
Capitulo 6
En el corazón de un bosque denso y frondoso, una figura solitaria avanzaba con pasos firmes. Su báculo, adornado con intrincados detalles y runas, resplandecía con una luz sutil. Mientras caminaba, su mirada se alzaba hacia el cielo, donde cinco gigantes, enormes y ominosos, se alzaban como colinas vivientes. Su tamaño era tan descomunal que superaban la altura de las montañas circundantes.
La figura, sintiendo el peso de la gravedad y el inmenso peligro, aceleró su paso, su determinación y velocidad aumentaron con cada zancada. Finalmente, el suelo se desvaneció bajo sus pies y la persona se precipitó por un abismo, cayendo con gracia sobre una nube esponjosa que se movía suavemente hacia el horizonte.
Mientras la nube se deslizaba por el bosque, la figura observaba los gigantes cada vez más cerca. En la distancia, la nube pasó por encima de un campamento flotante de soldados encapuchados, cada uno con una máscara y una lanza, preparando su estrategia en contra de los gigantes.
Al llegar frente a los gigantes, la figura se detuvo y dirigió una mirada llena de desdén y determinación hacia los colosos. Con un tono sarcástico, dijo:
— Bien, las escrituras están ocultas —mencionó con un tono bromista—. Yo sólo quería vivir en paz en mi montaña, libre de ataduras, claro, de su supuesto mérito —dijo mientras giraba lentamente para observar la tranquilidad a su alrededor.
El ceño de la figura se frunció mientras su enojo comenzaba a manifestarse. Apretó el báculo con fuerza y apuntó hacia los gigantes, sus ojos reflejaban un ardiente furia.
??: Lo entiendo, sé que no confían en mí, sé que quieren que obedezca y siga sus órdenes —dijo con un ceño fruncido, su voz cargada de ira—. Pero lo que no entiendo... ¡es que ustedes maten a todo mi pueblo, desgraciados! —gritó, su voz resonando con una mezcla de desesperación y furia, mientras preparaba su báculo para enfrentar a los gigantes que amenazaban su mundo.
Así la grandes cantidades de soldados se lanzando contra aquella persona que sólo sonreía, mientras este hacia lo mismo dejando un resplandor.
[Presente]
Era el último día de clases, y el ambiente en el aula de la clase 3-A estaba cargado de emoción y expectación. La sensei, una mujer con una presencia imponente y una energía cálida, se encontraba frente a la pizarra con una sonrisa orgullosa en su rostro. Había revisado los expedientes de todos los estudiantes y sabía bien hacia dónde se dirigían en su futuro académico.
Sensei: Bueno, chicos, revisé las solicitudes y las recomendaciones —anunció con tono satisfecho—. Parece que todos ustedes tienen grandes planes para sus próximos pasos. ¡Todos irán a estudiar en academias para héroes!
La emoción en el salón era palpable. Muchos de los estudiantes comenzaron a murmurar entre ellos, intercambiando sonrisas y comentarios sobre las academias a las que irían. Algunos incluso activaron brevemente sus quirks en un arrebato de emoción, creando pequeñas chispas, ráfagas de viento, y luces en el aula. Todos excepto Yaito, quien permanecía calmado en su asiento al lado de Akemi, observando a sus compañeros con una pequeña sonrisa, pero sin mostrar signos de impaciencia o ansiedad.
Akemi, sin embargo, notaba que algo le inquietaba. Aunque Yaito mantenía su calma usual, sabía que las miradas y murmullos de los demás siempre tenían un efecto, incluso si él no lo demostraba.
La sensei, notando la tranquilidad en ese rincón del salón, desvió su mirada hacia Yaito y Akemi, con una leve sonrisa juguetona.
Sensei: Ah, Yaito, Akemi... escuché que ambos irán a hacer el examen de la U.A., ¿no es así?
El aula, que hasta ahora había estado envuelta en entusiasmo, se quedó en completo silencio por unos segundos. Todos los ojos se voltearon hacia ellos, específicamente hacia Yaito. La sorpresa era evidente en los rostros de los compañeros, especialmente porque sabían lo prestigiosa que era la U.A., y lo difícil que era entrar.
Extra: ¿Yaito va a hacer el examen de la U.A.? —preguntó uno de los estudiantes, incrédulo, mientras otros empezaban a reírse.
Las risas comenzaron a llenar el aula, algunas de ellas burlonas y despectivas. Uno de los chicos en la parte trasera, conocido por su arrogancia, fue el primero en hablar en voz alta.
Extra: ¿Qué hará alguien sin un quirk en una de las mejores academias de héroes? —dijo con una sonrisa burlona—. ¿Ser el portero?
Las risas aumentaron, y aunque algunos compañeros solo miraban, sin unirse a la burla, la mayoría no ocultaba su escepticismo hacia Yaito. Akemi frunció el ceño, sintiendo cómo la sangre le hervía por dentro. Odiaba cómo los demás siempre subestimaban a su amigo solo porque no había mostrado un quirk como los demás. Estaba a punto de decir algo, pero antes de que pudiera abrir la boca, Yaito, quien permanecía tranquilo, levantó una mano, señalando que todo estaba bien.
Se levantó de su asiento con calma y miró al resto del salón, su expresión serena, pero con una firmeza en sus ojos que sorprendió a Akemi.
Yaito: No pierdo nada intentándolo —dijo con una voz tranquila pero segura—. Incluso si desconozco que tenga un quirk, seguiré firme a mi sueño, no importa cuanta veces caiga, me levantaré sin importar lo que me cueste.
