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OO2: Fenómeno

Pareja principal: Katsuki Bakugo x Midoriya Izuku

Autora: -YESYESCHAN

Día 2.

« Un beso fugaz »

—No.

—Pero Bakubro, ni siquiera me dejaste terminar...

—¡Ya sé que me dirás pelo de mierda! ¡Y es un no!

El insistente pelirrojo hizo un mohín al verse rechazado por el rubio ceniza, pero, ¿a quién engañaba? Él era Kirishima Eijiro y esa negativa no lo iba a detener.

—¡Vamos, hombre! ¡Me da curiosidad y quiero verlo con mis propios ojos!

—Jódete.

—Escucha, de verdad es interesante —insistió Kirishima, con una sonrisa grande mostrando sus colmillos—. Dicen que el fantasma pálido de una mujer habita la casa.

 —¿Estás hablando de la casa encantada? —preguntó Denki de la nada, tanto el pelirrojo como el rubio ceniza voltearon a ver al rubio ingresando a la habitación con un paquete de frituras en mano, degustando las mismas— ¿Piensan ir? 

—Si, está en el acantilado al norte de la Isla.

—Oh, la villa ventisca. ¡Me apunto!

Afirmó de forma eufórica el pelirrojo mientras que al verse dos contra uno ambos chicos ahora desviaron su atención hacia el rubio ceniza, quién al encontrarse atrapado entre la espada y la pared lo único que pudo hacer fue chasquear la lengua.

Eso fue un sí para Kirishima y Kaminari, quienes celebraron a viva voz irritando al contrario.

Los veinte estudiantes del curso de héroes de la U.A estaban de regreso a la Isla Nabu, no como aquella vez que fue por el "Proyecto de Recomendación de Oficina de Héroes" sino que en ese momento estaban disfrutando sus merecidas vacaciones en aquella Isla junto a los pobladores, que estaban muy encantados por recibirlos.

Después del incidente con los villanos que enfrentaron en esa Isla y todos los obstáculos que tuvieron que superar, el pueblo de la Isla Nabu se encontraba nuevamente como recordaban todos al comienzo de aquella tarea asignada por sus pasantías temporales.

Llena de vida y sin rastro del mal que se vio envuelta tiempo atrás.

Y ahora, se encontraban todos hospedados en la misma residencia que fue su base de operaciones, al sur de la isla. Tienen toda una semana para disfrutar del sol, la playa y compañía de sus amigos como ciudadanos normales.

— Oh, no debió molestarse señora Sato.

— No es suficiente para agradecerles, pero se los traje con mucho gusto.— sonrió la mujer mayor con amabilidad hacia el chico de hebras azules.

Iida Tenya al verse conmovido por las acciones de la mujer, le salieron algunas lágrimas de los ojos. Recibió con gusto la canasta de panes recién salidos del horno, podía percibir el dulce olor a pan en sus fosas nasales y le regresó el gesto con euforia. 

— ¡Muchas gracias!.— exclamó el delegado de la Clase-2A con entusiasmo.

Luego de despedirse de la mujer mayor fue que ingresó en la residencia encontrándo en la amplia sala a todos sus compañeros regados en el lugar, entreteniéndose con juegos en grupos, otros distraídos en sus celulares y algunos más platicando.

— Iida-san, ¿Y eso?

— La señora Sato nos envía esto, podemos repartirlos en la cena a todos Yaoyorozu-san.— La pelinegra afirmó ante lo dicho por el de hebras azules, recibiendo la canasta y retirándose a la cocina.

El de hebras azules al verse disponible decidió acercarse a su grupo de amigos.

— ¿Una prueba de valor?

Ahora, el peliverde ladeo la cabeza curioso mientras observaba al dúo de amigos que le proponían aquella salida.

— ¡Si! Iremos Kirishima, Kacchan y yo.— comentó Denki con burla, se pudo ver en el rubio ceniza una vena marcada al escuchar el estúpido apodo.

