Capítulo 28
Te rompí solo para poseerte
Kim Seojoon.
CONTENIDO +18
Acercó mis manos a su nuca y en un movimiento impulsivo, lo atraje. Nuestros labios chocan en un encuentro que parece desatar cualquier control previamente consensuado. Mis dedos se enredaron entre sus hebras negras y me coloco de puntillas para poder llegar con más facilidad a sus labios. Me atrevo a morder el labio inferior en un roce que provoca un gruñido ronco, de inmediato, dominó el beso haciendo que nuestras lenguas se enreden y se entrelazan en un beso insaciable. Intento mantener el ritmo, pero empiezo a perder el control, logrando que domine el beso, al instante.
Los suspiros entrecortados se mezclaban con los gemidos que brotaban de mis labios. El contacto firme de Seung me mantiene prácticamente prisionero, haciendo que nuestros cuerpos se rocen de manera íntima y hasta dolorosa.
No llegamos a la cama, en cambio me conduce hasta la sala de estar, dejándose caer y dándome una mano para que pueda sentarme entre sus piernas. Agarra mi manos y sube la vista dándome una sonrisa tan malditamente pícara que quiero golpearlo.
—Vamos, bonito, quiero sentirte.
Solo necesito olvidar por hoy.
Me dejó caer entre sus piernas y de inmediato atacó mis labios, volviendo el calor como una especie de compañera. El dolor y el placer mezclados en mi paladar para converger en mi entrepiernas, que parece arder en proximidad. Ambos decidimos ignorar por completo la falta de aire que comenzaba a hacer estragos y nos obligaba a separarnos cada tanto. Me muevo entre sus piernas, y nuestras entrepiernas chocan haciendo que se escape un gemido ronco de mis labios. Dios, lo necesito tanto. Un gruñido de placer escapa de los labios de Seung, que produce estragos en mi cuerpo, haciendo que mis caderas se remuevan con más fuerza sobre su erección. Ambas entrepiernas mientras el castaño se movía, buscando alivio y éxtasis en la fricción de sus cuerpos.
La mano que tenia libre Seung la uso para desvestirme, quitando mi camisa y con dedos temblorosos hice lo mismo. Su torso, su clavícula y sus brazos los repasó con mis palmas expuestas, maravillándome por el calor que desprende. Mis manos heladas hicieron contacto con su piel, haciéndolo suspirar y agarrar con más fuerza mis caderas.
—¿Me dejas tocarte?
—Lo estás haciendo —respondo con la voz entrecortada por lo agitada que tenía la respiración.
—Sabes a lo que me refiero —murmura Seung, chocando su aliento cálido contra mi cuello.
La fuerza y posesividad de su brazo rodeando mi cintura y espalda, haciendo que caiga contra el mueble. Nos mueve dejando su cuerpo sobre el mío. Las manos libres que tenían descendieron para liberarme de mis zapatos y previamente de mi pantalón, tomándome el tiempo de hacerlo con delicadeza, un juego que contrastaba perfectamente con la urgencia que sentía en mi interior. Me está dando el tiempo para que lo detenga, para que diga algo, pero en este momento lo único que puedo pensar es en la gran ansia que tengo de ser tomado. Terminó de desnudarme y es cuando me doy cuenta que él sigue con su ropa casi intacta si no fuera por la abertura de la camisa, que me deja apreciar la definición de su abdomen.
— ¿Por qué sigues con la ropa puesta?
—No te has dedicado a quitarla.
—He sido muy desconsiderado.
—Un poco, pero te lo perdono cuando te ves así.
—¿Así como?
—Tan... —antes de que complete la frase, vuelve a besarme, haciendo que cualquier pregunta muera—. Dime que puedo tocarte.
— ¿Si no quisiera...?
—Nos bañaremos con agua muy fría y nos iríamos a dormir.
—No quiero continuar —susurro con el miedo y la ansia convergiendo en mi cuerpo. Seung traga grueso y se levanta, aprieta los labios, baja la mirada por mi cuerpo, pero se sienta en otro mueble, dejándome con el cuerpo frío—. ¿Serías capaz de resistirte?
—Tengo autocontrol, y si aún no estás seguro, tengo algo que te puede dar seguridad —Me lanza una manta para cubrirme y se mueve hasta el fondo de la sala para sacar de un cajón un arma negra, que se ve sumamente pesada. Se acerca y con él, el arma. Me la da y por un momento mi respiración pierde fuerza. El arma se siente pesada en mis manos como una tercera persona—. Si crees que lo estoy haciendo no te gusta úsala, es tuya.
— ¿Me estás dando un arma?
—Como un gesto romántico. ¿sabes usarla?
—Si.
Alza una ceja y parece que va a preguntar algo, pero se queda callado.
—Bien, úsala en mi
—Te puedo matar —hace un gesto para restarle importancia y vuelve a darme un beso de pico, que se prolonga de forma pausada hasta hacerme jadear con fuerza cuando muerde ligeramente mi labio. —Joder. . .
—¿Mmh? —soltó un sonido nasal mientras abandonaba mis labios de nuevo, haciendo que pueda sentirlos caliente e hinchado. Mi polla no ha perdido interés, mi piel sigue sintiéndose caliente y necesitada y todavía quiero tocarlo—. ¿Puedo tocarte?
—S-si. . .
Aquella simple caricia, aquel toque que rozaba la línea entre la promesa y el pecado, se sintió como una bendición en ese momento. Mi aliento se atascó cuando el primer roce contra mi miembro, palpitaba contra su pulgar. La sobrecarga de emociones fue abundante, logrando que su pulgar se humedezca con el líquido pre-seminal. Dejé escapar un gemido ahogado que se mezcló con el suspiro entrecortado de la Seung.
Soy incapaz de concentrarme en lo que pasa a mi alrededor, cuando la frialdad de la yema de los dedos de Seung envolvieron mi erección, moviéndose de arriba a abajo y acariciando la punta sensible, llevándome al borde de la locura. Cada movimiento de su mano era como una caricia ardiente, una provocación que despertaba el deseo en lo más profundo. Me aferro a sus hombros, rozando mis uñas con la tela de su camisa, intentando conseguir una estabilidad contra el torbellino de sensaciones. Reparte besos y mordiscos generosos por todo mi cuello, tocando con sus dientes y lengua mis clavículas expuestas. Los hormigueos se extienden desde mi nuca hasta mi espalda baja por la estimulación.
Mis manos bajan hasta su prominente dureza que se siente como una tercera presencia que permanece resguardada tras la tela del pantalón. El calor de mi pecho se extiende a mis manos a medida que siento la erección, el simple roce hace que quiera gemir. Nunca me imaginé que tuviera tanto deseo de algo o alguien. Exploro con entusiasmo, moviendome un poco hacia atrás haciendo que me sostenga con más fuerza.
—No hace falta, bonito.
—Pero yo quiero —me acerco hacia donde está su pantalón, y lo desabrocho con lentitud, haciendo que su expresión cambia por completo: su mirada se endurece y su mandíbula se aprieta—, por favor.
— ¿Qué voy a hacer contigo?
La pregunta a pesar de que fue lanzada, no parecía dicha para mi, así que, me encargué de bajarle el pantalón por completo, dejándolo libre. Lo escucho mascullar una maldición entre dientes, una vez que mi mano consiguió colarse entre su dolorida polla. Seung agarra mis manos evitando que pueda tocar mi polla, pero uniendo ambas en una mezcla de piel caliente y aliento desbocado. La presión contra su polla es dolorosa y ambas pieles se sienten suaves.
Seung escupe sobre nuestras pollas haciendo que mi respiración se contraiga.
Dios que sexi se ve haciendo eso.
Empieza el vaivén en su mano y con la otra presiona mis muñecas hacia atrás, haciendo que mi espalda se arquee. Muerdo mi labio cuando el bombeo se hace más agresivo y los espasmos escapan de mi cuerpo como los gemidos de mi boca, la sensación se incrementa a medida que acelera el ritmo. Suelta mi muñeca y acerca mi cuerpo hacia él. Su cuerpo es tan cálido y huele a su perfume caro, que no me incomoda su sudor. Me aferro con más fuerza cuando en el último bombeo, mi orgasmo y el suyo se entrelazan y se vierte por nuestros abdomen. Relamo mis labios para luego volver a besar con poca urgencia y más deleite, lo cual comprende, ya que el beso es casi suave, perezoso, dejando que nuestra poco fuerza intente volver a respirar.
—Quiero más —reclamo y Seung me da una sonrisa torcida.
—Esa boca —me reprende en voz baja.
Me deposita en el mueble y se acomoda para darme más espacio. Mi piel se siente demasiado sensible, haciendo que sus besos se sientan mil veces más mortales. Baja hasta llegar a mi pecho dejando un camino de saliva y moretones por mis pezones erectos, la sensación se vuelve insoportable. Mis gemidos se hacen profundos mientras mis dedos se enredan en su cabello negro que se desliza con suavidad. Me gusta su cabello y las pecas de su espalda.
—¿Está bien que me gustes? —susurro, haciendo que aparte sus labios de mi abdomen.
—No —responde con suavidad que contrastaba con su respuesta— ¿Pero a quién le importa?
Ni siquiera me di cuenta de la posición en la que estaba hasta que sentí sus manos deslizarse por la extensión de mis piernas. Deja poner mis tobillos en sus hombros, hasta dejar un espacio considerable de su cuerpo sobre el mío. En donde está, se ve imponente, hermoso y con un deje de peligro, ya que es mucho más grande que yo, más fuerte que yo y posiblemente con más experiencia.
—No te haré daño, no algo que te vaya a disgustar.
Una de sus manos bajó hasta mi trasero, abriéndose paso entre mis glúteos y tocando mi entrada, la que me hace vibrar por un momento. Entonces puedo ver como escupe en sus dedos y busca mi entrada. No debería estar excitado por eso, no por eso, es obsceno y vulgar, pero a la mierda, ese calor se extendió desde mi vientre hasta mi polla dura. Entonces el dedo pulgar de Seung tantea para luego introducirse. Es extraño la sensación de invasión que por un momento siento, pero anhelo por un toque más certero, así que me muevo contra su dedo, haciendo que capte de inmediato, lo que deseo.
Tiene las manos grandes y por ende, los dedos largos, así que no tardó mucho tiempo en ir introduciendo otros dedos, dejándome sin aire y con el sonido sorde de su palma contra mi trasero. Estaba listo, lo sabía cuando sus dedos abandonaron mi agujero, sacando un ruido húmedo. Escucho la risa suave de Seung haciendo que mi cuerpo se caliente por completo.
—Que bueno que te diviert. . . M-mierda —masculló nuevamente, Seung mueve su cadera rozando su caliente polla en mi entrada.
—¿Estás tan desesperado por mi? Es hermoso como me estás temblando y ni siquiera estoy adentro.
—Hijo de put. . . ¡Seung!. . . —Gimo de inmediato cuando el resto de su polla se pierde entre mis glúteos de una estocada.
Mis palabras, pensamiento y aliento se desvanecen, mis paredes se contraen en su polla y la sensación hace que gima con fuerza. Dios, no creo poder soportar esto. Busco sus labios haciendo que baje de golpe y en medio de la frustración me besé, nuestras lenguas se enredan con cierto nivel de grosería, propio a una fiera. Entonces, empieza, se mueve lento, tortuoso y firme, dando estocadas certeras que usa para que pueda abrir la boca y lamer mis labios. Es deliciosamente obsceno la forma en que me está follando, como si jugara con mi control, con mi cuerpo y mi mente, quitando cualquier inhibición que pueda tener. Un gemido escapa de mis labios cuando una de sus estocadas da directo a una parte sensible, haciendo que Seung se detenga por un momento, agarra mis caderas y penetra dando en el mismo lugar. El sonido suena fuerte, el choque de nuestras pieles es casi corrosivo, mientras intento aguantar todo lo posible, pero mi cuerpo está demasiado hipersensible.
—Seung... —gimo de nuevo, pero mi voz suena rasposa y grave. No tiene compasión cuando vuelve a embestir.
—Hazlo —le escuchó susurrar— Córrete para mi, bonito.
Ese fue el punto crítico haciendo que las últimas estacadas fueran certeras, y de una me corro. Trago grueso, sintiendo como ambos dejamos la suave tensión que nos embriago para mirarnos. Es entonces que me hago consciente que sigo desnudo e intento ocultarme, desvió la mirada hacia otro lado, haciendo que mis ojos impacten contra la mesita de noche y el arma. La calidez de su miembro me abandona, y Seung me agarra con suavidad para darme un pequeño beso en mis labios hinchados.
—Me gustas tanto, maldita seas.
La luz golpea toda mi cara haciendo que abra mis ojos. Maldigo en mi mente la ventana que da contra toda mi cara y me remuevo con más fuerza contra el cuerpo caliente que me cubre la vista.
Unas manos se posan sobre mi cuerpo y es cuando soy consciente que estoy con alguien. Me levanto, haciendo que mi cabeza golpee con fuerza. La mirada de Seung está sobre mí, como si estuviera expectante.
Es entonces cuando los recuerdos me llegan de oleadas, uno por uno, uno más grande que el otro solo para ahogarme como un mar de sucesos más fuerte que el anterior.
Me enfrento a dos posibilidades: hacerme el desentendido; el que no volvió a follar con él después de la declaración que hizo, la cual no correspondí; o hacerme el indignado, pero esa no es buena idea cuando recuerdo haberme desmayado después de la tercera cogida justo cuando estaba encima de él, en el mueble. Mi garganta se siente seca, mi cuerpo tembloroso y mi cabeza hecha un desastre, pero al menos no me siento sucio, y estoy vestido con una camisa que supongo que es de Seung y un boxer que tampoco parece ser mío.
—No entres en pánico —dice con la voz enronquecida por la desvelada, pero lo último que hago es mirarlo, agarró el teléfono de la mesa de noche y revisó la hora. Cerca de las 10:30 am. Hoy es lunes, tengo que ir a mi casa—. Préstame atención, Seojoon...
—No quiero hablar de lo que pasó anoche.
—No es de extrañar, pero necesito hablar contigo.
— ¿A qué te refieres?
—No te gusta enfrentar tus problemas, ya lo sabes...
—Y una mierda...
Una llamada al teléfono de Seung nos interrumpe, Seung se levanta y agarra el teléfono que está a su lado de la cama. Salgo de la cama, pero me encojo sobre mi cuerpo cuando un pinchazo en la pelvis hace que me arquee. Rebusco entre la habitación hasta dar con mi pantalón, el cual de inmediato me pongo. De repente, la puerta es tocada con rapidez, haciendo que ambos, nos miremos.
Se levanta y abre la mesita de noche donde saca un arma. Me acuerdo del arma que me dio ayer, en ese momento no me cuestione que hacía con un arma en un país en donde es ilegal usarlas. Se pone delante de mí, y es cuando me doy cuenta que tiene puesto un mono de ejercicio.
—Señor, la noticia de su ubicación se esparció, tenemos la prensa repleta por todo el lugar. —Trago grueso y puedo sentir el dolor de cabeza aumentar. Seung guarda el arma en el borde de su pantalón y abre la puerta—. Estoy aquí par guiarlos a una posible salida.
— ¿Quién te mando?
—Su abuelo.
No dice nada más y asiente. Agarra una camisa y la guarda en su bolsillo, toma mi mano saliendo del lugar por el pasillo, ingresamos por un pasillo estrecho que da a unas escaleras de metal rústico, parece de las que usan los guardias para sus rondas. Me pongo un poco tenso al darme cuenta que estoy descalzo, haciendo que Seung me suba en su espalda, para lograr bajar con mucha rapidez. El dolor de mis músculos es apenas constante, pero no me enfoco en eso, al momento en que llegamos al estacionamiento y de una vez, entramos al coche de famosos totalmente negro.
Seung me deja en el asiento de atrás y un par de hombres se posiciona delante, pero antes de que pueda hacer algo, un auto entra a toda velocidad, haciendo que Seung me cubra con su cuerpo. El auto nuevo y de color azul oscuro derrapa contra el cemento del estacionamiento, para frenar delante y de inmediato, me tenso al reconocerlo.
Daehyun baja del auto, está enojado, muy enojado, pero no mira a nadie más, sus ojos solo me enfocan a mi.
—¿¡Quienes te hicieron eso!?
Por un momento no supe a qué se refería, no lo entendía, hasta que recuerdo el video, la exposición pública y el sonido de mi boca contra la polla de Doyu. El recuerdo produce arcadas certeras en mi cuerpo, pero tragó grueso al no querer expresar el desagrado. Mi piel está fría y mi cabeza late con fuerza.
—No es de tu incumbencia.
— ¿¡Te hicieron eso y esperas que no haga nada!? —Su rostro se distorsiona en una mueca de indignación y molestia, pero no digo nada más, haciendo que empeore la situación. Su voz se alza, puedo escuchar su ira se restregaba contra mi dolor, como si no importara—, puedo vengarte, déjame hacerlo.
— ¿Vengarme? —una risa irónica escapa de mi voz—. ¿A quién le importa la venganza?
¿Cree que me importa ser vengado? ¿Qué hacen ellos paguen? Para qué, me usaron, ya lo hicieron, ellos no se arrepentirán. Y aunque lo hagan, es casi imposible pensar en el hecho de volver a ver a Kim Doyu sin vomitar encima. El daño está hecho, no existirá justicia, la resignación de ese hecho queda subrayado en eso.
—Seojoon, ven conmigo —Es entonces que su mirada se desvía de mí hacia el cuerpo que tengo casi cubriéndome. Seung no dice nada, tampoco me retiene, pero no ha dejado la posición. Ambos se ven como si pudieran transmitirse un mensaje que ignoro por completo—. ¿Lo prefieres a él antes que a mí? Seojoon por Dios, él te mandó a golpear, el te extorsionó y te manipuló, es un puto asesino y nunca te mostrará lealtad. ¿Por qué no le cuentas lo que hiciste con Go Min-young?
—Eso no es tu incumbencia —habla por primera vez Seung, haciendo que retroceda un poco. El nota el movimiento, pero no me dice nada.
— ¿Y tú no? —pregunto, haciendo que ambas miradas se dirijan a mi rostro. Me van a comer los nervios—. Dime, ¿no me viste mientras estaba en el suelo y me mandaste a casa con nada más que el dinero de ida, cuando pudiste ayudar?, ¿me mandaste a vigilar con un ship rastreador todo el tiempo? Intentabas que me enamorase de ti, a pesar de que tienes novio, eres un maldito psicópata e infiel.
— ¿Lo prefieres a él? —ignora lo que digo y pregunta de nuevo.
—A ninguno —reveló, pero no parece bastar para saciar sus palabras, así que vuelvo a hablar—. Daehyun, te recuerdo que el cuento de hadas se acabó, tu propaganda de amor a primera vista me importa una mierda. Eras la típica persona que no sabe lo que es la lealtad.
— ¿Te acostaste con él?
—Hazlo —digo, sintiendo la ira volver a mi como una segunda piel. Harto de que me esté mirando con una expresión de asco y repudio, como si hubiera tocado lepra y quisiera contagiar—. Intenta hacerme sentir culpable por follar, yo no lo siento, fue un buen polvo.
—Eres un puto.
—Y sin embargo, nunca me acostaría contigo.
—Lo prefieres a él —dice como si intentara entender lo que mis palabras le han dicho.
—Sí, lo prefiero a él.
—Que se jodan, tú y él.
Entra al auto una vez más, y lo mismo hace Seung a mis espaldas. No digo nada mientras el conductor arranca el auto y un ambiente tenso se tuerce entre ambos, sé que escucho lo que dije, joder,, pero no puedo pensar en estar con él, no hoy al menos. Lo de anoche no fue más que algo de una sola vez, algo que no puedo pensar en repetir sin pensar en la decena de periodistas que tiene mi imagen como burla mediática.
