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Capitulo 25

La estación de tren estaba llena de bullicio y emoción. Los estudiantes de la Clase 1-A estaban reunidos con sus mochilas y trajes listos, algunos conversaban emocionados sobre las agencias a las que habían sido aceptados, mientras otros revisaban sus horarios y mapas para no perderse. A lo lejos, el profesor Aizawa los observaba con su habitual mirada seria, esperando el momento oportuno para dar las últimas indicaciones.

Aizawa: Recuerden, la pasantía durará solo una semana —dijo con su tono seco pero firme, llamando la atención de todos— Será mejor que den lo mejor de ustedes y aprovechen esta oportunidad para aprender lo máximo posible.

Los murmullos de emoción aumentaron entre los estudiantes, especialmente de quienes tenían la oportunidad de trabajar con héroes famosos. Sin embargo, apartadas del resto, Akemi y Lila permanecían en silencio, sus miradas perdidas en el suelo. A pesar de estar físicamente presentes, sus pensamientos estaban en otro lugar, o más bien, en otra persona.

Akemi suspiró, recordando a Yaito, quien no estaba con ellos en ese momento. Sabía cuánto había anhelado participar en las pasantías. Su sueño de ser un héroe lo había impulsado a superar cada obstáculo, y ahora, por las limitaciones que le había impuesto su situación, estaba apartado de esta experiencia. Lila, a su lado, compartía el mismo pensamiento, su expresión reflejaba preocupación mezclada con una tristeza silenciosa.

Tsuyu: Akemi, Lila —su suave voz, interrumpió sus pensamientos mientras se acercaba a ellas—. ¿Están bien?

Ambas levantaron la mirada hacia Tsuyu, quien las observaba con su típica serenidad. Akemi esbozó una pequeña sonrisa, intentando disipar cualquier sospecha.

Akemi: Sí, Tsuyu, estamos bien —respondió su tono de voz tratando de sonar convincente.

Lila: Solo estábamos pensando en las pasantías, eso es todo —añadió aunque sus palabras carecían de la energía habitual.

Tsuyu inclinó ligeramente la cabeza, sus grandes ojos analizando a ambas. Sabía que algo las preocupaba, pero decidió no presionarlas.

Tsuyu: Entiendo —dijo con calma—. Pero recuerden que si necesitan hablar, estamos aquí.

Ambas chicas asintieron, agradeciendo el gesto de su compañera. Mientras Tsuyu regresaba con los demás, Akemi apretó ligeramente sus puños, un sentimiento de frustración mezclado con impotencia la invadió.

Lila: Espero que Yaito esté bien —murmuró Lila, rompiendo el silencio entre ellas.

Akemi: Lo estará —respondió con más firmeza, aunque más parecía intentar convencerse a sí misma—. Es más fuerte de lo que parece.

El tren llegó finalmente, el sonido del silbato y las puertas abriéndose llamaron la atención de todos. Los estudiantes comenzaron a subir, llenos de expectativas y energía. Sin embargo, mientras el tren se ponía en marcha, Akemi y Lila no podían dejar de pensar en el vacío que sentían sin Yaito a su lado.

La estación de tren avanzaba con su rutina habitual, pero para los estudiantes de la Clase 1-A, el ambiente estaba lleno de emociones encontradas. Izuku Midoriya, quien siempre intentaba estar atento a sus compañeros, caminaba junto a Sachi, una estudiante conocida por su aguda percepción y serenidad. Ambos se acercaron a Tenya Iida, quien estaba apartado del grupo, revisando su celular con el ceño fruncido.

Izuku: Iida, ¿estás bien? —preguntó con genuina preocupación, recordando que Iida había tenido que retirarse del Festival Deportivo por una lesión.

Sachi, con una mirada más inquisitiva, se cruzó de brazos mientras analizaba el rostro tenso de Iida. Era evidente que algo más lo estaba afectando.

Lida: Midoriya, Sachi... estoy bien —respondió de manera cortante, aunque su tono de voz carecía de la energía y firmeza habitual.

Sachi levantó una ceja, sin estar convencida por la respuesta.

Sachi: ¿Seguros que estás bien? —insistió ella, inclinándose ligeramente hacia él—. No tienes que fingir con nosotros.