Izuku estaba sorprendido, no creyó que Katsuki fuese a participar en este tipo de salidas con ellos.

— Oh, a mi me encantaría ¡Yo voy!.— exclamó entusiasmada la castaña a su costado mientras levantaba la mano por encima de su cabeza.— Vamos Iida-kun y Deku-kun, suena divertido.

El peliazul movió de forma automática sus brazos.— Iré para supervisarlos y que no hagan nada ilegal.

— ¿Qué podríamos hacer que se considere ilegal?.— preguntó Kirishima curioso.

— No lo sé... Quizás trepar una cerca que prohíbe el paso, ingerir alguna bebida que no sea apta para ustedes, invadir propiedad privada y...

— ¡Ya entendimos!.— rodó los ojos Denki con ironía, para luego sonreír despreocupadamente.

— Por esas razones y más iré.— comentó Iida firme para luego ajustar sus lentes en medio de la oración.

— ¡Bien! ¿Y tú Deku-kun? ¿Qué dices?.— la castaña desvió su atención al peliverde, esté se crispó de los nervios por la repentina atención en su persona.

— B-Bueno, no creo que...

— ¿El nerd de mierda tiene miedo?.— comentó Katsuki con una sonrisa de lado, burlándose abiertamente de Izuku.

El pecoso simplemente se atraganto con su propia saliva al ver al rubio ceniza dirigiéndose a él, y empezó a jugar con sus manos de forma nuevamente nerviosa, ya que por alguna razón le ha tenido cierto repudio a los cuentos, películas y a cualquier cosa que tenga que ver con la palabra terror.

Quizás sea por lo ansioso que se pone ante el suspenso, para luego entrar en un colapso nervioso que no puede controlar y termina desmayándose.

Y no es para exagerar.-quizás sí.- pero nunca tuvo la oportunidad de hacerlo en compañía como para comprobar esa idea descabellada. Desvió su mirada hacia su amiga castaña, le sostenía la manga de su camisa mientras le observaba con súplica e Izuku al visualizar la mirada de cachorro de Ochako Uraraka, sabía que no podía decirle que no.

Después de todo, ¿Qué podría salir mal?

.

.

.

— U-Uraraka, no quiero estar a-aquí.

— Oh vamos Deku-kun, no hemos pasado ni a las habitaciones y ya quieres irte.

— ¡Pero yo no quiero estar aquí haciendo esto!.— Lloriqueo el pecoso mientras se aferraba a los hombros de la castaña mientras avanzaban.

— ¿Tienes miedo?.— preguntó con suavidad, obteniendo una negativa de parte del chico cuando era obvio lo contrario.— Tranquilo, los fantasmas no existen. Son excusas que dicen la gente miedosa para no venir aquí.

— ¿Cómo estás tan segura?

Se encogió de hombros.— Instinto. ¡Le tomaremos ventaja a todos!

La castaña jalo del brazo al peliverde para luego avanzar hacia las escaleras, subiendo hacía el segundo piso mientras que con cada paso se escuchaba el crujir de la madera vieja.

Izuku en esos instantes quería a su mamá con él.

Antes de llegar a este punto, retrocediendo a media hora atrás; Uraraka, Kirishima, Denki, Iida, Katsuki e Izuku habían llegado a las afueras de la gran vivienda abandonada. 

Luego de dividirse en parejas de la forma más seria tomaron la decisión de quién iría primero.

— ¡Jan-ken-pon!.— exclamaron al unísono, la castaña sacó papel mientras que el rubio piedra.

— ¡Si!.— gritó eufórica Uraraka ignorando las quejas sutiles de Denki.— ¡Vamos, Deku-kun!

Y es así, como regresamos a la actualidad donde el peliverde como la castaña avanzaban por el pasillo que aún recibían los últimos rayos del sol dando bienvenida al futuro crepúsculo. Luego de deambular por varios minutos a los alrededores ambos llegaron hacia una puerta grande con un candado.

— ¡Oh! ¡Mira, toda casa encantada que resguarda sus secretos tiene una puerta con un candado! Se está poniendo interesante.— expresó con emoción latente, desvió su mirada al peliverde a sus espaldas.— ¿Cuánto tiempo nos queda?.— Preguntó la castaña para luego observar el candado fijamente.

— Unos diez minutos más...

— ¡Entonces, podemos entrar!

— ¡Uraraka!.— Izuku tomó de las manos a Uraraka, deteniéndose.— Tiene un candado, no la podemos abrir.

En un rápido movimiento se soltó de las manos del chico para luego tocar el candado, al estar viejo y oxidado de un golpe cayó al suelo.— ¿Decías?.— comentó Uraraka con cierta gracia e Izuku suspiro resignado.

Abrieron las puertas de un empujón y al ingresar se visualizó un escritorio junto a la ventana que daba la vista hacia el acantilado, había dos estantes grandes a los costados que tenían libros cubiertos de polvo que se obtuvo con el tiempo. Mientras avanzaban al interior, Uraraka no dejaba de voltear a mirar cada rincón de la habitación con suma curiosidad y por otro lado el pecoso se limitaba a seguir de cerca a su amiga.

— Parece un estudio... y huele a moho.— Uraraka sacó un poco la lengua asqueada.

Uraraka se acercó hacia las cortinas, mientras que Izuku se aproximó al escritorio con lentitud observando hojas acumuladas allí. Encontró uno en específico que resaltó entre los demás y con una seña de manos llamó a la castaña para que viera.

— Una carta.— comentó Izuku para luego empezar a leer.— Si pudiera probar tus labios tan sólo una vez más, pero eso no parece posible... Ya no tiene sentido seguir viviendo.

— ¿Qué significa? A lo mejor existe una historia detrás de la carta.

— ¿Tendrá algo que ver con la supuesta fantasma que habita en esta casa?

Un chirrido resonó en la habitación, tanto Izuku como Uraraka se congelaron en su lugar y ninguno quería voltear a mirar a sus espaldas al escuchar la puerta nuevamente abrirse despacio.

Izuku empezó a temblar al hacerlo.

Uraraka se atraganto con su propia saliva volteando de igual forma y ver una sombra asomarse en la puerta.

— ¡ AHHHHH !.— exclamaron al unísono.

.

.

.

— Le pedimos perdón por haber entrado sin permiso.— se disculparon al unísono los aspirantes a héroe frente a la mujer amable que les acompañaba frente a la entrada de la vieja casa.

— Soy yo quien debería disculparme, perdón por asustarlos.

— Yo estoy bien, no sé cómo este Deku-kun.— comentó la castaña amablemente para luego desviarse a su amigo pecoso que tenía sus secuelas del susto.

— Fue un buen susto.— suspiró Izuku con timidez al recordar su reacción de hace unos minutos.

Katsuki chasqueó la lengua fastidiado para luego cruzarse de brazos.— Ya déjate de tus malditos ataques de nerd, que patético.

Izuku bajo la cabeza con vergüenza.

— No le hagas caso Deku-kun.— Uraraka resguardo al peliverde entre sus brazos y mira al rubio ceniza con desaprobación. 

— No se preocupe, y hablando sobre el tema queríamos saber la historia de la casa señora.— Denki quiso indagar, aprovechando que se encontraron con la mujer.

— En esta casa se vivió una bonita y triste historia de amor, yo trabajaba aquí hace mucho tiempo. Es posible que sea la única que conozca lo que realmente sucedió en aquel entonces.

— Con más razón debo saberla. ¡Auch!.— se quejó Denki al ser golpeado en la cabeza por el delegado de la clase, el de hebras azules se encontraba indignado.

— ¡Kaminari-kun no seas irrespetuoso con la señora! Perdone a mi compañero, no quiso sonar entrometido.— se inclinó respetuosamente mientras sostenía la cabeza del rubio haciendo que de igual manera se inclinara.— ¡Discúlpate!

— ¡L-Lo sie-ento!.

— ¡Oh no se preocupen! Es bueno incentivar a los jóvenes a conocer historias populares en esta Isla.— expresó divertida, y al ver a ambos chicos levantarse, continuó.— No es molestia.

— ¿De verdad?

La mujer negó sutilmente.— Es un placer para mí contarles.

— Si para usted no existe problema alguno, entonces puede continuar.

— Hombre, eres el más interesado entre nosotros sobre la historia.— Fue turno de Kirishima hablar y al ver en el delegado un sonrojo fue que carraspeo, ignorando las risas de sus acompañantes.

— En esta antigua casa vivía una hermosa jovencita... — comenzó su relato la mujer.

La chica tenía un novio que estaba muy enamorado de ella, y al verse ambos jóvenes en un amor florecido las dos familias se oponían al matrimonio así que al oscurecer se veían en secreto en un pequeño bote en la cueva que hay bajo el acantilado.

Un día, apareció un hombre que aseguraba ser el prometido de ella. Sus padres la obligaron a aceptar al desconocido... Los amantes quedaron desolados al enterarse. El muchacho decidió dar por terminada la relación y desearle felicidad a su amada.

Aun así, ella lo esperaba cada día sin falta en el bote de la cueva donde antes proclamaban su amor pasional sin ataduras ni restricciones y la chica no volvió a saber de él, siguió llorando por su ausencia con el corazón roto hasta el último de sus días.

Porque la desdichada chica escribió una carta, justo antes de desfallecer.

Una noche de tormenta, ella vio una sombra en la cueva del acantilado y salió corriendo antes de terminar de escribir la carta con la esperanza de que esa sombra, fuera su amado.

Pero por desgracia resbaló en una roca y cayó al mar.

— Después se empezó a rumorear que alguien había visto su espíritu vagando por la habitación en la que escribía su carta, y por temor decidieron cerrarla con un candado...— Finalizó su relato con amargura en su voz.

Todos los presentes permanecieron callados durante todo el relato, para así regresar a mirarse unos a otros con tristeza.

— Seguro sigue esperando a su amado, después de haber muerto.— comentó Uraraka con un deje de tristeza.

— Es demasiado triste, no es nada masculino dejar a tu chica así sin decir nada.— Kirishima dio su opinión, con un mal sabor de boca, viéndose igual de afectado.

— Bueno, ya es demasiado tarde. Deberían regresar antes de que la noche les haga difícil su recorrido de regreso.

— ¡Muchas gracias por compartir la historia!.— agradeció Iida nuevamente inclinándose en frente de la señora quien, sudo ante la emoción del de hebras azules. Denki se disculpó con la mirada para luego ayudar a levantar a Iida quien derramaba lágrimas por la historia.

La mujer mayor se despidió de lejos para luego perderse de sus vistas, todos acordaron regresar con los demás al haber saciado su curiosidad por el rumor de la casa encantada. Tomaron rumbo hacia el camino de piedras para bajar hacia la autopista, Kirishima y Denki iban charlando animadamente opinando entre sí sobre la historia contada siendo seguidos por Iida que comentaba al respecto de vez en cuando.

Uraraka iba a seguirlos cuando al no ver a su amigo pecoso junto a ella, volteo atrás interrogante.

— ¿Deku-kun? ¿No vienes?.— preguntó la castaña, y los tres chicos se detuvieron, esperando a quienes se quedaron atrás.

 — ¡O-Oh! Es que, olvide dejar en su lugar la carta.— Izuku mostró la hoja vieja que se encontraba en su mano, rasco su nuca apenado por haber olvidado ese detalle.