Apenas salimos del estacionamiento, el auto es bombardeado de paparazzi intentando conseguir una jodida foto, pero no hago nada, más que dejar que el carro avance por las calles transitadas.
—Eso estuvo... —hablo intentando que el ambiente deje de estar tenso—, fuerte.
—No puedo decir lo contrario.
—Seung, tuviste que verlo venir, no me conoces... —intentó aclarar, pero mi garganta se tuerce en un nudo insoportable.
—Por supuesto que te conozco —las palabras salen con tal verdad que lo miro por un momento. Intenta poner una mano sobre mi rostro, pero apartó el toque haciendo que una presión se introduzca como bala en mi cuerpo—. Te conozco tanto que ya no tengo ni tiempo para pensar en nadie más porque consumes mis días. Me agotas, me asfixias y... es que eres tan sofocante. Tu vida entera está rodeada de un problema y quieres solucionarlo, pero no haces nada para hacerlo, no estás enfrentando una mierda.
¿Cómo mierda se atreve a decir que no enfrentó nada? Él no me conoce, él no sabe lo que estoy soportando y aun así dice que... ¿lo asfixió?
— ¿Y tú? Por Dios no me hagas reír —suelto con el pecho agitado—, me juzgas por la mierda que me hizo tu familia, tu hermana me grabo empujarla, me grabo mientras era violado, ¿crees que no he hecho nada? ¿crees que te asfixio con mis problemas? ¿crees que no quiero que mi vida deje de ser una mierda? Fueron tu hermana y tú los que me destruyeron.
—Es mi hermana —dice con la cabeza baja en un susurro apenas audible.
—Y yo soy una víctima ¿Y sabes que? Esta mierda nunca va a funcionar porque eres un manipulador, narcisista y que no puede defender a los demás. Me acusas de cobarde, pero no te has visto en un puto espejo.
—Esa mierda no me la dices cuando rogabas por más.
Se calla.
Me calló.
Y es cuando la primera lágrima resbala.
—Seojoon.
—Vete a la mierda.
—Kim, lo siento no quise decir eso.
El auto es frenado y de una vez salgo del mismo. Puedo sentir cómo las lágrimas resbalan y mis ojos arden por la presión de no abrirlos. De inmediato, soy bombardeado por paparazzi que me gritan para conseguir alguna reacción, pero no interfieren en mi paso hacia la casa de mis padres- Los guardias abren un espacio para abrir la verja y volver a cerrarla. El césped del comienzo de la casa me da la bienvenida y los innumerables autos parqueados en la entrada. El ambiente es tan tenso y expectante que me contraigo
Puedo recordar los látigos de la última vez.
Entrar es una sentencia de muerte.
¿Es tan cobarde no querer enfrentarme a mi padre esta vez? ¿Por qué no puedo hacer las cosas bien? ¿Alguien dirá algo si huyo? ¿A la casa de mi abuela? ¿A la playa? ¿A la maldita nada? No quiero volver a los golpes, al frío, a la soledad. Soy un cobarde por no querer enfrentarlo, soy un cobarde por el miedo, soy un maldito cobarde que no pondrá un paso en esa casa.
Entonces me enfoco en el coche plateado de mi padre, es su favorito. Parece poético que lo vaya a usar para escapar. Agarro las llaves de su cochera y me subo, acelerando cuando el portón metalizado, cede de inmediato ante la presencia del auto. Los miles de paparazzi se dirigen al coche, y apenas me ven intentan decirme algo, pero no escucho mientras acelero por la cera.
Después, todo lo que escucho es un pitido en mi oído, que me hace reaccionar. Tarde, como siempre.
Freno, o eso intento, pero el impacto es inminente.
El pitido en mi oído es conocido. El olor del metal y el gas es insoportable. No puedo abrir un ojo, pero el otro distingue motas de vidrio y blanco en toda mi visión. El dolor llega en ráfagas activándose como miles de golpes a mi sistema, pero no logro distinguir nada cuando el lugar se vacía en mi mente.
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