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Capítulo VI

Mi pie derecho se mueve de arriba a abajo rápidamente provocando que mi pierna en su totalidad se moviese nerviosamente. He mordido mi labio inferior al menos unas seis veces desde que me senté en el bonito sofá de cuero negro, bajo el escudriño de Seokjin.

Decir que esto es incómodo es un eufemismo.

Justo después que certificara lo que mis ojos estaban viendo, Seokjin me hizo pasar a su "consulta" y me dio el asiento en el sofá doble de color negro.

Él, por su parte, está sentado en una silla reclinable, azul y frente a mí. Sus ojos no se han despegado de mi figura desde que entré y parece ser que está analizando todo con tanto decoro como le es posible.

Yo estoy lo suficientemente nerviosa como para formular algo coherente. Mi cabeza ya no piensa racionalmente y olvidó cómo formular una simple oración. Me he quedado sin habla y estoy rezando para que el mayor delante de mí diga algo.

Pero parece tan enfrascado en alguna especie de análisis que es como si yo fuera una simple pieza de decoración en su oficina.

Contengo el suspiro que está a punto de salir por mis labios y entonces me detengo a analizar todo yo. Si Seokjin es psicólogo, eso explica mucho más de lo que creo. De alguna manera me parecía que su actitud pasiva frente a la muerte de Haru era muy extraña. He de suponer que él supo calmar siempre su actitud y no dejarse llevar, como yo.

Pero, también mi cabeza hace un click ante la situación. Si Kim Seok Jin es psicólogo, eso quiere decir que todo este tiempo fui... su paciente.

El solo pensamiento de aquello atraviesa mi corazón de mil formas posibles. Porque posiblemente, mientras yo pensaba que el destino quería decirme algo como, no lo sé, "te he enviado a Jin para que dejes de sufrir y joder", el castaño asumió todos estos años que era como una "paciente" y que como él, les presta ayuda a personas emocionalmente inestables como yo, era su deber o tenía el derecho a entrometerse en mis asuntos. Lo más probable es que, Seokjin vio lo rota que estaba y todo lo que hizo fue alguna rara terapia, donde me hacía sentir menos miserable el día de mi cumpleaños, que trágicamente coincide con el fallecimiento de Jimin.

Nuevamente mi corazón se triza ante la idea que no hubo preocupación genuina como la que yo creía. Me hundo un poquito más en mis pensamientos al darme cuenta tardíamente que Seokjin solo cumplía un rol profesional y no "amistoso".

Me paro abruptamente, captando así la atención de Seokjin de inmediato. Tomo mi bolso que yace en el piso, junto a mis pies y lo cuelgo en mi hombro izquierdo

—Dile a mi mamá que te escupí o algo. No voy a hacer esto— digo sentidamente.

—¿Qué? ¿De qué hablas, Hayoung? — pregunta el mayor frunciendo el ceño.

—¿Acaso no es obvio? Me largo. No quiero que me trates. Después de todo, pareciera ser que lo hiciste durante todo este tiempo— mi labio inferior tiembla, pero me niego a mostrarme débil—. Dios, debí haber supuesto que eras un jodido psicólogo. Es el único motivo que tenías para invitarme a una taza de café y una rebanada de pastel— hago una pausa soltando una carcajada llena de ironía—. Pero, no te preocupes. Le dices a mi mamá que me comporté mal y que no quieres tratar a una chiquilla irrespetuosa.

—Espera, Hayoung, estás malentendiendo las cosas— se apresura a decir.

—Oh vamos, seamos objetivos. ¿Cuál sería el motivo si no es tu trabajo, el sacarme de mi miserable estado de ánimo todos los doce de marzo? Ninguno, Jin. Además, era una jodida niña extraña. Debiste haberme dicho que estabas tratando alguna terapia conmigo, podría haber colaborado más— blanqueo los ojos y me doy media vuelta para marcharme.