Iida suspiró, sabiendo que no podría evadirlos. Dudó por un momento antes de finalmente hablar, aunque su voz era baja, como si no quisiera que otros lo escucharan.

Lida: Recibí noticias sobre mi hermano, Tensei —dijo, y su tono se llenó de seriedad—. Él... ha decidido retirarse como héroe después de lo que ocurrió con el "Asesino de Héroes".

La expresión de Izuku cambió inmediatamente a una mezcla de sorpresa y preocupación.

Izuku: ¿Ingenium va a retirarse? —preguntó, incrédulo—. ¿Está tan mal después del ataque?

Iida asintió lentamente, apretando los puños con fuerza. Sus manos temblaban mientras continuaba hablando.

Lida: El ataque lo dejó gravemente herido. No podrá continuar como héroe, y es algo que aún estoy intentando aceptar.

Izuku y Sachi intercambiaron miradas. Ambos sabían cuánto admiraba Iida a su hermano y cuánto había significado Ingenium para su vida.

Izuku: Lida... —empezó, intentando consolarlo—. No tienes que cargar con esto solo. Si hay algo que podamos hacer, solo dilo.

Sin embargo, la mirada de Iida cambió por un instante. Había algo más detrás de su semblante rígido. Un fuego ardía en sus ojos, uno que Sachi no tardó en identificar: el deseo de venganza. Aunque Iida intentaba ocultarlo, sus amigos podían notar que algo lo estaba consumiendo.

Lida: Gracias, Midoriya, Sachi —respondió Iida con una sonrisa forzada—. Pero esto es algo que debo manejar por mi cuenta.

Sachi, perspicaz como siempre, no se dejó engañar.

Sachi: Ten cuidado, Iida —dijo con un tono firme, pero no carente de empatía—. La venganza no siempre trae paz. Asegúrate de que cualquier decisión que tomes sea por el bien de tu hermano, no solo para apaciguar tu enojo.

Iida no respondió inmediatamente. Simplemente asintió antes de mirar su reloj.

Lida: Es mejor que regresemos con los demás. El tren está por llegar.

Mientras se dirigían hacia el grupo, Sachi susurró a Izuku

Sachi: ¿Crees que Iida está pensando en ir tras el "Asesino de Héroes"?

Izuku apretó los labios, visiblemente preocupado.

Izuku: No lo sé, pero no podemos dejarlo solo. Necesitamos apoyarlo, sea lo que sea que esté enfrentando.

Ambos decidieron mantenerse cerca de Iida, esperando que su presencia fuera suficiente para evitar que tomara una decisión precipitada. Sin embargo, una sensación de inquietud persistía en el aire, como si las acciones de Iida fueran una bomba de tiempo esperando detonar.

El tren de Akemi llegó finalmente a la estación. La joven subió con pasos lentos, buscando un asiento vacío mientras su mente seguía atrapada en un torbellino de emociones. Se sentó junto a la ventana, mirando cómo la ciudad comenzaba a pasar rápidamente mientras el tren avanzaba, pero sus pensamientos no estaban allí.

Akemi: Soy una mala amiga- se repetía a sí misma, apretando con fuerza la tela de su falda. Recordaba todas las veces que había recurrido a Yaito cuando se sentía perdida o abrumada, cómo él siempre estaba ahí, ofreciendo su sonrisa tranquila y sus palabras reconfortantes. Y ahora, cuando él estaba claramente sufriendo, lo único que había podido ofrecerle eran unas cuantas palabras y una sonrisa forzada.

Miró al vidrio, viendo su reflejo superpuesto con el paisaje urbano.

Akemi: Yaito siempre ha sido fuerte... demasiado fuerte. Pero sé que su sonrisa ahora no es real- Había algo en sus ojos, incluso en ese único ojo que le quedaba visible, que revelaba un dolor profundo. No podía ignorarlo, aunque él intentara ocultarlo.

Los recuerdos la asaltaron. Aquella vez que estaba llorando en el parque porque falló un examen importante y no quería volver a casa. Yaito apareció como por arte de magia, se sentó junto a ella y le dijo.

"Akemi, los errores son solo recordatorios de que estamos aprendiendo. Mañana será otro día para intentarlo."

