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Prologo

En medio de un paisaje desolado, los ecos de la guerra aún resonaban en el aire. El cielo gris estaba oscurecido por columnas de humo, y el olor a pólvora y sangre lo impregnaba todo. Cadáveres yacían esparcidos entre ruinas, algunos héroes, otros villanos, todos atrapados en el mismo destino cruel de la batalla. La tierra misma parecía herida, con grandes grietas y cráteres que deformaban el terreno, recordando el poder devastador de los combatientes que habían desatado su furia allí.

En el centro de ese campo de muerte, un cráter más grande que los demás destacaba como una cicatriz abierta. Dentro de él, dos figuras se erguían, apenas moviéndose pero manteniendo sus miradas fijas el uno en el otro. Uno de ellos era Sun Wukong, el Rey Mono, su piel cubierta de sangre y polvo, sus ropas rasgadas, pero su mirada ardía con una furia antigua y un poder incontenible. Su báculo, el legendario Ruyi Jingu Bang, reposaba a su lado, brillando con un destello dorado que rompía el lúgubre paisaje.

Frente a él, su oponente apenas mantenía la compostura. Un villano de temible presencia, su armadura estaba rota y su cuerpo marcado por profundas heridas, pero aún irradiaba una amenaza tangible. Los dos luchadores se habían dejado todo en esa batalla, cada golpe sacudiendo los cimientos de la tierra, cada choque resonando como un trueno en la distancia.

Sun Wukong respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando con un ritmo pesado. Con una sonrisa feral, habló entre jadeos.

Wukong: Pensé que serías más fuerte... —dijo con una voz grave, casi burlona, mientras limpiaba con el dorso de la mano la sangre que corría por su boca—. Pero parece que he sobreestimado tu poder.

El villano gruñó, dando un paso tambaleante hacia adelante. Sus ojos brillaban con una mezcla de ira y desesperación.

Villano: Aún no he terminado, Rey Mono. Este no es tu fin glorioso… ¡es solo el principio de tu caída!

Wukong levantó su báculo lentamente, apoyándolo en el suelo con un sonido sordo que resonó por el campo. La sonrisa en su rostro se desvaneció, reemplazada por una expresión de absoluta determinación.

Wukokg: Te equivocas —dijo con voz firme, su figura erguida y dominante, proyectando una sombra inmensa sobre el cráter—. Yo soy el que decide cuándo termina la batalla.

Y con una explosión de energía dorada que iluminó el cráter como si el sol mismo hubiera descendido, Sun Wukong se preparó para dar el golpe final.

El aire en el cráter se volvió denso, cargado de una tensión insoportable. Ambos guerreros se preparaban para lo que sin duda sería el último intercambio, el golpe final que decidiría el destino de esa batalla. Sun Wukong ajustó su postura, aferrando su báculo con ambas manos mientras la energía dorada que lo rodeaba crecía, elevándose como un huracán de poder. Sus ojos, resplandecientes con la furia de un dios, no se apartaban de su oponente.

Al otro lado, el villano, herido pero inquebrantable, alzaba un brazo hacia el cielo. Una energía oscura y caótica se arremolinaba a su alrededor, desgarrando el suelo bajo sus pies. Su respiración era errática, pero la ambición desmedida brillaba en sus ojos. No iba a retroceder. No podía permitirse perder.

Ambos se inclinaron hacia adelante, listos para cargar, para desatar toda su fuerza en un solo instante. El suelo temblaba bajo ellos, como si la tierra misma supiera lo que estaba por venir. En ese momento, todo sonido quedó en silencio. Solo se escuchaba el latido de sus corazones, sincronizados con la devastación que estaban a punto de liberar.

Justo cuando ambos se lanzaban, el narrador rompió el silencio, una voz grave y omnipresente que parecía provenir de todos los rincones del campo de batalla.

—Y así —dijo el narrador con una calma inquietante—, en este mismo instante, los dioses observaban desde los cielos. Los mortales, indefensos ante tal poder, desconocían el destino que estaba por sellarse. En un solo golpe, la historia cambiaría para siempre... pero ninguno de los dos sabía aún quién sería el que se alzaría entre las cenizas de esta guerra.

