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Capitulo 10

En el interior del dojo, los rayos del sol se filtraban suavemente a través de las ventanas, iluminando el suelo de madera pulida. El sonido de las respiraciones controladas y el eco de los movimientos rápidos llenaban el aire. Yaito se encontraba en posición de combate frente a una chica de pelo naranja y ojos verde, su amiga de toda la vida y compañera de entrenamiento en el dojo. Ambos llevaban sus uniformes de práctica, y a pesar de la seriedad del combate, una sonrisa se dibujaba en el rostro de la chica, señal de la camaradería que compartían.

??: No te contengas, Yaito -dijo con su habitual tono enérgico, mientras flexionaba sus dedos, preparándose para usar su Quirk.

Yaito: Nunca lo haría -respondió con una leve sonrisa, acomodando su postura.

El combate comenzó de inmediato, ambos lanzándose a la ofensiva con agilidad y precisión. Los golpes de Yaito eran fuertes, su velocidad había mejorado notablemente tras meses de entrenamiento, y sus reflejos eran ahora mucho más agudos. Kendo, por su parte, mostraba su maestría en artes marciales, contrarrestando cada ataque con fuerza y destreza, usando su Quirk para agrandar sus manos en los momentos clave.

Cada movimiento estaba perfectamente calculado. Era un duelo equilibrado, donde ambos demostraban no solo su habilidad física, sino también el respeto mutuo que se tenían. Yaito lanzó una patada alta que la chica bloqueó con facilidad, mientras respondía con un golpe bajo usando su mano agrandada, obligándolo a retroceder.

Yaito: Sigues siendo tan rápida como siempre -comentó mientras esquivaba otro golpe.

??: Y tú has mejorado mucho desde la última vez -respondió con una sonrisa competitiva.

El combate se intensificaba con cada intercambio, pero en medio de la lucha, una figura mayor y con gran autoridad observaba desde el fondo del dojo. Con movimientos suaves pero precisos, el maestro del dojo se acercó a los dos combatientes. Con una técnica impecable y sin previo aviso, realizó un movimiento que desarmó a ambos de manera simbólica: un barrido bajo que forzó a Yaito y la chica a detenerse abruptamente.

??: ¡Suficiente! -exclamó una voz firme, deteniendo el combate de inmediato.

Yaito y la chica se enderezaron, ambos jadeando ligeramente por el esfuerzo, pero con sonrisas satisfechas en sus rostros. Al ver al maestro frente a ellos, sin dudarlo, ambos hicieron una reverencia profunda en señal de respeto. Era una tradición en el dojo, pero más allá de eso, ambos sabían lo mucho que le debían a su sensei.

Maestro: Buen trabajo, ambos. Han mejorado considerablemente -dijo el, cruzando los brazos frente a su pecho- Pero recuerden que la fuerza sin control es peligrosa. Yaito, veo que tu velocidad ha aumentado, pero debes equilibrarla con mayor precisión en tus golpes.

Yaito: Sí, sensei. Lo tendré en cuenta -respondió aún en reverencia.

Maestro: Kendo, tu habilidad con el Quirk sigue siendo impresionante. Mantén ese equilibrio entre fuerza y técnica. No dependas solo de tu Quirk -añadió el maestro, a lo que la chica conocida como kendo asintió con una sonrisa.

Kendo: ¡Lo haré, sensei! -respondió ella con su característico entusiasmo.

El maestro asintió y luego les permitió relajarse. Yaito intercambió una mirada cómplice con Kendo, sabiendo que habían disfrutado de ese combate, pero también reconociendo que siempre había margen para mejorar.

Después de su entrenamiento en el dojo, Yaito y Kendo se dirigieron a los vestuarios para cambiarse. El ambiente ya no estaba tan cargado de intensidad como durante el combate, y ambos se sentían relajados. Mientras caminaban hacia los casilleros, Kendo estiraba los brazos, relajando los músculos después del esfuerzo.

Kendo: Tendremos que tener una revancha pronto -dijo dándole un ligero golpe en el hombro a Yaito mientras ambos recogían sus pertenencias.

Yaito: Cuando quieras -respondió él, ya pensando en cómo mejorar para la próxima vez.

El dojo volvió a quedar en silencio, pero en el aire, tanto Yaito como Kendo sabían que su entrenamiento y su amistad solo se fortalecerían con cada combate compartido.

Kendo: Vaya, ha pasado volando el tiempo, ¿no crees? -comentó mientras abría su casillero y sacaba su ropa de calle. Sus movimientos eran ágiles y despreocupados, pero había un toque de nostalgia en su voz.

Yaito: Sí, es una locura pensar que solo faltan dos meses para el examen de entrada a la U.A. -respondió también cambiándose de ropa mientras se apoyaba en la pared, reflexionando sobre todo lo que había pasado en los últimos meses.


