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O3O: Happy Ending

Pareja principal: Bakugo Katsuki x Kirishima Eijiro

Autora: NatsukiHaru

Día 30.

« Superstición »

La voz de los invitados llenaba el bello salón decorado, Kirishima Eijiro se sentía nervioso mientras miraba la puerta esperando la entrada del otro novio. ¿No debió él hacer el recorrido por el salón? Bueno, Bakugo quería lucirse, después de todo era un modelo.

Aún recordaba todo de principio a fin, como la más desafortunada de las situaciones se había convertido en una bella historia.

Fue casi tres años atrás donde todo había empezado para él. Recuerda que aquella mañana de abril había quedado en la calle con su ropa en una maleta y una caja llena de libros.

Ese día tuvo que ir a trabajar así, viéndose terriblemente agotado y oliendo a sudor, pues no se había podido bañar. Sus compañeros se asustaron al verlo llegar, no entendían como el pulcro médico de emergencia se encontraba en aquel estado.

—¿Es qué acaso vas de viaje? —preguntó Denki al verlo entrar con sus cosas—. Espera un momento, ¿por qué carajos tienes la misma ropa de ayer?

—Mina me echó de la casa —contó el pelirrojo mientras ponía la maleta y la caja en un rincón de la sala de descanso del pequeño hospital donde trabajaba—. La encontré con un hombre en nuestra cama. Cuando empecé a reclamarle me echó en cara muchas cosas y luego me sacó a patadas del apartamento.

—¿Cómo alguien puede ser tan descarado? —soltó el rubio amigo de Kirishima completamente enojado.

El médico de cabello rojo solo sonrió mientras se ponía su bata blanca. Lamentablemente, su trabajo le dejaba poco tiempo libre y su prometida le exigía más atención. Lo que sucedió era prácticamente inevitable en esas circunstancias y eso le dijo a Denki provocando que este se indignara todavía más.

—¡No señor! —exclamó el pediatra—. Si no se sentía conforme, por lo menos por respeto a ti, debió terminar primero con la relación y después la muy perra podía revolcarse con el que le diera la gana.

—No le digas así Denki, más respeto.

—El respeto se gana Eijiro —sentenció el rubio—. Desde la universidad lo sabía, siempre te dije que ella no era buena, únicamente estaba contigo porque creyó que te llenarías de dinero apenas terminaras la carrera.

Cosa que no pasó, Kirishima no era pobre, pero tampoco vivía de forma muy holgada, eso sumado a su extendido horario laboral causó problemas en su relación, la cual se vino abajo frente a sus ojos, no importando todo el esfuerzo que el pelirrojo puso para evitarlo.

—No importa ya —soltó con tristeza Eijiro—. No voy a rogarle tampoco, solo... esto realmente es una mierda. Yo si la quería.

Se permitió llorar un momento en los brazos de sus amigos, al menos fue de esta manera hasta que le llamaron, acababa de entrar al hospital un herido.

Kirishima había corrido desde la sala de descanso a urgencias, pudo ver a los paramédicos empujando una camilla y a las enfermeras ayudándoles.

—Buenas tardes Kirishima —saludó el paramédico Hanta Sero—. Un robo que salió mal. Tiene cuatro heridas de bala, dos en su pierna derecha, una en el hombro izquierdo y la última en el costado derecho.

Todo fue una locura, Kirishima lo recuerda bien, la imagen de la camilla llena de sangre y el hombre en ella todavía consciente a pesar de sus heridas. Hubo un momento en que sus miradas se conectaron y eso fue como magia.

—Si me salvas, me casaré contigo —prometió el hombre con un hilo de voz justo antes de perder la conciencia.

El resto fue solo aquel caos organizado de una sala de emergencia.

Él y los enfermeros hicieron todo lo necesario para mantener al paciente con vida hasta enviarlo a la sala de cirugías, donde inesperadamente Eijiro se quedó en la puerta esperando por aquel hombre, hasta que fue llamado nuevamente a trabajar.

—Bakugo Katsuki —dijo Denki irrumpiendo en la sala de descanso donde Kirishima comía un almuerzo muy tardío—. Es un modelo muy famoso.

