Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

os - s.todoroki (1)

QUIRKLESS, SHOTO TODOROKI
¿PENSABAS CONTÁRMELO?, CAPÍTULO 2

Te las habías arreglado para pretender que no había pasado nada.

Ni tú misma sabías de dónde habías sacado las ganas para continuar yendo a trabajar, hacer los recados o simplemente salir de la cama. Aunque también es cierto que, cada vez que tenías un rato libre, te acordabas de ese alguien con quién solías pasar momentos como ese.

Esos momentos del día eran los peores.

Ya no sólo porque acababas por ponerte el pijama más feo y la sudadera más vieja que tenías para ver una estúpida comedia romántica con la que torturarte y atiborrarte a helado, también porque eran esos los momentos en los que Shoto intentaba contactar contigo. No te resultaba demasiado difícil ignorar la llamada o incluso rechazarla ―para que entendiera que es que no querías hablar con él―, pero ya hacía dos semanas de aquella noche y no dejabas de preguntarte por qué no se había atrevido a ir a tu casa.

Quizás fuese mejor así.

Si un día abrieses la puerta y te encontrases con él, estabas segura que te echarías a llorar. Y por mucho que odiases admitirlo, aceptarías el abrazo que él te ofrecería.

Sonaba desesperado. Por eso agradecías que no se le hubiera ocurrido ir a verte.

Por otro lado, si solo intentaba contactar contigo por teléfono... A lo mejor era porque no te quería tanto como te quiso intentar hacer creer. A lo mejor sí que le acabó gustando la chica que su padre le había presentado y ya no le importaba tanto arreglar las cosas contigo.

Pese a tu constante estado de abatimiento, lograste mantener la compostura bastante bien, pero ese nuevo pensamiento desbloqueó algo en tu mente. Sin quererlo, comenzaste a sollozar y varias lágrimas escaparon de tus retinas, alimentadas por la oscuridad de tu salón y la fuerte luz que la pantalla de tu televisor desprendía.

Era pronto, pero ya no te apetecía ver cómo otra ridícula parejita superaba sus estúpidas adversidades para acabar con un predecible final feliz. Apagaste la televisión y te metiste en la cama, lista para llorar hasta que te durmieses por haber sido tan tonta como para creer que una chica como tú podría tener su propio cuento de hadas.

Al día siguiente tenías los ojos tan hinchados que te sorprendía haber sido capaz de abrirlos para apagar la alarma.

No te podías permitir no ir a trabajar, así que, muy a tu pesar, te levantaste y te metiste en la ducha. Quizás el agua fría te ayudaba a despejarte un poco y enfriar ideas. Suspiraste profundamente, tratando de dejar tu mente en blanco y, sorprendiéndote lo bien que estabas tolerando la temperatura del agua.

Te tomaste tu tiempo para situarte frente al espejo y analizar lo que te quedaba por hacer solo para que tus compañeros no te preguntasen a qué venía esa cara. No necesitabas que nadie se compadeciese de ti, no querías su lástima, ni mucho menos compartir tus penas. No era asunto suyo.

Así era más fácil.

El haber mantenido vuestra relación en secreto significaba que la prensa nunca se había cruzado en tu camino, nada de preguntas picantonas por parte de tus amigas para saber qué tal fue la noche con el héroe del fuego y hielo. Pero tampoco tenías a nadie que te consolase.

Eran las dos caras de la misma moneda.

No querer compasión, pero tampoco querer pasar por el mal trago tú sola.

Ese día te apeteció ir a tu lugar de trabajo caminando, sintiendo el fresco aire de la mañana en las mejillas a la vez que continuabas intentando pensar en otra cosa. Claro que, el universo tenía otros planes.

Al pasar junto a la sucursal de una de las revistas más populares del país, escuchaste decir a uno de los periodistas que estaban fumando en la entrada que Endeavor acababa de cancelar una sesión de fotos que debería tener lugar dentro de una hora o algo así. Y otra periodista mencionó que le apetecía mucho ver a Shoto posando para las cámaras.

Rodaste la vista con exasperación, aligerando el paso para no tener que escuchar nada más.

