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10. No es culpa de la magia

Canción del capítulo: Bea Miller - Force Of Nature

Capítulo 10

No es culpa de la magia

Desperté entre la oscuridad de mi cuarto, aún no había amanecido, volví a cerrar mis ojos suspirando. Me cubrí mejor con las sábanas abrazando la almohada, pude sentir a Lucy entre mis pies moverse un poco para después quedar dormida de nuevo. La discusión con Lionel apareció en mi mente.

—No pienses en eso, sólo duerme—susurré para mí misma.

Sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza. Cerré con fuerza los ojos cubriéndome por completo. ¿Enserio había sido una cobarde toda mi vida? ¿Qué es la definición de esa palabra? Alguien gallina, alguien que no es capaz de afrontar sus problemas.

A la prueba estaba yo, nunca soy capaz de afrontar una relación o llevarla. Suspiré sin moverme, Lionel no se había equivocado en nada. Me sentía peor cuando recordaba que había llorado frente a él, perfecto, ahora era una tonta humana frágil, común y corriente. Escuché como algo crujía, me mantuve quieta pero atenta, la madera del suelo gruñó un poco. Lucy seguía en mis pies cuando un peso a mi lado se encargó de bajar lentamente la sábana. Fingí estar profundamente dormida y dejé que se deslizara hasta mi hombro.

— ¿Naomi?—susurró una voz grave. El malestar regresó, no lo odiaba por lo que dijo, lo odiaba porque tenía razón.

— ¿Mmm?—fingí estar más dormida que despierta.

— ¿Estás bien?

—Estoy durmiendo, déjame tranquila—me giré dándole la espalda. Mi voz no fue tan adormilada esta vez. Escuché un suspiro de su parte, su brazo rodeó mi cintura provocando que me tensara, ¿Qué estaba haciendo? Quise alejarme pero lo impidió. Seguí con mis ojos cerrados.

—Lo siento—susurró en mi oído aferrándome más a él. Sonreí un poco sin darme cuenta—No quise decir nada de eso, yo sólo...estaba molesto...

—Muy molesto—recalqué.

—Sí—imaginé una pequeña sonrisita de su parte. La tensión fue desapareciendo de mi cuerpo aceptando su cercanía, ¿Por qué se sentía tan agradable ahora?—Tenías razón con lo que dijiste.

— ¿Sobre qué?

—Quizás si abrieras los ojos fuera mejor.

Bien, me había atrapado. Suspiré haciendo lo que dijo, me giré encontrándome con su mirada azul, su brazo seguía en mi cintura y no era capaz de apartarlo. Estaba muy cómoda en este momento. Sonrió un poco mirándome.

—Has sido muy buena conmigo incluso cuando he sido cruel desde el principio.

—Muy cruel.

—No quería hacerte llorar—colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja—Lo siento, no soy nadie para intervenir en las decisiones que has tenido en tu vida.

— ¿Sólo haces esto para que no te eche de casa?

—No—lo miré sin creerle mucho. Era Lionel Mason, ¿Qué podía esperar?—Escucha, soy un idiota que cree que el mundo debería rendirle cuentas, me encanta ser sarcástico, frío y directo pero muchas veces traigo problemas con mi actitud.

—No me había dado cuenta—esta vez fue mi turno de ser tan terca como él.

—Pero por otro lado soy bueno—siguió—Pocas personas saben de este lado de mí.

—Debes ser bueno conmigo si yo lo he sido contigo—señalé—No lo digo por mí, lo digo por Dilara—rodeó los ojos. Tomé su barbilla obligándolo a mantener el contacto visual—Lionel—reproché.

—Lo sé.

—Cuando amanezca, antes de que se vaya, quiero que hables con ella y le pidas disculpas por lo que hiciste—creí que iba a colocar quejas pero no fue así—Si dices ser bueno entonces lo harás. Dilara se preocupa por ti, cuando alguien se preocupa por otra persona no significa que haya amor, hay muchas clases de amor, el que ustedes tienen es de una simple amistad.

— ¿Cómo estás tan segura?