Esa calma y comprensión que él siempre tenía la habían salvado más veces de las que podía contar.

Akemi cerró los ojos, apretando los labios mientras sentía una punzada de culpa. Ahora, él era quien estaba luchando con algo mucho más grande, algo que ella no podía imaginar. Perder un ojo, quedar fuera de las pasantías, lidiar con el miedo a no poder cumplir sus sueños... Yaito estaba cargando todo eso, y ella no había estado a su altura.

Abrió los ojos nuevamente, su mirada ahora reflejando una nueva determinación.

Akemi: No puedo cambiar lo que ya pasó, pero puedo estar ahí para él ahora. No importa cómo lo intente ocultar, voy a asegurarme de que sepa que no está solo.

El tren llegó a la siguiente estación, y Akemi bajó junto a otros pasajeros. Mientras caminaba hacia el lugar donde debía encontrarse con su héroe asignado para la pasantía, sus pensamientos seguían con Yaito. Sacó su teléfono, dudando por un momento antes de enviarle un mensaje.

"Espero que estés descansando. Sé que siempre intentas parecer fuerte, pero no tienes que hacerlo todo solo. Aquí estoy si necesitas hablar."

Envió el mensaje y guardó el teléfono. Aunque no sabía si Yaito respondería, Akemi decidió que, a partir de ahora, haría todo lo posible para apoyarlo, tal como él siempre había hecho con ella.

Residencia Yamanaia

La sala de la casa Yamanaka estaba iluminada por la suave luz de la televisión, donde se escuchaba la alegre voz de Dora la Exploradora. Yaito estaba recostado en el sillón con una manta cubriéndolo parcialmente, sus ojos brillaban con una inocente emoción mientras seguía cada palabra del programa.

"¿Pueden ver un huevo? ¡Digan huevo!", decía Dora en la pantalla.

Yaito, totalmente inmerso, señaló con entusiasmo al arbusto que aparecía en el fondo animado.

Yaito: ¡Huevo! ¡Ahí está el huevo!- exclamó, casi saltando en su asiento.

"¡Un huevo! Muy bien, amigos."

Entonces apareció otro huevo detrás de un árbol.

Yaito: ¡Otro huevo!- gritó, riendo como si fuera un niño pequeño.

Desde la cocina, Katsumi miraba la escena mientras lavaba unos platos. Su rostro se iluminó con una sonrisa cálida y maternal al ver a su hijo tan feliz. Después de semanas de preocupación y dolor, este pequeño momento de alegría le devolvía algo de tranquilidad.

Katsumi: Mira que fácil es alegrarte el día, hijo- murmuró para sí misma, sacudiendo la cabeza con ternura.

Emi, quien había bajado las escaleras para buscar un libro, se detuvo en la puerta de la sala y observó la escena. No pudo evitar sonreír al ver a su hermano disfrutando de algo tan simple. Con una ceja levantada, comentó en un tono burlón.

Emi: ¿En serio, Yaito? ¿Dora la Exploradora? ¿Qué sigue? ¿Plaza Sésamo?

Yaito la miró de reojo, sin perder su sonrisa.

Yaito: Ey, Dora es educativa y me ayuda a relajarme. Tú deberías probarlo, Emi.

Emi: Claro, claro- respondió rodando los ojos pero con una sonrisa. Se acercó y revolvió el cabello de Yaito con cariño antes de regresar a sus cosas.

De vuelta en la cocina, Katsumi terminó de lavar los platos y se secó las manos con un paño. Decidió unirse a Yaito en la sala, llevando un pequeño plato de frutas cortadas. Se sentó a su lado, colocando el plato en la mesa.

Katsumi: ¿Cómo va la búsqueda de huevos?- le preguntó con una sonrisa.

Yaito: ¡Va genial, mamá! Acaban de encontrar tres seguidos- dijo, señalando emocionado la pantalla.

Katsumi rió suavemente y pasó un brazo alrededor de los hombros de su hijo. Aunque sabía que había mucho que superar, momentos como este le recordaban lo fuerte que era Yaito y cuánto valoraban cada instante de tranquilidad en familia.