Las risas se apagaron gradualmente, mientras los demás comenzaban a sentir la convicción en sus palabras. Yaito no estaba buscando aprobación ni simpatía. Simplemente, estaba expresando lo que realmente pensaba y sentía. Era esa tranquilidad, esa determinación inquebrantable, lo que hizo que incluso aquellos que se estaban burlando se quedaran en silencio, sin tener algo más que decir.
Akemi, que había estado al borde de explotar de rabia, no pudo evitar sonreír al ver la forma en que Yaito manejaba la situación. Aunque él siempre era calmado, había algo especial en cómo enfrentaba los desafíos, siempre fiel a sí mismo.
Akemi:Tch, siempre tan confiado —susurró Akemi con una sonrisa, mientras la sensei miraba a Yaito con orgullo.
Sensei: Y eso es lo que hace a un héroe —comentó la sensei, mirando a sus alumnos—. No es solo el quirk lo que define a un héroe. Es la voluntad de proteger, de avanzar, de intentar... y Yaito lo tiene. Espero que muchos de ustedes aprendan de eso.
El salón quedó en silencio, con las palabras de la sensei resonando en las mentes de todos. Mientras el día llegaba a su fin, las burlas cesaron, y aunque algunos aún dudaban, la imagen de Yaito de pie, firme en su determinación, quedó grabada en todos.
Akemi le dio una palmada amistosa en el hombro a su amigo cuando se sentaron de nuevo.
Akemi: Definitivamente vas a entrar —le dijo con una sonrisa cómplice—. Y cuando lo hagas, ¡me deberás una revancha en ese juego de héroes!
Yaito sonrió, su confianza intacta.
Yaito: Hecho.
El último día de secundaria había llegado a su fin. Los estudiantes recogían sus pertenencias y salían del aula con risas, bromas y promesas de mantenerse en contacto. Yaito y Akemi, después de lo ocurrido en clase, caminaban juntos hacia la salida, charlando de manera casual sobre sus próximos pasos y cómo se sentían respecto al examen de la U.A.
Akemi: ¿Sigues seguro de que no te ponen nervioso los exámenes? —preguntó Akemi, con una ceja levantada, aunque claramente se burlaba un poco de la calma de su amigo.
Yaito, con su típica sonrisa serena, respondió:
Yaito: Lo que tenga que ser, será. No me sirve de nada ponerme nervioso ahora.
Akemi soltó una pequeña risa, sacudiendo la cabeza.
Akemi: Siempre tan calmado, Yaito. Bueno, al menos uno de los dos está relajado.
A medida que se acercaban a la salida, notaron una figura familiar esperando en la entrada de la escuela: Yui Kodai. Con su expresión neutral y su postura tranquila, estaba allí, como si los estuviera esperando. Su cabello oscuro caía en una forma de bob, y sus ojos celestes observaban todo con una calma casi imperturbable.
Yaito y Akemi intercambiaron miradas y luego se acercaron a Yui. Durante los últimos meses, habían logrado conocer mejor a la chica, a pesar de que no era particularmente expresiva ni habladora. Sin embargo, nunca había sido incómoda su compañía. De alguna manera, Yui se había convertido en una presencia constante en sus interacciones, y aunque no era de muchas palabras, parecía disfrutar de estar cerca de ellos.
Akemi: ¡Yui! —saludó con entusiasmo, rompiendo el silencio inicial—. ¿Vas camino a casa?
Yui asintió levemente, sin cambiar su expresión. Siempre parecía tener la misma calma en su rostro, como si nada la perturbara.
Yui: Sí —respondió de manera simple.
Yaito, con su amabilidad habitual, sonrió.
Yaito: ¿Y ya has decidido a qué academia irás el próximo año? —preguntó con curiosidad, mientras los tres caminaban juntos hacia la salida.
Yui los miró por un momento, como si estuviera considerando su respuesta, y luego, con la misma serenidad de siempre, contestó:
Yui: Voy a hacer el examen de la U.A.
Akemi y Yaito se detuvieron en seco, ambos claramente sorprendidos por su respuesta.
Akemi: ¿¡La U.A.!? —exclamó, sin poder ocultar su sorpresa. Sabía que Yui era una estudiante talentosa, pero no había esperado que ella, al igual que Yaito, aspirara a entrar en una de las academias más prestigiosas para héroes.
Yaito: No lo mencionaste antes —añadió aunque con una sonrisa, sorprendido pero genuinamente feliz por ella.
Yui los observó con su expresión inmutable, pero se notaba un leve brillo en sus ojos, como si sus emociones estuvieran más presentes de lo que mostraba en su rostro.
Yui: No lo creí relevante hasta ahora —mencionó con su tono monótono, pero honesto.
Akemi, todavía sorprendida, cruzó los brazos mientras caminaba de nuevo, mirando a Yui de reojo.
Akemi: Vaya, así que también intentas entrar a la U.A., ¿eh? —comentó con una sonrisa—. ¡Eso significa que podríamos estar juntos allí! Sería divertido tenerte como compañera de clase.
Yaito, por su parte, sonrió ampliamente.
Yaito: Estoy seguro de que lo lograrás, Yui. No importa lo que digan, tu quirk es asombroso.
Yui mantuvo su calma habitual, pero algo en su mirada indicaba que las palabras de Yaito la habían sorprendido, aunque no lo mostrara del todo.
Yui: Gracias... —respondió, aunque casi parecía que estaba considerando esas palabras con más seriedad que antes.
Los tres continuaron caminando hacia la salida de la escuela, sabiendo que, aunque los desafíos que les esperaban eran grandes, había algo emocionante en la idea de enfrentarlos juntos.
