Día 13 Cabaret
Universo sin quirk y en otra época.
Era una tarde lluviosa en Inglaterra, lo cual no era novedad. La lluvia se llevaba las hojas de los árboles y las gotas gritaban al caer. Estaba limpiando las copas suavemente con un paño cuando un hombre entro por la puerta.
Alto, rubio, ojos rojos y un traje formal. En su mano traía su saco ligeramente mojado y con la otra se quitaba su sombrero muy a la moda en este año 1835.
-¿Puedo ayudarle en algo señor?-pregunto con amabilidad, el hombre no parecía estar muy contento.
-Sirve una copa de vino tinto del 25, no importa cual sea.
Asintió rápido y fue en busca de la botella. Sirvió con cuidado el contenido en la copa y se la entrego al hombre, este la bebió calmado y lento.
-¿Por qué trabaja en un lugar así siendo tan joven?- pregunto el hombre con su gruesa y masculina voz, izuku sintió escalofríos- ¿Es por el dinero?¿Porque alguien tan joven tendría que preocuparse por algo tan efímero y sin importancia como el dinero?
Le miro un poco indignado, solo la gente con dinero decía algo como eso.
-Un joven que perdió a su padre desde los 5 años y tiene que trabajar para mantener a su pobre madre enferma desde entonces. Soy el único hombre en casa y a las mujeres no se les permite aún trabajar de otra forma que no sea en cabarets como este ¿Usted dejaría a su madre trabajar en un lugar así por que no tiene opción? Creo que no.
El hombre rubio sonrió con diversión.
-Tienes razón, por muy molesta que sea mi madre si tuviera que trabajar para que ella no trabajara en un lugar así lo haría. Aún si es en un lugar poco digno como este.
Izuku lo miro con indignación.
-¿Trabajo poco digno? Cualquier trabajo es digno con tal de que se haga con valores, mientras estes consiente de cual es tu trabajo y como lo haces y lo hagas con honor, cualquier trabajo no es ''poco digno''
-Tienes razón me disculpo. Por cierto ¿Qué clase de cabaret es este?
Izuku lo miro sorprendido, por lo general la gente que entraba ahí sabía lo que estaba haciendo.
-Uno de hombres- fue lo único que dijo.
-¿Las mujeres vienen aquí por prostitutos? No sabía que había ese tipo de cabaret.
-Bueno los hay, pero este no es uno de ellos.
-Pero......-pareció darse cuenta y se mantuvo callado.
-¿Ha comprendido ya? Es por eso que trabajo aquí, guardar el secreto de quienes vienen aquí es fácil, y me pagan buenas propinas por eso.
-¿Todos los que trabajan aquí son prostitutos?
-No, pero puedes elegir a cualquier empleado si así lo deseas.
-¿Cualquiera?
-Cualquiera- afirmo.
Pareció pensarlo un poco y después de unos segundos hablo.
-¿Usted también sería una opción?
Izuku se sonrojo por completo y tembló un poco. Jamás le habían escogido a el.
-Si, yo también.
El rubio sonrió y izuku dejo la barra para guiarlo a una de las habitaciones. Lo recostó con cuidado en el suave colchón y comenzó a besarlo. Izuku correspondió como pudo acariciando la espalda y cabello de su acompañante. Cuando comenzó a desabotonar la camisa del rubio este se separo.
-Pero que quede claro, no soy ningún anormal- fue lo que dijo.
Izuku asintió.
-Todos dicen lo mismo, aún así siempre vuelven.
Continuaron besándose y acariciándose hasta que izuku tenía la cara completamente enrojecida por actos. Cuando todo termino el rubio se quedo un rato más a platicar mientras fumaba, le invito a fumar también pero izuku negó con la cabeza.
-Yo no fumo.
-¿Estos lugares no son ilegales?
-Lo son, pero mientras dejes ganancias de un 30% a la policía hacen de la vista gorda.
-¿Haz estado con más hombres?- pregunto.
-Solo uno más, un hombre muy atractivo, era de una familia de condes, tenía el cabello y los ojos de dos colores. Su nombre no te lo puedo decir.