La alegre atmósfera de la sala se interrumpió abruptamente cuando la pantalla de la televisión parpadeó y la voz animada de Dora fue reemplazada por un tono más serio. Un noticiero irrumpió en el programa.

"Interrumpimos este programa para traerles una última noticia," decía el presentador con un semblante sombrío.

Yaito, aún envuelto en su manta, inclinó la cabeza hacia un lado, confundido por el cambio repentino. Katsumi, en cambio, frunció el ceño y se giró hacia la pantalla, su instinto maternal encendiéndose de inmediato.

La transmisión mostró imágenes de calles vacías y cintas amarillas de seguridad que bloqueaban una escena de crimen. El reportero, con el micrófono en mano, hablaba frente a lo que parecía ser una oficina de héroes local.

"Hemos recibido informes de que el infame 'Asesino de Héroes', conocido como Stain, ha vuelto a atacar. En las últimas horas, se confirmaron los nombres de tres héroes caídos en diferentes localidades. Las autoridades han pedido calma a la ciudadanía mientras se intensifica la búsqueda del criminal."

Katsumi llevó una mano a su boca, su rostro reflejando la preocupación. Mientras tanto, Yaito permanecía en silencio, sus ojos fijos en la pantalla. Aunque todavía era joven, entendía perfectamente lo que significaba esa noticia. Su expresión, que momentos antes reflejaba la alegría de un niño, se tornó seria y pensativa.

El reportero continuó:

"Entre las víctimas se encuentra el héroe Shield Front, conocido por su labor en la protección de civiles durante emergencias. También se reportó un enfrentamiento reciente en Hosu, donde se cree que Stain podría estar operando actualmente. Las autoridades piden a los héroes locales extremar precauciones y evitar enfrentamientos directos con este peligroso individuo."

Katsumi apagó el televisor con rapidez, sintiendo que ya era suficiente para un día.

Yaito: Mamá.....- dijo en un tono suave, pero con un deje de inquietud en su voz.

Katsumi lo miró y, con una sonrisa maternal, intentó tranquilizarlo.

Katsumi: No te preocupes, hijo. Esto no tiene nada que ver contigo ni con tu clase. Los héroes profesionales están trabajando para detenerlo.

Yaito asintió, pero su mente seguía trabajando. Recordó las palabras de sus profesores y compañeros sobre el peligro que enfrentaban los héroes, y una pequeña semilla de duda comenzó a germinar en su corazón.

Yaito: Espero que todos estén bien- murmuró, más para sí mismo que para su madre.

Katsumi lo abrazó con fuerza, como si quisiera protegerlo de todo el mal del mundo. Aunque no lo decía en voz alta, ella también estaba profundamente preocupada. ¿Qué tan seguro sería el camino de héroe para su hijo, especialmente después de todo lo que ya había pasado?

La tranquilidad del hogar de los Yamanaka se rompió de manera abrupta. El fuerte sonido resonó como un trueno, sacudiendo tanto la casa como los pensamientos de Yaito. Se levantó de inmediato del sillón, dejando atrás cualquier rastro de la relajada atmósfera de minutos antes.

Al llegar a la entrada, vio la escena que lo dejó helado por un segundo. Katsumi yacía en el suelo, aparentemente inconsciente, mientras una figura encapuchada, pequeña y envuelta en una túnica oscura, permanecía inmóvil, observándolo desde las sombras de su capucha. El ser medía apenas 1.50 metros, pero la sensación que emitía era opresiva, casi como si llenara el aire con una energía que obligaba a mantener la guardia.

Yaito: ¡Mamá!- gritó mientras corría hacia ella, pero al notar que el ser encapuchado no hacía ningún movimiento para detenerlo, cambió de enfoque, sus instintos como aprendiz de héroe despertando.

Se lanzó hacia el desconocido con toda la fuerza que pudo reunir, su puño cargado con la determinación de proteger a su madre. Sin embargo, en un solo movimiento fluido, el encapuchado desvió el ataque de Yaito con una destreza casi sobrehumana, aprovechando el impulso para derribarlo con un giro. El impacto fue tan fuerte que Yaito atravesó una pared y salió disparado hacia el exterior de la casa, dejando un estruendo que se escuchó por toda la calle.