Mientras Yaito, Akemi y Yui caminaban juntos hacia la salida, charlando sobre el futuro y sus expectativas para el examen de la U.A., el teléfono de Yaito vibró en su bolsillo. Al sacarlo, vio que era un mensaje de su madre. Lo abrió con curiosidad y leyó el texto:
"Yaito, antes de que vuelvas a casa, ¿podrías pasar por el mercado? Necesito que compres algunas cosas para la cena. Te dejé la lista en el mensaje siguiente. ¡Gracias!"
Con una sonrisa tranquila, Yaito asintió para sí mismo y luego se detuvo.
Yaito: Parece que me tengo que desviar un poco —dijo, mostrando el mensaje a Akemi y Yui—. Mi mamá me pidió que pase por el mercado antes de volver.
Akemi frunció el ceño con una ligera sonrisa.
Akemi: Ah, la vida de un buen hijo. Supongo que te vas a perder el resto de la caminata con nosotros —bromeó.
Yaito se encogió de hombros de forma relajada.
Yaito: No es gran cosa. Ya sabes cómo es mi mamá, mejor no hacerla esperar.
Akemi soltó una risa y asintió, sabiendo que Yaito era siempre atento con las necesidades de su familia.
Akemi: Bueno, no te tardes demasiado. ¡La próxima vez jugamos en mi casa de nuevo! —dijo alzando la mano en despedida.
Yui, por su parte, observaba con su habitual expresión neutral, pero algo en su mirada denotaba curiosidad.
Yui: Nos vemos luego —dijo ella, con un tono más suave que de costumbre, aunque su rostro seguía inmutable.
Yaito sonrió ampliamente hacia ambas.
Yaito: Nos vemos luego, chicas. ¡Buena suerte en casa!
Después de un último gesto de despedida, Yaito se desvió de su camino y tomó rumbo hacia el mercado. Mientras caminaba, repasaba mentalmente la lista que su madre le había enviado, pensando en lo que podría preparar para la cena esa noche.
Aunque estaba algo cansado por el día agitado en la escuela, no pudo evitar sentirse agradecido por tener amigos como Akemi y Yui, además del apoyo incondicional de su madre. Mientras avanzaba hacia el mercado, su mente seguía enfocada en el próximo gran reto: el examen de la U.A. Sabía que no sería fácil, pero como siempre, se sentía listo para enfrentarlo con determinación y optimismo.
Mientras yaito se dirigía al mercado en la compra de la cosa que su madre de había mencionado en su teléfono, tenía todo listo para regresa no antes de mira por algunas tienda algunos anunció de varios héroes reconocidos y como había uno la cual era el mayor héroe la cual era de all might con su típica pose, y esa sonrisa que tanto lo caracteriscaba, pero en eso se vio a yaito en el reflejó mostrando que estaba por debajo de all might como si la imagen no hubiera coincidió.
"Deberías rendirte"
Ese recuerdo aun se mantenía en su cabeza hasta hoy, cuando fue clasificado como un quirkless no sabía que era lo que iba hacer, a pesar de tener el apoyo de algunas persona sentía que no pudiera esta a la expectativa que tanto de decía, a pesar de sacar lo positivo en la vida lo cierto era que eso lo estaba ocultado en la inseguridad que tenía.
Yaito:( Alguien como yo puede ser un héroe)- pensó mirando su mano.
Pero que paso con la fuerza que yaito había mostrando, pues el intento entrenar pero a notar que ya no podía aplasta los objeto con facilidad, incluso intento levantar un auto pero simplemente no pudo hacerlo, dando a entender que ese poder que tenia aparece tenía un límite o algo por el estilo.
Aun así yaito siempre se mantuvo en pie llendo a clase de karate para tener un estilo de combate, durante su niñez siempre entreno en un dojo cerca de su casa.
Mientras que este seguía su paso noto como unos niños estaba jugando al héroe y al villano dándole una leve sonrisa a yaito.
Mini flashblack.
En el cálido salón de la casa de los Yamanaka, el sol se filtraba por las ventanas, iluminando los juguetes esparcidos por el suelo. En el centro de la habitación, Katsumi, la madre de Yaito, y su hermana mayor, Emi, participaban en un juego familiar. Emi estaba "atrapada", atada a una silla con cuerdas de juguete, mientras alrededor de ella había muñecos y figuras que representaban a villanos.
Emi: ¡Ayuda! ¡Estoy en peligro! —gritaba fingiendo estar asustada. Se retorcía ligeramente en su asiento, pero una sonrisa juguetona se asomaba en su rostro mientras hacía de víctima.
Katsumi, con una risa suave, observaba desde un rincón, encantada con el juego que sus hijos habían inventado.
Emi: ¿Quién podrá salvarme de estos malvados villanos? —continuó con dramatismo, mirando hacia la puerta como si esperara la llegada de un héroe.
De repente, la puerta se abrió de golpe, y ahí estaba Yaito, un niño pequeño con una sonrisa radiante y llena de determinación. Llevaba una capa improvisada hecha de una toalla, ondeando detrás de él mientras se acercaba con pasos decididos.
Yaito: ¡No te preocupes, hermana! —exclamó con voz heroica—. ¡Yo estoy aquí para salvarte!
Katsumi reprimió una risa mientras observaba a su hijo con orgullo. Yaito, con ojos brillantes y energía infantil, se lanzó hacia los "villanos" de juguete, apartándolos del camino con movimientos exagerados y llenos de emoción.
Yaito: ¡Fuera, malvados! ¡Nadie puede vencer al gran Yaito Might! —gritó mientras empujaba las figuras y luego, con un gesto dramático, liberaba a Emi de las cuerdas que la mantenían "atrapada".
Emi, aún en su papel, exclamó con fingida sorpresa:
Emi: ¡Oh, eres mi héroe, Yaito! ¡Gracias por salvarme!
Yaito se cruzó de brazos, inflando el pecho con orgullo.
Yaito: Todo en un día de trabajo para un gran héroe —dijo, imitando la voz grave y seria de los héroes que admiraba.
Katsumi, viendo la escena, no pudo evitar sonreír con ternura. Para ella, estos momentos familiares, llenos de imaginación y amor, eran los que más atesoraba. Mientras Yaito y Emi seguían jugando, su madre observaba, sabiendo que ese espíritu protector y bondadoso de Yaito lo llevaría lejos, incluso cuando ya no fuera un niño pequeño jugando a ser héroe, sino un verdadero héroe en formación.
Katsumi: Siempre has tenido ese espíritu, Yaito —murmuró para sí misma, recordando con cariño esa escena mientras miraba cómo su pequeño niño crecía cada día más.
Fin de mini flashblack
Yaito a recordar ese vago recuerdo no pudo evitar sonreír, sin duda eso fuera buenos momentos con su familia, pero ahora debía de dar todo de él en este examen que sería en los próximos 10 meses debía de entrenar más, incluso si no pasaba lo intentaría nuevamente.
Con akemi y yui
Después de que Yaito se despidiera para ir al mercado a cumplir con el encargo de su madre, Akemi y Yui continuaron caminando juntas por las calles. Aunque Yui no era la persona más habladora, ambas compartían una especie de silencio cómodo, disfrutando la compañía de la otra. Akemi, siempre animada, hablaba de cosas cotidianas, mientras Yui la escuchaba con su habitual expresión neutral, aunque atenta.
De repente, Yui rompió el silencio de una manera que sorprendió a Akemi.
Yui: Yaito —dijo, cortante y directo.
Akemi, distraída en sus pensamientos, tropezó torpemente con una pequeña grieta en la acera, casi cayendo de manera cómica. Miró a Yui con una mezcla de sorpresa y confusión, preguntándose por qué había mencionado a Yaito tan de repente.
Akemi: ¿Eh? ¿Qué pasa con Yaito? —preguntó tratando de recobrar la compostura.
Yui no cambió su expresión, manteniéndose tan serena como siempre, pero se notaba cierta curiosidad en sus ojos.
Yui Tú lo conoces mejor que yo —dijo sin rodeos—. Llevamos un año escolar juntos, pero quiero saber más de él. Tú eres su amiga desde hace más tiempo.
Akemi se relajó un poco al escuchar la razón detrás del comentario de Yui, pero aún se sentía un poco sorprendida. Sin embargo, le sonrió con sinceridad.
Akemi: Oh, bueno... Yaito es... increíblemente positivo. Siempre está buscando la forma de ayudar a los demás, y lo hace sin esperar nada a cambio —dijo Akemi, con un brillo de admiración en los ojos—. Es amable y siempre tiene una palabra de aliento, aunque él mismo esté pasando por algo difícil. Es... alguien en quien realmente puedes confiar.
Yui asintió, absorbiendo la información en silencio. Pero entonces, de repente, soltó una pregunta que dejó a Akemi completamente fuera de guardia.
Yui: ¿Te gusta Yaito?
Akemi se quedó completamente paralizada. Su rostro, que ya de por sí solía mostrar emoción con facilidad, se sonrojó al nivel de su cabello pelirrojo, como si hubiera explotado en una nube de rubor. Levantó ambas manos agitadamente, moviéndolas de un lado a otro en un intento desesperado por disimular su nerviosismo.
Akemi: ¡¿Q-qué?! ¿Cómo se te ocurre? ¡Yui, eso no es...! —balbuceó tratando de encontrar las palabras correctas mientras su mente se nublaba.
Estaba tan distraída con la conversación que no notó cómo una serie de vendas sueltas, parte de un quirk cercano, se dirigían lentamente hacia ella. Mientras se agitaba cómicamente por la pregunta de Yui, las vendas comenzaron a enredarse en su brazo sin que ella se diera cuenta.
Yui, observando la escena, apenas levantó una ceja ante la situación. Aunque su rostro permanecía igual de inexpresivo, la curiosidad y la sorpresa se mezclaban en sus ojos al ver cómo Akemi reaccionaba.
Yui: ¿Entonces... no te gusta? —preguntó completamente imperturbable.
Akemi: ¡No es eso! ¡Es que...! - intentó responder, pero se interrumpió cuando finalmente notó las vendas que se enredaban en su brazo—. ¡¿Qué demonios es esto?!
Mientras Akemi trataba de liberarse, Yui solo observaba, sin dejar que nada la distrajera de su repentina curiosidad sobre los sentimientos de Akemi hacia Yaito. Aunque no lo admitiera abiertamente, la conversación sobre su amigo parecía haber despertado algo en ambas.
Mientras Akemi y Yui intentaban liberarse de las primeras vendas que rodeaban a Akemi, algo inesperado sucedió. En un abrir y cerrar de ojos, más vendas salieron disparadas desde un callejón oscuro, envolviendo rápidamente a ambas chicas por completo, dejándolas sin posibilidad de moverse o gritar. Solo sus ojos quedaban visibles, mostrando la mezcla de sorpresa y miedo que sentían en ese momento.
Akemi:(¿Qué está pasando?) —pensaba mientras luchaba inútilmente contra las vendas que la mantenían firmemente atrapada. Intentó usar su Quirk de fuego, pero se dio cuenta de que si lo hacía, podría quemar a Yui en el proceso.
Por su parte, Yui trataba de moverse también, pero sus manos estaban tan bien inmovilizadas que no podía activar su Quirk "Size". Sus ojos, siempre tan neutrales, mostraban una ligera sombra de preocupación. A pesar de su calma habitual, sabía que la situación no era buena.
??: Supongo que hoy es mi día de suerte —dijo una voz masculina, que resonó desde la oscuridad. Ambos pares de ojos se dirigieron hacia la fuente del sonido, donde una figura emergía del callejón.
Frente a ellas apareció lo que parecía ser una persona completamente envuelta en vendas, como si fuera una momia viviente. Solo sus ojos, llenos de malicia, eran visibles. El villano sonrió de manera siniestra, aunque su boca estaba oculta por las vendas.
??: Dos jóvenes estudiantes en el lugar perfecto... no podía pedir más. Supongo que ustedes dos me servirán para lo que necesito —añadió con un tono frío, mientras se acercaba lentamente hacia ellas.
Akemi y Yui intercambiaron miradas rápidas. Ambas pensaban lo mismo: este individuo no era un simple ladrón o alguien que se hubiera cruzado con ellas por casualidad. Era un villano.
Akemi trató de usar de nuevo su Quirk, pensando en quemar solo las vendas alrededor de sus brazos, pero el miedo de lastimar a Yui la detenía.
Akemi: (Si uso mi fuego, podría herirla) —pensó con frustración.
Yui, por su parte, evaluaba la situación con rapidez. Su Quirk tampoco era una opción en ese momento, ya que no podía tocar ningún objeto. Estaba atrapada sin poder hacer nada, lo que aumentaba su sensación de impotencia.
El villano, ahora completamente frente a ellas, las observaba como si ya las tuviera a su merced.
??: No se molesten en intentar escapar. He atrapado a personas mucho más fuertes que ustedes con esto. Será mejor que se relajen y disfruten del paseo, niñas —dijo con un tono burlón, mientras las vendas parecían apretarse un poco más, impidiendo cualquier movimiento adicional.
Akemi y Yui sabían que estaban en una situación peligrosa, y la única esperanza que tenían en ese momento era que alguien las viera o, tal vez, que una oportunidad inesperada se presentara para liberarse.
Volviendo con yaito
Yaito seguía caminando con la mente perdida en pensamientos sobre el futuro. Su sueño de convertirse en un héroe seguía siendo firme, incluso cuando las dificultades lo ponían a prueba. A pesar de los obstáculos, no iba a rendirse. Sin embargo, mientras caminaba, notó una multitud inusual reunida más adelante, lo que despertó su curiosidad.
Con una mezcla de preocupación y curiosidad, se acercó.
Yaito: Disculpe —preguntó a un señor que estaba cerca, tratando de entender qué sucedía—. ¿Puede decirme qué está pasando?
El hombre, con una expresión seria, respondió: Un villano tiene de rehenes a dos chicas, parecen ser estudiantes de secundaria.
El corazón de Yaito dio un vuelco. Sin saber por qué, sintió una inquietud crecer en su interior. Sin pensarlo dos veces, comenzó a moverse entre la multitud, encontrando pequeños huecos por donde pasar hasta llegar al frente, donde tres héroes profesionales intentaban lidiar con la situación. Sin embargo, algo no iba bien.
Al levantar la vista, su mirada se fijó en el villano: una figura envuelta completamente en vendas, una momia viviente. Pero lo que hizo que el corazón de Yaito se detuviera no fue el villano en sí, sino las rehenes. Entre las vendas que las envolvían, pudo distinguir a Akemi y Yui, sus amigas. El sudor frío recorrió su frente, y por un momento, el miedo lo paralizó.
Heroe: No puedo acercarme, mi Quirk no sirve de mucho en este caso —dijo uno de los héroes, frustrado mientras veía a las chicas intentando liberarse.
Heroina: Yo tampoco. Si me acerco demasiado, podría hacer que el villano lastime a las chicas —añadió una heroína cercana, también impotente.
Yaito escuchaba sus palabras, pero su mente ya no podía procesarlas completamente. Su corazón latía desbocado, y la sensación de impotencia lo inundaba. Los héroes, aquellos que supuestamente debían ser capaces de manejar cualquier situación, parecían incapaces de hacer algo. Y sus amigas estaban ahí, a merced del villano, sin que nadie pudiera ayudarlas.
Yaito: (No puedo esperar a que llegue otro héroe…) —pensó sintiendo una mezcla de desesperación y determinación. Sabía que no podía quedarse quieto, que no podía simplemente observar.
Su corazón le decía que debía actuar, aunque no tuviera un Quirk, aunque no fuera un héroe profesional. No podía abandonar a sus amigas, no podía dejarlas a merced de ese villano.
Con el rostro decidido, Yaito dio un paso hacia adelante, preparándose mentalmente para hacer lo que fuera necesario.
Soltando la bolsa de compras sin pensarlo dos veces, como si el peso de la misma también fuera el peso de sus dudas y miedos. Antes de que su mente pudiera detenerlo, su cuerpo ya estaba en movimiento, corriendo hacia el villano. A su alrededor, las personas gritaron, alarmadas por la temeridad del joven.
Heroe: ¡Detente! ¡No puedes hacer eso! —gritó uno de los héroes, extendiendo la mano, pero era inútil; Yaito ya había tomado su decisión.
