Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

os - s.todoroki (1)

QUIRKLESS, SHOTO TODOROKI
¿PENSABAS CONTÁRMELO?, CAPÍTULO 3

No tuviste el valor de dejar la cesta donde la encontraste, y te odiabas a ti misma por haber sucumbido.

Disfrutaste de un delicioso baño de burbujas con olor a rosas -incluso deshiciste unas cuantas para llenar la superficie de pétalos-, pero no podías evitar acordarte de él y lo extraño que se te hacía que no masajease tu cuero cabelludo mientras descansabas la mejilla en su pecho. Esa noche solo era el frío mármol de tu baño.

Por otro lado, la bañera de tu casa era un poco pequeña como para que entraseis los dos. No te era tan difícil ignorar el recuerdo cuando nunca había ocurrido en tu casa.

Sin quererlo te quedaste dormida un rato.

Cuando abriste los ojos no sabías decir si habían pasado diez minutos o treinta. El agua no estaba demasiado fría, pero lo justo como para que decidieses que era el momento de salir, ver qué tenías en la nevera para cenar y meterte en la cama.

Ni siquiera te molestaste en ponerte el pijama, solo te envolviste con el albornoz y acomodaste una toalla en tu cabeza mientras picabas algo que te sobró del día anterior. No tenías demasiada hambre, y tampoco te apetecía ponerte a cocinar nada.

Incluso estabas considerando darte otro baño para volver a entrar en calor. No secarte el pelo enseguida había sido una mala idea.

Suspiraste cansada mientras recogías la mesa y lo llevabas todo al fregadero, no acabando de encontrar la voluntad para fregar. Volviste a suspirar viendo los platos sucios, pensando si al día siguiente conseguirías decidirte para limpiarlo todo y no tener que continuar viviendo en la inmundicia. Abriste el grifo para tenerlo todo a remojo, esperando que no te diese tanta pereza la próxima vez.

Te quitaste la toalla del pelo, evaluando cuán seco estaba y habiendo notado que deberías recurrir al secador si lo que querías era dormir a gusto. Antes de poder llegar a tu habitación, alguien llamó a tu puerta.

Frunciste el ceño, apenas habiendo vuelto la cabeza.

A la señora del segundo se le habrá vuelto a escapar el gato, pensaste rodando la vista. Caminaste hasta la puerta sin miramientos, pasándote una mano por la cara con exasperación. Estabas lista para decir que el gato no estaba en tu balcón cuando abriste los ojos y te encontraste a Shoto.

El héroe estaba con una rodilla hincada en el suelo, un ramo de rosas blancas y rojas en la mano izquierda y un anillo en la derecha. No dijo nada, simplemente te miraba con esos indescifrables ojos. Aunque podías notar que estaba inquieto, esperando por tu reacción.

Luego sentiste su pánico e inseguridad, pero tenías muy claro que se debía a la cara que se te debía de haber quedado. Sentías que ibas a volver a echarte a llorar, pero no precisamente de felicidad.

Shoto se puso en pie enseguida, diciendo tu nombre de la manera más tranquilizadora que pudo.

―¿Cómo se te ocurre? ―suspiraste reprimiendo un sollozo, haciendo lo posible por no llevarte las manos a la cara. Él volvió a decir tu nombre, esta vez en un tono más suplicante.

―Por favor, escúchame.

―Ya escuché todo lo que tenías que decir ―replicaste dando un paso atrás, alargando las manos para asegurarte de que no se te acercaba más de la cuenta. Sollozaste una vez, apartando la mirada.

―Por favor... No habría venido sin una buena razón. Deja que te lo explique.

―¿Explicarme qué? ¿Cómo pretendías romper conmigo el día antes de tu boda? ¿O es que querías que continuase siendo la otra? ―exclamaste antes de cerrar la puerta de un portazo. Él repitió tu nombre en un suspiro, dolido.

―Nunca hubo otra, siempre has sido tú. Solo tú.

―Si eso fuera cierto me lo habrías contado todo antes. No me lo habrías ocultado. Por favor, vete de una vez. Forma una bonita familia con tu novia, esa del don tan espectacular.

―¿De verdad crees que me importa que no tengas un don? ¿O que sería capaz de vivir una farsa como esa? Tú mejor que nadie sabes que lo que más odiaría sería convertirme en mi padre. Sabes que no soy así.

Te tembló el labio.

