero quisiera que vinieras conmigo—levanté mis cejas algo sorprendida. Hubiera pensado que prefería hacerlo solo.

—Oh—mascullé. No lo había visto venir— ¿Y si uno de ellos te ve?

—No te preocupes, puedo saber cuando están cerca o lejos—tomó mis brazos—Por favor.

—Sólo si mueves tu cola y suplicas, lo haré—bromeé sonriendo divertida. Antes de que se molestara y dijera algo cubrí su boca con mi mano—Iré, no digas nada, quédate callado.


No había lugar que se salvara de ser cubierto por la nieve. Aquel manto blanco estaba por todas partes, me había abrigado lo más que podía, a diferencia de Leo que estaba con una camisa, pantalón y botas. Cubrí mis manos con los guantes que había traído, estaba haciendo mucho frío.

— ¿Cómo es posible que no estés temblando?

—Estamos acostumbrados a esto—sonrió divertido ayudándome a bajar por unas rocas.

—Los envidio—rió un poco. Había una montaña de nieve justo a sus espaldas, sonreí ante la maliciosa idea—Espera—me apresuré a detenerlo. Se tensó de inmediato pensando que alguien nos había visto—Detrás de ti.

— ¿Qué?—se apresuró a mirar. Aproveché la oportunidad empujándolo, se deslizó sin causarse daño hacia el final, reí a carcajadas teniendo tiempo sin reírme así. Sostuve mi estómago cayendo al suelo por la risa. El rostro del chico era graciosa— ¡Naomi!—gruñó furioso sacudiendo la nieve de su cabello. Saqué mi celular como pude tomándole una foto. Su rostro enfurruñado y parte de su cuerpo cubierto de nieve me impedía levantarme. Me dolía el estómago de tanto reír.

—Lo usaré de fondo de pantalla—dije entre risas pero éstas se detuvieron al instante que un furioso Lionel se dirigía hacia mí. Di la vuelta apresurándome a regresar, intentaba correr pero la estúpida nieve me impedía hacerlo bien. Era tanta que sólo hacía que las botas se hundieran. Chillé cuando unos brazos atraparon mi cintura.

—Deberías intentarlo también—me arrastró hacia la montaña.

— ¡No!—intenté estar seria pero la risa me delataba— ¡Lionel, suéltame!—forcejeé cayendo al suelo.

—Mejor aún—tomó mi tobillo derecho arrastrándome como si fuera un saco pesado.

— ¡Oye!—al llegar a la punta pude leer sus pensamientos. Sabía lo que haría, antes de que me soltara atrapé una de sus piernas trayéndolo conmigo haciéndolo caer por segunda vez. Rodamos por unos segundos antes de llegar al final, ahora mi cabello oscuro tenía reflejos blancos por la espesa nieve. Rió burlándose de cómo había quedado. Lo empujé golpeando su brazo en forma de juego, me siguió la corriente cuando intenté levantarme y lo impidió—Eres un tramposo—le saqué la lengua.

— ¿Un tramposo? Pero si tú comenzaste—acusó divertido imitando mi gesto.

Sus ojos azules tenían un brillo diferente, sus brazos me rodeaban impidiendo mover los míos. Había mucha cercanía entre ambos y poca distancia. Podía jurar que mi corazón se aceleraba un poco, estúpido collar que me coloca en esta situación. ¿Si era culpa del collar, cierto? ¿No teníamos ni un poco de culpa? Lionel seguía allí mirándome, estábamos tumbados en la nieve, él sobre mí.

—Entonces...—aclaré mi garganta despertando del ensueño— ¿Seguiremos caminando o nos quedaremos aquí?

—Sí, cierto, perdón—se levantó ayudándome luego. Tuve que sacudir mi cabello apartando la nieve. Leo siguió caminando y yo en cambio preferí dejar los juegos por un rato o terminaría haciendo algo de lo cual podría arrepentirme.


Estuvimos más de tres horas caminando, nos detuvimos en un lago congelado, estaba completamente convertido en hielo. Sentí algo de tristeza el no poder ver lo hermoso que sería aquel lugar sin la temperatura baja. Tomé asiento frente al hielo, mis piernas dolían, estaba cansada. Leo llegó junto a mí uniéndose.

— ¿Estás bien?—preguntó mirándome.

—Sí, sólo dame unos minutos—asintió sonriendo un poco. Miré la otra orilla que estaba a metros de nosotros, era un gran y extenso lago, definitivamente sería hermoso verlo en primavera o verano. Los árboles se mantenían intactos, no había viento ni brisa. Recogí mi cabello haciendo una trenza, al terminar, noté que Lionel miraba como mis dedos trabajaban— ¿Quieres una?

—Probablemente—bromeó apartando la vista. Apoyó sus brazos sobre sus rodillas observando el lugar. Dejó salir un suspiro cansado.