El dojo había sido una parte importante de sus vidas durante tanto tiempo, y ambos sabían que una nueva etapa estaba por comenzar. Kendo siempre había sido una amiga cercana, pero saber que ambos aspiraban a estudiar en el mismo lugar agregaba una nueva dimensión a su amistad. Mientras se vestía, Yaito no pudo evitar pensar en cómo ambos habían crecido como personas y como héroes en formación.

Yaito: ¿Tú también vas a la U.A., verdad? -preguntó como si quisiera confirmar algo que ya sabía.

Kendo asintió con una sonrisa amplia.

Kendo: ¡Por supuesto! Ya tengo todo listo para el examen. Aunque no será fácil, lo sé. Pero con todo lo que hemos entrenado, estoy segura de que ambos tenemos una buena oportunidad.

Yaito sonrió levemente. Sabía que Kendo tenía razón. Estos últimos meses no solo había mejorado su velocidad y fuerza, sino también su estrategia en combate y su control sobre sus habilidades. Y ahora, con el conocimiento que había adquirido sobre Sun Wukong y su propia fuerza, sentía que estaba más preparado que nunca. Pero aún así, la competencia sería feroz.

Yaito: Será duro, pero estoy listo -dijo cerrando su casillero tras ponerse su camiseta-. Aunque no me sorprende que vayas a la U.A. Siempre has sido una de las mejores del dojo.

Kendo: Gracias, pero no me subestimes. ¡Sé que tú también vas a dar lo mejor! -respondió con una carcajada, ajustándose su chaqueta. Luego, su tono se suavizó un poco-. Me alegra que vayamos juntos a esto. Siempre hemos sido un buen equipo.

Yaito asintió, agradecido por la amistad de Kendo y la motivación que encontraba en ella. Se sentía afortunado de tener a alguien con quien compartir esta nueva experiencia. Ambos sabían que lo que venía no sería fácil, pero también estaban seguros de que todo el esfuerzo valdría la pena.

Kendo: Bueno, tenemos dos meses más para seguir mejorando antes del examen. Será mejor que aprovechemos cada día -añadió mientras se dirigía hacia la salida del vestuario, haciendo un gesto a Yaito para que la siguiera.

Yaito: Eso es justo lo que tenía en mente -respondió él, sintiendo una renovada energía. Ambos estaban listos para lo que venía.

Durante esos últimos ocho meses, Yaito había notado un cambio drástico en su cuerpo y habilidades. No solo se había vuelto más fuerte, sino que su velocidad y reflejos también habían mejorado notablemente, casi al nivel de lo inhumano. Sus sentidos se habían agudizado, y cada entrenamiento le revelaba nuevas capacidades que nunca había imaginado tener. Su progreso, guiado por las enseñanzas de Sun y su propia determinación, lo hacía sentir más preparado para el examen de la U.A., pero también le recordaba que aún tenía mucho por descubrir sobre su poder.

En esos meses de intenso entrenamiento, también había hecho nuevas amistades que enriquecieron su camino. Lila Shinohara fue una de esas nuevas conexiones. La había conocido por primera vez en la biblioteca mientras buscaba información sobre su poder, y luego en un incidente inesperado en la cafetería, donde ambos se ayudaron mutuamente en un momento de caos. Lila era una chica inteligente y tranquila, con un interés profundo por la historia y los misterios del pasado. Se conectaron rápidamente, y Lila fue introducida en el círculo de amigas de Yaito: Akemi y Yui. Juntas, formaban un grupo peculiar pero unido, siempre apoyándose y compartiendo momentos importantes.

Yaito también había tenido la oportunidad de conocer a Izuku Midoriya, un chico que, a pesar de ser tímido y reservado al principio, mostraba una gran determinación y espíritu de lucha. La primera vez que lo vio fue en uno de sus propios entrenamientos, cuando Midoriya practicaba con otra persona que resultó ser nada menos que Yagi Toshinori, quedó impresionado al ver el potencial de Midoriya y la dedicación que ponía en cada movimiento, incluso cuando su cuerpo parecía no poder seguirle el ritmo.

Había algo en Midoriya que le recordaba a sí mismo: el deseo de superarse y convertirse en alguien más fuerte, no solo por él, sino por los demás. A pesar de que no habían hablado mucho en esa ocasión, Yaito sentía que Midoriya también estaba destinado a grandes cosas. Al verlo entrenar con Toshinori, comprendió que cada persona que se preparaba para entrar en la U.A. tenía sus propios desafíos y metas, pero lo que los unía era ese deseo inquebrantable de ser héroes.

Yaito, ahora más consciente de sus propias capacidades, se sentía inspirado tanto por sus nuevas amistades como por los héroes en entrenamiento que iba conociendo en el camino. Sabía que no estaba solo en este viaje, y eso le daba más fuerza para seguir adelante. Con cada día que pasaba, su poder se volvía más claro, y su determinación para comprender su verdadero potencial y el legado que Sun Wukong había dejado seguía creciendo.

