Tenía tan solo seis años cuando la realidad me golpeo y de la peor manera, era la celebración del día del padre en mi escuela. Todos mis compañeros de clase sonreían al observar con gran entusiasmo y sobre todo orgullo las lindas corbatas de papel, que con ayuda de la maestra Cindy habían realizado como regalo para los padres. Emma mostraba a todos su corbata decorada con puntos violetas y amarillos, mientras que el pequeño Ben Peterson practicaba una linda canción que presentaría en el escenario, todos lucían felices menos...menos yo, aunque intentaba sonreírle a Emma mientras me enseñaba por tercera vez su corbata sabía que no estaba feliz, que no debía ser feliz, no, mientras él no estuviese allí conmigo para celebrar ese día, y por él claramente me refiero a mi padre Wendell Lorens.

Como se le explica a una pequeña de seis años que su padre ha ido a un largo viaje del que nunca regresara, porque yo empezaba a creer que él me había abandonado, que posiblemente había dejado de querernos a Jeremy y a mí y por eso había preferido irse a su largo viaje directo al cielo. Pero no era así, mi yo se seis años estaba muy equivocada al pensar de esa manera. Mi padre simplemente había perdido una batalla, una en la que la muerte fue la vencedora y ahora debería estar lejos de mí, de mi madre y de mi hermano y eso era algo que a mi corta edad no comprendía muy bien.

Aún creo que fui muy cruel con mi madre cuando le grite que quería a papá al momento de entregarle mi corbata. Ella me estrujo fuertemente entre sus brazos y sollozo y yo simplemente me derrumbe, lo extrañaba, a él y a sus locas historias que me contaba cada noche para dormir, el del señor burbuja era mi favorita. Extrañaba cuando acariciaba mi cabello mientras yo me sentaba en su regazo para hablarle sobre como las ardillas del parque huían cada vez que quería atraparlas. Él siempre me recordaba que era mejor dejar ir a aquello que querías y así podrían ambos ser felices. Pero no fue así, porque cuando él se fue sentí que todo se acabó dentro de mí.

Jeremy siempre intentaba alegrarme, tiraba su pelota cerca de donde me sentaba las tardes a apreciar el cielo, solo para que jugara con él, pero yo me veía sumida en un total silencio e ignoraba todo lo que sucedía a mi alrededor solo porque quería llevar sola mi dolor. No fue sino hasta que un día mi hermano corrió hacia mí y me abrazo y llorando me suplicaba que por favor le hablara, que todo iba a pasar, que él quería a su hermanita de vuelta, aquella que lo perseguía para que probara sus intentos de hacer galletas, ese día en que los brazos y las suplicas de Jeremy traspasaron esa barrera imaginaria que había formado como método de escudo protector, me di cuenta de que él no regresaría y que debía seguir adelante, que debía dejar a mi madre a mi hermano entrar en mi mundo, entonces llorando y abrazando de vuelta a Jeremy ,me di cuenta de que la herida que la perdida que mi padre había dejado en mí. No podría sanar por si sola y que necesitaba de la ayuda de mí—­ ahora y para siempre—incompleta familia.

Hola, holaaa¡  supongo que este será mi espacio para interactuar un poco con ustedes, de ante mano agradezco por que se tomaron un pequeño tiempo en leer el prefacio de esta historia, la cual ha estado en mi cabeza por muchos años, pero creo que nunca es tarde para exponerla un poco a la luz, sin mas que decir. ¿Qué les pareció la primera impresión de Clarise? un abrazo de oso...Nos leemos Pronto