Entonces mencionaron algo de una mujer con la que se suponía que se tenía que hacer las fotos.

Te detuviste por un instante, pero tan pronto como te diste cuenta, continuaste caminando, escapando de la escena. No querías saber nada, absolutamente nada. No querías echarte a llorar de nuevo, te había costado demasiada agua fría calmar tus doloridos ojos después de esa noche tan larga de autocompasión.

Te pareció una eternidad hasta que por fin llegaste al trabajo. Suspiraste con cansancio, mentalizándote para dar comienzo un nuevo día en tu nueva carrera como actriz. Deberías probarlo, a nadie se le había ocurrido pensar que ocultabas una relación secreta o que te habían roto el corazón. Debías de ser bastante buena.

Caminaste como si nada hasta tu sitio y te detuviste en seco al ver una enorme cesta de rosas rojas y blancas, perfectamente separadas unas de las otras. Casi podías ver su cara. Al acercarte, viste que también había botes de champú, loción, sales de baño entre otras cosas, lo que te hizo recordar lo mucho que te gustaba apoyar la mejilla en su pecho durante un baño de burbujas compartido.

No pudiste evitarlo, y tomaste una de las bombas de baño para olerla. Olía a fresa.

Odiabas lo bien que conseguía hacerte recordar los buenos momentos. Fresas con nata era algo que solíais compartir a menudo esas tardes en casa, muchas veces teniendo que mancharos la nariz el uno al otro con la nata para luego lamerla. Suprimiste un sollozo para que nadie pudiera ver a través de tu perfecta actuación y pretendiste que no era nada a lo que darle importancia.

Continuaste con tu día como si nada, o al menos lo intentaste, porque tras uno de los muchos vistazos inconscientes que le echaste a esa cesta de ensueño, viste una nota. La alcanzaste conteniendo un suspiro, y notaste enseguida que también estaba perfumada.

Inhalaste esa dulce esencia de rosas en profundidad, antes de abrir los ojos de nuevo y encontrarte con la tierna caligrafía de Shoto.

Lo siento.

Siento no habértelo contado antes, pero de verdad que nunca pretendí casarme con esa chica. Ni siquiera antes de conocerte a ti. Cuando apareciste en mi vida, de inmediato supe que eras tú. Tú eres con quien quiero pasar el resto de mi vida.

―S.T.

Sentiste una lágrima recorrer tu mejilla. No te dio tiempo a secártela antes de que aterrizase junto a las iniciales de Shoto.

Créeme si te digo que para él no le fue fácil esperar a que respondieses sus llamadas, sólo para que acabases por dejar que le saltase el contestador o directamente sin darle ni unos instantes de esperanza, rechazando la llamada al momento.

Puede que fuese una persona fría, difícil de leer, pero estaba claro que lo que pasó la otra noche le atormentaba. Se notaba la luz de sus ojos apagada, aunque, para ser sinceros, eras tú quien le había devuelto ese brillo.

¿Le creerías si te dijera eso también?

Podía entender perfectamente que estuvieses enfadada y dolida por haberte ocultado semejante secreto, pero de verdad que él nunca le dio importancia. Solo le seguía el rollo a su padre, esperando la ocasión en la que truncar por completo sus deseos y actuar como él quería.

Puede que hubiera tardado demasiado.

Estaba tan perdido en vuestra relación, disfrutando de vuestros ratos a solas y la confidencialidad, adorando tanto que fueses su secreto mejor guardado... Que ni siquiera supo ver que él mismo te estaba ocultando algo terrible a ti.

Por supuesto que ahora se temía que tú pensaras que se estaba tomando su forzado compromiso en serio, y es por eso que llamó a la chica con la que su padre le había enredado para hablar con ella.

Sin Endeavor. Solo ellos dos.

Estaba nervioso, pero no era ningún niño, y desde luego que no quería que su padre estuviera presente cuando le explicase lo que le quería contar. Estuvo sentado unos minutos en el restaurante hasta que ella apareció con una sonrisa vergonzosa en la cara.

―Hola. Lo siento, ¿has esperado mucho? ―preguntó tomando asiento frente a él.