— ¿Quieres que te acompañe?

— Yo lo acompañare.

Todos abrieron los ojos como platos al verse sorprendidos por quien pronunció esas palabras, fue el mismo rubio ceniza que se encontraba con un semblante serio pero al mismo tiempo tranquilo.

Kirishima y Denki se abrazaron sintiendo miedo, al ver a su amigo imperturbable. Quizás si existía un ser maligno que ahora controlaba a Bakugo Katsuki.

— ¿Cómo?

— ¡Qué yo lo acompañaré, cara redonda! ¡Y dejen de mirarme así par de idiotas!.— exclamó Katsuki.

Olvidenlo, falsa alarma.

Ambos chicos suspiraron tranquilos porque no se avecinaba el fin del mundo, Katsuki maldijo bajo ante su nula paciencia por quienes se consideraban sus amigos.

— ¿Kacchan...?

— No te hagas ideas equivocadas nerd, quiero ver el supuesto estudio que cara redonda y tú vieron al entrar.

— ¡E-Está bien!

— Bueno, los esperamos en la carretera. No tarden.— Uraraka advirtió, recibió una afirmación de parte de Izuku al contrario de Katsuki que... Bueno cualquier forma de demostrar su afirmación es válida.

Ambos al ver a las siluetas de sus amigos desaparecer a la distancia, tomaron rumbo dentro de la casa e Izuku avanzó por el pasillo trazado que había caminado con su amiga castaña mientras que Katsuki le seguía a dos metros de distancia admirando a su alrededor en silencio.

Izuku luego de muchas vueltas encontró la habitación e ingresó junto al rubio ceniza.

— ¡Ah! Aquí lo había encontrado.— comentó Izuku acercándose velozmente al escritorio.

— Que mierda de casa, al menos si la están cuidando deberían de darle una maldita limpieza.— refunfuño al haber contado ya como quince telarañas en todo su recorrido hasta el estudio.

— Listo, ya podemos irnos Kacchan.

— No me digas que hacer, Deku.

Y cuando ambos chicos iban a salir, el escritorio donde Izuku había dejado la carta empezó a moverse con demasiada exageración haciendo que tanto el peliverde y el rubio ceniza voltean a mirar el objeto con sorpresa.

— ¿Qué cara...?

Un trueno.

Un crujido.

— ¡Oh por All Might!

— ¡Cállate, nerd de mierda!

Y luego nada.

El escritorio dejó de moverse repentinamente, y en la silla de madera que estaba situada frente a el mismo se manifestó una sombra blanca hasta visualizarse la figura tenue de una chica dándoles la espalda.

— Oh por la...

— K-Kacchan, dime que t-tú también ves lo mismo que y-yo...

— Joder, si.

La silueta de la chica se levantó dándoles la espalda aún, tomando la carta entre sus manos. La acercó a su pecho y la abrazó en silencio para luego desviar su mirada al mar.

Izuku entendió.— Creo que quería que la carta le llegará a su amado. Ojala pudiera encontrarlo y entregarla en su nombre.

— Eso es imposible, Deku bastardo.

Izuku se encogió de hombros, nuevamente ambos regresaron su atención al fantasma que desprendía una luz a su alrededor. Estuvo mirando a la ventana hasta desviarla hacía la carta y apenas le dejó un beso en ella, desapareció, la carta que estaba en sus manos al no ser sostenida descendió hasta caer nuevamente en el escritorio de madera.

La carta había cambiado, dejó de verse una hoja amarilla por el tiempo transcurrido transformándose en una carta doblada y sellada de color celeste. El peliverde se acercó finalmente a tomarla entre sus manos y ver hacia la misma dirección que el fantasma, buscando cualquier cosa que llamó inicialmente su atención.

— Para empezar, no sabemos donde esté su estúpido amado. Repito maldición, imposible.

— La cueva...— musitó Izuku.

— ¿Ah?

— ¡Vamos a la cueva, Kacchan!

.

.

.

Las olas del mar chocan bruscamente contra las rocas de forma violenta, el clima daba indicios que llovería al visualizarse nubes grises invadiendo el cielo antes azul. La corriente del mar era arrebatadora, furiosa y para así morir nuevamente en las rocas como un ciclo.

Izuku bajaba corriendo las escaleras rocosas del lugar cuidando pisar correctamente, evitando áreas dudosas para luego volver a tomar el ritmo siendo seguido por el rubio ceniza.

Ambos se detuvieron frente al mar abierto.

 — Aquí es donde la pareja se veía en secreto.— expresó Izuku mirando fijamente las olas hasta que visualizo algo nuevo. Una luz blanca se manifestaba a la lejanía.— ¡Kacchan mira! 

Como pasó con la figura de la chica, la misma luz fue cambiando hasta poder visualizarse fácilmente la silueta de un chico sobre un bote a la lejanía mirando a todos lados, como si buscara algo desesperadamente entre el mar.

— ¿Será el fantasma de él?.— se preguntó en voz alta Izuku, sin apartar su mirada verdosa de la luz.— ¿Estará buscando a su amada? ¿Podría ser que...?

— Deja tus malditos balbuceos, habla qué mierda podría ser.

Izuku continuó.— Se enteró de que su amor se había caído al mar y vino aquí a buscarla... ¡Así que él tampoco pudo olvidarla! ¡Kacchan! ¡Él nunca pudo olvidarla!

— ¿Y todavía sigue buscándola...?.— Katsuki observó fijamente el bote para después desviar su mirada a las olas.

— Voy a darle la carta que ella le dejó.

— ¡Oi! ¡Deku!

Izuku corrió hasta la orilla, observando la luz para luego bajar sus ojos hacia el mar y con duda empezó a buscar a los alrededores la forma de acercarse sin éxito.

— No puedo acercarme más...

— ¡Dame esa mierda!

— ¡Kacchan!

Un zambullido.

Katsuki empezó a nadar hacia el bote, golpeaba con sus antebrazos hacia adelante mientras que con sus dedos se hacía paso entre el mar agitado hasta llegar al bote fantasmal y con dificultad extendió la carta mojada hacia su destinatario, quien aceptó la misma con lentitud.

Al ver su tarea completada, el rubio ceniza se dedicó a regresar a la orilla rápidamente y al hacerlo Izuku lo recibió ayudándolo a subir a la superficie. La respiración de Katsuki era rápida pero luego de un suspiro pudo regularla y al verse bien se levantó hasta estar de pie junto al peliverde mientras él examinaba su salud pero cuando Katsuki gruño en advertencia simplemente rió nervioso para así respetar su espacio personal invadida por la preocupación.

Ambos desviaron su atención hacia la luz.

El fantasma del chico al posicionar la carta cerca de su corazón, una nueva luz rosa invadió la carta transformándose en el fantasma de la chica situada frente a él. Ambas almas se quedaron estáticas mirándose.

— Me alegra que por fin puedan estar juntos.— musitó Izuku enternecido, y Katsuki afirmó en silencio.

Ambos espíritus se acercaron a Katsuki e Izuku, sus auras brillaban con intensidad mientras más cerca estaban y al estarlo, se pudo ver claramente las expresiones faciales de ellos y expresan un único sentimiento latente hacia ellos. 

Agradecimiento.

Gracias a ustedes podemos estar juntos nuevamente, nunca nos separaremos.

— Eso es bueno.— Izuku mostró su mejor sonrisa, deseándoles lo mejor a ellos.

Estaremos agradecidos eternamente. Pero, tenemos un favor más que pedirles.— Izuku al ver como la silueta de la chica se acercaba peligrosamente a su espacio personal, se exaltó un poco, luego al tenerla cerca de su rostro, continuó.— Quiero tocarlo por última vez.— y se desvaneció.

Izuku se quedó inmóvil en su lugar, no podía mover ninguna parte de su cuerpo. El peliverde podía percibir ahora la luz espiritual de la chica desprendiendo de su persona y aquello era muy extraño para él.

¿Qué está pasando...?

¿La chica ahora puede controlar mi cuerpo?

Luego sintió una mano colocarse en su cintura, y una mano ajena tomar su barbilla con suavidad, con ternura hasta hacerlo voltear a su costado. Izuku se encontró con Katsuki que era rodeado por un aura blanquecina y al observarlos a los ojos parecía ausente.

Pero al mismo tiempo esos rubíes desbordaba amor y anhelo hacia él.

¿K-Kacchan...?

No, no es Kacchan.

Somos los fantasmas...

Los dedos del rubio ceniza subió desde su barbilla hasta su mejilla, dando caricias efímeras y otorgando un toque lento hasta cubrir completamente su mano en su mejilla izquierda. Izuku al no poseer el control de su cuerpo, una de sus manos sostuvo la mano del contrario y el pecoso recostó su rostro en la mano de Katsuki aceptando el afecto.

Ambos permanecieron mirándose mutuamente en silencio. Rubí y esmeralda se cruzaron para luego cerrarse, ambos rostros se acercaron al contrario hasta llegar a una unión de sus labios.

Un beso.

Podrá ser un simple roce de labios, pero demostraba el cariño y deseo de los espíritus que alguna vez se amaron con locura en vida.

Un amor que va más allá de la muerte.

El aura que rodeaba a ambos se desvaneció en el aire, dejando a Katsuki e Izuku libres de su encantamiento, pero, aún así sus labios permanecieron juntos sin romper aquel beso.

Luego de haber transcurrido unos segundos fue que se separaron, los orbes verdosos de Izuku brillaban con intensidad junto a un sonrojo que se visualizaba en sus mejillas pecosas y Katsuki no fue indiferente al respecto.

Izuku reaccionó.

— ¡A-Ah! ¡K-Kacchan yo... y-yo no!.— empezó a balbucear completamente avergonzado hasta la médula, cubrió con sus brazos su rostro evitando mirar a Katsuki.— Lo siento...

¿Por qué se disculpaba? 

— Hagamos como si nada hubiera pasado, sé cómo te debes de sentir.— Izuku no quería verlo a la cara, no quería... no podía... 

— Joder, ¿acaso tu estupidez no tiene limites?

— ¿Eh?

De repente sus brazos fueron apartados con brusquedad, y el tacto antes gentil se volvió firme para luego tomar su nuca, con rudeza fue inclinado hacia adelante y sus labios fueron tomados por los contrarios.

Un nuevo beso inició, uno casto hasta volverse invasivo y pasional.

Izuku sintiéndose dichoso rodeo el cuello de Katsuki con ambos brazos libres, para así empezar a jugar con las hebras rubias detrás de su nuca y el rubio ceniza sin quedarse atrás colocó sus manos en la cintura del peliverde para poder atraerlo más a él, eliminando toda distancia que antes fue impuesta con anterioridad.

Se dejaron llevar, proporcionándose ese deseo que sin haberse dado cuenta que tenían guardado desde hace mucho tiempo. Uno tan guardado que al verse al descubierto, era inevitable que explotara con tanta intensidad.

De un fenómeno natural surgió un beso fugaz; Y de ambos floreció un nuevo romance.

Acabo de romper mi récord personal.

¡Un nuevo día, un nuevo os! Soy Jess, otra vez ah, debo confesar que fue todo un reto escribir un os para este día porque de alguna forma no sabía con exactitud que quería transmitir. Luego me vi una película romántica buscando inspiración y esto fue lo que salió, espero haya logrado ese toque "romántico" que deseaba escribir.

¡Les deseo un lindo día y nos leemos luego! 

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