Capítulo XIV
—Pensé que íbamos a mi ca...sa— digo un tanto alterada cuando noto que Jin aparca el vehículo afuera de una modesta casa de un piso en un barrio residencial de Busan.
—¿Crees que voy a dejarte en esa condición en tu casa? ¡Ja! No.
—No siento las piernas, se me durmieron. No voy a poder bajarme del auto— me cruzo de brazos y mi tono de voz sale como el de una niña pequeña.
—Descuida, yo me encargo de eso— sonríe abiertamente, mientras desabrocha su cinturón de seguridad, para posteriormente bajarse del auto.
Frunzo mi ceño, confundida por lo que está próximo a hacer, especialmente cuando abre la puerta de mi lado. Con cuidado, se inclina por sobre mi cuerpo y desabrocha mi cinturón.
—Voy a cargarte. Debes decirme si soy muy brusco o te mareas, ¿de acuerdo? — me advierte. No alcanzo siquiera a negarme, cuando uno de sus brazos pasa por debajo de mis piernas y el otro por mi espalda, sacándome finalmente del auto.
Suelto un pequeño chillo de la sorpresa e impresión y paso mis brazos por alrededor de su cuello. La escena es digna de un drama televisivo, porque hay una fracción de segundo en la que ambos nos quedamos mirando fijamente.
Seokjin finalmente cierra con una suave patada la puerta del auto y a distancia lo cierra con seguro.
Así, como si yo fuera una novia, camina hasta la puerta principal de la linda casa, cuyo color no logro distinguir bien debido a que estamos de noche.
—Hayoung, ¿serías capaz de ingresar la contraseña? No soy capaz de hacerlo.
—Claro— digo convencida que mis torpes dedos lo lograrán.
—Bien, digita en el panel los siguientes números— Seokjin me acerca a la altura del panel y levanto la tapa que deja al descubierto el teclado numérico— Cero, siete, uno, tres, cero, nueve— dicta. Logro ingresar la contraseña con éxito y la puerta de la casa se abre.
Inmediatamente un ambiente grato nos recibe y Seokjin nos encamina por un pequeño recibidor, hasta llegar al living.
Una vez allí, me impresiono al ver a una chica de no más de dieciocho años, sentada en el sofá de color beige y hablando por mensaje de texto, por lo que se ve.
—Chaesoo— la llama Seokjin.
La joven de pelo castaño claro se da vuelta y cuando nos ve sus pequeños ojos se abren impresionados.
—Señor Kim— dice levantándose y haciendo una reverencia— Dohwan no ha despertado. Lo fui a revisar recién.
—Muchas gracias por venir, sé que no te corresponde y menos a esta hora. Sumaré esto a tu paga, ¿sí? Ya puedes retirarte y muchas gracias.
La joven hace nuevamente una reverencia y le sonríe— No se preocupe, justo estaba terminando un trabajo— se encoje de hombros— Que tenga un buen fin de semana, señor Kim.
—Igual tú, Chaesoo— la castaña pasa a nuestro lado y esta vez me corresponde a mí hacer una reverencia con mi cabeza. Ella sigue mirándome impresionada y finalmente, se retira.
Seokjin nos encamina hasta el sofá donde la chica yacía sentada y me deposita con cuidado en este.
—Chaesoo es la niñera de Dohwan y mi vecina— comenta— Fue un acierto que estuviese despierta a esta hora. Bien, iré a prepararte algo para tu malestar. Ya vuelvo.
El mayor se retira de mi campo de visión, dejándome sola por unos momentos. Pestañeo atónita por su total desenvolvimiento y es que debe ser obvio, considerando que estábamos en su casa.
Suelto un suspiro agotada y con torpeza meto la mano al bolsillo de mi chaqueta para ver si Taehyung ha aparecido con vida. Desbloqueo la pantalla y me decepciono al no hallar ningún mensaje o llamada perdida de su parte.
Dios, Hayoung, ¿qué pensabas al ir a esa estúpida fiesta?
Comienzo a regañarme mentalmente por ser tan idiota. Por ser descuidada.
Mientras estoy en ello, Seokjin vuelve de la cocina –lugar probable a donde fue – y me tiende una taza. Yo sin chistar ni preguntar, la acepto a la par que él toma asiento a mi lado.
Miro fijamente la taza humeante entre mis manos y me pregunto en qué momento terminé sentada en el sofá de la sala de Seokjin. También me pregunto cómo es que fui tan irresponsable en esa fiesta y por qué demonios Taehyung no me contestó las llamadas, incluso ahora.
Me siento lo suficientemente avergonzada como para mirar al mayor a la cara, a pesar de que está sentado a mi lado y con lo que yo creo toda su atención en mí. El viaje lleno de adrenalina que tuvimos recién me dejó un poco más despierta, pero los mareos y la sensación de adormecimiento de mis piernas persiste allí.
Maldito Kyojung. En serio, espero que la policía haya llegado a su casa.
—Bebe un poco, te hará sentir mejor— murmura el castaño a mi costado.
—¿Qué es? — pregunto curiosa, alzando mi vista hacia él.
—Una infusión de muchas hierbas. No me preguntes específicamente cuales porque ni yo recuerdo— confiesa luego de una sonrisa— Anda, toma un poco. Me hará sentir más tranquilo si lo haces.
Asiento con la cabeza y le doy un sorbo a la taza. Frunzo el ceño porque el líquido tiene un sabor bastante amargo y no tan bueno. Pero no me queda más que confiar en Seokjin, después de todo, él ha sido mi rescatador.
—¿Qué tal está?
—Sabe mal— le digo sinceramente— Pero lo beberé solo porque confío en ti.
—Tampoco es como que debiese saber bien, en realidad, está bueno si sabe asqueroso— una pequeña carcajada se escapa de sus labios, la cual es callada rápidamente— Hayoung— me llama.
—¿Sí?
—¿Quieres conversar de ello?
—No quiero que trabajes como mi psicólogo en la madrugada de un sábado, Seokjin— digo casi molesta. Y en verdad es casi, porque no podría molestarme con él— Además, me preocupa no sentir bien mis piernas.
—¿Todavía están dormidas? — preocupación es proyectada a través de su voz. Asiento nuevamente— Esperemos a que la infusión te ayude a limpiar tu organismo, posiblemente lo que sea que hayas consumido en la fiesta traía esa nueva droga que es famosa entre los jóvenes.
—Lo dices como si fueses un anciano— me explayo burlescamente— El anciano Kim— suelto una risotada ante mi ocurrencia. Al ver que ya estoy volviendo a desvariar, le doy un trago más largo al líquido amargo.
—Pues, sí soy un tanto más viejo que tú, Hayoungie. Pero es no es el punto.
—No, no lo es— reafirmo— Si mis piernas no resucitan de aquí al amanecer, vas a tener que ayudarme a reanimarlas.
—Tranquila, confío en mis conocimientos ancestrales. Aunque estoy preocupado, no puedo ocultártelo.
Hay una pausa entre nosotros. Nos quedamos mirando fijamente y por algún extraño motivo el Kim Seokjin serio me parece demasiado guapo. Está preocupado por mí y dejó a su hijo con una chiquilla posiblemente menor que yo, solo para venir a buscarme.
—Taehyung no contestó— suelto de pronto— Ese imbécil me abandonó— si no tuviera la taza entre mis manos, posiblemente estas estarían empuñadas— ¿Cuánto le costaba dejar de follar con la idiota que sea que estuviese para contestar el maldito teléfono?
—Hayoung...— oigo su voz de advertencia— Tranquilízate. No llegó Taehyung, pero pudiste ser auxiliada a tiempo.
—Y me siento del asco por eso. Te desperté, interrumpí tu sueño y podrías haber despertado a Dohwan— agacho la mirada a la taza y siento que es una pésima idea ya que el mundo vuelve a darme vueltas.
Jin nota mi malestar así que me quita la taza de las manos y la deposita en la mesa de centro. En un movimiento inesperado, recarga por completo mi espalda y cabeza en el respaldo del sofá. Al adoptar esa posición más cómoda, cierro los ojos.
—¿Mejor? — indaga.
—Mucho mejor, gracias. En serio, Seokjin. Muchas gracias— digo sinceramente— Con Taehyung...— me quedo en silencio unos cortos segundos, antes de proseguir con la historia— Con Tae decidimos que esta sería nuestra última fiesta. Es algo demasiado estúpido, pero nosotros tenemos una reputación en la escuela y parte de ella eran las fiestas.
—Hayoung, si no quieres hablar de esto podemos hacerlo el lunes.
—¿Sabes lo que en verdad quiero? — mi voz sale desafiante. Ni siquiera estoy segura de decir esto, pero las palabras de todas maneras terminan por abandonar mi boca— Quiero que me escuches, pero no como mi psicólogo. ¿Podrías escucharme como... una persona importante para ti? Sé que tus pacientes normalmente lo son, pero no están insertos en tu vida como yo. ¿Puedes hacer la diferencia por mí? ¿Solo por esta noche?
Me quiero abofetear por lo que acabo de decir. Por qué demonios yo le pediría eso, Dios, Hayoung ¿qué pasa por tu cabeza ahora? Claramente no estás reaccionando. Mis neuronas no hacen la sinapsis eficientemente.
—Siempre te escucho porque eres una persona importante para mí, Hayoung. Fuera y dentro de mi oficina— dice entonces seguro. Volteo mi rostro lentamente para mirarle y sus ojos están fijados en mí— ¿Quieres conversar de ello?
—No es la gran historia— trato de ocultar cualquier abismo de vergüenza. Tomo con dificultad la taza y le doy un sorbo. Luego, continúo— Tae y yo nos separamos en algún momento de la fiesta... fui a la cocina y las chicas que estaban conmigo me ofrecieron esa bebida de mierda, esa puta bebida de mierda.
—Hey, hey, tranquila. No es necesario, ya te lo dije. Podemos hablarlo después.
—Pero quiero hacerlo ahora— repongo firme— Salí al pasillo y me afectó de inmediato. No pasaron sin cinco minutos y el dueño de casa y de la fiesta estaba acosándome. Forcejeamos un poco... el idiota me tocó— cierro los ojos y el simple recuerdo de las manos de Kyojung tocando lugares "estratégicos" me repugna.
—Creo que deberíamos parar— sentencia firme Seokjin. Abro mis ojos y veo como él se levanta del sofá, caminando de un lado a otro delante de mí— Llegaron esas chicas a tiempo. Eso fue bueno. Llegué también a tiempo y ahora estás segura. Eso es lo importante— el mayor me da la espalda mientras habla. Noto que sus manos están empuñadas y me da a entender que está molesto.
—Sí, tienes razón— musito— Llegaron justo a tiempo, Soo-ah, Jiwoo y tú. Ellas no sabían que la bebida tenía droga, de pronto Jiwoo golpeó a Kyojung con una sartén en la cabeza y lo dejó inconsciente.
—¿Qué? — el castaño se voltea a mirarme estupefacto— ¿Lo dejó inconsciente?
—Bueno, estaba medio muerto cuando lo abandonamos en el pasillo— me encojo de hombros— Supongo que también estaba ebrio.
—Esto sonará feo pero... me alegro que al menos lo hayan golpeado— suelta luego de una pequeña risotada— Sé que está mal alegrarse por esas cosas, pero es un idiota.
La expresión que usa Seokjin me toma tiempo analizarla debido a mi lento funcionamiento. En cuanto me percato que ha llamado idiota a un chico de dieciocho años, no puedo evitar reír.
Y es que, mi risa es estrepitosa y con muchas ganas. Veo como Jin me mira con el ceño fruncido y posiblemente confundido.
Me llego a quedar sin aire de tanto reír y mis costillas duelen. Creo que incluso se me han escapado unas cuantas lágrimas, cuando tengo una reacción adversa y que no esperaba sinceramente tener. Mis manos cubren rápidamente mi boca al tener repentinamente las ganas de vomitar.
Mi acción no pasa desapercibida por Seokjin, quien se acerca rápidamente a mí y posiciona sus manos en mis hombros, mientras me mira preocupado.
—¿Baño? — pregunta rápidamente.
Me limito a asentir con mi cabeza y trato lentamente de levantarme. Mis piernas se sienten frágiles, pero menos dormidas que hace un rato; eso no impide que Jin vuelva a cargarme en sus brazos. Trato de no vomitarnos encima ante el movimiento del vaivén mientras estoy suspendida en el aire y sin reparar en ningún detalle, el mayor nos conduce al final del pasillo. Abre la puerta con una sola mano y prende la luz apoyando literalmente el costado de su brazo.
Un lindo baño monótono de loza blanca por todos lados se presenta ante mí. Jin con cuidado me deposita frente al retrete y abre la tapa justo a tiempo para que yo pudiese expulsar lo que había bebido.
Iugh, esto es asqueroso.
Odio vomitar. Estoy segura de que muchas personas lo odian. Pero yo lo odio a tal punto que siempre lloro cuando lo hago.
Ahora me siento humillada porque no solo estoy semi drogada, sino que también estoy vomitando, delante de la persona por la cual tengo sentimientos.
Dios, ya llévame ahora.
Mientras expulso todo lo que tengo, siento unas palmadita en mi espalda, así como también Seokjin se preocupa de tomar mi cabello con una de sus manos para que este no se ensucie. Sumo aquello a la lista de cosas por las que debo agradecerle.
—Eso, eso, Hayoungie. Bótalo todo. No te reserves nada, ¿de acuerdo?
—E-Esto, es, as-asquero- — no alcanzo ni a terminar la frase cuando vomito literalmente bilis.
—No, no es asqueroso. Para nada. ¿Acaso olvidas que tengo un hijo? Esto no es peor que cambiar un pañal— dice a modo de broma.
—¡Eso es terrible! — exclamo, antes de dar el último retorcijón a mi estómago.
Quedo literalmente deshecha después de regurgitarlo todo. Me siento tan mal, que mi cuerpo cede al punto de apoyarse en el retrete. Si no es por Seokjin, hubiese ido a parar al suelo.
—Bien, creo que eso es todo. Es hora de dormir— su tono al tratarme es suave.
Con cuidado me ayuda a levantarme del suelo y pasando uno de sus brazos por mi cintura, me encamina a lavabo. Abre la llave por mí y me incita a enjuagarme la boca.
No pierdo el tiempo y lo hago, con cuidado de no sentirme otra vez mareada. Me enjuago unas tres veces, haciendo gárgaras. Cuando termino, Jin cierra la llave y me guía fuera del baño.
Lentamente, comenzamos a caminar hacia la habitación del lado izquierdo del pasillo. Él abre la puerta y enciende la luz, mostrándome una habitación modestamente decorada, de paredes amarillo pálido y con una cama de una plaza con colchas blancas en el centro. A los costados de esta, hay dos mesitas de noche y una de ellas está ocupada por una lámpara del mismo tono que las paredes.
Seokjin y yo entramos y me deja sentada en la cama. Me mira unos segundos, para luego agacharse y con cuidado, me quita los tacones negros. Quiero detenerlo, debería detenerlo. Pero mi cuerpo no reacciona debido al cansancio.
—Esta es la habitación de invitados. Dormirás aquí. Mi habitación es la del frente, la de Dohwan es la continua a esta. Así que cualquier cosa, no dudes en atravesar el pasillo, ¿de acuerdo? — me explica como si fuese una niña pequeña— Voy a traerte ropa más cómoda.
—No— musito— Puedo dormir así, no hay problema.
—Para ti no es un problema, pero para mí sí. No puedo verte dormir con esa ropa tan...— hace una pausa. Parece pensar lo que va a decir.
—¿Provocativa? — inquiero.
—Apretada e incómoda, más bien. Que no se mal entienda, te ves bien. Te ves... mayor, vestida y maquillada así— mis ojos se abren de sobremanera ante su confesión— Pero debes dormir más cómoda. Así que traeré ropa para que te cambies.
Sin decir nada más, el mayor se da media vuelta y se va, dejándome sola con mis pensamientos. Pensamientos erráticos, que divagan de un lugar a otro. Literalmente esta es la situación más extraña en la que alguna vez había estado.
Quiero decir, literalmente voy a dormir a metros de Seokjin. Y no por las razones que quisiera, sino porque fui drogada en una fiesta y mi mejor amigo, ese idiota, no contestó el teléfono.
Ah, vaya mierda.
Solo a ti te suceden estas cosas, Lee Ha Young. ¿Qué diría tu abuelito militar si te viera en estas condiciones? Estoy segura de que me obligaría a hacer el servicio militar, al igual que a Taehyung.
—Espero que esto te quede bueno, aunque en realidad creo que te quedarán grandes— la voz de Seokjin se proyecta desde algún lado la habitación. Elevo la mirada y le veo con una polera manga larga de color gris y unos pantalones de igual tono— Es un pijama que tengo de repuesto— se encoje de hombros, mientras camina hacia mí y lo deja sobre mi regazo— Supongo que puedes cambiarte sola, ¿verdad?
—Seré una idiota drogada, habré vomitado en tu baño y debo tener una cara de mierda, pero mi dignidad no se verá afectada hasta ese punto— suelto rápidamente— Puedo cambiarme sola.
El castaño suelta una risita nasal—No lo dudo. Te dejaré para que te cambies, ¿vale? Avísame cuando estés lista.
Asiento con la cabeza y Jin finalmente se retira de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.
Me quedo mirando las prendas sobre mi regazo y pienso... ¿cómo demonios me cambiaré sin caer al suelo?
|Seokjin's POV|
Miro la hora una última vez en mi reloj de pulsera y suelto un suspiro. Hayoung llevaba al menos veinte minutos cambiándose y estaba letalmente preocupado. ¿Quién demonios se demora tanto en ponerse un simple pijama? Eso toma a lo más dos minutos.
Con la preocupación latente, me acerco a su puerta y golpeo dos veces.
—¿Hayoungie? ¿Ya terminaste? — pregunto. Pero nadie responde del otro lado. Frunzo el ceño y vuelvo a golpear, pero no hay respuesta— ¿Señorita Lee? Voy a entrar.
No me resisto y simplemente volteo el pomo de la puerta, empujándola. La imagen que veo no es el desastre que me esperaba encontrar.
La pequeña Hayoung yace dormida sobre la cama, con su ropa ya cambiada. Suelto un suspiro de alivio al verla allí y me acerco sigilosamente. Su aspecto luce cansado y su sueño bastante profundo. Me percato que no se preocupó de acobijarse con las colchas, así que en un impulso protector y con mucho cuidado, la cubro sin despertarla y la posiciono de costado, para así evitar que se ahogue con su vómito. Solo por si acaso, a decir verdad.
Me quedo unos segundos contemplando su perfil dormido y sin poder evitarlo, una sonrisa ladina aparece en mi boca. Lee Hayoung se ve hermosa incluso durmiendo.
Acerco mi mano con cuidado y acomodo algunos mechones rebeldes de su oscuro cabello detrás de su oreja. Mi mano sin querer roza la piel suave de su mejilla y me estremezco al poder sentirla.
Oh demonios, realmente estaba perdido.
La observo con detención por unos cuantos segundos más, hasta que recuerdo la situación y el por qué está aquí en mi casa. Inmediatamente una rabia me consume por dentro. Gracias al cielo esas chicas la salvaron. Y menos mal que había dejado el teléfono sin silencio.
Una idea algo precipitada se pasa por mi cabeza. La pienso unos cuantos segundos, hasta que termino cediendo a ella.
Saco el teléfono del bolsillo de mi pantalón y le marco a la única persona que podría estar trabajando un viernes a las tres y media de la mañana vestido de uniforme.
—¿Hola? ¿Seokjin? ¿Por qué carajos me estás llamando a esta hora? — la voz confundida de Yoongi suena del otro lado— ¿Sucedió algo?
—Ah, y con ese vocabulario andas patrullando eh— bromeo— ¿Qué tal estás?
—Jin, amigo, sabes que te quiero y todo, pero ve al grano. Tú no eres una persona particularmente nocturna y me preocupa que me llames ahora.
—Necesito pedirte un favor.
—¿Y debe ser ahora?
—Si no es ahora, puedes hacerlo el lunes.
—¿Referente a qué?
—Se trata sobre Hayoung— la línea queda muerta por unos segundos y cierro mis ojos, implorando a que Yoongi no me envíe a la mismísima mierda por esto.
—¿Le pasó algo a la señorita Lee? — pregunta agotado, al cabo de un rato.
Suelto un suspiro de alivio—Hoy asistió a una fiesta.
—Dime algo que ya no sepa, Seokjin.
—Déjame terminar, idiota— digo algo molesto— El dueño de casa la drogó e intentó abusar de ella.
—Santa mierda, eso sí es nuevo— dice sorprendido—Dame la dirección del bastardo. Iré a arruinarle la fiesta.
—La cosa es que, quizás esté inconsciente. Me enteré a través de Hayoung que las chicas que la auxiliaron lo golpearon con un sartén y cayó inconsciente— cómo me hubiese gustado ver aquella escena.
—Oh, bueno, eso no es un impedimento para que vaya en labor de policía. Envíame la dirección por mensaje e iré a darme una vuelta por allá— Yoongi hace una pausa— ¿Ella está... bien?
Mi mirada vuelve a Hayoung que está profundamente dormida. Sonrío al verla tan en calma y en un impulso, le acaricio suavemente su mejilla, otra vez.
—Ahora lo está— musito— ¿Podrías ir a darle un susto a ese idiota por mí?
—Déjamelo a mí. Envíame la dirección y el nombre del idiota. Y Seokjin...— suelta un resoplido— Me alegro de que ella se encuentre bien. Cuídala. Deberías regañar a tu mocosa por andar metida en fiestas alocadas.
—Primero, Hayoung no es mi mocosa— es la chica por la que tengo sentimientos — Y segundo, me dijo que esta iba a ser la última. Hayoung andaba con Taehyung en la fiesta y este no ha aparecido.
—Eso es extraño. Los dos son uña y mugre incluso para terminar en la comisaría y en una celda. Si veo a Kim te lo haré saber.
—Eso estaría bien. Gracias, Yoongi.
—No es nada. Haría lo que fuera por ti y por Hoseok. Además, soy policía, hay que sacar ventaja de ello ¿no?
—Por supuesto que sí.
—Iré a ver qué sucede ahora, trata de descansar Seokjin.
—Lo haré, y otra vez, gracias Min.
—No hay de qué.
La llamada se corta y suspiro aliviado. Rápidamente le envío a través de un mensaje de texto la dirección y el nombre a Yoongi. Luego, bloqueo el celular y lo guardo adentro de mi bolsillo. Miro nuevamente a Hayoung, quien parece una roca durmiendo. Su respiración es lenta y pacífica y aquello me tranquiliza.
Sonrío una vez más y antes de abandonar la habitación, me inclino hasta acercar mi rostro al suyo. La miro, analizo y me pregunto si sería una locura darle un toque en su frente descubierta.
Freno mi impulso de hacerlo. Ella ya tuvo demasiado esta noche.
Un tanto frustrado, me levanto y camino hasta la puerta. Me volteo para darle un último vistazo y con la mente y el corazón más tranquilos, salgo de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí.
***
—¡Papá! ¡Papáaaaaa! ¡Papi, despierta! — siento que unas manitas me sacuden de un lado a otro. Abro mis ojos perezosamente y trato de enfocarlos al dueño de la voz— ¡Papá, despierta! Ya es tarde y no te has levantado para hacer el desayuno— Dohwan se cruza de brazos y me mira "molesto".
—Hey campeón, buenos días— le saludo roncamente. Miro el reloj despertador que tengo sobre la mesita de noche al lado de mi cama y me doy cuenta que son las once con quince de la mañana.
Oh mierda. Es tarde.
¡Hayoung!
Me levanto apresuradamente de la cama—Espérame un momento hijo, ya vengo— camino rápidamente hacia la puerta y salgo rápidamente hacia la habitación de huéspedes.
Cuando abro la puerta, esperando a encontrarme con una durmiente Hayoung, lo único que veo es la cama ordenada y la ropa que le había prestado para dormir, doblada y depositada en la almohada.
Mi adrenalina y emoción descienden a un nivel inferior y me hallo decepcionado de no encontrarla allí.
—Hayoung noona se fue temprano— la voz de mi hijo me sobresalta— La vi irse muy temprano. Ella no me vio a mí, pero yo sí a ella— me acerco hasta él y lo miro detenidamente. Dohwan parece estar hablando serio— ¿Por qué la hermana mayor de BoBo durmió aquí?
—Eso es un tema de adultos, no es nada grave de todas maneras— digo para cerrar la posible futura conversación. No puedo creer que Dohwan estaba despierto y la vio irse— Ahora, vamos a desayunar. No podemos empezar este sábado sin comer ¿o sí?
—Por supuesto que no papá, mamá decía que el desayuno era la comida más importante del día— una sonrisa enorme aparece en sus labios, la cual me contagia.
Le acaricio la cabeza con cariño y ambos nos dirigimos a la cocina. Dohwan toma su lugar en una de las sillas grandes mientras yo busco los ingredientes para hacer hot cakes. Después de todo, era sábado y nadie se enoja.
—Papá— me llama de pronto Dohwan.
—¿Sí, campeón? — respondo mientras agrego harina en una taza.
—¿Cómo sabes que estás enamorado de alguien? — pregunta.
Me detengo en lo que estoy haciendo y me volteo a mirarlo. Sus ojos castaños me observan interrogantes y a la vez atentos.
—¿A qué viene esa pregunta?
—BoBo me dijo que está enamorado de una de nuestras compañeras, pero yo le dije que no podía estar seguro si de verdad está enamorado— comienza a explicar— No le digas a sus padres o a su hermana— hace un gesto de silencio con uno de sus dedos.
—¿Y tú por qué le dijiste que no podía estar seguro? — inquiero.
—Él dice que cuando uno está enamorado, hay síntomas.
—¿Síntomas? — enarco una ceja mientras lo miro con diversión.
Dohwan frunce el ceño y asiente con la cabeza—Sí, síntomas. Como que, piensas todo el día en esa persona, te sientes en las "nubes"— la palabra "nubes" la simula con unas comillas con sus dedos— Que cuando estás enamorado, sientes que eres capaz de hacer muchas cosas y ¡oh! Lo más importante. Tu corazón se acelera y sientes un zoológico en tu estómago.
Ladeo mi cabeza hacia un costado y analizo las palabras de mi hijo. Tiene mucho sentido que Boyoung le haya explicado que así se siente el amor, porque en realidad es algo así. Supongo que eso lo pudo haber oído de sus padres o de la misma Hayoung.
—Dime una cosa hijo, ¿por qué me preguntas a mí qué es enamorarse? ¿Es porque tu asombroso padre es psicólogo? — digo bromeando.
—Te pregunto porque estás enamorado de mamá. Cuando dos personas se aman, se casan y tienen hijos. Eso es estar enamorado también, ¿verdad?
Mis ojos se abren grandes ante la impresión. Jamás pensé que ese era el punto de vista de Dohwan.
Ah, Haru. Si tan solo vieras lo astuto que es nuestro pequeño.
—El amor se puede manifestar de diferentes maneras, Dohwan— parto explicándole— Es cierto que tu madre y yo estábamos enamorados y por eso nos casamos y luego naciste tú...— hago una pausa, mientras me apoyo en la mesa con los brazos para mirarle mejor— Pero hay otras personas que demuestran su amor de manera diferente. Y también lo sienten de manera distinta. Quizás a BoBo le da un zoológico en su panza y yo, puedo estar en las nubes. ¿Entiendes?
—O sea, que ¿uno puedo estar enamorado de diferentes maneras?
—Puedes demostrarlo y sentirlo de diferente forma, sí.
Mi pequeño me mira pensativo por unos segundos. Espero a que él diga algo, lo que sea, antes de voltearme y continuar con el desayuno.
—Papá, tú si andas en las nubes— musita.
—¿Qué? — pregunto confundido mientras frunzo el ceño.
—¡Nada! — exclama sonriente— ¿Los hot cakes son con crema?
Entrecierro mis ojos, mirándolo con sospecha—Por supuesto que son con crema, ¿quién crees que soy?
Me volteo para seguir cocinando, mientras Dohwan sigue parloteando acerca de cómo ayer viendo televisión descubrió que los grillos son termómetros naturales.
Ah, los niños de hoy en día y sus curiosas, pero, asertivas preguntas.
Hayoung, ¿tú también tienes síntomas?
Porque creo que yo los tengo. Unos pocos.
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