Con solo dos meses restantes para el examen de la U.A., Yaito sabía que el tiempo de probar todo lo que había aprendido estaba cada vez más cerca. Pero no solo estaba listo para el examen, sino para el camino que lo convertiría en el héroe que siempre había soñado ser.

En una tarde cálida y despejada, Yaito se encontraba junto a Toshinori Yagi. Estaban parados a una distancia prudente, observando a Izuku Midoriya en uno de sus entrenamientos. Frente a ellos, Midoriya luchaba por mover un automóvil oxidado. El esfuerzo que ponía en cada empuje era evidente en su expresión tensa y en las gotas de sudor que resbalaban por su frente.

Yaito no podía evitar sentirse inquieto. Aunque sabía lo importante que era el entrenamiento intenso, ver a Midoriya esforzándose hasta el límite lo llenaba de preocupación.

Yaito: ¿Es seguro que siga forzándose tanto? —preguntó mirando de reojo a Toshinori, quien observaba la escena con su característica tranquilidad.

Toshinori sonrió, cruzando los brazos sobre el pecho.

Toshi:Lo entiendo, joven Yaito. Sé que parece excesivo, pero es necesario. Midoriya tiene un gran poder dentro de él, uno que requiere un cuerpo fuerte para soportarlo. Si no se prepara adecuadamente, ese poder podría destruirlo en lugar de ayudarlo.

Yaito asintió, comprendiendo las palabras de Toshinori. Él mismo había pasado por un riguroso entrenamiento en los últimos meses, aprendiendo a dominar sus propias habilidades, pero ver a Midoriya así, dándolo todo, le recordaba lo duro que era prepararse para ser un héroe.

Yaito:Yo también he pasado por entrenamientos intensos —dijo mirando a Midoriya, quien parecía casi al borde de su límite—, pero... verlo así, esforzándose tanto... Me preocupa.

Toshinori lo miró de reojo y soltó una leve risa, aunque no había burla en ella, solo comprensión.

Toshi: Es natural preocuparse —respondió —. Un héroe no solo se fortalece para protegerse a sí mismo, sino también para proteger a los demás. El hecho de que te preocupes por Midoriya muestra que tienes el corazón de un verdadero héroe.

Yaito se quedó en silencio, reflexionando sobre esas palabras. Sabía que Toshinori tenía razón. Ser héroe no era solo cuestión de fuerza física, sino también de cuidar a los demás, de querer ayudar, incluso cuando era difícil. Pero, al mismo tiempo, había una línea entre preocuparse y subestimar la capacidad de los demás para superar sus propios retos.

Yaito: Quiero ayudarlo —murmuró, su mirada fija en Midoriya, que continuaba empujando con todo lo que tenía—. Sé lo que es tener que superar tus propios límites... pero quiero asegurarme de que no lo esté llevando demasiado lejos.

Toshinori lo observó por unos segundos más antes de asentir.

Toshi: Y eso es lo que hace a un héroe, joven Yaito. No es solo la fuerza, ni la habilidad... sino ese deseo de apoyar y proteger a otros. A veces, ayudar no significa intervenir, sino estar ahí, vigilando y dando soporte cuando sea necesario.

Yaito respiró hondo, comprendiendo lo que Toshinori intentaba decirle. Midoriya tenía su propio camino que recorrer, y aunque Yaito quería intervenir, entendía que este era el momento para que él también aprendiera a manejar sus propios desafíos.

Yaito: Entiendo —respondió relajando los hombros, pero sin dejar de observar a Midoriya—. Aunque me gustaría ayudar más, sé que a veces es mejor confiar en que quienes nos rodean también tienen la capacidad de superar sus propios obstáculos.

Toshinori sonrió ampliamente, aquella sonrisa que reflejaba sabiduría y aliento.

Toshi: Exactamente. Tienes un buen instinto, Yaito. No subestimes lo que significa estar ahí para los demás, aunque sea desde la distancia.

Mientras Yaito seguía observando a Midoriya luchar con el automóvil, una leve sonrisa apareció en su rostro. Sabía que no estaba solo en su camino para convertirse en héroe, y tampoco lo estaba Midoriya. Ambos estaban forjando sus destinos, cada uno a su manera, pero compartían el mismo espíritu: la voluntad inquebrantable de ser más fuertes, no solo por ellos mismos, sino por los demás.

Y en ese momento, Yaito comprendió algo más profundo: ser un héroe no solo era cuestión de poder, sino de corazón. Y él estaba listo para enfrentar lo que viniera, con esa verdad en mente.

El entrenamiento de Midoriya estaba alcanzando un punto crítico cuando, en su esfuerzo por mover el automóvil, pisó mal. El terreno irregular, sumado al cansancio evidente en sus piernas, provocó que perdiera el equilibrio. En cuestión de segundos, Izuku y el automóvil comenzaron a deslizarse cuesta abajo hacia un conjunto de escalones de concreto.

Yaito: ¡Izuku! —gritó sus ojos abiertos de par en par al ver cómo su amigo caía junto al auto.

Antes de que pudiera reaccionar del todo, Midoriya rodó por los escalones, golpeándose mientras el auto, aunque más lento, también avanzaba peligrosamente hacia él. El sonido del metal chocando contra las piedras resonó por todo el lugar, mientras Midoriya se revolvía, intentando detenerse.

Toshinori, aunque serio, se mantuvo firme, observando. Sabía que Midoriya tenía que aprender a superar momentos como ese. Sin embargo, Yaito no podía quedarse quieto. Sus instintos lo empujaban a moverse.

Yaito: ¡No puede seguir así! —murmuró  antes de lanzarse hacia los escalones.

Aprovechando la velocidad que había desarrollado durante sus meses de entrenamiento, Yaito saltó los primeros escalones, su cuerpo ágil y preciso. En pocos segundos alcanzó a Midoriya, logrando detener su caída antes de que el auto lo alcanzara.

Yaito: ¡Izuku! ¿Estás bien? —preguntó Yaito, respirando con fuerza, mientras ayudaba a Midoriya a ponerse de pie.

Izuku, jadeante, apenas lograba hablar. Estaba cubierto de polvo y algunas magulladuras, pero, fiel a su determinación, levantó la mirada hacia Yaito con una sonrisa cansada.

Izuku: E-estoy bien... solo... necesito... seguir... —dijo entre respiros, intentando ponerse de pie por completo.

Yaito lo miró con preocupación, pero también con respeto. A pesar del accidente, Midoriya no mostraba señales de rendirse. Pero antes de que pudiera decir algo, Toshinori se acercó con su habitual calma.

Toshi: Joven Midoriya —dijo en su tono grave pero alentador—, es admirable tu deseo de seguir adelante, pero también es importante reconocer cuándo tu cuerpo ha llegado a su límite. Parte de ser un héroe es saber cuándo descansar para evitar un daño mayor.

Midoriya, aunque visiblemente agotado, asintió lentamente. Sabía que Toshinori tenía razón. Sus manos temblaban levemente por el esfuerzo, pero su espíritu seguía tan firme como siempre.

Izuku:Tienes razón,All.... quiero decir Toshinori-san ... solo quería... hacer más... —murmuró, mirando el automóvil que aún se encontraba cerca de los escalones.

Yaito, que seguía a su lado, puso una mano sobre su hombro.

Yaito: No siempre se trata de hacerlo todo de una vez —dijo, su voz tranquila—. A veces, es mejor dar un paso atrás y recuperarte para luego volver más fuerte. Eso también es parte del proceso.

Izuku, aunque cansado, sonrió ante las palabras de su amigo.

Izuku  Gracias, Yaito... —respondió, con una mezcla de gratitud y humildad—. Lo que dices tiene mucho sentido.

Toshinori asintió satisfecho, observando a ambos jóvenes. El entrenamiento era duro, pero también lo era el camino para convertirse en héroes. Ambos lo sabían bien.

Toshi: Hoy ha sido suficiente por ahora —dijo—. Joven Midoriya, has avanzado bastante, y joven Yaito, es bueno ver que estás aprendiendo el valor del equilibrio entre esfuerzo y descanso. Los dos están en el camino correcto.

Con esas palabras, los tres decidieron concluir el entrenamiento por ese día. Mientras se alejaban del lugar, Yaito no pudo evitar pensar en lo mucho que había cambiado desde que comenzó su propio entrenamiento. Ahora entendía mejor lo que Toshinori y Midoriya enfrentaban, y sabía que su propio camino hacia ser un héroe aún tenía muchos desafíos por delante.

Pero, mientras caminaba junto a ellos, también sabía que no estaría solo en ese viaje.

Izuku, agotado pero emocionado tras su arduo entrenamiento, se acercó a Yaito mientras tomaba un breve descanso. En sus manos, llevaba su libreta habitual, la que siempre usaba para tomar notas sobre Quirks y estrategias. Sus ojos brillaban con la típica curiosidad que lo caracterizaba, y no pudo contener su entusiasmo.

Izuku: ¡Yaito! —exclamó, casi jadeando mientras trataba de atrapar su aliento—. ¡He estado pensando en esto desde que te vi entrenar! ¿Cuál es tu Quirk? ¡Por favor, cuéntame más sobre él! ¿Es algo relacionado con la fuerza o con tus reflejos? ¡He notado que te mueves increíblemente rápido! —Mientras hablaba, ya tenía su lápiz preparado, listo para escribir.

Yaito se sorprendió un poco por el entusiasmo de Izuku. Aunque estaba acostumbrado a la intensidad de Midoriya, aún no había pensado demasiado en cómo describir su propia peculiaridad. Rió nerviosamente, frotándose la nuca con una mano.

Yaito: Ehm… no estoy muy seguro, la verdad —respondió, aún con una sonrisa incómoda, aún no sabía que decir acerca de eso.

De inmediato, tanto Izuku como Toshinori, que estaba observando desde cerca, cayeron de espaldas al suelo de manera cómica, asombrados por la inesperada respuesta. Izuku, sin perder su determinación, rápidamente se reincorporó, sosteniendo la libreta contra su pecho con una expresión de incredulidad.

Izuku: ¡¿Qué quieres decir con que no estás seguro?! —preguntó sorprendido—. ¿Cómo puede alguien no estar seguro de su propio Quirk?

Yaito, con una risa ligera, trató de aclarar su comentario.

Yaito: Bueno… —comenzó, un poco avergonzado—. No es que no sepa qué es exactamente, pero es complicado. Mi "peculiaridad" realmente no se manifestó hasta que comencé a entrenar para entrar a la U.A. Antes de eso… nunca había sentido nada especial.

Toshinori, ya de pie, se cruzó de brazos mientras observaba a Yaito con curiosidad.

Toshi: ¿Así que tu Quirk despertó relativamente tarde? Eso no es tan común, pero tampoco imposible. Algunos Quirks requieren un fuerte estímulo o circunstancias específicas para manifestarse.

Izuku estaba escribiendo frenéticamente en su libreta mientras escuchaba la explicación de Yaito, capturando cada detalle. Miraba de vez en cuando a Yaito con una mezcla de admiración y fascinación. Pero a la vez a escuchar que era un tardío sintió una punzada en su pecho mirando a yaito la cual el seguía con esa personalidad que lo caracterizaba.

Izuku: ¡Eso es fascinante! —dijo para el mismo a ver la determinación de yaito—. Entonces, ¿comenzaste a entrenar antes de que tu Quirk se activara? ¡Eso debe haber sido muy difícil!

Yaito asintió lentamente, recordando esos primeros meses de entrenamiento en los que aún no sabía qué esperar de sí mismo.

Yaito: Sí, al principio fue complicado. No sabía si realmente tenía un Quirk. Me enfoqué en mejorar mi cuerpo, velocidad, fuerza, todo lo que pudiera sin depender de una peculiaridad. Pero después de un tiempo… comencé a sentir algo diferente. Sentía que mi cuerpo reaccionaba de manera extraña, más rápido, más fuerte. Fue ahí cuando me di cuenta de que algo había cambiado, pero hubo una vez que un villano capturó a dos amigas mía me sentía impotente no podría hacer mucho.

Tanto izuku como Toshinori escuchaba incluso sentía un deja vu por lo que yaito explicaba.

Toshinori: Déjame adivinar tus piernas se moviendo hacia adelante- diría mirando a yaito que este de devolvió la cara con sopresa.

Yaito: Como...........

Toshi: Digamos que no fuiste el único en actúa asi- mirando a izuku la cual este se sonrojó de vergüenza.

Yaito: Entonces tu también pasaste por eso, vaya quien lo diría también la casualidad que ambos entrenamos aquí.

Izuku: Supongo que es mucha casualidad- menciono este algo avergonzado- simplemente no podría quedarme quieto.

Yaito lo miró como si el mismo se reflejada, aquel chico que siempre quería salvar a las persona con una sonrisa.

Yaito: Supongo que te entiendo, no siempre gente común puede ser algo, pero lo que siempre me enseñado es que no importa cuanto te diga lo contrario, lo único que define soy yo y no con mis palabras si no por mis acciones.

Izuku se quedó boquiabierto, claramente impresionado por la determinación de Yaito.

Izuku: Eso es… ¡increíble! —exclamó con admiración—. ¿Así que has estado entrenando todo este tiempo sin depender de tu Quirk hasta que finalmente se activó? ¡Eso es tan inspirador!

Yaito se encogió de hombros, un poco abrumado por la reacción de Izuku, pero también agradecido por su entusiasmo.

Yaito: Bueno, todos tenemos nuestros propios caminos —dijo con modestia—. Pero todavía estoy intentando entender por completo cómo funciona mi poder- diría rascándose la cabeza- ( He leído sobre Sun Wukong y algunas habilidades parecen encajar, pero... aún no estoy seguro de todo.)

Toshinori observó a ambos jóvenes mientras intercambiaban ideas, con una sonrisa ligera en su rostro. Era evidente que ambos tenían corazones valientes y estaban dispuestos a aprender de cada experiencia.

Toshi: que ambos están en el camino correcto —intervino Toshinori—. Midoriya, tu curiosidad por los Quirks es admirable, y Yaito, tu disposición para entrenar incluso cuando no conocías el verdadero alcance de tu habilidad demuestra una gran voluntad.

Yaito sonrió ante las palabras de Toshinori y volvió a mirar a Izuku.

Yaito: Gracias, Midoriya. Quizás algún día podamos entrenar juntos, y entre los dos descubriremos más de lo que somos capaces.

Izuku asintió con energía, emocionado por la idea, mientras seguía anotando con fervor.

Izuku: ¡Me encantaría! —respondió—. Estoy seguro de que juntos aprenderemos mucho más sobre nuestros Quirks.

Yaito miró al horizonte, sabiendo que aún había mucho por descubrir, pero sintiendo que estaba en el camino correcto, no solo hacia entender su poder, sino también hacia convertirse en el héroe que deseaba ser.

Time skip.

En lo profundo de la mente de Yaito, donde había denominado su " espacio mental", se encontraba una calma inquietante. La luna brillaba intensamente en el cielo nocturno, reflejando la serenidad antes de la tormenta. Mañana sería el día, el día en que todo lo que había entrenado, lo que había aprendido, finalmente se pondría a prueba. Había pasado un mes y 29 días desde que comenzó su entrenamiento intensivo, y ahora el momento decisivo estaba a solo horas de distancia.

Sun, su maestro y mentor en ese extraño reino de sueños, lo observaba desde un lado. Estaba sentado en una roca, su cola moviéndose con tranquilidad mientras miraba a Yaito con sus ojos astutos. A lo largo de esos meses, Sun había sido su guía, enseñándole no solo a utilizar su poder, sino también a entenderlo. Pero, ahora que el final de su entrenamiento estaba cerca, parecía que las palabras no eran tan necesarias como antes.

Sun: Mañana es el día, chico —mencionó con una sonrisa en sus labios, una mezcla de confianza y desafío—. Has trabajado duro, pero ya sabes que las pruebas en el mundo real son mucho más difíciles que cualquier cosa que hayas enfrentado aquí.

Yaito, que estaba de pie frente a Sun, sonrió con esa expresión despreocupada que lo caracterizaba, pero esta vez, la sonrisa llevaba una carga de confianza que antes no tenía. Esos meses de entrenamiento lo habían transformado, no solo físicamente, sino también en su mentalidad.

Yaito: Sí —respondió sintiendo el peso de la responsabilidad en su voz—. Mañana es el día. Nunca pensé que llegaría a tener un poder así. A veces me pregunto si esto es real o solo un sueño prolongado, como si en algún momento fuera a despertar en una camilla de hospital sin mis piernas.

Sun se echó a reír, una risa vibrante y energética, tal como lo hacía cada vez que Yaito lanzaba una broma inesperada.

Sun: ¡Vaya! Esa fue buena. Pero no te preocupes, chico. No te despertarás en ninguna camilla. Lo que has logrado aquí es muy real, y lo sabrás cuando estés de pie mañana, enfrentando lo que venga.

A pesar del tono ligero de la conversación, el ambiente entre ambos era solemne. Había una conexión entre maestro y alumno, forjada a través del sudor y la determinación en esos nueve meses de arduo entrenamiento. Yaito había aprendido mucho más que solo aumentar su fuerza o velocidad. Sun le había enseñado a canalizar su energía, a comprender los límites de su cuerpo y a superar esos límites cuando fuera necesario.

Sun: Te he enseñado lo que sé, pero recuerda que en el campo de batalla no siempre podrás contar con que todo salga según el plan —dijo cruzando los brazos y observando a Yaito detenidamente—. El verdadero desafío no es solo ser fuerte, sino adaptarse cuando las cosas no van como esperas. Ahí es donde se verá si realmente has aprendido algo.

Yaito asintió, comprendiendo el mensaje. Durante esos meses, no solo había trabajado en su físico, sino también en su mente. Había aprendido a confiar en sus instintos, a reaccionar rápido y a tomar decisiones bajo presión. Pero lo más importante, había aprendido que ser un héroe no era solo cuestión de poder, sino de saber cuándo usarlo y para qué.

Yaito: Lo sé, Sun. Nunca esperé llegar hasta aquí… pero ahora que estoy tan cerca, no puedo dar marcha atrás. Mañana es el día en que todo lo que hemos trabajado se pondrá a prueba, y no voy a fallar.

Sun lo miró con una expresión de orgullo. Aunque siempre mantenía su actitud relajada y despreocupada, no podía negar que había crecido un profundo respeto por Yaito. Lo había visto superar sus límites una y otra vez, a pesar de las dificultades y la incertidumbre. Y ahora, el joven estaba listo para enfrentar el mundo con todo lo que había aprendido.

Sun: Bien dicho, chico. Y recuerda, no importa lo que pase mañana, lo importante es que nunca olvides quién eres y de dónde vienes. Eres más que solo fuerza y velocidad. Eres un héroe en formación, y lo que realmente te definirá es lo que hagas con ese poder.

Yaito sonrió una vez más, pero esta vez, su sonrisa llevaba una convicción que lo llenaba de fuerza. Sentía la energía fluyendo por su cuerpo, sentía la conexión con el poder que había despertado en él esos últimos meses.

Yaito: Gracias, Sun —dijo inclinando la cabeza en señal de respeto—. No solo por entrenarme, sino por ayudarme a entender lo que realmente significa tener este poder.

De la nada el espacio alrededor de Yaito comenzó a oscurecerse, mientras el suelo bajo sus pies parecía quebrarse, como si algo en ese reino mental estuviera cediendo. Yaito miró a Sun, su mentor, quien lo había guiado en ese extraño viaje de entrenamiento. Pero lo que más lo alarmó fueron las grietas que comenzaron a aparecer en el cuerpo de Sun, extendiéndose lentamente por sus extremidades y torso, como si fuera una estatua a punto de desmoronarse.

Yaito: ¿Qué está pasando? —preguntó con preocupación, dando un paso hacia Sun. El guerrero simio simplemente sonrió con calma, pero en sus ojos había un atisbo de melancolía.

Sun: Ya llegó la hora de decir adiós, chico —respondió su voz tranquila, aunque las grietas en su cuerpo se profundizaban—. El tiempo que teníamos juntos en este espacio mental ha terminado. Has crecido mucho, y ahora debes continuar por tu cuenta. Yo... debo regresar al núcleo del que vine cuando entré en tu mente por primera vez.

Yaito: ¿Regresar? —sintió un nudo en la garganta, observando impotente cómo las grietas se extendían aún más rápido—. ¿Por qué? No quiero que te vayas. No sé si estoy listo...

Sun soltó una leve risa, la misma risa despreocupada que siempre había mostrado. Aunque su cuerpo comenzaba a desmoronarse en polvo amarillo, su espíritu permanecía intacto.

Sun: No te pongas sentimental, chico —dijo con una sonrisa—. Lo que te he dado no es solo poder. Es un legado. Aunque ya no esté aquí, el poder que posees proviene de algo mucho más grande. Lo llevas contigo, en tu sangre, en cada fibra de tu ser.

Yaito apretó los puños, sintiendo la tristeza revolotear en su interior. Había entrenado junto a Sun durante meses, y aunque la relación entre ambos era de maestro y alumno, también había una amistad tácita, un entendimiento profundo entre ellos. La idea de perder a alguien que había sido su guía y su amigo durante todo ese tiempo lo llenaba de inquietud.

Yaito: Pero... si te vas, ¿cómo podré continuar? —preguntó, luchando contra el sentimiento de impotencia.

Sun comenzó a desaparecer lentamente, su cuerpo convertido en una nube de polvo dorado que flotaba en el aire, pero no antes de inclinarse hacia Yaito, con una expresión más seria de lo habitual.

Sun: Ya no podrás entrar a este espacio mental, chico. Este lugar fue creado por mí para enseñarte lo que necesitabas. Pero mi tiempo aquí ha terminado. Sin embargo, te dejo un último consejo: cuando estés en una situación complicada y no veas salida, arráncate un pelo y lánzalo. Confía en mí, te será útil.

Yaito lo miró con confusión, pero asintió. Sabía que Sun no le daría un consejo a la ligera. Aunque la tristeza seguía pesando en su pecho, trató de mantener la calma, comprendiendo que Sun le había dado más de lo que inicialmente había esperado.

Yaito: Gracias... por todo, Sun —dijo su voz cargada de gratitud—. Jamás podré olvidar lo que hiciste por mí.

Sun sonrió una vez más, aunque su cuerpo estaba a punto de desvanecerse por completo. El polvo dorado que había sido Sun comenzó a elevarse, como si el viento lo llevara hacia la gran esfera brillante en el centro del espacio mental, el núcleo del cual había emergido. Antes de desaparecer por completo, Sun dejó una última frase, su voz resonando en el vacío.

Sun: Tienes un gran futuro por delante, chico. Sin duda, serás alguien increíble... No dejes que nadie te lo quite.

Y, con esas palabras, Sun se disolvió por completo, su figura desapareciendo en el viento mientras el polvo se dirigía hacia el núcleo, dejando a Yaito solo en el espacio oscuro. El silencio que siguió fue profundo, pero no desolador. Yaito sentía la ausencia de Sun, pero también la presencia de todo lo que había aprendido de él. Sabía que, aunque ya no pudiera regresar a este espacio, el legado de Sun vivía dentro de él, en cada uno de sus movimientos, en cada uno de sus pensamientos.

Mientras el entorno alrededor de Yaito comenzaba a desvanecerse, sintió una extraña paz. El entrenamiento había terminado, y ahora era el momento de poner en práctica todo lo que había aprendido. Con un último vistazo al vacío, Yaito cerró los ojos y dejó que el mundo real lo reclamara una vez más. Mañana sería el gran día.

Yaito: Gracias por todo amigo- menciono con una sonrisa listo para el día de mañana.

Era de noche, y la luz tenue de la lámpara de Yaito apenas iluminaba su habitación. En la pantalla de su computadora, las caras de Akemi, Yui Kodai y Lila Shinohara aparecían en una videollamada grupal. Aunque los nervios flotaban en el aire, Yaito, con su característica sonrisa optimista, intentaba animar el ambiente.

Yaito: ¡Mañana es el gran día! —exclamó con una energía contagiosa—. ¡Estoy seguro de que todas vamos a aprobar! Después de estos nueve meses entrenando, ¡no hay duda de que lo lograremos!

Akemi rió, sabiendo lo entusiasta que siempre era su amigo.

Akemi: Eres tan positivo como siempre, Yaito. —Ella sonrió con un tono entre divertido y relajado—. Pero, ¿cómo puedes estar tan seguro de eso?

Yui Kodai, siempre calmada y serena, levantó una ceja, antes de añadir:

Yui: ¿Y si no lo logramos? —preguntó, con una voz tranquila pero pragmática—. No podemos dar nada por sentado.

Yaito, aún sonriendo, se rascó la cabeza.

Yaito: Vamos, Yui... No digas eso. —Se inclinó hacia la cámara, como si quisiera transmitir su confianza directamente—. Nos hemos preparado todo este tiempo. Hemos dado lo mejor de nosotros. ¿Qué podría salir mal?

Lila Shinohara, quien estaba en silencio hasta ese momento, rió suavemente y comentó:

Lila: Yaito tiene razón, chicas. Entrenamos duro, tanto física como mentalmente. Incluso si tenemos dudas, creo que es mejor afrontar el examen con una mentalidad positiva.

Akemi asintió enérgicamente y luego, con un brillo de emoción en los ojos, sugirió:

Akemi: Después de que entreguemos los resultados, ¡tenemos que celebrar! —su tono era entusiasta y despreocupado—. Será un alivio después de tanta tensión, ¿no creen?

Yui: Si es que aprobamos... —murmuró, como siempre, manteniendo los pies en la tierra. Sin embargo, una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, mostrando que, a pesar de su comentario, también tenía expectativas.

Yaito se inclinó hacia atrás, riendo ligeramente al escuchar la típica actitud reservada de Yui.

Yaito: Vamos, Yui. Claro que vamos a aprobar —dijo Yaito, con un brillo de determinación en los ojos—. Este es solo el primer paso para llegar a la U.A., y sé que todas tenemos lo necesario para darlo. Somos un gran equipo.

Akemi: Eso es lo que me gusta de ti, Yaito —dijo sonriendo cálidamente—. Siempre mantienes el ánimo alto, incluso cuando todos estamos nerviosos.

Yaito: Es porque no tiene sentido preocuparse por lo que no podemos controlar ahora —respondió con una mirada decidida—. Lo único que podemos hacer es dar nuestro mejor esfuerzo mañana, y eso es lo que haremos.

La videollamada se llenó de un aire de camaradería, mientras las chicas asintieron. Incluso Yui, normalmente más reservada, parecía un poco más relajada ante la positividad de Yaito.

Yui: Supongo que tienes razón —dijo al final—. Mañana lo daremos todo.

Yaito: Exactamente, Yui. —asintió—. Y después de que todo salga bien, nos divertiremos celebrando, tal como dijo Akemi.

Lila añadió, en su tono calmado y reflexivo

Lila: Solo recuerden que, pase lo que pase, no estamos solas en esto. Todos hemos trabajado duro, y eso cuenta más que cualquier resultado.

La conversación continuó por unos minutos más, llena de bromas ligeras y comentarios sobre cómo cada una había pasado los últimos días preparándose. La risa y las palabras de aliento entre amigos crearon un ambiente más relajado a medida que la hora del examen se acercaba.

Finalmente, Akemi fue la primera en despedirse, estirándose frente a la cámara.

Akemi: ¡Bueno, chicos, es hora de dormir! Mañana será un día largo, y necesitamos estar en nuestro mejor estado —dijo, con una sonrisa despreocupada.

Lila: Sí, mejor descansar —coincidió—. Nos vemos mañana en el examen.

Yui: Descansen bien —añadió mientras cerraba su libreta y se despedía con un gesto de la mano.

Yaito: ¡Hasta mañana! —dijo con entusiasmo—. ¡Vamos a darlo todo!

La videollamada se cortó, y Yaito se quedó mirando la pantalla por unos segundos más, con la sonrisa todavía en su rostro. Aunque el nerviosismo lo alcanzaba en momentos, estaba decidido. Había trabajado demasiado para dejar que las dudas lo dominaran ahora. Mañana era el día en el que todo se decidiría, y estaba listo para enfrentarlo con todo lo que había aprendido.

Apagó la computadora, se levantó de la silla y se estiró. Con una última mirada por la ventana, hacia el cielo nocturno, Yaito se preparó para descansar.

Continuará.........

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