Yo había pensado que, cuando la familia de Agnes se enterara que yo trabajaba con la Unión, le prohibirían verme, la castigarían o algo por el estilo. Incluso imaginé que me amenazarían para que me alejara de ella, lo que jamás me pasó por la cabeza fue que ellos la rechazarían y se alejarían.

Mi corazón había saltado de alegría cuando ella aseguró tan vehementemente que me amaba, pero se rompió al verla llorar una vez que ellos se fueron. Cualquier cansancio o dolor que pudiera sentir por nuestra reciente epopeya quedó en segundo plano en mi mente, lo que más me preocupaba era aliviar el dolor que Agnes sentía en ese momento.

—Agnes, mi amor, si deseas ir tras ellos debes hacerlo —susurré mientras acariciaba su cabello, deseaba que se quedara a mi lado pero no iba a ser tan egoísta, era más importante su felicidad.

Agnes levantó por fin la mirada y me dedicó una sonrisa algo triste.

—Puedo sentir tus pensamientos gracias al vínculo ¿recuerdas? —se puso de puntillas para darme un beso en los labios, pero al hacerlo se recargó de nuevo en mi hombro herido.

No pude ocultar la mueca cuando lo hizo y ella de inmediato se apartó, entonces apareció Dust y me detuvo del hombro sano con cuidado.

—Lo importante ahora es ir a que te curen —me indicó él con calma.

Lo ignoré y volteé hacia Agnes

—¿Qué es lo que quieres hacer, mi tierna Agnes?

—¡Es obvio Scar! Debemos ir a que te sanen esas heridas. —Tomó mi mano y se llevó una de las quemaduras de las esposas a los labios, fue un gesto tan tierno que me derritió por dentro—. Una vez que estés lista, buscaré donde pasar el resto de la noche.

No pude evitar reír

—¿En verdad crees que te voy a dejar pasar sola por esto? Cuando dije que la Unión estaría a tu disposición también me refería a alojamiento y comida, a todo lo que necesites.

Agnes me miró por unos momentos indecisa y toda mi risa se apagó pues temí que no quisiera tener nada que ver con nosotros, tal vez había sido demasiado después de todo lo que había pasado.

—No estoy segura de que deba. Es mucho dinero solo por mí...

—Considéralo como un trabajo —le dijo Dust—. Muchos de nuestros alquimistas comen y duermen dentro de las instalaciones, así tienen más tiempo para investigar. Será lo mismo y en lugar de un pago recibirás todo lo demás.

—Pero yo aún no soy una alquimista, solo soy aprendiz —susurró

La atraje de nuevo bajo mi brazo y la estreché con fuerza.

—Si es lo que deseas, en la Unión tendrás todo lo que necesites, incluso maestros. Los alquimistas estudian y practican juntos la mayoría del tiempo. —Me incliné para susurrar en su oído—. Vivirás conmigo, te veré todas las noches y estaré mucho tiempo a tu lado —ronronee.

—En realidad eso suena muy bien —cedió Agnes.

Mientras hablábamos llegó una enorme camioneta negra propiedad de la Unión. Los cinco nos subimos, Drágon cargando aún el cuerpo inconsciente de Angel.

—Cuéntanos todo lo que pasó, Agnes, Dust lo necesitará para el informe —le pedí suavemente.

Ella se había acurrucado en mi hombro y sólo levantó un poco la cabeza para narrarnos todo lo que había vivido.

Cerré los ojos para descansar un poco, a pesar de que el veneno no me había paralizado ni nada por el estilo, sí me había debilitado un poco y sumado a la pérdida de sangre, me sentía cansada.

A pesar de eso, al escuchar lo que la maldita le había hecho, la ira me recorrió el cuerpo. Cuando llegó al momento en que Angel la mordió y lo que ella le hizo después, la tensión en la camioneta fue palpable e instintivamente la atraje más hacia la protección de mi cuerpo. Pero nadie dijo ni hizo nada.

Nos separamos una vez que llegamos a la Unión; Drágon llevó a Angel a las salas de interrogación, Dust fue a redactar y enviar el informe, y Agnes me acompañó a las salas de los alquimistas.

Ella supervisó como me ponían el ungüento en las quemaduras y heridas para luego vendarlas. También me dieron un asqueroso preparado para que mi cuerpo terminara de procesar el veneno.

—Odio cómo sabe esto —exclamé cuando iba a la mitad del brebaje.

—Es necesario para que termines de sanar —dijo, se había vuelto a amarrar el cabello y volvía a ser mi mandona alquimista.

Con una sonrisa acabé aquel trago amargo. Tomé entonces su mano para que me mirara

—Llamaré a Dust para que te acompañe a mi cuarto, allí podrás darte un baño y ponerte ropa más cómoda. Si también tienes hambre puedes pedirle que pasen primero por la cocina.

Agnes solo asintió, ahora que su preocupación por mi estado iba menguando, la tristeza cobraba mayor fuerza en su mirada.