El tiempo pareció ralentizarse. Los movimientos de Sun Wukong y su oponente se volvieron casi imperceptibles, como si el universo mismo contuviera el aliento. El destino del mundo dependía de este último enfrentamiento, un choque que sacudiría el cielo y la tierra, que determinaría no solo el ganador de la batalla, sino el equilibrio de poder entre la luz y la oscuridad.

El narrador continuó, con una mezcla de solemne predicción y melancolía en su voz.

—El Rey Mono, forjado en las leyendas, luchaba por algo más grande que su propio honor. Y su enemigo... ¿Acaso podría comprender el peso de las fuerzas que estaban por desatarse?

Y entonces, en el borde de ese momento eterno, ambos soltaron sus ataques un gran estruendo se hizo presente donde un pilar de luz y oscuridad se iluminó.

[Presente]

La ciudad de Tokio era un hervidero de vida, como una sinfonía interminable de sonidos y colores que nunca cesaba. El bullicio de las calles estaba lleno de personas de todo tipo, algunas con rasgos humanos y otras con Quirks que les daban apariencias extravagantes. Podías ver desde figuras cubiertas de escamas brillantes hasta seres con alas extendiéndose majestuosamente mientras caminaban por las abarrotadas aceras. Los carteles luminosos, los rascacielos imponentes y el tráfico constante formaban el trasfondo perfecto para una ciudad que nunca dormía.

En medio de esa multitud diversa, un chico destacaba. No por su apariencia extraordinaria, sino por la energía y alegría que irradiaba. Llevaba puesto un uniforme escolar tradicional, su chaqueta impecablemente abotonada y los pantalones planchados, pero su sonrisa era lo que más llamaba la atención. A diferencia de otros estudiantes que caminaban con prisa, sumidos en sus pensamientos o distraídos por la rutina del día, este joven parecía lleno de vida, como si cada paso que daba fuera hacia algo emocionante.

Sus ojos brillaban mientras caminaba entre la gente, saludando a desconocidos con una sonrisa y una inclinación rápida de cabeza, como si disfrutara simplemente del hecho de estar allí, en ese momento. Un aura de optimismo lo rodeaba, algo que no era común ver en una ciudad tan acelerada y, a menudo, impersonal como Tokio.

El chico detuvo su caminata por un momento al llegar a la plaza principal, donde una pantalla gigante mostraba las noticias más recientes. Varias personas se habían detenido a observar, pero él solo les dedicó una mirada rápida antes de volver a su propio mundo, despreocupado. Se ajustó la mochila al hombro y, por un instante, contempló el cielo, como si su mente estuviera en otro lugar.

??: ¡Ah! —exclamó con una risa ligera—, hoy va a ser un gran día.

Sin ninguna razón aparente, su entusiasmo se contagiaba a aquellos que lo miraban pasar, como si su simple presencia iluminara la rutina de los demás. Y aunque nadie lo conocía, no podían evitar sentir curiosidad por aquel chico alegre en uniforme escolar, que caminaba como si fuera el dueño del mundo. Quizás, después de todo, lo era en su propia forma.

Mientras continuaba su recorrido, de entre la multitud, los ojos de algunos héroes en entrenamiento y ciudadanos comenzaron a posarse sobre él, con una mezcla de curiosidad y admiración. Porque en este mundo, donde los Quirks definían tanto de lo que alguien podía llegar a ser, a veces una sonrisa y una actitud alegre eran suficientes para marcar la diferencia.

??: Es hora de dar un 100%!!- alegre empezó a corre nuevamente- PLUS ULTRA!!!!

El chico caminaba por las calles de Tokio, disfrutando del vibrante ritmo de la ciudad, cuando de repente un fuerte estruendo resonó en la distancia. La multitud que lo rodeaba se detuvo, mirando hacia el lugar de la explosión. Sin perder un segundo, el joven se dirigió hacia la fuente del caos, su rostro iluminado por una mezcla de emoción y asombro.

A medida que se acercaba, pudo ver una escena digna de las más épicas historias de héroes. Frente a él, en medio de una gran intersección, Kamui Woods estaba luchando contra un villano de gran tamaño, cuyos brazos brillaban con una luz oscura y pulsante. Las ramas y raíces de Kamui Woods se extendían en todas direcciones, envolviendo al villano, pero este lograba romperlas con fuerza bruta, dejando un rastro de destrucción en cada movimiento.