Aturdido, Yaito se levantó con dificultad, observando cómo el encapuchado ahora estaba frente a él en el jardín, avanzando lentamente pero con un propósito definido. La calma del desconocido contrastaba con la adrenalina que corría por el cuerpo de Yaito.

Yaito: ¿Quién eres? ¿Qué quieres de nosotros?- preguntó con furia y un atisbo de desesperación, ajustando su postura para atacar nuevamente.

El encapuchado no respondió. En cambio, sacó un pequeño frasco de su túnica, lo agitó, y sopló su contenido en dirección a Yaito. Un polvo extraño, brillante y con un ligero olor metálico, llenó el aire.

Yaito retrocedió, tratando de contener la respiración, pero el efecto fue inmediato. Sus piernas se sintieron débiles, su vista comenzó a nublarse, y el mundo a su alrededor empezó a girar.

Yaito: ¿Qué… qué es esto?- murmuró, tambaleándose mientras intentaba mantener el equilibrio.

El encapuchado finalmente habló, su voz baja y cargada de una extraña mezcla de autoridad y misterio

??: Duérmete, predestinado. Hay mucho que debes recordar antes de enfrentar lo que viene."

Yaito cayó de rodillas, sus fuerzas completamente drenadas. Antes de perder la conciencia, pudo escuchar el eco de aquellas palabras, que se repetían en su mente como un eco persistente.

Yaito: ¿Predestinado?- fue lo último que alcanzó a susurrar antes de caer al suelo, dormido.

El encapuchado se quedó un momento observándolo en silencio, como si evaluara algo. Luego, con un movimiento rápido y ágil, cargó a Yaito y desapareció entre las sombras de la noche, dejando atrás la casa destrozada y a Katsumi, que comenzaba a recuperar lentamente la conciencia.

La puerta de la agencia del Gran Torino se abrió lentamente, y Midoriya, cargando consigo toda la mezcla de emoción y nerviosismo, dio un paso al interior. Las palabras de All Might sobre la estricta personalidad de su maestro resonaban en su cabeza.

Izuku: Es un hombre exigente, Midoriya, y su entrenamiento será duro. Pero confía en él.

Izuku esperaba encontrarse con una figura imponente, alguien con la energía y seriedad de un héroe experimentado. Pero la escena que lo recibió era completamente distinta: un anciano tirado en el suelo, con lo que parecía ser un charco de sangre debajo de él.

Izuku: ¡Está muerto!- gritó retrocediendo en pánico, su corazón latiendo con fuerza mientras apuntaba nerviosamente al cuerpo.

El supuesto cadáver levantó la cabeza con lentitud, revelando un rostro arrugado y una expresión despreocupada.

Gran Torino: ¿Muerto? ¡Bah! Sólo estaba probando mi resistencia- dijo el anciano mientras se ponía de pie con sorprendente agilidad para su apariencia. -Aunque… esa salsa de tomate estaba buena. ¿Quieres probarla?

Izuku parpadeó, completamente confundido.

Izuku: ¿Salsa de tomate?- Repitió casi en automático, todavía procesando la escena surrealista frente a él.

El Gran Torino, con una sonrisa traviesa, se limpió las manos en su delantal, dejando a la vista su traje de héroe que, aunque viejo, todavía tenía un aire de autoridad.

Gran torino: Así que tú eres el chico del One for All.- dijo mientras lo inspeccionaba de arriba abajo- Pareces más débil de lo que esperaba, pero eso tiene remedio. ¿Tienes hambre?

Izuku parpadeó de nuevo, más desconcertado que antes. Este era el hombre que All Might había dicho que lo haría temblar de miedo.

Izuku: Ah, no… yo... vine para entrenar.- dijo finalmente, tratando de recuperar la compostura.

El Gran Torino soltó una carcajada y se dirigió hacia una mesa pequeña, donde había un microondas y una caja de lo que parecía ser pan congelado.

Gran torino: Entrenar, ¿eh? Bueno, primero come. No se puede pelear con el estómago vacío.

Izuku se sentó lentamente, todavía confundido. Mientras el Gran Torino preparaba algo de comida, no pudo evitar que sus pensamientos volvieran a Yaito. Desde que se enteró de lo ocurrido, no podía dejar de preocuparse.

