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Capítulo 2

El diablo que conoces

Kim SeoJoon.

Puedo escuchar como el sonido de la alarma hace que mi mente se despierte, pero mi cuerpo sigue sin querer reaccionar. Puedo ver la hora en la mesa de noche, marcando las 5:00 am, hora ideal para levantarme e intentar escribir, aunque sea algunas palabras sin sentido.

Me levanto para ir al baño, para hacer que el agua fría me levante y una vez cepillado, luego voy a mi escritorio para intentar escribir.

He visto los diferentes métodos para: "sacar inspiración", y siento que ninguno es lo más parecido al mío, ya que, si algo tengo en común con otros escritores, es que solo tengo el título: "escritor". Nunca he podido escribir bajo los consejos de otras personas. Para escribir muchas veces una escena entera necesite estar en completo silencio, por eso escojo la hora de madrugada. No puedo escribir con música como muchos otros, también tengo una manía con las palabras que uso: no pueden ser muy joviales, pero tampoco muy viejas, no quiero poner en un texto algo que mis lectores no entiendan, pero tampoco verme tan soso, ya que si escribo es para causar un impacto. Necesito tener todo limpio a mi alrededor. Tengo que releer un par de veces la escena para poder causar el efecto que deseo. Tengo que actuar un par de veces para escribir como deseo.

No puedo solo sentarme y escribir, tengo que viajar, sumergirme hasta donde deseo.

Pero eso es algo que no he podido hacer este par de semanas.

No logró conectar, no logró avanzar, no logró conseguir el amor, aunque quisiera poder sentirlo. Es como si el sentimiento que tienen mis protagonistas se percibe lejano y extraño. No puedo recaer en la monotonía de escribir escenas que no siento.

Suelto un suspiro al ver como tengo el documento a la mitad, con los títulos realizados y con sus respectivas escenas. Más arriba tengo un mapa de los escenarios en orden cronológico sobre lo que se rige la trama, pero todo está tan vacío.

No se puede escribir una trama sin sentimientos, sin pensamientos, sin emoción.

Dios uno de los insultos más comunes en mis libros es decir que mis personajes son planos, ¿cómo se supone que eso sea malo? ¡Conozco gente plana!

No puedo simplemente dejar de escribir, el contrato fue firmado y no terminarlo sería una pérdida de dinero, además de una posible demanda. Que patético sería decirles: no se terminó la historia por un bloqueo del escritor aquí presente.

Dejo el documento, para bañarme, realizar todo el proceso del skin care y vestirme, cuando un mensaje entrante hace que mire el teléfono.

Lee Eun-yeong: [ Ubicación en tiempo real] Visto: 6:32 am

Lee Eun-yeong: Espero verte allí. Visto: 6:32 am

Un nudo en mi estómago avisa lo mismo que mi cabeza ya sabe, pero no dice: es una pésima idea ir con ella. Alejo el pensamiento, para después salir de la habitación mientras reviso la estancia, dándome cuenta que posiblemente mi madre siga durmiendo.

La cocinera Park Jiyu, me da un pequeño saludo, mientras me deja una bebida de esas nutritivas que me fueron diagnosticadas hace un par de meses, ya que hubo una etapa donde apenas comía y sufría de insomnio, lo que ocasionó un desbalance en mi sistema, ocasionando anemia.

Tomó un poco del contenido rosado fuerte: naranja, remolacha y zanahoria. Sabe mejor que el de hace días... Terminó de tomármelo, para después salir con la mochila al hombro y salir de la casa.

Me subo al auto que siempre me espera en la entrada de la casa, para después ver cómo una vez más se aleja. No tardé mucho en dejarme al frente del colegio, y bajarme casi de inmediato, para entrar al colegio. Una vez que el carro arranca, salgo de la entrada.

Enciendo el teléfono para contestarle, con un breve: voy para allá.

Seleccione el mapa, para ver el lugar de encuentro.

Camino para ir detrás de la escuela: una cancha deportiva de arena y tierra, donde unas gradas de piedra se alojan al fondo. Puedo reconocer a la distancia, unas dos chicas con el uniforme escolar de nuestra sede. El ambiente es solo una nube gris que mientras más me acerco se vuelve cada vez menos nublado. No reconozco a ninguna de las chicas, no podría deducir cuál de las dos es la que me ha escrito, hasta que una de ellas termina bajando a mi dirección.