A la izquierda, Mount Lady, en su forma gigante, estaba bloqueando la salida del villano, asegurándose de que no pudiera escapar. Con una mirada feroz, lanzó un puñetazo directo al suelo, causando que la tierra temblara bajo sus pies y haciendo retroceder al enemigo. Los civiles corrían, alejándose del área de combate, mientras los héroes intentaban mantener el caos bajo control.

El chico, aún a una distancia segura, observaba con ojos brillantes, totalmente fascinado por lo que estaba viendo. Sus manos se aferraron a las correas de su mochila, conteniendo la emoción que crecía dentro de él.

??: ¡Es Kamui Woods y Mount Lady! —exclamó emocionado, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Vaya, esto es increíble!

Cada golpe, cada maniobra, lo hacía sentirse más conectado con el mundo de los héroes. Ver a dos profesionales tan cerca y en plena acción lo hacía vibrar de emoción. El aire estaba cargado de energía, y él sentía que, aunque no tenía Quirk, podía comprender la grandeza de lo que estaba sucediendo. Las raíces de Kamui Woods se agitaban como látigos, y la fuerza imparable de Mount Lady aseguraba que el villano no tuviera ninguna opción de escape.

El villano, un hombre musculoso con un extraño quirk de energía explosiva que parecía desintegrar cualquier cosa que tocara, rugió furioso, lanzando una onda de choque oscura que derribó varios autos cercanos. Pero Kamui Woods no perdió tiempo, extendiendo sus ramas para crear un escudo que protegiera a los civiles. Mount Lady avanzó, utilizando su enorme fuerza para golpear el suelo nuevamente y desestabilizar al villano.

El chico, sin poder contenerse, se encontró aplaudiendo.

??: ¡Eso es, Mount Lady! ¡Dale su merecido! —gritó, su voz llena de entusiasmo mientras la gente a su alrededor lo miraba con sorpresa. Pero su entusiasmo era contagioso, y pronto algunos más comenzaron a aclamar también.

Mientras el villano intentaba liberarse, Kamui Woods finalmente encontró la apertura que necesitaba. Con un grito de batalla, sus ramas se envolvieron en torno a los brazos del villano, sujetándolo firmemente. Mount Lady, con una sonrisa confiada, levantó el pie y, con un golpe devastador, aplastó el suelo junto al villano, dejándolo fuera de combate.

El chico saltó en su lugar, sus ojos brillando con admiración.

??: ¡Wow! ¡Eso fue increíble! —dijo, sin apartar la vista de los héroes. En ese momento, se sintió más inspirado que nunca, como si acabara de presenciar algo que cambiaría su vida para siempre. Aunque no tenía un Quirk, algo en su interior le decía que, de alguna manera, él también podía ser parte de ese mundo. De repente, la idea de ser un héroe no parecía tan lejana.

La multitud aplaudió cuando Kamui Woods y Mount Lady se volvieron para saludar a los ciudadanos, asegurando que todo estaba bajo control. Y en medio de los vítores, el chico se quedó quieto, sonriendo para sí mismo.

??: Un día… —murmuró—. Un día seré yo quien esté ahí, protegiendo a todos.

El chico seguía aplaudiendo, totalmente absorto en la increíble escena que acababa de presenciar. Sus ojos aún brillaban de emoción, y su mente estaba llena de imágenes de Kamui Woods y Mount Lady enfrentándose al villano. Sin embargo, su entusiasmo se desvaneció de golpe cuando, por casualidad, miró su reloj.

??: ¡¿Qué?! —gritó, su rostro cambiando de inmediato a una expresión de pánico—. ¡No puede ser!

Faltaban apenas cinco minutos para que comenzara su clase, y estaba a kilómetros de la escuela. El color se desvaneció de su rostro al darse cuenta de que había pasado demasiado tiempo observando la batalla. El chico soltó un gemido ahogado y comenzó a correr a toda velocidad, zigzagueando entre la multitud que aún estaba dispersa por la zona.