—Tiene buen rostro —declaró el pelirrojo dándole otra mordida a su sándwich de supermercado.

—¿Nada más un buen rostro? Ese hombre tiene un cuerpo de dios griego —aseguró el rubio—. Lamentablemente, no tiene familia, solamente su manager ha venido, mencionó que su medio hermano está viajando desde los Estados Unidos, es el único familiar que posee.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Internet.

—Somos iguales —suspiró el pelirrojo—. Que porquería es la vida.

—Calla tu negatividad —regañó Denki—. Además, no son tan parecidos, él es rico.

Cuando el pediatra terminó de hablar Eijiro se lanzó sobre él con enojo en la cara. Ese día Denki casi muere de risa debido al ataque de cosquillas que le proporcionó el vengativo pelirrojo.


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Bakugo en el hospital, pero no en el mismo en el que había sido ingresado el día del asalto, al final fue trasladado a otro por pedido de su medio hermano.

—Quien fue la maldita persona que me salvó, no es difícil el responder eso —exigía un furioso rubio cenizo a su manager, Todoroki Shoto.

—Es difícil determinar a una persona precisa —respondió con calma el inexpresivo hombre—. Se puede decir que quién te salvó la vida fue la persona que llamó a emergencias, también los paramédicos ayudaron en eso, el médico de urgencias que hizo un buen trabajo en mantenerte con vida o el cirujano.

—Entonces esto tampoco valió la pena —gruñó Bakugo golpeando la camilla con sus puños.

—Kacchan si sigues haciendo eso te vas a lastimar con la intravenosa —regañó Midoriya Izuku, el medio hermano del rubio, quién acababa de llegar a la habitación.

—¡No me digas que hacer Deku! —gritó Katsuki sacándole una mueca a sus acompañantes.

Izuku era el único familiar con vida que tenía, después de que sus padres, Masaru y Mitsuki Bakugo, murieran años atrás. Masaru murió por causas naturales cuando el rubio tenía diecinueve años, mientras que Mitsuki... simplemente no le gustaba hablar de eso.

Tenía veinte años cuando quedó solo en el mundo, sin un peso en el bolsillo y debiendo la hipoteca de la casa que acababa de heredar. La pequeña empresa de modas de sus padres se había ido al carajo cuando Masaru murió, por lo que no poseía ningún ingreso, así que tuvo que abandonar la universidad.

La vida había sido dura con él hasta que apareció el pecoso peliverde en la puerta de su casa. El muchacho de su misma edad estaba sonriendo con emoción y prácticamente se le había tirado encima apenas abrió la puerta, mientras le gritaba "hermano".

Fue de esta forma como se enteró del amorío de su madre con el dueño de una de las empresas de cosméticos más grandes del mundo, Midoriya Hizashi, dando como resultado un hijo, Katsuki.

Izuku se había enterado de la existencia de Bakugo por su padre, quien se lo había contado días antes de morir debido a un paro cardíaco. El hombre había estado enfermo durante meses, su corazón se encontraba muy débil, al final no pudo aguantar más.

Así que estando solo en el mundo, pues a su madre Inko no la veía mucho después de que se divorciara de Hizashi, debido a sus múltiples infidelidades, el pecoso se dispuso a buscar a su medio hermano.

Ahora, años después, eran el apoyo del otro e innegablemente un gran soporte emocional en sus vidas. Por eso mismo el peliverde estaba sumamente preocupado mientras observaba a Kacchan fruncir el ceño y acomodarse mejor en la camilla.

—Deberías olvidarte de esa superstición —soltó de repente Izuku ganándose una mirada furiosa de su hermano.

—No es superstición, es verdad —dijo el rubio cenizo—. Desde que me casé con Momo solo he tenido mala suerte, incluso después de divorciarme.

Shoto solo suspiró ante las palabras de Katsuki, se sentía culpable, él era, en parte, el causante de ese divorcio, pues su ahora prometida había dejado a su antiguo esposo por su causa. ¿Cómo era que seguía siendo el manager de Bakugo después de eso? No lo sabía, lo único que tenía claro era que no podía dormir profundamente por la noche si compartía dormitorio con Midoriya.