Estatura promedio, casi mide lo mismo que yo, tiene un aire suave y delicado, manos delgadas donde sostiene la novela de mi autoría. No es la más reciente, de hecho, no es de las que se hizo famosa, es una de las primeras, esa novela que casi hace que mi pasión sea disuelta, que haya perdido esperanza de querer ser escritor, hasta unos 2 años después.

En sus frágiles y delgadas manos sostiene "Bajo la última luz en el bote" la primera y última novela de misterio que cree.

—Hola, soy Lee Eun-yeong, un placer, ¿te quieres sentar? —dice haciendo que sus mejillas se inflen y muestre una sonrisa cuadrada.

—Hola, no tengo tanto tiempo —corto el tema, casi de inmediato.

—Oh, pero aún es temprano —refuta, ocasionando que su mirada se apague un poco—, pero bueno, déjame buscarte el bolígrafo.

Me quedo quieto mientras una chica, un poco más alta que ambos, y delgada se acerca a ella. Sus ojos son un poco más inexpresivos, mientras le entrega el bolígrafo. Lee Eun-yeong vuelve a mi dirección, para entregarme el bolígrafo y el libro. Parece nuevo, un ejemplar reciente, aunque es muy poco probable, porque dejó de estar a la venta en todas las tiendas comerciales.

Abro la encuadernación, para ver como un espacio antes de empezar y ver como hasta la maquetación del libro, la tipografía y seguramente la trama, serían tan poco buenos que podrían convertirse en degradantes. Escribí en base a una situación oscura, donde las ideas más lúgubres gobernaban en mi mente. Presiono una línea y luego otra sobre el papel, hasta recrear mi perfecta firma entre el blanco papel. Dejó el bolígrafo dentro del libro, para ver como los ojos de Lee Eun-yeong terminan de escanear.

—Ponle una dedicación por favor, para Lee Seung —dice antes de que pueda entregar el libro. Asiento con algo de inquietud, pero cumplo la petición. Debe ser que el libro ni siquiera es para ella.

"Para Lee Seung, espero que te guste"

Término la dedicación para entregar el libro. Ella lo agarra con ambas manos, para después sonreír de forma cuadrada.

—Gracias, Kim SeoJoon —Mi nombre suena áspero en su boca, pero dejó pasar el asunto—, también quisiera la firma de otro libro si no es mucha molestia.

Niego, y es cuando deja salir otro libro de mi última colección, "Danzando con Ángeles" este si parece nuevo, y tiene ese ligero aroma de recién comprado. Me pasa el bolígrafo una vez más y es cuando aplico la misma firma, que la anterior, ella revisa la firma y sus ojos se enfocan una vez más en mí.

—Dedícalo a la basura, por favor. —Me quedo tieso ante lo que mis oídos captan, y subo la vista. Sus ojos de cervatillos siguen mostrando una ligera inocencia, que me incomoda. Muestra una sonrisa brillante a medida que avanza hacia mí —. Es el único lugar donde debería estar.

Mi gesto se arruga, pero no hago ningún movimiento. Ella toma el libro de entre mis dedos, para después arrojarlo en el piso. Mi sentido de querer proteger el libro sale a la superficie en el momento en que está por pisar el libro. Involuntariamente la empujo, haciendo que se caiga de culo sobre la arena, mientras envuelvo el libro en mis manos.

Me quedo impactado al ver la forma en que casi de inmediato se levanta, junto con la chica a su lado. Ambas me miran, mientras Lee Eun-yeong, me ofrece una pequeña sonrisa.

—Pensé que los escritores preferían la verdad: y es la que te acaba de dar —habla la amiga de Lee Eun-yeong, haciendo que me fije en ella—, si no estás listo para la crítica, no deberías publicarlos.

—Estoy listo para la crítica con personas con el suficiente intelecto como para poder dármela. —declaró, reconociendo que mis palabras le llegaron hasta cierto punto a Lee Eun-yeong, pero no me arrepiento y continuo—: lo que sale de tu boca no tiene coherencia, preferiblemente no hables.

Lee Eun-yeong se acerca y me da una sonrisa, un poco tensa que demuestra lo poco preparada que parece estar ante la situación que acaba de librar.

— ¡Crees que el ser escritor te da ventaja! Todos saben que, si no fuera por tu mami, no podrías respirar el mismo aire que está rodeándome, no tienes el intelecto y por más bien que respondas a los insultos, no eres más que basura.

— ¿Y tú quién eres? Mi nombre apareció en más portadas de las que apareció el tuyo. Y yo nunca podría ser basura, no más que tú al menos.

Me doy media vuelta, para salir del lugar. Y es cuando todo mi cuerpo reacciona a lo que acaba de pasar, puedo sentir el sudor frío desprender de mis manos, al igual que una ligera picazón en mi cuello y el latir acelerado de mi corazón romper el silencio. No debiste venir, imbécil, bueno quizás ya era tarde. No entiendo, porque ella hizo toda la molestia en contactarme si lo único que quería era insultarme.

¿Qué es lo que puede ganar con eso?

Termino de entrar al salón, cuando el timbre que anuncia el comienzo de las clases comienza, y termino llegando al salón para sentarme en el puesto asignado. Escuchando como el profesor de Química empieza a impartir. Saco las cosas correspondientes mientras dicto un par de fórmulas que tuve que haber memorizado la vez anterior, pero que no hice.

Las horas de clase pasan sin problema, mientras termina la tercera hora, para ver cómo el profesor de clase se va, y el timbre suena para empezar la hora de almuerzo. Varios estudiantes salen, y otros se quedan charlando en los asientos mientras destapan toples de comida. Dejó el bolso en el asiento, y aunque mi estomago suena impaciente por el olor de la comida, un nudo en mi estomago me impide siquiera ver los alimentos. Me dirijo a la máquina dispensadora, inserto el dinero para pedir una coca cola y un par de galletas.

— ¿Por qué no te alimentas? —escuchó la voz de un chico a mis espaldas, de repente me giro mientras las palabras se atoran en mi boca. El perro faldero de Park Daehyun, ¿cómo se llamaba? —. ¿¡Qué!? ¿Te comió la lengua el gato?

—No lo suficiente —murmuró entre mis dientes, mientras que el chico sonríe de forma cuadrada y grande. Tiene esa esencia de que parece un delincuente, su uniforme está desordenado y porta un aire de conocer los castigos del director.

Paso a su lado, cuando estoy a su par para dar un paso de esquivarlo, sus manos se aferran a mi antebrazo, ocasionando que me tensé ante el inesperado contacto.

—Ten cuidado, tus actitudes molestaron a alguien.

La forma en que me acaba de agarrar es ligera, apenas presionando su mano contra la tela de la camisa larga. Me desprendo con facilidad para seguir mi camino. Sus palabras permanecen susurradas en mi oído, mientras me dirijo al salón.

Este día ha sido jodido en todos los sentidos.

Tomó asiento una vez más, para abrir la lata y ver a mi alrededor, un grupo de tres chicos están en los asientos delanteros: hablan animadamente, otro chico al fondo es molestado por un grupo de estudiantes que está liderado por Park Daehyun, sin embargo, el solo los mira con un gesto aburrido. El lacayo que me habló en el pasillo entra con un par de refrescos que entrega a otros dos chicos que me resultan irrelevantes.

El único motivo por el que me sé el nombre de Park Daehyun, es que ha estado en la boca de todo el mundo desde que casi mata a golpes a otro chico hace un par de semestres anteriores a mi llegada, el chisme seguía siendo una novedad para ese entonces, pero nunca fue expulsado, ni ingresado a conducta disciplinaria, se dice que sobornó al director, pero esas son solo habladurías.

Lo que es cierto es que es un Bullying, nunca lo he visto molestar a alguien, pero tampoco impedir que sus amigos se detengan.

El que tiene fama de matar gente si respiras alrededor de él.

Sus ojos se enfocan en mí, haciendo que mi corazón se dispare y baje la mirada de golpe. Abro la lata de refresco, le doy un sorbo e ignoró la mirada de las personas a mi alrededor. No quiero comenzar una pelea, no quiero empezar una disputa porque vi mal a un imbécil.

Me abstengo de mirar en su dirección y sacó el teléfono, para conectarlo a la música y perderme en redes sociales. Inserto un par de galletas en mi boca, pero el suceso de esta mañana parece reproducirse en mi mente, otra vez.

"Dedícalo a la basura, es el único lugar donde debería estar." Una puñalada hubiera dolido menos que el sentir la insuficiencia que me empieza a albergar, apenas pienso en mis escritos como parte de la basura. Son mis palabras, mi entereza y esfuerzo lo que están botando. ¿Y que si son sosos? ¿Tóxicos? ¿Sin originalidad? ¿Y que si están mal hechos? No, están bien mis escritos, solo necesito refinarlos, volver a lo que eran en un principio. Solo necesito escribir como solía hacerlo y volveré a amar la escritura.

No, aún la amo, solo es un mal momento.

Dejó el pensamiento al percatarme que la lata está vacía y el paquete de galletas está igual. Camino hasta el basurero más cercano y tiro todo a la papelera cuando siento un peso en mi espalda. Puedo sentir su mirada, cruda y mortífera en mi cuerpo, que me hace erizar la piel, pero antes de que pueda voltear, una ola de compañeros entra al salón y con ellos el profesor.

Me encamino a mi asiento, mientras la clase es impartida una vez más y con ello mi mente se concentra en esta.

Las clases finalizaron para mi suerte ya que mi cabeza me está matando, no puedo creer todo lo que tengo que entregar para mañana. ¿En qué momento todos los profesores se pusieron de acuerdo para hacerme sufrir? Recojo las pocas cosas y ayudo un poco a los de la clase a limpiar, pasando un trapo por las superficies.

Salgo del colegio a paso suave mientras las oleadas de chicos siguen mi paso. Aunque existe muchos colegios mixtos, mi madre prefirió ingresar en uno de solo hombres, ocasionando que se me dificulta un poco en hacer amigos (sin importar el sexo) nunca entendí la mecánica de hacer amigos, tampoco les prestaba la suficiente atención para que quisieran quedarse conmigo o siquiera hablarme en un mal día, así que el concepto de amistad es poner tu tiempo, esfuerzo y dedicación para formar parte de la vida de alguien más, y me parece agotador el proceso.

Camino al mismo café de siempre, y pido un chocolate, para después salir rumbo al colegio nocturno.

Una conmoción en la plaza hace que me detenga, al igual que a varios transeúntes que pasan por mi lado. Un grupo de chicos de un colegio diferente aparecen a mi vista, parecen hacer un escándalo por algo, pero no logro escuchar con claridad. Algunos de los chicos se ven animados, incluso juegan entre ellos, parece acogedor.

Desvió mi vista, para continuar mi camino hasta el colegio e ingresar entre las puertas hacia mis clases correspondientes, cuando en eso una notificación hace que encienda el teléfono.

Instagram: Has sido mencionado en una historia: @uysdijsxy

Frunzo el ceño, pero ese tipo de notificaciones abundan cuando compra tu libro. Desbloqueo el teléfono mientras llego al salón correspondiente y sacó los útiles mientras veo como varios de los demás estudiantes llegan. Presiono, mientras esta se carga.

La imagen ocasiona que suelta un jadeo: soy yo derribando a Lee Eun-yeong al piso, mientras las imágenes tienen un extraño ángulo donde parece que me estoy arrastrando después de haberla empujado, parece que estamos discutiendo primero, y luego la he empujado en un ataque de rabia. Una opresión en mi pecho se vuelve difícil ocultar, mientras el golpe de mi corazón retumba en mis oídos, puedo sentir el ardor en mis ojos al ver como mi futuro es destruido antes mis ojos.

Joder, estoy muerto.

Las imágenes hablan, las imágenes salieron a la luz, ni siquiera intentaron contactarme para exigir un pago por mantener las malditas fotos en su manga. Quien sea que hizo esto, fue por el simple placer de verme hundido, no es más que eso. Ingreso al Instagram de la persona que me etiqueto, pero es un perfil privado, ni siquiera tiene para comentar las fotos. Esto se va a hacer viral muy rápido, como polilla atraída a la luz. No tengo forma de contactarme con él o ella.

Estoy jodido, bloqueo y denuncio el perfil, sin embargo, es tan temporal como mi carrera.

El salón ha terminado de llenarse.

El profesor imparte la clase correspondiente.

Y después de dos horas soy liberado del colegio, al momento en que salgo el auto está esperando por mí.

Pero todas las acciones se vuelven burbujas en mi mente, casi no puedo prestar atención a lo que pasa a mi alrededor en el momento en que siento las vibraciones de mi teléfono, en el momento en que puedo escuchar los susurros de las personas a mi alrededor, en el momento en que puedo sentir como mi futuro es puesto en una oficina trabajando hasta tarde sin volver a tocar una tecla por estar condenado a un escándalo público. Mierda, ¿y si ella lo sabía? ¿y si era un hater y caí en su trampa?

No, nunca he sido tan estúpido para hacer que las personas me odiaran: solo existir, nunca fue algo tan extraordinario.

Mantengo mi respiración suave mientras intento no desmoronarme en medio del auto, pero me resulta imposible ignorar el pinchazo de dolor, reconociendo la sensación de ardor, de impotencia, de estrés. El teléfono sigue sonando, la humanidad sigue exigiendo respuestas, mientras mi mente se vacía en miles de sensaciones de dolor.