??: ¡Voy a llegar tarde! —exclamó, casi tropezando con una acera mientras apretaba el paso. Su corazón latía rápidamente, no solo por el esfuerzo, sino por la ansiedad que le causaba imaginar la mirada severa de sus profesores si no llegaba a tiempo.

Esquivó a un grupo de personas y casi se llevó por delante a un vendedor ambulante antes de girar en una esquina, sin detenerse ni un segundo para recuperar el aliento. Mientras corría, su mente seguía reviviendo el combate entre los héroes y el villano, pero ahora con una mezcla de emoción y desesperación.

??: ¡Genial! ¡Justo hoy tenía que pasar esto! —se lamentó mientras sus pasos resonaban contra el pavimento. Sabía que ser puntual era importante, y aunque estaba acostumbrado a la rutina, aquel espectáculo lo había distraído completamente. Sin embargo, no podía evitar sonreír un poco a pesar del apuro. Haber visto a esos héroes en acción tan de cerca era una experiencia inolvidable, pero ahora debía concentrarse en llegar a tiempo.

La academia. ya se veía a lo lejos, sus enormes edificios destacando entre el horizonte. El chico aceleró el paso, empujando su cuerpo al límite. No importaba lo emocionado que estuviera por lo que había visto, si llegaba tarde, las consecuencias no serían nada agradables.

??: ¡Vamos, vamos, vamos! —se repetía a sí mismo, mientras el sudor comenzaba a correr por su frente. Faltaban solo unos minutos. Si lograba entrar al aula justo antes de que sonara la campana, podría salvarse del sermón.

Pero por el momento, solo tenía un objetivo claro: llegar lo más rápido posible, sin importar qué tan agotado estuviera.

El chico corría como si su vida dependiera de ello, con el edificio de la academia acercándose rápidamente. Ya podía ver la entrada principal, las puertas enormes que conducían a los pasillos donde comenzaría la clase en cuestión de segundos. Su respiración era rápida y superficial, su corazón golpeaba contra su pecho, pero sentía que iba a lograrlo. Estaba tan cerca.

??: (¡Casi llego!)-pensó, viendo el reloj en su muñeca que marcaba los últimos segundos antes de la campana.

Justo cuando estaba a punto de cruzar la entrada, sintió un tirón brusco en su oreja.

??: ¡Ay! —gritó sorprendido mientras su cuerpo se detenía de golpe. El dolor lo hizo tambalearse, pero no fue tan fuerte como para derribarlo. Giró la cabeza y se encontró cara a cara con una chica de su edad, que lo miraba con una mezcla de exasperación y burla.

??: ¿Otra vez corriendo como loco? —dijo ella mientras le soltaba la oreja, cruzándose de brazos. Tenía el cabello largo en uba coleta de caballo y rojo , con una expresión divertida en su rostro.

Vestía el mismo uniforme escolar que él, y lo observaba con una ceja levantada, como si aquello fuera un espectáculo que ya había visto muchas veces.

??: ¿A-akemi? —balbuceó el chico, todavía sobándose la oreja—. ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Voy a llegar tarde!

Akemi: Pues con esa carrera casi atropellas a medio Tokio —respondió de manera divertida—. Además, mira la hora. Aún te queda… —revisó su reloj— diez segundos.

El chico dejó escapar un suspiro de alivio al ver que, a pesar de todo, aún tenía tiempo. Aunque faltaban apenas unos segundos, ya no necesitaba correr como un loco.

Akemi: Eres un desastre, ¿lo sabías? —dijo con una sonrisa mientras comenzaban a caminar hacia el aula juntos—. ¿Qué te pasó esta vez? ¿Te distraíste con algo emocionante?

??: ¡No te lo vas a creer! —respondió él, con una nueva chispa de entusiasmo en los ojos—. ¡Vi a Kamui Woods y a Mount Lady luchando contra un villano justo en medio de la ciudad! ¡Fue increíble!

Akemi lo miró, sorprendida.

Akemi: ¿En serio? —preguntó con un toque de envidia—. ¿Y yo me lo perdí?

??: ¡Sí! Fue alucinante. ¡Kamui Woods atrapó al villano con sus ramas y Mount Lady lo remató de un golpe! —El chico imitaba con entusiasmo los movimientos de los héroes mientras hablaba, aunque caminaba mucho más relajado ahora que sabía que no llegaría tarde.

Akemi dejó escapar una risa ligera mientras lo escuchaba. Sabía que su amigo se emocionaba fácilmente con esas cosas, y aunque a veces lo molestaba, disfrutaba de ver su pasión.

Akemi: Bueno, al menos no llegaste tarde… esta vez —dijo con una sonrisa, dándole un pequeño empujón en el brazo.

Cuando ambos cruzaron las puertas del aula, la campana sonó justo en ese instante, marcando el inicio de las clases. El chico soltó un suspiro de alivio, mientras se acomodaban en sus asientos, justo a tiempo.

La clase finalmente terminó, y los estudiantes comenzaron a salir del aula. El chico que había llegado corriendo a último minuto, se dirigió a su asiento con una expresión de satisfacción. Aunque la lección había sido intensa, su mente seguía volviendo a la batalla épica que había presenciado esa mañana.

Akemi, que se había convertido en una amiga cercana del chico, se acercó a él mientras él recogía sus cosas. Ella estaba con una sonrisa en el rostro, divertida por la emoción que Yaito mostraba.

Akemi: ¿Sigues hablando de la batalla de esta mañana? —preguntó levantando una ceja mientras ambos comenzaban a caminar hacia la salida de la escuela.

??: ¡No puedo evitarlo! —respondió con entusiasmo—. Fue tan impresionante. Kamui Woods y Mount Lady se enfrentaron a ese villano enorme y poderoso. ¡Nunca había visto algo así de cerca! ¡Las técnicas que usaron, la manera en que trabajaron juntos...!

Akemi: soltó una risa ligera, disfrutando del entusiasmo de Yaito.

Akemi: Sabía que no cambiarías —dijo ella con una sonrisa juguetona—. Sigues siendo el mismo chico que siempre se emociona con cualquier cosa relacionada con héroes. Yaito, nunca cambias.

Ante esa mención el chico conocido como yaito rió junto con ella, sin ofenderse por el comentario. Era verdad, siempre había estado fascinado por los héroes y sus hazañas.

Mientras caminaban juntos hacia la salida, los dos amigos charlaban animadamente sobre la batalla y las posibles implicaciones para la seguridad de la ciudad.

Yaito: A veces me pregunto cómo será estar en medio de todo eso, luchando junto a héroes como ellos —dijo con una mezcla de admiración y anhelo.

Akemi: Y a veces me pregunto si algún día me vas a dejar de hablar de héroes y comenzarás a concentrarte en algo más —bromeó, mirando a Yaito con una expresión de afecto y exasperación.

Yaito: ¡Nunca! —exclamó con una sonrisa ancha—. Mi sueño es convertirme en un gran héroe y proteger a la gente, igual que ellos.

Akemi le dio un suave golpe en el brazo, todavía sonriendo.

Akemi: Lo sé, Yaito. Y por eso te aprecio, incluso si eres un poco obsesivo con los héroes.

Mientras salían del campus y se dirigían hacia sus casas, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosas. La conversación continuó, con Yaito hablando sin parar sobre sus ideas y sueños, y Akemi escuchando pacientemente. Aunque el día había terminado con un poco de caos y emoción, ambos se sintieron contentos de compartir esos momentos juntos.

¡Mientras Yaito y Miyu continuaban su camino a casa, la conversación fluyó naturalmente. Al acercarse a un cruce de calles, Miyu de repente recordó algo importante.

Akemi: Oye, Yaito, ¿te has dado cuenta de que ya falta poco para graduarnos de la secundaria? —preguntó con un toque de reflexión en su voz—. Y después están los exámenes de la U.A. para entrar a la academia de héroes. Es una etapa importante.

Yaito asintió con una sonrisa amplia, su entusiasmo por el futuro evidente en su expresión.

Yaito: Lo sé! —respondió él con un brillo en los ojos—. He estado preparándome para eso todo el año. Estoy seguro de que todo saldrá bien si damos lo mejor de nosotros.

Akemi sonrió de vuelta, pero dentro de ella, había una preocupación latente. Miró a Yaito, admirando su optimismo, pero también sintiendo una sombra de inquietud. Sabía que, a pesar de su actitud positiva, el hecho de que Yaito no tuviera un Quirk aún era una gran barrera para él.

Akemi: Sí, claro —dijo intentando mantener su tono alegre—. Vamos a dar lo mejor de nosotros en los exámenes. Estoy segura de que podremos enfrentar cualquier desafío que se nos presente.

Yaito le lanzó una sonrisa tranquilizadora, sin notar la preocupación en los ojos de su amiga.

Yaito: ¡Así es! —exclamó—. No importa lo que pase, lo enfrentaremos juntos. ¡Nada puede detenernos si seguimos con esta actitud!

Akemi: asintió, aunque en el fondo seguía preocupada. Sabía cuánto significaba para Yaito convertirse en un héroe y la dificultad que enfrentaba por no tener un Quirk. La pasión y la dedicación de Yaito eran innegables, pero el camino hacia su sueño era incierto. A pesar de sus esfuerzos por no dejar que su preocupación se notara, no podía evitar preguntarse cómo manejaría su amigo los desafíos que se avecinaban.

Akemi: Tienes razón, Yaito —dijo finalmente, tratando de dejar atrás sus dudas—. Vamos a hacerlo. Y no importa qué, siempre estaré aquí para apoyarte.

Yaito se detuvo y le dio a Akemi un cálido apretón en el hombro.

Yaito: Gracias, Akemi. Significa mucho para mí. Lo haremos, lo prometo.

Con una sonrisa alentadora, ambos siguieron su camino hacia casa. Akemi se mantuvo junto a Yaito, admirando su determinación, mientras trataba de mantener su preocupación bajo control. Sabía que la verdadera prueba estaba por venir, pero también sabía que, pase lo que pase, Yaito enfrentaría cualquier obstáculo con la misma valentía y positividad que siempre mostraba.

En otro lugar

En lo profundo de un bosque denso y sombrío, se erguía un antiguo templo abandonado, envuelto en la bruma de siglos pasados. El templo, cubierto de musgo y enredaderas, parecía ser el vestigio de una era olvidada, con columnas rotas y techos en ruinas que apenas se sostenían. Los rayos del sol apenas lograban penetrar a través de la espesa vegetación, creando un ambiente lúgubre y místico.

En el centro de la sala principal del templo, sobre un pedestal de piedra desgastado por el tiempo, reposaba un báculo antiguo. Su superficie estaba adornada con símbolos extraños y antiguos que parecían brillar con una luz propia. En el momento en que la última sombra del día cayó sobre el templo, el báculo comenzó a emitir un resplandor tenue pero creciente. La luz se intensificó, proyectando sombras danzantes en las paredes del templo, como si respondiera a una fuerza invisible.

El brillo del báculo iluminó las oscuras profundidades del templo, revelando inscripciones en las paredes que hablaban de profecías y héroes de antaño. Las palabras eran apenas legibles, pero su mensaje era claro: la llegada de un descendiente de gran poder estaba cerca.

De repente, una voz susurrante y etérea, que parecía venir de las mismas paredes, rompió el silencio del templo. La voz, aunque ininteligible, estaba cargada de una emoción palpable.

—El descendiente está despertando...

El eco de estas palabras resonó a través del templo, llenando el aire con una sensación de anticipación y misterio. El báculo brillaba con una intensidad cada vez mayor, y una ráfaga de energía comenzó a emanar de él, llenando el espacio con una vibración que parecía estar sincronizada con el latido de la tierra misma.

Las viejas estructuras del templo temblaron levemente, como si el despertar del descendiente tuviera el poder de alterar la realidad misma. El ambiente se cargó de una atmósfera de espera, una expectación palpable que parecía hacer eco en el corazón de todos los que se encontraran cerca.

A medida que la luz del báculo alcanzaba su punto máximo, el templo pareció cobrar vida, y la voz susurrante se desvaneció en un silencio reverente. El destino del descendiente y el propósito del báculo estaban a punto de ser revelados, y el templo, guardián de secretos olvidados, esperaba el próximo capítulo de su antigua historia.

Continuará..........

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