Sabías que estaba diciendo la verdad, pero no querías tener que abrir la puerta. El daño estaba hecho, y te lo había hecho él, no Endeavor.

Sentiste tu corazón aporrear tu pecho con tanta fuerza que casi sentiste que te estaba dando un ataque de ansiedad. Pegaste la oreja a la puerta, esperando oír los pasos de Shoto alejándose.

Aseguraste la puerta, por si acaso. Luego te fuiste a la cama a toda prisa.

No sabías cómo puñetas fuiste capaz de pegar ojo.

Igualmente, tal como el día anterior, volvías a sentir que tus córneas estaban a punto de estallar, por lo que no perdiste el tiempo y te dirigiste a la nevera para coger una bolsa de hielo y colocártela sobre los párpados. Suspiraste reconfortada mientras recuerdos de la noche anterior asaltaban tu cabeza, haciendo que diese vueltas y vueltas.

No dejabas de pensar en que Shoto podría estar diciéndote la verdad, pero también era cierto que no podría decirte otra cosa si lo que pretendía era que volvieses con él. No podrías soportar otra mentira.

Aunque... ¿cuándo te había mentido Shoto?

La respuesta era mucho más fácil de lo que parecía. Nunca.

Nunca se le había ocurrido mentirte, ni para gastarte una bromita siquiera. No era su estilo. Pero la sola idea de que podría estar ocultándote algo como eso... no podías soportarlo. No podías volver a pasar por algo así.

Poco después, por fin habías encontrado la voluntad para fregar lo que habías dejado acumular a lo largo de tres días. Suspiraste con cansancio, apenas viendo lo que estabas haciendo y confiando en la repetición para saber que lo estabas haciendo bien. Entonces escuchaste alguien dándole un par de toques a la puerta.

No querías pensar que Shoto habría vuelto tan pronto, por lo que te secaste las manos y fuiste a ver quién era.

Esta vez tomaste precauciones y miraste por la mirilla. Era tu vecina del segundo piso, la ancianita a la que se le solía escapar el gato. No se la podía culpar, la pobre no estaba en condiciones de echar a correr tras él.

Abriste la puerta tratando de sonreírle.

―Buenos días ―le dijiste.

―Buenos días, querida ―te respondió ella con una cálida sonrisa―. Solo quería saber si es tuyo ―dijo, y seguido señaló a su derecha. Frunciste el ceño antes de asomarte al pasillo, y viste a Shoto dormido en el suelo, con la espalda contra la pared y el cuello inclinado hacia un lado.

Miraste a tu vecina sin podértelo creer, algo que ella encontró divertido.

―No sé lo que habrá pasado, pero quizá deberías escucharle. No muchos hombres se quedarían toda la noche esperando por otra oportunidad.

Suspiraste teniendo que darle la razón. Asentiste y le diste las gracias.

Cuando la ancianita llegó al siguiente piso, te acercaste a Shoto. Pusiste una mano en su hombro y le zarandeaste un poco para despertarle.

Él frunció el ceño, apretando los párpados por la luz tan intensa que se proyectaba por esos pasillos tan claros. Al abrir un ojo y verte a ti inclinada sobre él, se quedó de piedra, como si no se lo pudiera creer.

―¿De verdad has dormido aquí? ―preguntaste, un tono de lástima en tu voz.

―No podía irme sin más ―suspiró él frotándose un ojo, tratando de levantarse. No pudo evitar soltar un gemido de dolor antes de llevarse la mano a la espalda y luego al cuello―. ¿Cómo has dormido?

―Diría que no muy bien, pero creo que mejor que tú ―murmuraste encogiéndote de hombros, sin atreverte a mirarle a la cara-. ¿Qué haces aquí?

―¿No es evidente? ―se cuestionó con una tímida y forzada sonrisa, volviendo a mostrarte las flores que traía consigo. Esta vez escogiendo haberse guardado el anillo dada tu reacción de la noche anterior.

Alzaste la mirada para ver a Shoto a través de una vidriera de lágrimas, pudiendo apreciar también su expresión dolida. No querías ceder, pero una parte de ti no quería sacarle de tu vida, solo eras capaz de acordarte de los buenos momentos.

Te lamiste los labios con indecisión y asentiste. Señalaste el interior de tu apartamento con la cabeza antes de entrar.

No te sentiste demasiado cómoda preparando un par de tazas de té mientras Shoto esperaba en silencio sentado en la mesa, pero querías escuchar lo que fuera que le hubiera hecho pensar que sería una buena idea presentarse en tu casa con un anillo. ¿De verdad se pensaba que ibas a decir que sí después de todo?

Tomaste asiento frente a él tras ofrecerle su taza, pero no te sentías capaz de mirarle a los ojos.

―¿Qué es lo que querías decirme? ―preguntaste finalmente, mirando las delicadas ondas de tu taza.

―Rompí mi compromiso. Resulta que para ella también era una obligación ―murmuró agachando la cabeza. Tú apretaste los labios, asintiendo para ti―. Luego fui a hablar con mi madre.

Eso captó tu atención. No te solía hablar de su madre a menudo, pero entendías que en una situación como esa, no había nadie mejor para aconsejarle. Ella había sufrido la peor parte de los matrimonios por dones.

―Me dijo que no entendía cómo pude dejarme convencer, después de todo de lo que ella pasó, de lo que yo pasé... ―murmuró―. Y le hablé de ti. De cómo te conocí, de cuánto llevábamos juntos, de cómo me sentía cuando estaba contigo...

Se atrevió al alzar la cabeza, para encontrarse con tus ojitos afectados, luchando por no desbordarse de nuevo. Esta vez lo sintió de otra manera, no parecías dolida como anoche, parecía como si te aliviase que por fin le hubiera hablado de ti a su madre.

Eso tenía que significar algo.

―Lo siento. Si no te presenté a mi familia antes era porque me daba miedo que sacasen el tema del matrimonio concertado. Sé que debería habértelo dicho antes, pero pensé que podría haber acabado con ello antes de que fuese demasiado tarde, sin tener que haberte preocupado o... ―suspiró.

―¿Y cuándo pensabas haber acabado con ello? ―preguntaste.

―No lo sé -dijo negando con la cabeza-. Supongo que me daba miedo tener que decirle a mi padre que no pensaba casarme con nadie que él me propusiera. No quería que se metiese en nuestra relación. Ya sabes cómo es.

―No. Pero puedo hacerme una idea... ―murmuraste antes de tomar un sorbo de tu té―. ¿Qué más te dijo tu madre?

―Que he sido un idiota por no habértelo dicho desde el primer momento, desde que supe hacia dónde podía ir nuestra relación. Que debió ser decisión tuya si te quedabas conmigo aun sabiendo lo que Endeavor planeaba y, que ya decidiríamos juntos cómo solucionarlo...

―Hubiera sido más fácil, sí ―asentiste mirando a otro lado. Shoto apartó su taza de té a un lado para alcanzar a envolver tus manos alrededor de tu taza. Alzaste la cabeza para encontrarte con esos bonitos ojos heterocromáticos.

―También me dijo que, si conseguía arreglarlo, le gustaría conocerte.

―¿Lo has arreglado? ―preguntaste, pestañeando una y otra vez.

―Puedo ver en tus ojos que me sigues queriendo, y sé que tú ves en los míos que te quiero más que a nada y que nunca pretendí hacerte daño. Quise proteger tu corazón y me equivoqué ―añadió con un tono de abatimiento―. ¿Podrás perdonarme?

Agachaste la mirada para darte unos segundos, pensando en tu respuesta.

Podías admitir que te había costado un mundo volver a la que fue tu vida antes de conocer a Shoto. Cómo te sentiste cuando te tuviste que apañar sin verle durante largos periodos de tiempo. Para ti fue como despertarte un día sin un brazo, tremendamente difícil, todo haciéndose cuesta arriba.

Sabías que a Shoto nunca se le ocurriría hacerte daño, y confiabas en que haría lo posible porque nada parecido volviese a suceder. Tú misma habías visto en vuestra relación cómo progresaban sus habilidades sociales, o cómo aprendía a ver cuándo estabas de broma o no. Era natural que también aprendiese a ver cuándo hacía algo que creía que te protegía, pero en realidad podría hacerte más daño más tarde.

―Creo que podría darte otra oportunidad ―admitiste con una pequeña sonrisa, sintiendo en el fondo de tu ser cómo volvías a sentirte viva de nuevo. Especialmente cuando le viste sonreír a él.

Shoto se levantó de su silla para rodear la mesa y llegar hasta ti. Tú te levantaste también, sabiendo que lo que pretendía era acogerte en un abrazo, uno de esos que tanto echabas de menos por las noches. No dudaste y rodeaste enseguida su torso pegando la mejilla en su pecho, añorando el calor que Shoto desprendía. Al menos cuando no se proponía refrescarte.

―No sabes cuánto te he echado de menos ―le oíste murmurar, con los labios pegados a tu cabeza. Enseguida supiste que estaba disfrutando del olor a fresa de tu champú, ese que había en la cesta que te envió ayer al trabajo. Besó tu cabeza.

―Yo también ―gimoteaste escondiendo la cara en su pecho como una niña vergonzosa.

―¿Quieres probarte el anillo?

―¿Qué tal si nos lo tomamos con calma?

Shoto respetó los límites que quisiste poner para asegurarte de que vuestra nueva relación progresaba.

Fue un verdadero encanto, desde aquel día, Shoto actuó como si estuviese volviendo a intentar pedirte salir, incluso cuando ambos sabíais que volvíais a ser novios. Simplemente no quiso darlo por hecho, consideraba que estaba en una especie de periodo de prueba.

A la semana siguiente, te llevó a ver a su madre, y pudiste entender muchas cosas sobre la infancia de Shoto. Cosas que o bien él no estaba muy por la labor de compartir, que le avergonzaban, o que era demasiado joven como para acabar por comprender.

Adoraste a Rei casi desde el primer momento, aunque te pareció ligeramente incómodo que te preguntase por el matrimonio. No tu opinión sobre la situación en la que Endeavor había metido a Shoto y la manera en la que te afectó, no. Se refería a tu matrimonio con Shoto.

Él apartó la mirada avergonzado. Se le había olvidado decirle que no habías aceptado.

Esa misma semana conociste también a Fuyumi y Natsuo. Ambos parecían muy emocionados por conocerte, y lo entendiste especialmente por parte de Natsuo. Él estaba en la misma página que Rei, no pudiéndose creer cómo había dejado que Endeavor le hubiese enredado para formar parte de algo que tuvo a su familia dividida durante tanto tiempo.

Unos días después, estabas terminando de recoger la ropa del baño para hacer la colada cuando viste que Shoto te hacía un gesto desde el pasillo para que guardases silencio. Frunciste el ceño, pero te acercaste a él para ver qué quería exactamente.

Tenía el teléfono entre las manos. De repente, sonó la voz de Endeavor a un volumen escandalosamente alto. Diste un respingo por el grito, al principio sin entender ni una palabra de lo que estaba diciendo. Poco a poco, comprendiste qué era lo que pasaba.

Sin ir más lejos, Endeavor se acababa de enterar de que Shoto había roto el compromiso que tenía con la otra chica y estaba poniendo el grito en el cielo. Shoto le dijo que no se preocupase, que estaba planeando una boda por su cuenta, a lo que tuviste que dedicarle una sonrisa incrédula con una ceja arqueada.

Endeavor pensó que se trataba de alguna broma, por lo que continuó farfullando sobre buscar a otra chica. A menos que Shoto no estuviera bromeando... Preguntó enseguida por el don de esa supuesta chica. Se te heló la sangre.

Entendías que no te hubiera presentado a su padre, y lo cierto es que tampoco tenías ganas de conocerle dadas las circunstancias. Ahora sentías miedo por lo que podría pasar si Endeavor descubría que su hijo pretendía casarse con una inútil sin-don como tú.

Shoto no respondió. Simplemente se despidió de una manera ambigua y le colgó antes de que pudiese replicar.

Hiciste lo posible por tragarte un exagerado suspiro de alivio. Diste una vuelta sobre ti misma para que Shoto no viese tu cara de preocupación, dándote unos instantes para poder recuperar la compostura.

―¿Estás planeando una boda? ―preguntaste con una sonrisa divertida.

―Sí ―respondió él con una sonrisa―. Pero creo que necesito ayuda.

―Oh. ¿Puedo ayudarte yo en algo?

―Solo si aceptas el anillo ―susurró inclinándose sobre ti, volviendo a mostrarte el anillo que te trajo aquella noche. Esta vez no lo miraste de la misma manera, lo miraste con ternura y ahora no podías dejar de pensar cuántas veces lo habría llevado encima, pensando si sería o no buen momento para mostrártelo.

―Sí ―sonreíste.

Shoto te rodeó con un brazo y depositó los labios sobre los tuyos con delicadeza.

Fin de la primera historia :)

¿Sugerencias?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro