Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 05 ~ Santa Eva

Dentro de lo poco que pudo observar, es que llegaron a una ciudad no muy diferente a las demás en la que ha estado, pero esta quedó atrás rápidamente. A estas alturas el tiempo carecía de sentido. Ni siquiera sabía qué hora era. Entraban y salían de calles, hasta salir a la carretera. Se fueron en línea recta por lo que le pareció una hora de viaje.

De pronto, los autos se detuvieron. Las luces altas iluminaban un insípido portón de madera vieja y seguramente a punto de caerse. Era el típico recinto rodeado por alambres de púas, que solo definían en qué punto terminaba un terreno y empezaba otro. Al costado, había una garita de la cual salió un hombre de mediana edad, que les abrió el paso y los autos se pusieron en marcha nuevamente.

Rápidamente los pinos fueron reemplazados por grandes árboles y fueron envueltos en un bosque nativos. Vincent podía oler la tierra y aunque suene exagerado, sentía una especie de energía o vibra acogedora y salvaje que lo invadía. Sentía que miles de ojos lo observaban de todas las direcciones. La sensación era indescriptible para él. Y eso es solo lo que podía captar dentro del auto. Así estuve todo el resto del viaje. Observando todo, sintiéndolo todo. Le sorprendió que sus guardianas no se inmutaron ante su comportamiento. Se sentía eléctrico, ¿o tal vez magnético?

Al cabo de una media hora más de viaje, los autos volvieron a detenerse. Unos tipos que le daban la impresión de ser policías; de esos que aparecen en las series de acción, que entran en las casa de los delincuentes armados hasta los dientes. Inspeccionaron cada auto a detalle, cuando les dieron el visto bueno continuaron con su marcha. Vincent se sintió de pronto aun más extraño, como si de pronto fuese bañado por una cascada de agua.

— Acabamos de cruzar la barrera de protección del pueblo — le dice Abigail ante su reacción —, tranquilo, estarás bien.

Estarás bien era todo lo que le decía. Pero Vincent quería respuestas.

¿Qué es este lugar?

Pronto me vi rodeado de casitas bajas de clase media y volvieron a meterse en diferentes calles. Al fin los autos volvieron a detenerse y esta vez lo hicieron bajar. Ante él, una inmensa casona iluminada por focos situados alrededor de ella, se imponía majestuosamente ante él. Observó a su alrededor y se sintió de pronto en otra época. Se notaba mucho la influencia europea en este lugar.

Una enorme reja de hierro forjado, entre dos pilares de piedra adornados por dos gárgolas aladas, se abrió para darles paso. En el pilar del lado derecho, tallado en una placa dorada se podía leer:

"Colegio para señoritas

Santa Eva

1.877"

— Este...— dijo confundido.

— Aquí vivirás de ahora en adelante — le informa Abigail con una resplandeciente sonrisa que hace relucir sus filosos colmillos.

— ¿Es un chiste verdad? — pregunto incrédulo.

— Entra y guarda silencio — ordenó Samara dándole un empujón por la espalda, obligándolo a dar el primer paso.

La inmensa casona contaba con un amplio patio delantero, muy bien cuidado, un camino de piedras blancas iluminado por diminutas luces empotradas al suelo, los guiaba hasta la entrada.

La casona era inmensa y aún más intensos eran los árboles milenarios que la rodeaban. El aire frío entraba por sus pulmones y con él una mezcla de aromas indescriptibles relacionados con la naturaleza de la zona; el aroma de los árboles, las flores y la tierra mojada. Y aunque los árboles dominaban gran parte del paisaje, la oscuridad los consumía casi por completo.

En la entrada de la casona los esperaba un hombre... Si es que podría definirlo así. Mayor, alto, muy delgado y... más que viejo se veía agotado. Esa vejez que no te da por los años, si por los golpes que te da la vida. Como a Vincent. De cabello largo, canoso y grasoso, ojos hundidos y su piel, parecía estar pegada al hueso de la frente y los pómulos, pero al llegar a su papada y cuello, pareciera como derretida. Le dio la bienvenida de manera formal y le dedico una insípida sonrisa de dientes amarillos. Vincent le respondió el saludo de manera natural y le extendí la mano. El quedó algo confuso por el gesto, pero se la tomó con algo de temor. Su tacto era tibio, lo que le dio a entender que no era un vampiro, aunque su aspecto así lo hacía parecer. Los invitó a entrar.

La casona, para su sorpresa, estaba increíblemente iluminada. Nada tétrico como se le había pasado por la mente. Un pasillo los llevaba hasta la sala de estar. Ahí los esperaba un grupo de personas. Dos mujeres de diferentes edades, estaban sentadas en un sofá blanco con detalles de madera oscura. Una de ellas, la más joven, de unos treinta y tantos, rubia y ojos cafés, le sonrió amablemente en cuanto lo vio. La otra, mucho mayor, de pelo cano, lo observaba con más hostilidad. Le recordaba un poco a la madrastra de la cenicienta. Y detrás de ellas, parados de manera estoica detrás de la anciana, dos tipos; una mujer y un hombre.

— ¿Este es el joven? — dijo la anciana examinándolo con desdén de pies a cabeza

— Bienvenido — le dice la mujer más joven con cordialidad.

La energía que emanaban ambas, era fuerte, pero muy diferentes. La anciana, lo observaba como si él fuera un enemigo, un peligro, era demasiado obvio que no lo quería en ese lugar. Podía sentir su hostilidad, su antipatía y cierto resentimiento. Y no es Vincent fuera prejuicios, él simplemente podía sentir las energías de las personas. Otro detalle que añadió a su mente, es que las dos mujeres que lo acompañaban no le transmitían nada.

En cambio la otra mujer, era todo luz, esperanza, anhelo y gratitud.

— Dime muchacho — habla primero la anciana con tono autoritario — ¿ya declaraste tu elemento?

— ¿Qué? — pregunto confundido.

— Él no ha declarado nada — dice Samara dando un paso al frente y con el mismo tono de autoridad —, además, él aún — enfatiza — no sabe nada.

Aunque la anciana le lanza una mirada de molestia, se hunde en su sitio. Incluso el par parado detrás de ella se cruzan miradas, dubitativos.

— Señorita Gutiérrez — interviene la mujer joven —, creo que no es momento para este tipo de conversación — dice con temor.

— Solo quiero saber una cosa más — dice incorporándose y regresando a su actitud anterior — ¿Cómo has sobrevivido todo este tiempo...?

— Es muy escurridizo — dice Abigail interviniendo también — y bueno para mendigar.

A Vincent no le costó nada captar que no querían que él abriera la boca. Así que no intente contradecirla.

El rostro de la anciana reflejaba la frustración.

— Gardenia — voltea hacia la mujer joven mientras se levanta—, es mejor que te deje el resto a ti. Ya me he desvelado bastante.

— Por supuesto señorita Gutiérrez — se levanta al instante.

Todo se quedó en silencio mientras la anciana y la pareja se retiraban.

— Debes estar agotado — dice la mujer joven como disculpándose — ¿Has comido algo? — pregunta en tono maternal.

— ...No — se tardó un instante en responder al ver que ninguna de las mujeres decía nada por él.

La mujer le lanzó solo una mirada al hombre que lo recibió en la entrada, del cual solo se percató de que estaba ahí cuando lo vio cruzar la estancia de manera diligente.

— Gracias por traerlo — dice la mujer dirigiéndose a las mujeres, y Vincent sintió el alivio en ella. — Pueden retirarse, ahora me encargo yo — dijo esas palabras en un tono amable y cortés, pero con un matiz de autoridad.

Al ver con la rapidez que ambas se esfumaron Vincent se percató de que la mujer era alguien importante.

La casa estaba en completo silencio. Se quedó ahí de pie, con Sheldon entre sus brazos, sin saber que hacer o cómo dirigirse a ella.

— Soy Gardenia Ortiz — se presenta y lo invita a tomar asiento frente a ella — Debes de tener muchas preguntas — vuelve a sonar como disculpa —... si gustas puedes soltar a tu compañero, deja que conozca el lugar.

Vincent obedeció, qué más podía hacer. Sheldon rápidamente se dispuso a recorrer la casa.

— ¿Qué es este lugar? — fue lo primero que se le ocurrió — ¿Y qué fue todo eso?

— Bueno, te explico — comienza ella tratando de transmitir seguridad, pero Vincent pude percibir en ella un leve temor hacia él —. Vincent, lo primero que debes saber y entender, es que eres alguien peculiar, incluso en nuestro entorno. Y lo segundo, es que este lugar es un templo de aprendizaje. Se supone... — prosigue pensativa — que cuando cumplieras trece años fueras enviado a otro establecimiento, dentro de Nepal...

— ¿Cómo que enviado a Nepal? — Vincent la interrumpió.

— Escuelas como estas hay alrededor de todo el mundo. Esta escuela por ejemplo, fue fundada como escuela para señoritas de sociedad en 1.877 por Josephine Hall, y como las demás, fue creada como un refugio para niñas y jóvenes hechiceras... — Se detuvo un instante, era obvio que tenía un discurso muy bien elaborado — bueno, en su origen era solo para niñas. Pero eso ha ido cambiando con el pasar de los años.

— ¿Hechiceras? — dijo confundido.

— Por definirlo de alguna manera — le sonríe.

— No entiendo — Vincent se sentía nervioso.

— Has vivido en la ignorancia toda tu vida y para colmo, solo — dijo con lástima en su voz —. Nos ha sido muy difícil dar contigo. Debo darle créditos a tu abuela, te puso un hechizo de protección muy poderoso.

— ¿Conoció a mi abuela? — Su corazón se llenó de nostalgia y dolor

— Fue una gran mujer — dijo con admiración —, una machi como pocas— dijo con tristeza.

— Entonces sabe... — los recuerdos del pasado estallaron en su mente.

— Si... — admitió, y no fue necesario ver en sus ojos el dolor, la tristeza y furia que la invadía — su pérdida fue...

— ¿Quien?

Vincent quería saber tantas cosas ¿Qué ocurrió aquella noche? ¿Por qué estoy vivo y ella no? ¿Por qué me persiguen? ¿Qué hago aquí? ¿Quién soy?

— Los hechiceros, siempre hemos sido una especie en peligro Vincent — le aclara — y los chamanes aún más. Nuestra historia se remonta a los inicios del tiempo y en este lugar podrás aprender a fondo sobre nuestro linaje. Hemos vivido días oscuros, y días más oscuros vendrán.

El hombre delgado entró en la esencia, cargando una bandeja. Era una especie de caldo y pan amasado. No era mucho, pero a Vincent le pareció perfecto.

— Gracias — le dijo al hombre que volvió a mirarlo nervioso.

Vincent probó la sopa y la encontró estaba riquísima.

— A partir de ahora serás parte del aquelarre de Santa Eva. — prosiguió la mujer sin importarle sus modales —. En este momento, la casa alberga un total de veintiséis jovencitas y... — lo observó — sumándote a ti, serían dos jóvenes. Debes entender, que estar dentro de un aquelarre tiene más ventajas que estar solo ahí afuera. No solo te ofreceremos un techo, cama y alimento. Te ofrecemos protección y la oportunidad de alcanzar tu máximo potencial. Ve en este lugar tú oportunidad de conocer tus dones y controlarlos. Lamentablemente en esta época las personas no son conscientes de sus raíces y jóvenes como tú están solos en el mundo, y en ocasiones, no podemos encontrarlo o es muy tarde... — se lamentó —. Como un pequeño que vivía cerca de la frontera de Brasil y Argentina, de raíces guaraníes, el pequeño de nombre Moa no tenía más de once años, cuando fue capturado.

Vincent dejó de comer.

— ¿Qué le hicieron? — dijo, esta vez con un nudo en el estómago.

— Fue... horrible. Al pequeño no solo lo mataron, fue torturado antes y luego decapitado. Su cuerpo fue lanzado al río Uruguay. Obviamente tanto el descubrimiento como la denuncia del caso quedó en la nada misma. Ya que la madre del niño también fue asesinada. Aunque la versión oficial fue suicidio por inmolación por fuego.

— Eso es terrible — Vincent palideció.

— Vincent, debes saber que el hecho de que estés aquí, es un milagro en sí mismo, de ahí la pregunta de la señorita Gutiérrez.

— Bueno, yo solo...

— No — lo detiene con la mano y luego niega con la cabeza. — Y es tarde — se pone de pie —, creo es mejor que descanses y asimiles lo que te he dicho hasta ahora — sus ojos se elevaron escaleras arriba —. Tu... equipaje está arriba — al ver que Vincent no comerá más, lo invita a que la siga.

Mientras subían hasta la tercera planta de la gran casona, Vincent trato de no pensar en el caso del pequeño Moa. Pero se preguntaba si "ellos" lo hubieran cazado aquella noche él hubiera corrido con la misma suerte. Se llevó la mano al cuello y me estremecí.

— Que descanses

La voz de la señorita gardenia interrumpió su hilo de pensamiento.

— Igualmente — respondió Vincent incómodo.

Observo el oscuro hueco de las escaleras. Al parecer conducían al ático.

Genial.

Subió las escaleras no muy convencido. Al abrir la puerta, se sorprendió lo amplio que era el lugar. Aunque estaba oscuro, el techo tenía un amplio tragaluz desde el cual los leves rayos de la luna iluminaban la habitación. Observo las dos camas que se encontraban una a cada extremo de su derecha e izquierda. Una de ellas, la de la izquierda, estaba evidentemente ocupada. No se detuvo mucho en contemplar al sujeto que dormía profundamente sobre ella, solo se dirigió, con cautela, a lo que sería de ahora en adelante su espacio.

Sobre la cama, se encontraba su escaso equipaje. Su mochila, la cual había dado por perdida, descansaba apoyada en la pared. No hizo mucho esfuerzo más que dejar la mochila en el suelo. La cama, que estaba perfectamente hecha, era de plaza y media. Solo se sentó en el borde, se quitó las zapatillas, luego se recostó en la cama y dejó que su cuerpo descansara. Se quedó en ese estado extraño entre estar dormido y despierto. Pensando, en todo, en nada, si es que algo así es posible.

~Gracias por leer, recuerda que tu apoyo es muy importante para seguir creciendo.

Toda critica constructiva es bien recibida si viene desde el respeto

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro