1 año después.

Park Siu.

Algunas cosas nunca cambian: las personas, el paisaje, el ambiente, la manera de pensar. Cualquiera puede pensar que están en constante cambio, yo digo que es una mentira, porque el clima de Londres parece nunca cambiar. Siempre es húmedo, frío y gris, pero eso no me importa después de un tiempo, uno se termina acostumbrando a pesar de que siempre es igual, las personas tienden a ver pequeños cambios, la costumbre hace que pienses que el clima cambió: no cambia.

Me muevo entre la gente hasta llegar al restaurante en donde entró, el lugar está concurrido, pero no hace que pierda de vista a la persona que tengo al frente. Su presencia es imponente, y si no fuera por el hecho de que me causa un terrible miedo podría sentir el deseo de querer ser protegido por él. Algunos turistas miran en nuestra dirección, pero sé que no son turistas, es su equipo de seguridad, es como todo, una simple medida de protección. Nadie sabe lo que puede hacer el chico hacker, pero hasta yo sé que buscar problemas con un concejal y líder del grupo de Kim House Company, no es muy inteligente.

—Buenos días.

El hombre me mira y asiente, mientras me siento al frente. Su mirada es endurecida, sus ojos son jodidamente fríos y lejanos, y su cabello está duro sin poder moverse pese al viento que nos alcanza. El traje de dos piezas hacen que solo su presencia se vea inalcanzable.

—Tengo que admitir que vales lo que cuestas y eso nunca he podido negarlo, pero me temo que estás en un peligro muy grave, Namgung Ji-hyun está cazando a la persona que publicó el video, al igual que el noviecito que tenía mi hijo —la mueca de desagrado no abandona su rostro—, Lee Seung, su abuelo es reconocido en el bajo mundo.

—Lo olvidará...

Sus ojos escanean mi cara y por un momento me tenso al pensar que pude haber dicho algo que no le gusto.

—Me temo que mi Ji-hyun no olvidará algo así, él solo se unió al puesto que le proporcionó por su gran amor a su hermano y está dispuesto a darle caza a las personas que proporcionaron su caída. —Asiento, entendiendo el peligro que dice y antes de que pueda decir algo habla—: También deberías estar alerta de mi otra hija, la bastarda, ha empezado a molestarme, y creo que dentro de poco, te molestará a ti.

— ¿Y yo qué, padre? ¿olvidado? —digo con furia seca de haber peleado una batalla que ya no pude ganar—, me dejas a merced de mis hermanos, sabiendo que todo lo hice por ti, porque tu querías...

Es un movimiento descarado, lo sé cuando sus ojos no se agrandan, no se impresiona ante la información que parece ser no ser un secreto.

—Siu, ya hemos hablado de esto, te cuidare a ti y a tu abuela, estaremos bien, confía en mí.

— ¿Así como lo hizo Seojoon?

No dijo nada y ambos nos quedamos en un silencio muerto, asfixiante y atemorizante ante la expectativa.