— ¿Sucede algo?

—Pienso en lo que dijiste—lo escuché—No puedo esconderme todo el tiempo, resulta ser que si soy un cobarde después de todo—ante mi silencio volvió a mirarme. Coloqué mi mano en su hombro intentando animarlo.

— ¿Quieres regresar ahora?

—No, no creo que sea el momento—negó con la cabeza.

— ¿Crees que Dilara les haya dicho que estás aquí y sobre el collar?

—Es lo más seguro—jugó con sus manos—Mi padre debe estar furioso conmigo por no ser capaz de aparecer.

—Lo bueno es que sus hermanos te dejarían en paz, ¿Cierto?

—No lo sé, Naomi—pasó su mano por su cabello. Estaba frustrándose.

—Oye—di un suave apretón a su hombro—Eres un idiota, un imbécil, un arrogante, un gran estúpido...

—No es necesario ser tan detallista—pidió sonriendo de lado.

—Pero sigues siendo un ser humano, sin importar que criatura sobrenatural seas—señalé. Frunció el ceño sin comprender, rodeé los ojos explicándome mejor—Me refiero a que todos nos equivocamos. Sí, eres más fuerte que yo pero cometes errores, todos lo hacemos. ¿Qué tiene de malo?

— ¿A qué quieres llegar?

—A que los hermanos de Dilara deberán entender eso—miré sus ojos—Y si no quieren hacerlo entonces...

—Su hermano mayor, Astor, me odia, Naomi—me interrumpió. La seriedad en su rostro me indicaba lo peligroso que podía ser—No creo que respete la magia del collar.

—Podemos correr—quise bromear pero el chico no estaba para seguirme el juego— ¿Qué es lo que te preocupa?

Suspiró mirando los árboles a distancia. Preferí mirarlo a él. Había algo que no me estaba contando, mi mano seguía en su hombro, bajé por su brazo llegando a su codo. Su temperatura tibia era exquisita con este clima. Sonreí para mis adentros por mis pensamientos. Tal vez no quería que saliera lastimada. Eso sólo traería problemas...

¡Eso es! ¡Ahí estaba la respuesta!

—Soy yo, ¿No es así?—alcé mi rostro mirándolo. Sus ojos azules brillaron—Te preocupas por mí y lo que pueda pasar. ¿Cierto?—susurré. Sonreí de lado— ¿Sin palabras, Mason?

No hubo respuesta, sólo acercó sus labios a los míos sin darme tiempo de moverme. Sus manos tomaban mi rostro con cuidado, era un beso dulce y cálido. Perfecto para el ambiente. Una sensación agradable me recorrió entera haciéndome olvidar donde estábamos. Coloqué mi mano derecha en su pecho, su corazón latía con fuerza, aquello me gustó, ¿Me gustaba sentirlo así?

Se alejó apenas, nuestras respiraciones eran agitadas. Bajó sus manos a mi collar quitándolo.

— ¿Qué...?

—No hay magia en esto—susurró volviendo a besarme con más intensidad. Me atrajo hacia él sentándome sobre sus piernas, jadeé de sorpresa sin saber qué hacer. Mi estómago se había revuelto por completo, podía jurar que sentía como mis intestinos se movían. Posó su mano derecha en mi cintura y la otra en mi cabello. Decidí abrazar su cuello con mis brazos siguiendo la danza de nuestros labios.

El calor comenzaba a subir de a poco por mi cuerpo. No necesitaba aquella chaqueta ni aquel suéter, quizás no necesitaba nada de ropa con aquella nueva temperatura que estaba descubriendo. Lionel introdujo su mano por debajo de la chaqueta alcanzando tocar mi piel, volví a jadear y él sonrió divertido bajando sus labios a mi cuello. Incliné mi cabeza a la derecha permitiéndole continuar, mis ojos cerrados y mi mente en blanco me dejaban disfrutar más de sus labios.

Sonreí como tonta deseando que no se detuviera. Nunca antes había llegado tan lejos con un chico y menos con un hombre lobo. Mordí mi labio inferior colocando mi mano en su nuca, cuando se alejó lo miré molesta a punto de reclamarle pero comprendí porque lo había hecho. Había comenzado a sangrar. Que romántico.

—Lo siento—cubrí mi nariz estando completamente sonrojada. Lionel colocó el collar de nuevo en su lugar teniendo una pequeña sonrisa en sus labios.

—Tranquila, sólo debía y necesitaba hacerlo.

No, no. ¿Por qué lo había disfrutado? ¿No dijimos que no pasaría? Me incorporé enfadada conmigo misma. Mi respiración estaba algo agitada pero me controlé en minutos. Sería mejor regresar a casa. Aquello había estado mal.

"Olvida lo que pasó. ¡Te lo ordeno, Naomi!"

Asentí escuchando la voz de mi conciencia.

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