Izuku:(Él es como yo)-pensó-(Alguien que quiere ser un héroe sin importar las dificultades. ¿Cómo estará ahora?)

El Gran Torino, notando su expresión distraída, le lanzó un pan caliente que Izuku atrapó en el aire por reflejo.

Gran torino: Oye, chico. Si estás aquí, concéntrate. Lo que sea que tengas en mente, déjalo a un lado. El entrenamiento para dominar el One for All no es algo que puedas tomar a la ligera.

Izuku asintió rápidamente, comprendiendo la gravedad de las palabras del anciano. Aunque su preocupación por Yaito seguía presente, supo que tenía que enfocarse. Si quería ser un héroe lo suficientemente fuerte para ayudar a otros, tenía que dar lo mejor de sí, empezando por aquí.

El Gran Torino sonrió con satisfacción al ver la determinación regresar a los ojos del joven.

Gran torino: Eso está mejor. Ahora prepárate, chico. Este entrenamiento será lo más difícil que has enfrentado hasta ahora.

Con akemi

Akemi respiró hondo mientras se paraba frente a la puerta del departamento que le habían indicado. No podía evitar sentir cómo su corazón latía con fuerza; después de todo, estaba a punto de conocer a una de sus heroínas favoritas.

Akemi: (Mirko... ¡No puedo creer que vaya a entrenar con ella!)- pensó emocionada, aunque también nerviosa por lo que pudiera suceder.

Tocó la puerta y esperó unos segundos. La ansiedad creció hasta que escuchó unos pasos al otro lado, y finalmente la puerta se abrió, revelando a una mujer de baja estatura pero de presencia imponente. La heroína Mirko se encontraba frente a ella, con una sonrisa confiada y sus características orejas de conejo en alto.

Mirko: Veo que llegas a tiempo- dijo cruzando los brazos mientras observaba a Akemi de arriba abajo- Eso es bueno. Pero llegar a tiempo no es suficiente para ser un héroe. Aquí se trabaja duro, ¿entendido?

Akemi asintió rápidamente, tratando de ocultar la emoción que bullía dentro de ella.

Akemi: ¡Sí, lo entiendo! Es un honor estar aquí, Mirko-san. Haré todo lo que pueda para aprender de usted.

Mirko rió entre dientes, claramente divertida por la energía y respeto de Akemi.

Mirko: Relájate, niña. Esto no es una agencia formal. Yo no tengo tiempo para manejar una, pero cuando vi tu perfil supe que quería darte una oportunidad. Ahora, ven, hablemos adentro.

La heroína se apartó para dejarla entrar al departamento. Akemi dio un paso cauteloso hacia el interior, notando que el lugar no era lo que esperaba. En lugar de una oficina elegante o un espacio lleno de trofeos y reconocimientos, era un lugar sencillo, casi minimalista, con un sofá, una pequeña mesa y un par de pesas en una esquina. El ambiente parecía reflejar la personalidad de Mirko: práctica y directa.

Mirko: Espero que no esperabas algo glamoroso.", comentó sentándose en el sofá y señalando una silla para que Akemi tomara asiento- Esto es más un taller intensivo que una pasantía de lujo. Aquí aprenderás lo que significa ser un héroe de verdad, sin tonterías ni florituras.

Akemi asintió de nuevo, tomando asiento con cuidado.

Akemi: No esperaba nada glamoroso, Mirko-san. Estoy aquí para aprender de usted y mejorar como heroína.

La heroína sonrió, claramente satisfecha con la respuesta.

Mirko: Bien, eso quería escuchar. Pero antes de comenzar, necesito saber algo.- se inclinó hacia adelante, sus ojos dorados fijándose intensamente en Akemi- ¿Por qué quieres ser una heroína? Y no me des la típica respuesta de 'quiero ayudar a las personas'. Quiero saber qué es lo que realmente te impulsa.

Akemi tomó aire, sorprendida por la pregunta directa, pero también sabiendo que debía ser honesta.

Akemi: Quiero ser una heroína porque...-  hizo una pausa, recordando a Yaito, su propia lucha interna y las personas que la habían inspirado- Quiero ser lo suficientemente fuerte para proteger a quienes me importan y a aquellos que no pueden protegerse por sí mismos. No quiero quedarme parada sin hacer nada cuando alguien necesita ayuda.