―No, no, tranquila, yo... ―titubeó.

Ni siquiera sabía por dónde empezar. Le daba lástima pensar que podría estar truncando los sueños de la chica que tenía delante, pero no podía dejar de pensar en ti y lo injusto que sería que tres personas resulten dañadas por una relación falsa.

Shoto no sabía qué hacer, habían mantenido una pequeña conversación trivial, habían pedido su comida y ya les había llegado a la mesa. Estaba perdiendo el tiempo.

Suspiró, tenía que decirlo sin rodeos. Era mejor que darle más vueltas al asunto.

―No puedo seguir con esto ―murmuró mirando su plato, ambas manos sobre la mesa.

Al no escuchar ninguna respuesta, alzó la mirada, y vio que su acompañante dejaba los cubiertos sobre la mesa a la vez que terminaba de masticar. Ladeó la cabeza, esperando que se explicase, pero, en ningún momento pareciendo ni la mitad de afectada que él esperaba.

―Yo... no puedo casarme contigo ―dijo negando con la cabeza―. Eres una chica estupenda, pero, necesito sentir algo antes de plantearme un compromiso como ese. No es justo para ninguno de nosotros. Lo siento.

―¿Cuánto tiempo llevas pensando en ello?

―Sinceramente, desde el principio. He aprendido a quererte, pero no lo suficiente como para casarme contigo.

―¿Y por qué no se lo has dicho a tu padre? ¿Que no quieres casarte conmigo?

―Porque no acepta un no por respuesta ―suspiró él rodando la vista, exasperado solo por la mención a su padre―. Si le decía que no quería casarme, no tardaría en buscarme a otra, creyendo que el problema serías tú y no toda la situación en la que me está metiendo.

Shoto miró a su acompañante, que asentía con una expresión extrañamente neutral. Como la de una amiga escuchando la rabieta de su mejor amigo, lista para ofrecer un hombro en el que llorar.

―¿Por qué no parece que esto te afecte? ―le preguntó.

―Porque yo tampoco quiero casarme contigo, Shoto ―respondió con una sonrisa sincera―. Eres un encanto, pero esto de los matrimonios por dones es toda una frivolidad. Me gustaría encontrar el amor por mi cuenta, de forma natural. No porque mis padres piensen que el dinero de su yerno ayudaría con el negocio ―murmuró tomando un sorbo de su copa de vino.

―Siento haberte hecho perder el tiempo ―suspiró él agachando la cabeza.

―No pasa nada. Me alegra saber que estamos en la misma página ―contestó negando con la cabeza. Le echó un vistazo, notando al héroe distraído, pero no como otras veces en las que han comido juntos y se ignoraban discretamente―. ¿Cómo se llama?

Shoto sonrió para sí, y tu nombre se deslizó por sus labios de la manera más dulce que pudo recordar.

―Pero lo he fastidiado. No se lo conté ―dijo abatido.

Su amiga siseó frunciendo el ceño, compartiendo su pena.

―He intentado llamarla, pero no quiere saber nada de mí.

―No todos los días te das cuenta de que tu pareja está prometida. Le llevará un tiempo ―dijo ella encogiéndose de hombros―. Pero si de verdad te quiere y tú la quieres a ella... espero que sepas cómo recuperarla.

Shoto alzó la mirada, ofreciéndole una pequeña sonrisa esperanzada a su acompañante. Ella le devolvió la sonrisa y dirigió la mano al anillo de compromiso que el propio Endeavor le dio para formalizar su supuesto futuro matrimonio.

―¿Crees que sea de su talla? ―preguntó extendiéndoselo.

―Solo hay una forma de saberlo ―respondió él a la vez que miraba la joya.

Odiaba que la hubiera escogido su padre, pero tenía que admitir que le recordaba mucho a la cesta de rosas y sales de baño que había mandado esa mañana a tu trabajo. Un bonito rubí rodeado de pequeños diamantes blanquecinos...

Estaba seguro de que te encantaría. Y también lo sentía como otro pequeño acto de rebeldía contra su padre, dándole el anillo a la persona con la que de verdad quería casarse.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro