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Bang Chan esperaba a JeongIn frente a la puerta de su casa, pues lo había visto comprar algunas cosas en la tienda y no quería que huyera si lo veía.

El castaño llegaba a su hogar, buscando sus llaves en el bolsillo de su pantalón. Levantó la mirada, encontrándose al pelinegro a tan solo unos metros frente a el. Solo había una escapatoria, la puerta trasera de su casa. Corrió, esquivando a Chan, pero no pudo avanzar mucho antes de que unas manos tomaran su brazo.

─No quiero hablar contigo, Hyung.─ trató de safarse de aquel agarre, pero era inútil.

─Innie, mírame.─ pidió suavemente. El castaño hizo caso omiso, mirando hacía el suelo.

─No quiero.─ dejó de hacer fuerza, de cualquier manera le encantaba estar cerca del rubio.

─Por favor...─ rogó, acariciando las claras hebras. JeongIn levantó la mirada, no tuvo ni un momento para hablar cuando los labios contrarios se posaron sobre los suyos.

Dejó escapar un largo y muy pesado suspiro antes de corresponder, con un sentimiento de culpa creciendo en su pecho. Su padre siempre había sido de mente cerrada, siempre le había enseñado que las relaciones homosexuales eran antinaturales.

JeongIn no quería decepcionar a su padre. ¿Realmente estaba tan mal que amara la sensación que le brindaba Bang Chan tan solo acercándose? Adoraba con todo su corazón a aquel rubio, lo sabía, quería ignorar ese sentimiento, pero era imposible.

Tan solo había hecho una pregunta indirecta a su padre, y cada jodida palabra de aquella respuesta se clavó como una daga en su corazón, haciendo que la culpa invadiera su mente entera.

Chan separó sus labios, y con la inexperiencia a flor de piel, empujó su lengua contra los labios de JeongIn, deseando un poco mas de contacto con su lindo castañito.

─¿Chan Hyung?─ cuestionó, confundido. El rubio se separó, acariciando su mejilla con lentitud, para después posar su pulgar sobre el labio inferior de JeognIn.

Tiró muy suavemente de el, haciendo que su rosada boquita quedara entreabierta.

Se acercó nuevamente a el, y muy lentamente deslizó su lengua entre los labios del castaño, finalmente uniendo ambos pares de cerezos una vez mas.

JeongIn, por la sorpresa, abrió un poco los ojos, mientras dejaba caer las bolsas de la tienda directo al suelo.

Los labios de ambos permanecían quietos, Chan solo se dedicaba a dar suaves caricias a la lengua contraria con la propia, acompañado de un agarre en su cintura. El castaño suspiró repetidas veces, encantado.

Finalmente se separaron, sus ojos se encontraron. La mirada de In estaba cargada de preocupación. Sus corazones latian rápidamente, Chan tomó las mejillas del castaño entre sus manos, dejando un beso en su nariz.

─Innie, bonito. No debes dejarte llevar por la opinión de los demás, ya sea un amigo, tu padre, o el jodido rey. Querer no está mal, y yo te quiero a ti. Que te importe un pepino quien sea, mientras sea especial para ti.─ habló como si leyera su mente, y eso fue suficiente para que la culpa que invadía su mente, fuera desvaneciéndose lentamente. ─¿Quieres otro besito?─ dijo con una sonrisa.

JeongIn solo atinó a asentir, recibiendo un beso menos profundo sobre sus labios.

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