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Chapter IV: "Don't Blame Me"

Momo había visto toda esa escena desde lejos, y estaba comenzando a sentirse mal, así que no dudó en hablar con Dahyun cuando ésta se acercó. 

—Escucha, Dahyun, si tienes compromisos podríamos cuadrar para más tarde… —dijo, con pena. 

—Mi novio lo entenderá, no te preocupes —susurró ella para luego voltearse para ver a su amiga—. Avisame cuando llegues a casa, ¿quieres? 

—Lo haré —dijo la que Momo conocía cómo Chaeyoung. Después de despedirse, la de los mechones azules se alejó y Dahyun miró a la japonesa. 

—¿A dónde iremos? —preguntó seria. 

Momo inclinó su cabeza con pena, sentía que Dahyun estaba molesta y ella tenía la culpa. 

—Hay un café cerca de aquí… —dijo la de el flequillo—, podríamos ir ahí. 

—De acuerdo. ¿Nos vamos? 

La mayor asintió y ambas subieron a sus bicicletas. 

—Sígueme —dijo Momo comenzando a andar, y Dahyun la siguió sin decir nada. 

Estaba molesta, y ciertamente decepcionada por la actitud de Eun-Woo, pero también había sido su culpa, no sabía qué sentir, pero de igual forma esto no se quedaría así, más tarde llamaría a su novio y se disculparia. 

La castaña suspiró y continuó pedaleando siguiendo a la pelinegra que la guiaba, en este momento debía concentrarse en eso. Es un proyecto importante, con Eun-Woo podría resolver las cosas, pero darse el lujo de no hacer un trabajo de la señorita Bae era algo que no se podía permitir. 

Después de un rato manejando sus bicicletas, Momo y Dahyun llegaron al café, aparcando sus vehículos cerca de ellas, buscaron una mesa y por fin se sentaron. 

—¿Qué les sirvo? —preguntó una mesera. 

—Yo quiero una malteada de vainilla, por favor —dijo Momo. 

—¿Usted, señorita? —La mesera miró a Dahyun. 

—De fresa, por favor —dijo sin muchos ánimos. 

Cuándo la mesera se fue, Momo se atrevió a preguntar. 

—¿Te encuentras bien? —preguntó con cautela y Dahyun asintió, sin embargo, no le creyó, pero no preguntó más. No eran amigas, así que no tenía por qué preocuparse. 
Momo trató de pensar en algún tema para hablar pero no encontraba ninguno. Además era imposible no notar que Dahyun ni siquiera tenía ganas de hablar, así que mejor iría al grano.

—Bien, escucha —llamó la atención de la coreana—. Sé que algo no anda bien, también que no nos conocemos y que no confías en mí para contarme tus crisis existenciales —Dahyun abrió los ojos sorprendida—. Es probable que no estés de humor para tener algún tipo de conversación, mucho menos sobre un proyecto escolar, así que te daré una salida de esto, por hoy. 

—¿Una salida de esto? —preguntó Dahyun sin comprender y Momo asintió. 

—Beberé mi malteada en silencio y luego me iré —sentenció la mayor—. Sé cómo son estas cosas, probablemente necesitas aclarar lo que piensas a solas o tal vez ir con alguien más para decirle lo que sientes. 

—Creí que este proyecto era para hacer exactamente eso —replicó la menor.

—Sí, pero tampoco puedes confiar en alguien a las dos horas de conocerlo —dijo Momo mirándola seriamente. 

—Bueno, quizás ese es el punto —Dahyun recargo sus brazos en la mesa después de decir aquello. 

—¿Cómo un psicólogo? —cuestionó la japonesa mientras se acomodaba en la misma posición que Dahyun, la cuál asintió—. Creo que es evidente que ninguna de las dos tiene un título de esa carrera. 

—No le des tantas vueltas, eso es lo que la señorita Bae quiere —dijo Dahyun y Momo alzó una ceja sin despegarle la mirada, exigiendo una respuesta más amplia, por lo cuál, la menor continúo—. Ella quiere que seamos escuchados, pero sin ser juzgados. 

—Vaya, cómo puede confiar en adolescentes para esa tarea… —susurró Momo para sí misma pero Dahyun fue capaz de escuchar. 

—¿A qué te refieres? —cuestionó Dahyun con confusión mientras se cruzaba de brazos. 

—Los adolescentes no son muy confiables cómo para esta tarea, no muchos tienen la madurez —explicó brevemente la mayor, a lo cuál, Dhayun iba a hablar, pero ni siquiera pudo porque la mesera trajo sus malteadas, pero al irse, se atrevió. 

—¿Y tú tienes la madurez? —preguntó la coreana y Momo la miró. 

—Supongo que tendrás que confiar ciegamente en mí o, bueno, pedirme que tome mi malteada en silencio para luego irme —dijo la japonesa sorbiendo la pajilla de su vaso. 

—Creo que me arriesgaré. 

—Te escucho, entonces —dijo Momo y le regaló una sonrisa encantadora a Dahyun. 

Tan solo Dahyun comenzó a explicarle a Momo lo que había ocurrido y el cómo Chaeyoung había cancelado su cita sin ningún tacto, pero no estaba enojada con ella. Chaeyoung constantemente hace lo que Dahyun no se atreve gracias a sus impulsos, aunque no tocó el tema de la hiperactividad de su amiga. 

Momo la obligó a relajarse un poco. La situación no era tan grave, le recomendó hablar con Eun-Woo, y arreglar aquel mínimo inconveniente, y sobre todo, avisarle para no interrumpir sus planes. Dahyun tan solo rió. Momo no era tan seria cómo ella creía, y eso le agradaba. 

Después de un rato dónde conversaron entre risas y sorbos de malteada, Dahyun preguntó:

—¿Y tú? ¿Tienes algo que te esté atormentando? 

La sonrisa de Momo hubiera desaparecido sino se hubiera forzado a mantenerla, se obligó a soltar una risita y negó con la cabeza. 

—No, en realidad no. 

—¿Y qué se supone que debo escribir de ti? —preguntó Dahyun confundida, dándole el último sorbo a su malteada. 

—Quizás lo encantadora que soy —dijo Momo, levantándose y sacando un billete, el cuál dejó en la mesa. Dahyun sonrió por su comentario, pero notó a su compañera un poco sería—. Ya debo irme. 

—Claro, claro, yo me quedaré a pagar.

—Bien, te veré mañana en la escuela —Se despidió la japonesa y tomó su bicicleta para luego emprender su camino a casa. 

La coreana se quedó ahí, sola. Aún no quería llamar a Eun-Woo, así que llamó a Chaeyoung. 

—Hey…

“Hola, tofu con piernas” —Dahyun sonrió ante la ocurrencia de Chaeyoung—. “¿Ya has terminado con la chica del flequillo?” 

—Sí, bueno… —Dahyun suspira—. Ella ya se fue. 

“¿Y por qué suenas decepcionada?” 

¡Claro que no! Espera… ¿se sentía decepcionada? 

—¡No! ¡No es eso! —negó—. Tan solo, no hablamos mucho sobre ella, no sé qué poner en mi informe para la señorita Bae. 

Sin más, Dahyun conversó con Chaeyoung contándole lo sucedido, cómo siempre lo hacía. Se pasaron varios minutos hablando sobre “la chica del flequillo” y la situación pendiente a resolver con Eun-Woo mientras Dahyun terminaba su malteada y Chaeyoung coloreaba ese libro que Nayeon le había obsequiado. Después de media hora, la coreana decidió que era hora de pagar e ir a casa mientras se debatía qué debía escribir en su informe, mientras tanto, Momo había arribado a su hogar después de un largo paseo en bicicleta. 

A la japonesa no le agradaba pasar tanto tiempo en casa, y menos en completa soledad. Su padre y su madre habían sido dueños de “Hirai Law Firm" (Bufete de Abogados Hirai) por más de cinco años, y cómo supondrán, no tenían mucho tiempo para su hija. La pareja de abogados se había dedicado a la crianza tan solo el primer año de su única hija, después, cuando se dieron cuenta que cambiar pañales no era para ellos, decidieron dejarle la tarea a Hana, su ama de llaves, con quién Momo se había criado básicamente toda su infancia y adolescencia. 

Hana, aquella mujer adulta que le había enseñado modales y la había educado cómo si fuera su hija propia, pero que lamentablemente, había muerto de cáncer tres años atrás. Suceso que aún le afectaba a Momo. 

Aún recordaba la cara de Hana al anunciarle que había recibido una beca en Corea del Sur junto a sus amigas, había sido uno de los últimos días de Hana con vida. La sonrisa llena de orgullo que su Nana le había regalado era una que definitivamente nunca iba a olvidar, al igual que la habitación blanca y su cuerpo lleno de tubos con oxígeno para ayudarle a respirar. 

El propósito de Momo desde que era una niña había sido llamar la atención de sus padres, llenarlos de orgullo, pero para estos era más importante su otro bebé, el bufete. Así que la pequeña Momo que deseaba la atención de sus progenitores, creció y los culpó, porque no se interesaban en ella y lo único que habían logrado era que se encariñara de una persona externa a su familia, que falleció y que ahora extrañaba con su alma entera.

Después de la muerte de Hana, la japonesa pasó varios meses lidiando con el duelo sola, por decisión propia. Acomplejada y con inseguridades, Momo se había aislado por completo de sus amigas, ya que en su mente prevalecía el pensamiento de que, si sus padres no le prestaban atención, ¿por qué alguien más lo haría?

“Tonterías. A los demás no les interesas” , pensaba ella.