El villano, la "momia", lo vio venir y esbozó una sonrisa burlona debajo de las vendas.
Villano: Qué idiota, ¿crees que puedes ser un héroe? —dijo con un tono despectivo, aun manteniendo a Akemi y Yui, quienes quedaron completamente paralizadas por el miedo.
Los pasos de Yaito eran rápidos, y su respiración entrecortada. No entendía qué lo estaba empujando hacia adelante. Su mente le gritaba que se detuviera, que no tenía sentido enfrentarse a un villano sin un Quirk, sin ninguna habilidad especial. Pero su corazón, su instinto, le decía otra cosa. Quería salvar a Akemi y Yui, a pesar del peligro, aunque le costara su vida.
Yaito:(¿Por qué estoy haciendo esto?)- pensó por un segundo, viendo cómo la figura de la momia crecía ante él. (No tengo un Quirk... pero, ¡no puedo quedarme quieto mientras ellas están en peligro!)
El villano levantó un brazo cubierto de vendas, listo para envolver a Yaito en un ataque. Las personas en la multitud contenían la respiración, los héroes preparándose para intervenir, aunque era casi imposible hacerlo a tiempo.
Pero en ese momento, algo dentro de Yaito cambió. Un calor desconocido comenzó a recorrer su cuerpo, algo que nunca antes había sentido. Sus ojos se encendieron con determinación, y aunque no tenía una respuesta clara para lo que estaba sintiendo, sabía una cosa con certeza: no iba a detenerse.
Yaito siguió avanzando, directo hacia el villano, decidido a proteger a sus amigas, aunque no supiera cómo.
En medio de su carrera hacia el villano, los recuerdos de Yaito comenzaron a inundar su mente. Pensó en su madre, Katsumi, que siempre había confiado en él; en su hermana Emi, que siempre lo animaba a seguir adelante. Pensó en Akemi, su amiga de toda la vida, que siempre lo apoyaba sin importar las circunstancias, y en Yui, a quien había comenzado a conocer mejor, alguien que ahora también dependía de él en ese momento. Todas esas personas que, a pesar de que no poseía un Quirk, lo miraban con fe.
Yaito: (Quiero ser un héroe… como All Might).
De repente, todo se volvió oscuro. El ruido de la gente, los gritos de los héroes y las risas del villano desaparecieron. Solo un latido suave resonó en la oscuridad, profundo y poderoso, como un eco lejano. Por un instante, apareció la imagen de un corazón latiendo con fuerza.
Yaito: (Yo también quiero ser un héroe).
El latido volvió, más fuerte esta vez. El corazón reapareció, pero ahora había grietas de color naranja recorriéndolo. Sentía un calor profundo, algo dentro de él que estaba despertando, algo que siempre había estado ahí pero que ahora estaba listo para emerger.
Yaito: (Y para eso… debo hacer lo correcto… para ayudar a los demás).
El latido resonó una vez más, y las grietas en el corazón se iluminaron, irradiando una energía vibrante, como si algo estuviera a punto de romperse y liberarse. De vuelta en la realidad, Yaito sintió cómo una energía inusual empezaba a rodearlo. Ráfagas de electricidad de un color naranja brillante comenzaron a bailar a su alrededor. Su cabello se erizó levemente, impulsado por la energía que ahora lo envolvía.
Los tatuajes que había adquirido al tocar el báculo aquella vez empezaron a brillar intensamente, como si fueran conductos para esa nueva energía que estaba fluyendo por todo su cuerpo. Cada línea de esos tatuajes vibraba con poder, amplificándose y resonando con el entorno.
El villano se detuvo en seco, observando cómo Yaito se transformaba frente a sus ojos, envuelto en rayos naranjas que zigzagueaban por su cuerpo. La multitud estaba en silencio, los héroes paralizados por la sorpresa. Nadie entendía lo que estaba pasando.
Yaito, sin embargo, no dudó. Aunque su cuerpo estaba reaccionando de manera extraña, su objetivo estaba claro. Esta era su oportunidad, su momento para proteger a Akemi y Yui, y no iba a fallar.
Yaito: —¡No dejaré que les hagas daño! —gritó con determinación, mientras avanzaba hacia el villano con una nueva fuerza que ni él mismo comprendía del todo.
Los rayos a su alrededor chisporroteaban, resonando con su voluntad.
El villano, aún en su confianza, lanzó sus vendas hacia Yaito con la intención de atraparlo como lo había hecho con Akemi y Yui. Pero algo era diferente. Para Yaito, todo parecía moverse con una lentitud irreal, como si el tiempo a su alrededor se hubiera ralentizado. Podía ver las vendas acercándose, pero su cuerpo reaccionó antes de que su mente procesara el peligro. Con una agilidad que jamás había experimentado, evitó cada una de las vendas con una facilidad sorprendente.
El público, al igual que los héroes profesionales, observaba con incredulidad cómo Yaito esquivaba los ataques sin esfuerzo. El villano, claramente frustrado, continuó lanzando más vendas, pero cada intento fallaba miserablemente.
Yaito: No te atrevas a lastimar a la gente importante para mí —dijo con una voz firme, acercándose cada vez más al villano.
Sin detenerse, Yaito lanzó un potente uppercut directo al mentón del villano. El golpe fue tan fuerte que las vendas que lo mantenían aferrado a Akemi y Yui se soltaron instantáneamente. Las dos chicas cayeron al suelo, liberadas, mientras el villano era elevado por los aires, aturdido por el impacto.
Pero Yaito no había terminado.
Con una determinación feroz, dio un salto increíble, alcanzando al villano en el aire. Todo a su alrededor se volvía más intenso. Podía sentir cómo el aire a su alrededor se acumulaba y giraba en torno a su pierna, como si toda la energía que lo rodeaba se concentrara en ese momento.
Con un grito de fuerza, lanzó una patada devastadora directamente al rostro del villano. El impacto fue tan brutal que no solo mandó al villano a volar varios metros, sino que también creó una potente ráfaga de aire que se expandió por todo el lugar.
Los héroes profesionales y el público tuvieron que afirmarse en el suelo para no ser arrastrados por la explosión de viento. El villano, por su parte, se estrelló contra una pared distante, completamente derrotado.
El lugar quedó en silencio. Todos, desde los héroes hasta el público, observaban asombrados la escena frente a ellos. Yaito, jadeando ligeramente por el esfuerzo, permanecía de pie, su cuerpo todavía rodeado por las chispas naranjas que lentamente comenzaban a desvanecerse. Había hecho lo imposible.
Akemi y Yui, ya liberadas, se miraron mutuamente con sorpresa y alivio, sin poder creer lo que acababan de presenciar.
Heroe: ¿Cómo…? —murmuró uno de los héroes, sin poder encontrar las palabras.
Yaito bajó la vista hacia sus manos, todavía sin comprender completamente lo que acababa de ocurrir. Pero una cosa era segura: había logrado salvar a sus amigas.
El villano, completamente derrotado y aturdido por los golpes de Yaito, fue rápidamente inmovilizado por un grupo de héroes que llegaron a la escena justo después del ataque final. Las vendas que antes había utilizado para atrapar a Akemi y Yui fueron arrancadas de su cuerpo mientras los héroes lo esposaban y lo arrastraban lejos. El público aplaudía, todavía impresionado por lo que acababan de presenciar.
Un héroe, con una capa azul y una gran cicatriz en la mejilla, se acercó a Akemi y Yui, quienes aún intentaban procesar lo que había ocurrido.
Héroe: ¡Ustedes dos lo hicieron excelente! Mantuvieron la calma en una situación difícil. Eso es lo que se espera de verdaderos héroes en entrenamiento —dijo con una sonrisa, mientras les daba una palmada suave en el hombro. Ambas chicas asintieron, aún algo en shock, pero agradecidas por estar a salvo.
Yaito, por su parte, estaba parado a un lado, tratando de recobrar el aliento. Sin embargo, su momento de tranquilidad fue interrumpido por un héroe más serio, que se acercó directamente a él con una expresión de desaprobación en el rostro.
Héroe Serio: Tú, chico. ¿Tienes idea de lo imprudente que fue lo que hiciste? ¡Podrías haberte matado! No tienes un quirk, y aun así te lanzaste directamente contra un villano peligroso. Eso no es lo que significa ser un héroe.
Yaito bajó la cabeza ligeramente, sabiendo que el héroe tenía razón. Había actuado por impulso, guiado por la necesidad de salvar a sus amigas, pero sin pensar en las consecuencias.
Yaito: Lo siento… —murmuró—. Solo… no podía quedarme quieto mientras mis amigas estaban en peligro.
El héroe cruzó los brazos, suspirando pesadamente.
Héroe Serio: Lo entiendo, y tu valor es admirable. Pero el heroísmo no es solo lanzarse sin pensar. Es saber cuándo actuar y cuándo esperar. Dejaste a los profesionales en una situación comprometida. Si las cosas hubieran salido mal, no solo tú, sino también tus amigas podrían haber salido lastimadas.
Yaito asintió, aún con la cabeza baja. Sabía que había sido impulsivo, pero en ese momento, no había visto otra opción.
Héroe Serio: Dicho eso —continuó el héroe, suavizando un poco su tono—, lograste lo que pocos sin un quirk podrían hacer. Pero recuerda que el heroísmo también es responsabilidad. No arriesgues tu vida sin pensarlo dos veces.
Akemi y Yui, que estaban observando desde cerca, se acercaron a Yaito en silencio. Akemi, todavía con el rostro sonrojado, se limitó a asentir mientras Yui, con su típica expresión neutral.
Después de que los héroes se llevaron al villano y la multitud comenzaba a dispersarse, Akemi y Yui se acercaron a Yaito, quien aún estaba procesando todo lo que había ocurrido. Mientras tanto, algunos héroes continuaban asegurándose de que todos estuvieran a salvo y revisando la escena para evitar cualquier otro peligro.
Sin previo aviso, Akemi se lanzó hacia Yaito y lo abrazó con fuerza, casi aplastándolo contra ella. Su rostro estaba completamente rojo, y se podía notar la mezcla de emociones en su gesto: alivio, gratitud y, sobre todo, preocupación.
Akemi: ¡Eres un completo idiota! —gritó, apretando los dientes mientras lo abrazaba aún más fuerte—. ¿Cómo se te ocurre lanzarte de esa manera? ¡Pudiste haberte matado, Yaito! —Sus palabras salían atropelladas, casi mezcladas con un tono de preocupación y enojo.
Yaito, sorprendido por el repentino abrazo, intentó responder, pero antes de que pudiera decir algo, sintió un golpe suave en la parte trasera de su cabeza.
Akemi: ¡Eso fue por ser tan imprudente! —dijo, frunciendo el ceño mientras lo soltaba ligeramente.
Yaito: Lo siento, Akemi… —respondió frotándose la cabeza donde lo había golpeado—. Simplemente… no podía dejar que te hicieran daño.