Mirko asintió lentamente, sus orejas moviéndose levemente como si evaluara la respuesta.

Mirko: Eso es un buen comienzo. Veremos si puedes respaldar esas palabras con acciones. Mañana, a las cinco de la mañana, comienza el verdadero trabajo. Prepárate para correr, saltar, pelear y entrenar hasta que no puedas más. Porque así es como los héroes se hacen fuertes.

Akemi asintió con determinación.

Akemi: ¡Entendido, Mirko-san! Haré todo lo que me pida.

La heroína se levantó, estirándose con energía.

Mirko: Bien. Ahora, descansa y come algo. Vas a necesitar todas tus fuerzas para lo que viene. Esto no será un paseo, niña.

Akemi sonrió para sí misma. Aunque sabía que sería un desafío, no podía evitar sentirse emocionada por lo que le esperaba.

Akemi: (Estoy lista)- pensó, mientras Mirko le lanzaba una toalla como preparación para el día siguiente.

En otra parte

El sonido del viento entre los árboles y el canto de las aves despertaron lentamente a Yaito, quien abrió su único ojo con pesadez. Miró a su alrededor, tratando de ubicarse, pero el paisaje era desconocido: un denso bosque que no recordaba haber visto antes.  Cuando intentó levantarse, notó algo extraño en su ropa.

Ya no llevaba su ropa puesta , sino un atuendo completamente diferente.

Yaito: ¿Qué está pasando aquí...?- murmuró para sí mismo, palpándose el pecho y los brazos, sintiendo un peso extraño en su cuerpo.

Sin encontrar respuesta, decidió avanzar, caminando entre los árboles con cautela. Cada paso resonaba entre el silencio del bosque, pero algo en el aire lo inquietaba. Había una sensación de peligro latente, como si estuviera siendo observado. Sus sentidos, más agudos de lo normal, lo mantenían alerta. Entonces, un ruido lo sacó de sus pensamientos: gruñidos y voces ahogadas. Se acercó sigilosamente, escondiéndose detrás de un tronco.

Al asomarse, vio a tres figuras humanoides con características animales. Tenían un aspecto salvaje, sus cuerpos cubiertos de pelo gris, orejas puntiagudas y colmillos prominentes. Estaban acosando a una mujer que intentaba retroceder, acorralada contra un árbol.

Mujer: ¡Déjenme en paz!- suplicaba, pero los hombres lobo no mostraban intención de detenerse.

Yaito apretó los puños. No podía quedarse quieto. Sin dudarlo, salió de su escondite y corrió hacia el primer hombre lobo. Con un golpe rápido, lanzó un puñetazo directo a su rostro, enviándolo al suelo con un impacto seco. El ruido alertó a los otros dos, que se giraron hacia él con gruñidos amenazantes.

Uno de ellos se lanzó hacia Yaito, su garra alzada lista para atacar, pero Yaito, con movimientos precisos, atrapó su brazo en el aire. Sorprendido por la fuerza de su propio agarre, lo utilizó para lanzar al hombre lobo hacia un árbol cercano con una patada giratoria que lo dejó inconsciente. El tercero, al ver la facilidad con la que sus compañeros habían sido derrotados, retrocedió, gruñendo antes de desaparecer entre los árboles.

Yaito bajó la guardia y se giró hacia la mujer, quien lo miraba con ojos llenos de asombro y alivio.

Yaito: Ya no hay nada que temer- le dijo, extendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.

La mujer tomó su mano, aún temblando.

??: Gracias... gracias por salvarme. Si no hubiera sido por ti...

Yaito le dedicó una cálida sonrisa.

Yaito: No podía quedarme de brazos cruzados. Mi nombre es Yaito Yamanaka. ¿Estás bien?

Ella asintió lentamente, todavía recuperándose del susto.

??: Sí, creo que estoy bien. Me llamo Emma. No sé cómo agradecerte, Yaito-san.

Yaito: No es necesario agradecerme-  respondió él, mirando a su alrededor, todavía alerta por si los hombres lobo volvían- ¿Qué hacías sola aquí? Este bosque parece peligroso.

Emma bajó la mirada, incómoda.

Emma: Estaba buscando algo... algo importante para mí, pero no esperaba encontrarme con esas criaturas.

Yaito se cruzó de brazos, reflexionando por un momento.

Yaito: Si necesitas ayuda, puedo acompañarte. Es peligroso que sigas sola.

Emma lo miró con gratitud, aunque con algo de duda en sus ojos.

Emma: No quiero causarte problemas...

Yaito negó con la cabeza, si alguien estaba en problema o necesitaba ayudaba siempre podría contar con él.

Yaito: No es problema. Además, tengo mis propias preguntas que necesito responder. Quizá este camino me dé alguna pista.

Con eso, los dos comenzaron a caminar juntos, adentrándose más en el bosque. Mientras lo hacían, Yaito no podía evitar preguntarse qué era este lugar y por qué todo parecía tan extraño, desde su ropa hasta sus habilidades que parecían haber mejorado drásticamente. Aunque no tenía todas las respuestas, una cosa era segura: algo importante estaba por suceder.

Yaito y Emma continuaron su camino a través del denso bosque, en busca de respuestas y el objetivo de Emma. Durante el trayecto, hubo momentos en los que Emma tropezó con raíces o se quedaba atrás debido a la dificultad del terreno. Sin embargo, Yaito siempre estaba atento y le tendía una mano para ayudarla a levantarse o avanzar más rápido. La joven siempre le agradecía con una sonrisa tímida, impresionada por su amabilidad y habilidades.

Finalmente, después de lo que parecieron horas de caminata, llegaron a un pequeño claro donde se erigía un templo antiguo y desgastado por el tiempo. Las piedras estaban cubiertas de musgo, y unas pocas antorchas brillaban tenuemente en los costados, iluminando el lugar con un aura mística. Yaito miró el templo con cierta confusión, sintiendo un peso extraño en el ambiente.

Yaito: ¿Qué es este lugar?- preguntó, fijando sus ojos en Emma.

Emma: Este es el templo de los Susurros Perdidos. Aquí se encuentra el objeto que he estado buscando. Se dice que alberga poderosas reliquias capaces de conceder habilidades extraordinarias... pero también está protegido por antiguos guardianes.

Antes de que Yaito pudiera preguntar más, una sensación de peligro lo invadió. Instintivamente, rodeó la cintura de Emma y saltó hacia un lado, evitando por poco una gigantesca bola de fuego que impactó el lugar donde estaban momentos antes. Las llamas iluminaron todo el claro, revelando la figura de un extraño ser que emergía de la oscuridad.

Sobre una rama alta de un árbol cercano, un simio enorme, con un cuerpo envuelto en llamas y ojos brillantes como carbones ardientes, los observaba. Su mandíbula se abrió, dejando escapar un rugido que resonó en todo el bosque, haciendo que las hojas de los árboles temblaran. Era claro que este no era un ser común; su presencia emanaba un aura de pura hostilidad y poder.

Yaito: Parece que los problemas no harán más que aumentar- murmuró, dejando a Emma en el suelo y colocándose frente a ella en posición defensiva. Con una mano, sujetó la espada que había materializado al despertar en este extraño mundo. Sus ojos nunca se apartaron de la criatura.

El simio saltó al suelo, causando un temblor que desestabilizó a Emma. Se golpeó el pecho con furia, generando chispas y pequeñas explosiones de fuego con cada impacto. Yaito, sin inmutarse, levantó su espada, preparándose para el combate.

Yaito: Emma, retrocede. Esto será peligroso.

La joven asintió rápidamente y se apartó, aunque sus ojos mostraban preocupación por su salvador.

Emma: Ten cuidado, Yaito. Ese no es un enemigo común.

Yaito respiró hondo, sus músculos tensos y listos para reaccionar. Observó al simio, calculando sus movimientos.

Yaito: No importa qué sea, no permitiré que lastime a nadie.

El simio lanzó un rugido final antes de cargar hacia Yaito, sus llamas intensificándose con cada paso. La batalla estaba a punto de comenzar, y Yaito sabía que necesitaría cada gramo de su fuerza y habilidad para salir victorioso.

Continuará...

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