—Las palabras que te dijo tu madre la mañana de su muerte no significan nada —afirmó el peliverde sacando a Todoroki de su remordimiento.

El manager sabía muy bien a qué se refería el pecoso, en los últimos meses aquello se había vuelto el motivo de sus discusiones, las palabras dichas por Mitsuki a su hijo la última vez que lo vio. Shoto no lo entendía muy bien, solo tenía claro que el rubio creía que únicamente se podía casar con una persona que tuviese su mismo color de ojos o la desgracia caería sobre su vida.

—Mi madre no le hizo caso a las advertencias del abuelo y mira cómo resultó su vida —dijo el rubio cenizo—. Además, no tienes que preocuparte esta vez, según el mitad-mitad, esa persona no me salvó.

—Lo de tu madre es una cosa, pero, ¿también crees en lo que te dijo esa charlatana? —Izuku quería golpearlo, solo no lo hacía porque lo amaba.

—Tengo que estar seguro de que es la persona correcta —expresó con simpleza Katsuki.

—Este hubiera sido una buena opción, era un médico, al menos debería ser alguien decente, no como Himiko —opinó Shoto sacándole una mueca a los hermanos.

—Bueno, según las enfermeras, si no fuera por el médico de urgencias no habrías sobrevivido —comentó con resignación el pecoso.

—¿Entonces tengo permiso para proceder? —preguntó Shoto.

—Intentémoslo, la médium dijo que el amor de mi vida me salvaría la vida y el médico tenía los ojos rojos —respondió el rubio—. Además, yo le dije que si me salvaba me casaría con él.

—Por todos los cielos Kacchan —refunfuñó el peliverde.


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—Otro regalo más —informó Denki llegando con una caja—, me lo entregó Tsuyu.

—No sé qué hacer con todo esto —se quejó el pelirrojo.

—Si no quieres estos maravillosos zapatos que valen más que mi auto me los puedo quedar yo —dijo el pediatra ya con la caja abierta.

—¡Valen tanto! —exclamó el pelirrojo levantándose de la silla en la que estaba sentado.

—Siendo sincero no tengo ni idea, solo exageraba, aún así, se ven costosos. —El rubio se quedó mirando a su amigo por un momento—. Deberías aceptar una de sus invitaciones, de ese modo te lo quitas de encima.

—Creo que ignorarlo es el mejor plan —comentó Eijiro—. Es más efectivo extinguir la llama antes de que crezca que avivarla.

—Ok, ok, por lo menos veamos de lo que te pierdes esta vez —mencionó Denki—. Pero si es ir a uno de esos restaurantes caros de los que únicamente podemos soñar con entrar, te prometo que me disfrazo de ti y voy yo.

—Como quieras, por mí no hay problema.

—Supongo que hoy no hay escapatoria para ti bro —aseguró el rubio leyendo mentalmente la tarjeta que venía con los zapatos—. Llega en media hora justo cuando termina tu turno.


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Aún no entendía a qué hora había terminado en un estudio fotográfico posando para una cámara mientras sostenía un perfume, lo único que tenía claro era que había salido del hospital y casi de inmediato fue prácticamente secuestrado por el increíble rubio cenizo que había sido su paciente y llevaba casi dos meses enviándole regalos varias veces por semana.

—Terminamos, buen trabajo, chicos todos estuvieron estupendos —felicitó el fotógrafo—. Bakugo como siempre tu trabajo es el mejor.

—Gracias —dijo Katsuki casi sobre la oreja de Eijiro—. Tú también lo hiciste genial, quién iba a pensar que debajo de esa fea bata blanca había semejante cuerpo.

La cara de Kirishima quedó completamente roja al sentir como la gran mano del rubio le acarició los abdominales con delicadeza. Al parecer el hombre había dejado la sutileza atrás y estaba decidido a ir con todo, eso lo dejó más que claro pocos minutos después en los camerinos donde prácticamente se le había tirado encima a Eijiro para devorarle los labios con el beso más placentero que el pelirrojo hubiera tenido en la vida.

—Serás mi esposo pelo de mierda y no hay forma de que puedas evitarlo —sentenció el rubio al separarse del beso antes de irse de la habitación dejando a un muy avergonzado médico atrás.

Aquellas palabras que parecían ser formuladas a la ligera, fueron todo menos palabras vacías, pues Bakugo realmente se propuso a conquistar al desconcertado médico, quién terminó yendo con el rubio de arriba para abajo por la ciudad.

Las citas en un principio fueron casi forzadas, pues el modelo prácticamente lo secuestraba a la salida del hospital, sin embargo, a medida que pasaban tiempo juntos las cosas fueron cambiando. Eijiro se encontró a sí mismo, sin darse cuenta, disfrutando de la compañia particular del malhablado y malhumorado rubio, y de pronto las salidas con este se convirtieron en algo que esperaba con ansias.

Esa noche se hallaban en un café pasando el rato después del trabajo. El médico se encontraba agotado, había tenido doble turno y casi no había dormido, pero tampoco estaba muy emocionado de regresar a su pequeño y solitario apartamento.

—Abre los ojos pelo de mierda —llamó Bakugo con su ronca voz—. Se ve muy pálido y con esas ojeras.

¿Estaba dormido? No sabía en qué momento se durmió, solo recordaba estar escuchando a Katsuki hablar de su próxima sesión fotográfica cuando sus ojos se cerraron por un segundo.

—Maldición, quién carajos se duerme mientras toma café —dijo el rubio cenizo—. Disculpa puedes darme la cuenta.

"¿Aún estoy en la cafetería?", se preguntó Kirishima todavía con los ojos cerrados.

—Espera un momento señor —respondió la voz de la mesera.

Después de eso Eijiro no supo nada más hasta que la luz del sol le dio en el rostro despertando en una habitación que no conocía.

—¿Dónde...? —preguntó, o al menos eso intentó, pero la voz de Bakugo lo interrumpió.

—Tienes el sueño pesado, ya va a ser medio día —declaró el rubio sentándose en la cama—. Tu amigo me dijo que hoy no tenías que trabajar por la mañana. Por cierto, está es mi casa.

—¿Me quedé dormido en la cafetería?

Eso nunca le había pasado a Kirishima, por muy cansado que estuviera jamás había dormido en un lugar que no fuera su hogar, y mucho menos en un sitio público, empero la voz del rubio cenizo fue tan relajante para él que su agotado cuerpo simplemente se sumergió en la cómoda sensación.

—Cásate conmigo Eijiro.

El pelirrojo había escuchado esas mismas palabras dichas por Katsuki demasiadas veces, no obstante, en esa ocasión había solemnidad en el tono de voz que usó, lo que simplemente lo hizo tomarlo con seriedad y no como una broma, como solía hacerlo.

—¿Por qué? —soltó en un hilo de voz el pelirrojo—. ¿Por qué quieres casarte conmigo? Apenas nos conocemos Bakugo.

El rubio suspiró levantándose de la cama, aquella pregunta para esas alturas le incomodaba, en ese punto empezaba a creer en las palabras de Deku, el motivo por el cual se acercó a Kirishima parecía simplemente estúpido. ¿Cómo decirle al médico que se había interesado en él por una superstición? Mentir tampoco pareció una buena opción, en algún momento se daría cuenta de esa verdad.

—Ya te conté que mis padres habían muerto, ¿cierto? —dijo Katsuki apoyando su hombro derecho en el clóset mientras le daba la espalda a su acompañante—. Antes de morir, mi madre me dijo que solo podía casarme con alguien que tuviese el mismo color de mis ojos o la mala suerte caería sobre mí.

»Luego de eso consulté con una médium, está me dijo que la persona destinada para mí me salvaría la vida.

La fuerte risa de Eijiro llegó a los oídos de Katsuki, el rubio al voltear a ver se encontró con el médico riendo a carcajadas mientras se agarraba el estómago.

—¡Eso es lo más tonto que escuchado en mi vida! —exclamó el pelirrojo entre risas.

—¡Es verdad! ¡No sabes lo que he sufrido desde que me casé con mi ex esposa! —gritó Bakugo completamente sonrojado—. Me han robado tantas veces que ya perdí la cuenta, se me mantienen perdiendo objetos y documentos, se me ha caído un martillo en el pie tres veces, tuve dos accidentes automovilísticos, casi se me cae una lámpara fluorescente en la cabeza durante una sesión de fotos, todos los vuelos que voy a tomar o se retrasan o se cancelan y me salió una maldita oreo sin crema, ¡sin crema!

—Se te olvidó agregar que casi te matan a balazos.

—¡Ves!

Eijiro suspiró, por muy gracioso que sonara todo no podía evitar sentirse decepcionado con la respuesta. ¿Él solo lo quería por algo así? De repente su corazón se sintió pesado, era algo decepcionante, por un momento realmente creyó que el rubio le ama de verdad.

—Pero además de eso —continuó Bakugo sorprendiendo a Eijiro pues al hablar estaba a centímetros del rostro del pelirrojo—, me enamoré de la increíble persona que eres.

Los suaves labios del modelo se presionaron contra los del médico fundiéndose ambos en un suave beso, el cual se volvió más demandante al pasar de los segundos. Sin darse cuenta los dos ya estaban desnudos y sudorosos, llenando la habitación de gemidos de placer.

Esa tarde fue la primera de las muchas veces que estuvieron juntos.


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Una noche de verano, después de que Kirishima saliera del trabajo, Bakugo, como era costumbre, recogió al pelirrojo en su auto y lo llevó a un lugar totalmente nuevo en la ciudad.

Era un restaurante recién abierto, un sitio acogedor y hasta romántico. Para ese momento llevaban ya poco más de un año de novios, eran felices el uno con el otro, se llevaban bastante bien, por supuesto que no todo era perfecto con ellos. Eijiro seguía teniendo mucho trabajo y Bakugo salía del país de vez en cuando, sin embargo, habían logrado encontrar un punto medio en el cual los dos estuviesen cómodos.

Esa noche en particular el rubio cenizo se veía algo nervioso, pero Kirishima fingió no notarlo. Pidieron la comida, hablaron de sus trabajos, de películas, de los constantes ofrecimientos de Izuku para que Kirishima modelara para su marca y siguieron así incluso cuando la comida les fue llevada, hasta que Bakugo se levantó de la mesa y con rapidez, se hincó en una rodilla sosteniendo una argolla en la mano.

—Esta vez es muy en serio, no tengo duda alguna y no tiene nada que ver con una superstición —dijo Katsuki frente a un muy sorprendido Kirishima—. Quiero compartir mi vida contigo Eijiro, quiero estar de esta manera, a tu lado, por siempre, es por eso que por favor cásate conmigo.

—Si —respondió el pelirrojo tomando a Bakugo por las solapas de la chaqueta y robándole un beso—. Si quiero, esta vez es un sí.


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Ahora, después de varios meses de planificación y muchas cancelaciones que terminaron aplazando todo casi un año más de la fecha original —todo eso sucedido, según Bakugo, por su mala suerte—, Kirishima observaba a su novio caminar al altar con su perfecto traje blanco de tres piezas.

—No puedo esperar a la noche para quitarte ese esmoquin —susurró el rubio cenizo en el oído del médico, provocando que este se sonrojara.

Entre amigos y compañeros de trabajo ambos novios dijeron aceptó y firmaron el acta de matrimonio. Los aplausos fueron fuertes y constantes mientras los dos se daban su primer beso como una pareja casada, antes de mirar a los invitados con sus rostros sonrientes y caminar por la alfombra roja para salir del salón de la boda.

—Todoroki —llamó Izuku al manager a su lado cuando los novios pasaron junto a él tomados de la mano—. ¿Viste eso o estoy volviéndome loco?

—Yo también lo vi —respondió Yaoyorozu quien se encontraba junto a su esposo Shoto—. Sus ojos brillaban de un rojo muy brillante.


Natsuki de nuevo con ustedes, cuándo pienso en un final feliz no sé por qué pienso en una boda, bueno al menos cuando hice esto pensé en una boda.

Un kiribaku porque yo también escribo kiribaku, en todo este libro se escribe todo menos sobre ellos, entonces el penúltimo día tenía que aparecer esta pareja sí o sí.

Espero que les gustara, abrazos.

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