Dust entró a la habitación y me sonrió con su usual amabilidad. Scar me empujó un poco para que lo siguiera.

Salimos de aquel cuarto y pocos segundos después pasaron otras dos personas rumbo a él. Dust debió haber visto mi mirada porque rió un poco.

—Scar necesita alimentarse, supongo que sabes que al alimentarnos de sangre, los vampiros también absorbemos energía, algo así como la energía vital. Es por esto que las transfusiones no son demasiado útiles.

—Lo sé. —susurré distraídamente.

—Tranquila, necesitamos alimentarnos diario y más cuando hemos sido heridos, pero es muy diferente a cuando estamos... emm... intimando con otra persona. Piénsalo como si tú te comieras una manzana, no tiene nada de erótico ¿o sí? —habíamos llegado a la cocina y justo me arrojó con suavidad una enorme manzana roja.

—No, supongo que no —acepté en voz baja antes de morder la fruta.

Salimos de allí y en efecto me llevó al cuarto de Scar.

—Es muy probable que tengas que comparecer ante el concejo para explicar lo que ha pasado, estarán muy interesados en ti y en lo que puedes hacer. —Me detuve en seco.

—¿Muy interesados... en mí?

—No necesitas preocuparte, Scar se encargará de todo y tú pasarás a ser una de nosotros. Es más una formalidad que otra cosa, te pedirán que les expliques qué fue lo que pasó. Los tres estaremos allí para ti.

Llegamos al cuarto y me abrió la puerta.

—Si necesitas cualquier cosa llámanos y vendremos de inmediato.

—Gracias, por todo...— le dije.

Iba a pasar a su lado, pero me detuvo con un abrazo. Me di cuenta que lo hacía con sumo cuidado, como si yo estuviera hecha de porcelana. Su abrazo cumplió su objetivo y me sentí un poco mejor.

—Todo irá muy bien, ya lo verás —dijo en voz baja antes de soltarme y dedicarme una gran sonrisa que me esforcé en contestar.

Una vez que me quedé sola me metí a la ducha. Me sentía como si todo fuera un sueño, demasiado irreal. En ese mismo estado de alienación me bañé, me vestí con algo de la ropa negra de Scar, y me acosté en la cama sin siquiera molestarme en taparme.

Me sentía como si en cualquier momento me fuera a despertar en mi cama, tal vez Elías entraría a despertarme con alguna broma para que bajáramos a desayunar, mamá estaría esperándonos con algún buen desayuno, tal vez incluso haría hot cakes con mermelada...

Cuando por fin las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro sentí el peso extra en la cama y alguien que me abrazaba desde atrás. Me di la vuelta para poder enterrarme entre los brazos de Scar y llorar libremente mientras ella me arrullaba y confortaba.

No quería que pensara que lloraba por tener que vivir con ella, al contrario era lo único bueno de todo esto, pero aun así me sentía muy triste por mi familia, me sentía abandonada. No sé en qué momento me quedé dormida, agotada por todo lo que había pasado y por tanto llorar.

«No necesitas decirme nada, pequeña Agnes, recuerda que estamos vinculadas. Me ocuparé de que seas lo más feliz que podamos, jamás te abandonaré o te dejaré sola.» Me susurró su voz entre las sombras del sueño.

Luego de un rato ella me despertó cariñosamente, me sentía un poco mejor tal vez por sus palabras y por su compañía.

—Mi tierna Agnes, debemos ir con el concejo ahora. ¿Estás lista? Si no, puedo posponer la reunión un par de días.

—Estoy lista. —No quería postergar más las cosas, deseaba que esa fea sensación de irrealidad se desvaneciera.

—Bueno, en ese caso tengo algo que te puede alegrar. Iba a ser un regalo para más adelante, pero creo que no habrá un mejor momento.

Me tomó de la mano para llevarme frente a su armario, abrió las puertas y sacó una gran caja de madera que abrió frente a mí.

¡Estaba llena de un montón de ligas de terciopelo de todos los colores imaginables! Era un arcoíris brillante y suave.

—Elige la que quieras y ven conmigo.

Revolví un poco el montón hasta encontrar una liga de terciopelo azul marino pues era mi color favorito, además de que era muy parecida a la que ella había tomado cuando nos conocimos.

Scar estaba sentada en la cama con un gran cepillo en la mano, me hizo un gesto para que me sentara a su lado. Cuando lo hice me volteó y comenzó a cepillar mi cabello con pasadas sumamente tiernas y suaves.

—¿Sabes? Desde el inicio tu cabello me ha intrigado mucho, al igual que tus ojos. Toda tú me pareces tan bella y etérea, por eso me llamó la atención tu dona azul, parecía la única parte dura en ti.

Su voz por sí sola era una caricia conciliadora, ayudándome a relajarme y sentirme un poco mejor. Le pasé la liga no antes de acariciarla una última vez entre mis dedos.

—¿En serio el terciopelo es más duro que yo? —pregunté con una vaga sonrisa.

Scar me rodeó entonces con sus brazos y se pegó a mi espalda.

—Así es, imagínate entonces lo suave que eres para que eso sea así. —Su aliento en mi cuello despertó cada uno de mis nervios con un exquisito calor.

—Scar, debemos salir. —susurré a regañadientes cuando sus labios ya comenzaban a recorrer mi piel.

Luego de un par de besos en aquella zona tan sensible se separó solo un poco de mí.

—De acuerdo, pero solo porque ahora tendré mucho tiempo para hacerte mía.

¿Cómo podría sentirme triste ante esa promesa tan tentadora?

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He aquí el penúltimo capítulo de Blue velvet ¡Muchísimas gracias a todos por el apoyo, por haber llegado hasta aquí y disfrutar de la lectura! Me hace muy feliz el leer sus comentarios.

Este capítulo lo subo justamente el día de mi cumpleaños :)

Ahora ¿Qué opinan de la situación de Agnes? ¿Qué harían si estuvieran en su lugar? Aunque sinceramente espero que ninguno haya tenido que pasar por ese sentimiento, me gustaría leer sus opiniones al respecto.

Sean felices y nos leemos en el último capítulo.