—Porque de no ser así hubieras tenido una reacción diferente—sonreí un poco.

—Sus hermanos aparecerán en cualquier momento...

—Y deberás enfrentarlos—noté cierto temor de su parte—Yo estaré contigo.

— ¿Enserio?

—Enserio.

—Pero eres humana.

— ¿Eso qué?

—No podrás defenderte.

—Algunas veces el saber defenderse no quiere decir que sepas luchar, las palabras pueden usarse de otra forma—me encogí de hombros.

— ¿Naomi?

— ¿Sí?

—Creo que serías una buena maestra—sonreí dulcemente sonrojándome—Los chicos te amarían, tienes talento para saber que decir.

—Lauren quiere que me vaya con ella para estudiar eso.

— ¿Por qué no lo haces? Eres joven todavía—se mostró confuso.

—No lo sé—dejé salir un suspiro pesado—Creo que tenías razón, soy cobarde.

—No lo eres, has estado muy tranquila desde que descubriste lo del collar—acarició mi mejilla. Lo miré extrañada— ¿Qué?

—Todos dicen eso sobre mí, que soy tranquila pero soy como los demás, tengo miedo, tengo sueños, tengo planes...—cerré mis ojos queriendo dejar el tema—Todos esperan mucho de mí.

Hubo un largo rato en silencio, el sueño comenzó a envolverme, Leo tenía aún su brazo en mi cintura, sentí un delicado beso de su parte en mi frente antes de quedar profundamente dormida en sus brazos.


Cuando desperté un diminuto rayo de sol entraba por la ventana, era muy débil aunque Lucy lo disfrutaba con ganas. Junto a mí seguía él dormido, su rostro no tenía ninguna expresión, no había rastro de su sarcasmo ni de su ironía de siempre, era simplemente un Lionel calmado y sereno. Sonreí apenas recordando la conversación de anoche, ¿Habrá venido a disculparse porque sabía que era lo correcto o porque simplemente quería sentirse bien consigo mismo?

Suspiré profundamente mirándolo un largo rato, quise acariciar su mejilla, el impulso en mí apareció pero lo rechacé. ¿Qué estoy haciendo? ¿El collar me obliga a hacerlo?

Algo hizo clic en mi mente.

Lionel había sido muy cariñoso conmigo no porque lo quería era por el collar, ¿La magia podía obligarnos sin darnos cuenta? Me levanté quedando sentada. Me deshice del accesorio mirándolo con curiosidad, luego de sangrar y el dolor de cabeza venía el desmayo, según Leo. ¿Qué pasaría exactamente si permito quedar inconsciente?

— ¿Todo está bien?—escuché una voz ronca y adormilada.

Lo miré mientras él abría sus ojos apenas, se veía dulce de esa forma. Negué con la cabeza, aquel había sido un pensamiento propio, el collar no tuvo nada que ver.

— ¿La magia puede obligarnos a hacer...cosas?—pregunté. Se incorporó quedando sentado junto a mí, al ver el collar entre mis manos supe lo que iba a decir— ¿No te diste cuenta?

— ¿Sobre qué?—pasó su mano por su cabello y luego por sus ojos queriendo despertar del todo.

—Tócame.

— ¿Qué?

—Tócame—pedí. Noté la diversión en su rostro pero también un poco de incomodidad.

— ¿Por qué debería tocarte? Podrías golpearme...

— ¿Ves? Anoche recuerdo que hubo algunas caricias entre nosotros—se quedó pensativo—No eras tú ni era yo, el collar nos hacía sentir la necesidad de hacerlo.

—De acuerdo—dijo con lentitud— ¿Qué se supone que significa? Todo sigue igual, ¿No?

— ¿Entonces tus disculpas no tuvieron sentido?—no pude evitar sentirme algo decepcionada y triste. Se apresuró a responder mirándome fijamente.

—Siguen teniendo sentido, lo que dije fue enserio—sonrió un poco—Lo siento, intentaré ser mejor.

—Gracias—no pude evitar abrazarlo. Leo se tensó unos minutos pero luego me rodeó con sus brazos.

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