doce
Nayeon se encontraba a la par de la pelinegra, que yacía recostada sobre el sofá de la casa de la castaña, a punto de quedarse dormida.
En realidad, Mina iba en el tercer sueño mientras la película que se suponía que estaban viendo seguía corriendo en la pantalla de la televisión. Mientras la castaña la miraba consternada, la película había pasado a segundo plano.
Se preguntaba, ¿cómo es que estaba tan tranquila? Si hace apenas unas horas le estaba regalando besos en la biblioteca.
¿Se haría responsable de lo que provocó en el corazón de Nayeon?
Nayeon, ¿podrías dejar el drama por un momento? Tú también la besaste. Se reprendió a sí misma.
Cállate, Nayeon.
Suspiró, dejando por un momento de discutir con su subconsciente para observar a la pelinegra junto a ella. En realidad, Nayeon estaba en una orilla del sofá, mientras Mina se encontraba en el otro extremo, ya que la castaña se había negado rotundamente a mantenerse tan cerca de ella en una situación tan comprometedora como lo era... ver una película en su casa.
Estaba demasiado confundida respecto a los sentimientos que tenía por la pelinegra, cuando lo sobre-pensaba demasiado, se sentía realmente incómoda y ofuscada a su lado, ¿por qué tuvo que confesarle que le gustaba y convertir su cabeza en un lío?
"No sabía que era un secreto"
Recordó aquellas palabras y no pudo evitar sentirse tonta, ¿era tan obvio?
Por otro lado, cuando se dejaba llevar por sus sentimientos, y no por sus pensamientos, solo podía desear estar cerca de ella y abrazarla mucho tiempo. ¿Qué se supone que significaba eso?
No lo sabía, pero ese era uno de esos momentos en los que Nayeon se desconectó de los pensamientos que retumbaban en su cabeza, y decidió acercarse a la azabache.
Esta vez, asegurándose de que estuviera completamente dormida, no quería volver a pasar por otro accidente. Recostó su cabeza en el pecho de la contraria y pasó su mano sobre su hombro, abrazándola.
Solo será un momento, me quitaré antes de que despierte.
Y es que la castaña se sentía bien, y seguro entre los brazos de Mina, pero eso no tenía por qué saberlo.
Cerró los ojos aspirando el aroma dulce que tenían las prendas de Mina, sin darse cuenta del momento en el que se estaba entregando a los brazos de Morfeo.
━━━ 🎀 ━━━
Despertó lentamente, abriendo sus ojos, bastante relajada.
Sintiendo lentas caricias en su espalda que lo hicieron sonreír y suspirar por unos segundos.
Claro, hasta que cayó en cuenta.
Se encontraba aún sobre el pecho de la pelinegra, abrazándola. Y, por si fuera poco, a la mitad de su sueño había pasado una pierna por sobre las de Mina, quedando como un koala sobre ella.
Se sintió sumamente avergonzada, rápidamente bajó su pierna y dejó de abrazarla.
Sin embargo, seguía escondiendo su rostro en el pecho de la contraria, pues se negaba a encararla.
—Nay... me gustaría saber cómo terminaste encima de mí. — se rió un poco de la situación al ver a Nayeon sonrojándose hasta las orejas.
—Ay... que vergonzoso... solo olvida esto, ¿puedes? — dijo aún escondida.
Mina rió un poco más antes de tomar su barbilla para verla a los ojos y negar con la cabeza.
—Estás rojita. — mencionó antes de plantar un beso sobre la punta de su nariz.
—Mina... — frunció el ceño, demandante. Y sin realmente pensar en lo que estaba haciendo, abultó sus labios, pidiendo tácitamente recibir un beso en ellos. El cual recibió al instante por un sonriente Mina.
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