El rubio asintió entendiendo.
-¿Si vuelvo a este lugar puedo pedirte otra vez?
Izuku se sintió muy nervioso por como esos ojos rojos le devoran hasta el alma.
-Claro.
Desde ese día katsuki iba a verlo una vez a la semana.
Primero platicaban un rato, después iban las caricias y los besos. Izuku no era alguien muy ruidoso, pero cuando estaba con katsuki lo era.
Si ese es su nombre, Katsuki Bakugo, hijo de un importante diseñador y una mujer muy hermosa.
A veces iban juntos a la biblioteca.
-No entiendo que le ves a ese libro- le dijo a katsuki mirando sobre el hombro del rubio lo que leía.
-Por que es bueno ¿Por qué más sería?
-Ella muere al final y su mejor amigo también- le dijo sacándole la lengua y buscando más libros en la estantería.
Katsuki cerro el libro molesto y con un gruñido.
-Deja de gruñir que no eres un can- le dijo izuku con una risa.
Disfrutaba de leer con el rubio y disfrutaba más de arruinarle los finales como broma.
Iban a ver arte.
-Izuku esto es aburrido.
-No katsuki, esto es hermoso.
Ambos observaban las pinturas y esculturas del museo.
Katsuki se acerco hasta su oreja para susurrar.
-No mas hermoso que tu- izuku se sonrojo y trato de disimularlo tosiendo y cubriéndose con el brazo.
Katsuki sonrió orgulloso y miro por la ventana el enorme reloj de Londres.
-Ya casi es hora del té, vamos antes de que se llenen todos los lugares buenos.
Izuku asintió y ambos se encaminaron a un local platicando en el camino.
Iban a muchas fiestas. Aunque a las que lo invitaba katsuki no podían ser tan cariñosos como quisieran iban de todas formas.
Por más mujeres con las que bailaban no podían sacarse los ojos de encima.
También iban a fiestas prohibidas, fiestas que ofrecían los cabarets.
Se encontraron con todo tipo de gente, desde parejas de dos hombres viviendo juntos fingiendo ser amigos, hasta parejas de dos mujeres fingiendo ser amigas y viviendo juntas.
Se hicieron mejores amigos de esa pareja de chicas.
En una ocasión katsuki le ofreció mudarse con el. Fingir ser amigos y vivir juntos. Justo como las parejas de la fiesta.
Izuku acepto gustoso.
Cuando sus padres y amigos estaban eran los mejores amigos que podrían ser. Iban con sus amigos al teatro y con sus padres a dar un paseo. Con el dinero de katsuki compraron una casa muy grande y un montón de sirvientas. Todas sabían su secreto y lo mantenían en secreto a cambio de un buen trato, una buena paga y todas compartían entre tres una habitación.
Izuku no podría ser más feliz cuando bailaba con katsuki en su gigante salón. Aunque cada uno tenía su propia habitación dormían juntos, izuku casi nunca usaba su habitación, solo la usaba cuando sus padres y amigos se quedaban a dormir.
Después de unos años la hermana menor de katsuki tuvo una hija a la que llamo ''Anastasia'', katsuki y el estuvieron a cada paso que ella daba. La querían muchísimo, siempre bromeaban con ser sus segundos padres. Y después de varios años Anastasia tuvo una hija a la que llamo Ana Beth y ellos la adoraron también, era su consentida con solo 16 años.
Incluso cuando cumplió los 70 años no dejo amar a katsuki. Todos los veían con lastima ''los mejores amigos que jamás se casaron'' a ellos no les importaba.
En sus últimos suspiros katsuki sostuvo su mano con fuerza.
-Kacchan......-susurro débilmente.
-¿Si deku?
Hablo con dificultad.
-Kacchan promete que si yo muero jamás te vas a casar, prometimos jamás casarnos.
Katsuki rio con lágrimas en los ojos.
-¿Con quien más podría casarme? Nadie se compara a ti izuku.
Izuku sonrió y estiro los brazos, katsuki entendió y se acercó para abrazarlo. Beso su frente, sus mejillas y claro sus labios. Sostuvo con fuerza su mano.
-Dile a Ana Beth que lamento no poder ir a su graduación, están lindo que hoy en día las mujeres tengan la oportunidad de estudiar la universidad- suspiro feliz- estoy muy orgulloso, díselo por mi ¿ok?
El rubio asintió y recargo su cabeza en su pecho. Podía sentir como los latidos disminuían cada vez más y como perdía fuerza. Levanto la cara para ver a su amado lleno de vida por última vez. Los ojos de izuku le miraban con calma y con ese brillo que jamás se fue.
-Te amo izuku, enserio te amo muchísimo.
-Yo........yo también........te amo kacchan- susurro con dificultad- estoy muy cansado kacchan.........voy a tomar una siesta.
Katsuki asintió con los ojos llorosos, vio como esos hermosos ojos verdes se iban cerrando poco a poco y como finalmente su agarre desapareció. Katsuki se permitió llorar desconsoladamente después de llamar varias veces a izuku y comprobar que este se había ido.
Mientras tanto izuku estaba en un lugar lejano bailando su vals favorito. Por el momento estaba solo bailando en el gigantesco salón de su casa, su camisa blanca con mangas abultadas se mecía cuando danzaba, sus zapatos rojos se movían con destreza y sus cabellos de nuevo verdes se movían de un lado a otro con una enorme sonrisa y un sonrojo, en ese lugar de nuevo era el izuku de 16 años. Sabía que katsuki vendría a acompañarlo algún día.
En la tierra un año después de la muerte de izuku, katsuki veía como Ana Beth contraía matrimonio con un hombre de buena familia. Ella deseaba que izuku estuviera ahí, igual que katsuki.
Cuando llego a casa tomo una de las camisas de izuku, la coloco en su pecho y la abrazo mientras lloraba. Esa noche katsuki soñó con su amado, con el día en que lo conoció. Como sus mejillas regordetas salpicadas en pecas le parecían tan bonitas. Como su ceño se fruncía tan adorablemente y como su sonrojo lo hacía parecer una fresita. Su sonrisa era lo que más extrañaba.
Ana Beth solía preguntarle por qué jamás se había casado, el le respondía "estuve casado a mi modo" pero eso jamás lo entendió, bueno hasta que se enteró en una de las fiestas que ofrecía katsuki a la cual la mayor parte de su familia no estaba invitada, que Izuku y katsuki eran amantes. Se entristeció al pensar en el dolor de su tío abuelo y también comprendió la frase "estoy casado a mi modo" que también decía Izuku cuando seguía con vida.
Un año después falleció luego de haber conocido al hijo de Ana Beth de 4 meses. Cuando falleció estaba a su lado ella y Anastasia y le tomaron la mano con cuidado. Ana Beth y Anastasia se habían enterado de su relación con izuku cuando este murió durante una de las fiestas que daba Izuku para todo tipo de gente, como a las que solían asistir en el cabaret. No dijeron nada y estaba agradecido con eso.
Cuando paso al más allá fue el año de 1899, pudo ver el salón de baile de su casa, sonaba en el fondo la canción favorita de izuku. Avanzo por el salón hasta que llego al centro. Ahí una espalda conocida se hizo presente, cuando sus ojos se encontraron katsuki quiso llorar. Eran tan brillantes como los recordaba. Corrió a abrazarlo y izuku le devolvió el abrazo con la misma intensidad, entre llanto y risas ambos volvieron a besarse abrazándose cálidamente.
-¿Qué me dice señor Bakugo, quiere bailar?- le pregunto un sonriente izuku de 16 años. Katsuki se vio por el reflejo de la ventana y se sorprendió al ver a su yo de 20 años cuando conoció a izuku incluso ambos tenían la misma ropa.
-Me encantaría bailar.
Ambos comenzaron a bailar en ese lugar. Ahora ambos estaban juntos y podrían bailar y estar juntos por toda la eternidad.
Jamás cambiarán por nada el día en que se conocieron en un cabaret.
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