Claramente estaba equivocada, puesto que tenía verdaderas amigas. Sana y Mina después de algunas semanas sin contacto, decidieron hacerle una visita y aclarar cada pensamiento erróneo que la pelinegra tenía. Cómo Hana, le sonrieron con amor y limpiaron cada lágrima que resbalaba por las mejillas de su amiga. 

Con la semanas, Momo superó la muerte de su querida Nana, aunque siempre la tuvo presente, aún más aquella orden que le había dejado ella: “Ve a Seúl, estudia y cuida de ti, mi niña. Me temo que yo lo haré desde el cielo...”. Pero como las cosas no eran tan fáciles, Mina y Sana estuvieron considerando declinar la oferta que la escuela de Seúl les había propuesto, ya que sus padres no dejarían que sus hijas viajaran a un país desconocido sin ellos. No obstante, acompañarlas no era posible, puesto que no contaban con un trabajo que pudiera costear rentas y pasajes de avión. Pero tomando en cuenta que Momo realmente quería vivir esta experiencia con sus amigas, se propuso mejorar la situación.

Casualmente, sus padres habían comenzado a expandir su bufete de abogados a Corea del Sur, así que habló con ellos y recomendó a los padres de sus amigas para algún puesto vacante con el que pudieran costear los gastos del viaje. Los señores Hirai aceptaron aunque no habían puesto mucha atención a lo que había dicho su hija, cómo era costumbre. Y así, después de unos meses, pudo viajar e inscribirse con sus amigas, quiénes agradecidas propusieron recompensar a Momo en un futuro, lo cuál no le importaba realmente a la japonesa, tan sólo quería ver a sus amigas felices y con oportunidades que pudieran aprovechar. 

La japonesa sonrió mientras estacionaba su bicicleta, recordando la cara de sus amigas al darles la noticia de que irían juntas a Seúl. Entró al edificio dónde vivía con lentitud y se adentró al elevador, presionando el botón con el que llegaría a su piso, después de unos minutos, ya se encontraba en el apartamento que los Hirai rentaban para ella, ya que contaba con el total apoyo económico de sus padres, pero respecto al moral y sentimental… No mucho. Las veces que habían ido ellos a visitar Seúl, habían sido para supervisar sus sucursales, pero ninguna para pasarse y ver qué tal estaba su única hija. Con los años, Momo se había resignado a que nunca conseguiría que la amarán cómo padres normales. 

Suspirando, Momo aventó su mochila al piso y se tiró de un salto al sofá. Cuando Mina y Sana no estaban con ella, su vida era muy monótona y solitaria. 

En ocasiones pensaba y pensaba sobre su vida, la diferencia de entre cuando era una niña es que en la actualidad ya no lloraba al pensar que sus padres no la querían o que no valoraban su esfuerzo para acercarse a ellos, ya no corría desesperadamente para atender sus llamadas, incluso ahora las rechazaba. Había crecido y perdido todas las esperanzas de tener una buena relación con sus progenitores, pero luego reflexionaba, no necesitaba su cariño o sus consejos, sin ellos le iba mucho mejor. 

Era inteligente, capaz, incluso podía cocinar palomitas en el microondas sin que se quemaran. Sabía escribir con una excelente ortografía, leer a la perfección coreano, japonés e inglés. Tenía dos buenas amigas, ¿por qué iba a necesitarlos? 

Momo se cruzó de brazos y se hizo bolita en el sillón, escondiendo su rostro en una esquina de este, suspiró e inquieta, se levantó, tomó su mochila del suelo, luego se dirigió al estéreo, lo encendió y conectó su teléfono vía Bluetooth para poner música a todo volumen, luego caminó hasta el comedor para sentarse en una de las sillas y sacar sus cuadernos para comenzar a hacer sus deberes. 

Con “Don't Blame Me” de Taylor Swift de fondo, tomó su cuaderno de orientación y un lápiz para comenzar a escribir:

“Primer bitácora. Compañera: Kim Dahyun…” 

Dont blaime mi, lof maikmi creizi. Ok, lo admito, puse a Taylor porque amo a mi novia xd, y porque esa canción es genial. Anyway.

¿Cómo están, gente? Si aún no han olvidado esta histórica, vengo a actualizar, después de dos meses:') lo sientoooooooo, pero pasaron muchas cosas en dos meses que no me permitían escribir.

Espero les guste esta actualización, profundice mucho a mi adorada Hirai porque es un personaje muy bonito, qué necesita mucho amor, avísenme si les ha gustado.

Es probable (no prometo nada) que actualicé pronto, hoy mismo me pondré a escribir el siguiente capítulo, ¿okas? Okas.

Por favor, voten si les ha gustado, comenten mucho y compartan la historia si les gusta porque me pongo triste cuando veo que tiene menos de 200 leídas jsjs. ¡Los quiero mucho! Cuídense ✨

- B. A. F.

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