El auto se detiene y salgo.

Entró a la casa, para ver como las luces de la casa están encendidas, algo que me hace que me detenga confundido. Giró la cabeza para ver dos carros afuera aparcados. Hubiera estado más pendiente y me quedaba en un hotel a pasar la noche, pero mi mente se ha ralentizado por 5 años. Camino por el lugar hasta la sala, donde puedo ver a mi padre, mi madre, el novio de mi madre y mi editora.

—Mamá...

Su mano recae en mi mejilla a una velocidad tan fuerte que me estabiliza por un momento, mis ojos de inmediato se escuecen y el latir de la palma se queda marcado en mi cerebro, como un recordatorio. La vergüenza y culpa se arremolinan en mi estómago, ocasionando que el nudo en mi estómago se tensó.

— ¿Porque siempre te empeñas en avergonzarme?

Mi cabeza queda baja, mientras intento contener todos mis sentimientos en dirigir mi respiración a una que apenas sea audible para así no enfurecerse. Puedo sentir su tono más bajo, más decepcionada y humillada.

Escucho sus pasos silenciosos y pesados como una bala siendo disparada mientras se acerca a mí. La única vez que están reunidos es cuando hago algo realmente malo, ya que ambos se odian a muerte, y el recordatorio constante de su odio es su único hijo. No me permito subir la mirada por temor a lo que pueda encontrar en sus ojos.

—De rodillas.

El latir de mi corazón, retumba tan fuerte que temo que se pueda salir. Cumplo la orden al momento, mientras bajo la vista. Puedo escuchar como la hebilla del cinturón de cuero importado es sacado de su pantalón, para luego ser sujetado por su mano suave y limpia.

—Camisa fuera.

Cierro los ojos al escuchar la orden, pero en mi mente solo existe una frase que parece darme esperanza: "hazlo y se acabará rápido" Termino de quitarme la camisa dedos temblorosos, para poner mis manos en el piso y bajar el trasero a mis tobillos, extendiendo mi espalda blanca con marcas viejas del cinto. Serán pocas.

La hebilla hace contacto con mi piel y gritó al sentir el metal golpear contra mi carne de forma caliente. Mis ojos por fin liberan las lágrimas que tanto estuvieron reteniendo, empeñando mi vista. Mis brazos ceden ante el peso, haciendo que me caiga de entre ellos.

Otro golpe impacta en mi espalda ocasionando que mi mente se quede en blanco, sacando un gemido de dolor y un grito que no puedo callar, y ni lo impido. La tibia sangre recorre mi espalda en suaves hilos que llegan a mi cintura y bañan el piso de cerámica.

Otro grito para sentir como mis pulmones se calientan, expulsando calor de mi sistema.

Otro golpe de la hebilla en mi espalda.

Otro grito que intentó suprimir, pero el dolor me deja en blanco cada esfuerzo.

Otro golpe de la hebilla en mi espalda.

Otro grito que se deshace en mi garganta, ocasionando que jadeos involuntarios se ahoguen en llanto.

Mi padre vuelve a golpearme una vez más con la hebilla, rompiendo mi espalda, dejando las marcas que se vuelven más profundas a medida que incontables hilos de sangre se esparcen desde mi cintura hasta el piso.

—Dios me está castigando contigo —habla mi padre una vez más—. ¡Mírame! —. Da la orden una vez más. Mis brazos apenas y se pueden mantener estables, mi espalda late y quema, mi respiración está agitada, y mis lagrimas aun no cesan, sin embargo, levantó la vista para buscar su mirada desde abajo, apenas siendo capaz de sostener sus ojos que parecen ser de hierro. —Nunca espere nada de tus payasadas, pero aún así logras decepcionarme. La Editora te dirá qué hacer en este caso, vuelve a cagarla, y te aseguro que será lo último que hagas como mi hijo.

Sus palabras ocasionan que mis ojos no contengan más lágrimas, y que el nudo en mi garganta se vuelva más fuerte, más afilado, con las espinas dando a mi yugular.

—Qué patético eres.

Mi padre se ha ido.

La Editora vuelve a hablar.

Mi madre y ella se despiden.

Mi madre y su novio se van a otra habitación.

Pero en mi mente se siente más eterno cada acción, más vergonzoso, más mortificante. Solo puedo precisar lo mal que me siento cuando termino de dejar caer mi cuerpo contra la fría cerámica, hasta que un mareo arrasa contra mi cuerpo.

Caigo contra el frío, la oscuridad y el miedo: al único lugar donde pertenezco. 

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