Akemi lo miró con los ojos brillando, claramente todavía molesta, pero al mismo tiempo profundamente conmovida por sus palabras. De repente, su expresión cambió y, antes de que Yaito pudiera reaccionar, Akemi volvió a abrazarlo, esta vez de forma más suave.
Akemi: Gracias… gracias por ser mi héroe hoy —susurró con la voz más baja, casi temblando—. Pero no vuelvas a hacer algo tan estúpido, ¿de acuerdo? No soportaría que te pasara algo por mi culpa.
Yaito, sorprendido por el cambio de tono, sonrió con calidez mientras la abrazaba de vuelta. Sentía el calor y la sinceridad en el gesto de Akemi, y aunque había recibido un golpe por su imprudencia, sabía que lo había hecho porque se preocupaba profundamente por él.
Yaito: Prometo ser más cuidadoso la próxima vez… aunque, sinceramente, me alegra haber podido ayudarlas. No me importa arriesgarme si es por ustedes.
Yui, quien había estado observando todo en silencio, solo levantó una ceja, pero no hizo ningún comentario. Su expresión seguía siendo neutral, aunque en el fondo sentía algo de alivio al ver que sus amigos estaban bien. En su propio estilo calmado, simplemente murmuró:
Yui: Eres imprudente… pero gracias por ser el héroe el día de hoy.
Yaito miró a ambas chicas y, por primera vez desde el incidente, se permitió reír ligeramente, aliviado de que todo había terminado bien.
Yaito: Supongo que a veces hasta los héroes imprudentes pueden hacer algo bien, ¿no?
Yaito, con una sonrisa leve pero sincera, miró a sus amigas. A pesar del sermón y las reprimendas, sabía que había hecho lo correcto, porque no había nada más importante para él que proteger a quienes le importaban.
Caminando juntos por las calles mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, Yaito, Akemi y Yui se dirigían a sus casas. El ambiente era tranquilo, pero dentro de la mente de Yaito, todo era un torbellino de pensamientos y emociones. El incidente con el villano lo había dejado con una sensación extraña, una que no podía sacudirse tan fácilmente.
Akemi caminaba a su lado, conversando de manera ligera para aliviar la tensión que aún quedaba en el aire. A pesar de todo, seguía lanzándole miradas furtivas, como si aún no pudiera creer que Yaito hubiera corrido ese riesgo por ella y Yui. Por su parte, Yui, como siempre, mantenía su expresión neutra, pero Yaito podía notar que estaba un poco más callada de lo habitual, quizás procesando también lo que había sucedido.
Mientras avanzaban, Yaito no podía dejar de pensar en lo que había sentido en el momento del rescate. No fue solo la adrenalina, no fue solo el impulso de querer protegerlas. Había algo más, una fuerza que había despertado dentro de él, algo que jamás había experimentado antes. Cuando los rayos naranjas lo rodearon, sintió una conexión profunda, como si su cuerpo y mente se alinearan con un poder que, hasta ahora, desconocía.
Yaito: (¿Qué fue lo que ocurrió? —se preguntaba una y otra vez mientras observaba sus manos—. No tengo un quirk, eso lo sé. Pero, en ese momento, sentí algo... algo diferente. Esa energía que me ayudó a salvarlas, ¿de dónde vino?)
Recordaba claramente la sensación cuando esquivó las vendas del villano con facilidad, como si su cuerpo supiera exactamente qué hacer. Y luego, ese poder que fluyó a través de él, los tatuajes que habían aparecido como si siempre hubieran estado ahí. ¿Era eso un quirk? No lo entendía, pero una cosa estaba clara: esa fuerza lo había ayudado a proteger a las personas que más le importaban.
Yaito: (Lo más importante es que pude salvarlas. Aunque no entienda del todo lo que pasó, sé que haría lo mismo una y otra vez... No necesito saber qué es esto, solo necesito usarlo para hacer lo correcto.)
Akemi lo miró de reojo, notando que Yaito estaba sumido en sus pensamientos. Decidió no interrumpirlo, dándole espacio para procesar todo lo que había ocurrido. Después de todo, ambos habían vivido una experiencia intensa, y era comprensible que él necesitara tiempo para entenderlo.
Finalmente, llegaron a una intersección donde sus caminos se separarían. Akemi se detuvo y miró a Yaito, con una sonrisa tranquila, aunque aún se notaba una ligera preocupación en sus ojos.
Akemi: Bueno, supongo que aquí nos separamos por hoy. Yaito, gracias otra vez por... ya sabes, salvarnos. Pero, en serio, no vuelvas a hacer algo tan loco, ¿de acuerdo? Quiero seguir viéndote en clase, no en un hospital.
Yaito sonrió con suavidad, aunque todavía perdido en sus pensamientos.
Yaito: No te preocupes, Akemi. Prometo que intentaré no ser tan imprudente la próxima vez.
Yui, que había permanecido en silencio todo el camino, asintió ligeramente antes de dirigirse también a su casa.
Yui: —Nos vemos mañana.
Cuando ambas chicas se alejaron, Yaito quedó solo en la calle, con el sonido del viento susurrando a su alrededor. Apretó ligeramente los puños, todavía sintiendo esa energía latente en su interior. Quizás no entendía lo que había sucedido, pero algo estaba claro: había dado un paso más hacia su sueño.
Yaito: (Quiero ser un héroe. Y si este poder me ayuda a proteger a quienes son importantes para mí, entonces... lo aceptaré, sea lo que sea.)
Con esa determinación en su corazón, Yaito retomó su camino hacia casa, sabiendo que su viaje apenas comenzaba, y que aún le quedaban muchas más preguntas por responder.
Continuará..........
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