7.- De regreso
En definitiva, esa niña era una exquisitez andando. Cuando estaba a punto de irme decidí llevar conmigo un recuerdo y ¿qué otra cosa más significativa que aquél trozo de terciopelo azul marino que siempre llamaba mi atención?
Pero cuando iba a quitársela me acerqué como si fuera a besarla, pensando que quizá ella se atemorizaría o se avergonzaría, muy por el contrario ella levantó la cabeza, cerró los ojos y entreabrió los labios, como si aceptara y deseara ese beso casi tanto como yo.
Dejé que mi cuerpo actuara solo, además de tomar la liga, iba a besarla realmente... hasta escuchar a alguien que rondaba cerca. Ese alguien sería también un alquimista y eso me recordó que no me convenía jugar con ésta niña.
Decidí salir de allí, era una tentación demasiado peligrosa, sin embargo poco antes de que llegara a la puerta ésta se abrió dando paso a una señora de unos cuarenta años de edad y que exudaba un poder bastante perceptible. Sus ojos eran igual de grises que los de Agnes, pero a diferencia de ella su mirada era segura y firme.
—¡Oh! Lo lamento, no quería asustarte. Soy Marie, la madre de Agnes, tú debes ser Adria.
—¿Mamá? —preguntó Agnes detrás de mí.
—Tu hermano me habló de ella, entiendo que la ayudaste —dijo mientras me tendía la mano.
—Más que ayudarme, ella me salvó la vida. Tiene una hija prodigio —comenté respondiendo al saludo, la sonrisa de la señora era, al contrario que sus ojos, bastante cálida.
—Me refería que tú salvaste a Agnes.
—Yo sólo... —no podía decirle que estaba en una misión de la Unión, una parte de mi instinto me decía que, de saber mi procedencia, ésta señora no tendría mucho reparo en acabar conmigo, y podría hacerlo—. Fue una casualidad, pero me alegra haber estado allí.
—A nosotros también nos alegra. ¿Ya te encuentras mejor, Adria?
—Me he recuperado casi por completo. Como ya dije, Agnes es magnífica.
—Lo es —concordó su mamá, casi podía oler la sangre que se estaba acumulando en el rostro de Agnes y no necesitaba voltear para saber lo sonrojada que estaba.
—Pero por el momento debo irme, me esperan —dije con calma, esperando que ella no preguntara más.
—Claro, entiendo. Ya has estado dos días aquí, es normal que tu familia se preocupe. Sin embargo, espero volver a verte por aquí pronto.
—Haré lo posible, muchas gracias —me despedí con un gesto también de Agnes antes de salir del lugar.
Una vez en la calle un suspiro salió de mí mientras estrujaba entre mis dedos la suave tela, pero era lo mejor, así que me alejé de allí sin voltear hacia atrás. Caminé lentamente por las calles de Valkyrie, pensando en todo lo que había pasado desde el encuentro con Troy, y ahora debía volver a mi rutina en la Unión, además de que debería cuidar bastante en mi declaración ante la Unión para no poner en riesgo a Agnes o a su familia.
Claro que la Unión no los atacaría, nosotros no somos los malos por el contrario nosotros luchamos contra los "malos", aquellos malditos que introdujeron las píldoras en el mundo de los civiles y aun al día de hoy a pesar de todas las crueles consecuencias, siguen traficando con esa cosa horrible. Acaricié sutilmente la cicatriz en mi rostro, fruto también de esas píldoras malditas, en definitiva no iba a descansar hasta acabar con todos aquellos traficantes.
Me he desviado, el punto era que nosotros ni íbamos a atacar a la familia de Agnes, pero en alguna situación de caos la Unión podría pedirles su participación, no iba a dejar que una niña tan linda como ella participara en la cruenta guerra.
Con todos estos pensamientos en la mente llegué al gran edificio sede de la Unión, tenía bastante tentación de dar media vuelta y dirigirme al pequeño bar de enfrente pero sabía que no tenía sentido; lo mejor sería avanzar y acabar de una vez por todas con éste capítulo de mi vida.
Mientras las puertas corredizas se abrían busqué mi placa, aunque claro la había dejado en casa de Agnes, en el lugar donde siempre la tenía ahora estaba la suave tela azul. Afortunadamente en la recepción estaba Kathie, una chica a la que yo conocía bien.
—Hola Kath, buenas noches.
—¡Oh! Hola Scar, me alegra que estés de vuelta.
Asentí solamente.
—¿Podrías por favor llamar a Drágon o a Dust? Por favor.
—Claro, dame un segundo —comenzó a mover varios botones en su ordenador.
Aún me dolía un poco el costado herido así que fui a sentarme en uno de los cómodos sillones de una de las salitas de espera.
Repetía por enésima vez la historia que iba a dar en mi informe, hasta el más mínimo detalle, cuando unos fuertes brazos me rodearon por los hombros y me sacaron de mis pensamientos.
—¡Estás atrapada vil criatura! Dime dónde está oculto el resto —El largo cabello de Dust me hacía cosquillas en la oreja.
—¡Jamás! —tomé el mechón de cabello que me molestaba y lo jalé.
Aprovechando el desequilibrio ocasionado por el dolor, tomé sus hombros y lo arrojé enfrente de mí. Después del fuerte golpe y del quejido de Dust también pude escuchar la risa grave de Drágon. Aunque la presión en mi costado me impidió seguir con el juego, así que solo le di la mano a mi amigo para ayudarle a levantarse.
Me quedé mirando por un momento a mis dos compañeros, Dust era un poco más bajo que yo, con la piel blancuzca y el cabello largo de un rubio cenizo que le había dado su apodo. Drágon por el contrario era más alto, con la piel y el cabello corto que recordaban más al café con leche, y unos músculos bastante marcados. Los tres compartimos los ojos negros de los vampiros y aunque soy la más reciente además de la única mujer, para nada me quedó atrás a la hora de completar las misiones.
—Nos alegra que hayas vuelto, pero ¿por qué nos has llamado aquí afuera? —me preguntó Drágon.
—Bueno, perdí mi acceso y creí que alguno de ustedes podría llevarme con el suyo hasta donde Claude para obtener uno nuevo.
—¡Oh, vaya! Yo pensé que querrías contarnos algo antes de presentar tu informe —comentó Dust de manera burlona, lanzando al aire la dona de terciopelo de Agnes. Incluso quitó un largo cabello blanco que estaba enredado antes de volver a lanzarlo al aire.
Un gruñido bajo salió de mi garganta y me disponía a lanzarme contra Dust, pero antes de que lo hiciera Drágon le dio un fuerte empujón que lo lanzó contra la misma mesa que había caído antes. Atrapó la liga antes de que cayera al suelo y me la tendió.
—¿Nos lo contarás? —me preguntó curioso.
No pude evitar una sonrisa, la madurez de Drágon siempre era un alivio para las bromas infantiles de Dust y viceversa.
—No sean tan chismosos. Sí, conocí a una chica durante la misión, pero no era nada importante. Esto es solo un recuerdo —les comenté guardando el trozo de tela de nuevo en mi bolsillo—. Mi resolución oficial es que ella es una humana que me ayudó luego del ataque, eso es todo.
—De acuerdo —asintieron Drágon y Dust al mismo tiempo.
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Listo el nuevo capítulo
Ahora sabemos por qué Scar no besó a Agnes, ¿Creen que le dió miedo su mamá? Es probable
También ya salieron Drágon y Dust ¿Qué les pareció éste primer vistazo?
¿Cómo se imaginan que volverán a juntarse nuestras dos protagonistas?
Déjenme saber sus comentarios
¡Sean felices!
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