Quiero llegar lo más rápido a la puerta. De hecho, creo que voy a lograrlo, hasta que una firme mano se posiciona en mi muñeca derecha y voltea mi cuerpo en un santiamén.

Mis ojos se encuentran de choque con los de Jin. Su expresión se ve cansada y casi al borde, tal como yo me siento.

—Lo estás malinterpretando, pero realmente no me sorprende que lo hagas— dice para luego darme una sonrisa ladina. No ignoro su tibia mano que rodea mi muñeca ni tampoco la cercanía de nuestros cuerpos, pero lo dejo continuar—. Jamás pensé que llevarte a comer era una terapia, Hayoung. De partida, se supone que los psicólogos no pueden relacionarse fuera de la consulta con sus pacientes, por lo que todo lo que hicimos durante estos cuatro años no podría haber sucedido, ¿entiendes?

—¿Uh? — inquiero un tanto estupefacta. Eso, tiene sentido.

Seokjin suspira y lentamente desliza su mano por mi muñeca, hasta abajo, donde por unos segundos logra acariciar mis dedos. Una extraña corriente eléctrica se encarga de hacerme saber que aquel tacto me gusta.

—Mi interés en qué te sucedía y si podía alegrar tu día era como el individuo Kim Seok Jin. Como la persona normal, de ahora treintaiún años. No como el psicólogo, ni el terapeuta.

Pestañeo atónita un par de veces y mi cuerpo, que hasta ese entonces estaba tenso, se relaja. Mi posición no es de defensa y bajo aquel muro que había construido desde que entré a este lugar.

—Yo, no lo sé— agacho la mirada a mis zapatos negros y suspiro—. No me agrada que seas mi psicólogo. Eso solo me hace ver más... vulnerable. Y yo no soy débil, Seokjin.

—Por supuesto que no lo eres— habla animadamente a pesar de que no estoy mirándolo—. Y a mí, me molesta también que estés aquí como mi paciente.

Su confesión hace que casi me atore con mi saliva. Trago fuertemente y espero que mis presurosos latidos no se escuchen. El rubor lentamente comienza a subir por mis mejillas hasta instalarse en todo mi rostro.

—¿Eso debería tomarlo como un cumplido? — cuestiono confundida y avergonzada a la vez, mirándolo.

—Pues, algo así— responde riendo—¿Qué tal si nos sentamos y conversamos esto de mejor manera?

Hace un gesto con su brazo extendido para que vuelva a sentarme en el sofá doble. Asiento casi como una niña pequeña obedeciéndole a su padre y paso por su lado, para volver a posicionarme donde estaba antes. Dejo mi bolso a mi lado y entrelazo mis manos sobre mi regazo, esperando a que él también se ponga cómodo en su silla.

—Seokjin, como esto es totalmente incómodo y casi estúpido, puedes decirle a mamá que te escupí en la cara o que fui más que grosera y con eso ella me sacará volando prácticamente de aquí.

—La verdad, es que ahora que estás frente a mí, deberíamos analizar qué hacer con esta situación.

—¿Analizar? — frunzo el ceño.

—Sí. Tu madre me pidió ayuda y yo se la di porque ella realmente estaba preocupada.

—¿Cómo conociste a mamá? — pregunté inclinándome un poco hacia adelante, apoyando mis brazos en mis piernas— No, espera. Ahora que lo pienso, hay muchas cosas que no me calzan. ¿Hace cuánto tienes esta oficina? ¿Alguna vez me viste en el edificio antes? ¿Es por eso que sabías cómo llegar a mi casa? Oh por Dios, y yo que creí que tenías una excelente memoria.

Jin abre sus ojos impresionados y deja escapar una carcajada bastante fuerte.

—¿Qué te parece si solucionamos lo que pasa aquí entre nosotros y después respondo tus preguntas?

—Está bien— blanqueo los ojos.

—Sé que no quieres que sea tu psicólogo y a mí también se me haría un poco complicado. Pero creo que podríamos adaptarnos y vernos los lunes de todas maneras.

Elevo una ceja— ¿Vernos igual?

—Yo puedo hacer un informe. No cuando estés aquí. Tampoco tendría mi libreta a mano. Sería vernos y conversar como amigos.

—¿Cómo amigos? No estoy entendiendo ni una mierda, Seokjin.

—No es tan complicado. Seré tu psicólogo cuando no estés aquí. Mientras estemos juntos, seremos dos personas que se conocen y comparten una prematura amistad y, que conversan de sus problemas y día a día. Así no le dices a tu madre que me escupiste y el doce de marzo ya no sería nuestra excusa para vernos.

Esta vez sí me atraganté con mi propia saliva. Fue tan notorio mi impacto ante la última oración que creía que después de atorarme me quedaría sin respiración y moriría. Estoy segura de que ni siquiera ha pasado desapercibido para Jin, quien me mira divertido desde su silla.

—Eso suena como un plan bastante estúpido— logro decir—. Pero me parece bien. Mientras no me digas qué hacer, como ejercicios para ser menos impulsiva o grosera o test baratos de internet, supongo que podría funcionar.

—¿De dónde sacaste eso que los psicólogos hacen test por internet? — pregunta riendo—. Claramente de internet.

Me encojo de hombros—De por ahí— me limito responder.

—Entonces, ¿qué dices sobre esto? Te beneficiaría, por supuesto. Y da por hecho que empezarías la semana bien.

—No terapias, ni test baratos, ni manchas, ni dibujos— le advierto—. Solo conversar.

—Solo conversar— acuerda él sonriendo.

—De acuerdo, señor Kim. Tenemos un trato entonces.

—Será un placer verla cada lunes a las cinco de la tarde, señorita Lee— me sigue el juego, lo cual me hace sonreír inconscientemente—. Ahora puedes preguntar lo que quieras.

—Primero que todo, ¿cómo demonios conociste a mi santa madre?

—Bueno, fue hace como un mes. Me subí al elevador y ella iba allí, muy cargada con las compras del supermercado. Se le cayeron las cosas y la ayudé y también la acompañé hasta tu casa.

—Todo un coqueto, incluso con la gente mayor— bromeo.

—Su rostro se me hacía bastante familiar, supongo que por eso la ayudé antes de adarme cuenta.

Trato de no alterarme ni hacer ningún gesto que me deje en evidencia acerca de lo mucho que me afectan sus palabras. Retengo la respiración por unos segundos y expulso el aire sutilmente.

Si hay algo en que puedo estar de acuerdo con la gente, es que soy idéntica a mamá. Tenemos las mismas facciones, la misma nariz, boca, la forma de los ojos. Demonios, yo soy la copia de mi mamá.

—¿Y entonces qué sucedió? — inquiero para que continúe su historia.

—Me preguntó si era un nuevo vecino. Yo le dije que hacía tres años trabajaba en una de las oficinas de arriba. Me preguntó qué hacía y le comenté que era psicólogo. Allí no mencionó nada. La verdad es que hace una semana que me la volví a topar y me pidió por favor que atendiera a su hija, que estaba pasando por una crisis emocional muy fuerte y necesitaba ayuda.

—¿Ella te dijo eso? — digo sorprendida—. Mi mamá está loca.

—Hey, es tu madre y está preocupada por ti— me regaña un tanto serio.

—Bien, siguiente pregunta. ¿Me habías visto antes por aquí? Porque yo jamás le había visto, señor Kim.

—Señorita Hayoung, increíblemente yo tampoco la vi. Pero sí estoy seguro de haber visto a su amigo, a ese que vino a buscarla en la motocicleta para tu cumpleaños.

—Taehyung es el amado de este edificio. Siempre está en mi casa si yo no estoy en la suya— menciono riendo— ¿Vives aquí?

—No. Vivo un poco lejos de acá— se encogió de hombros— ¿Ahora puedo preguntar yo?

—Mientras no sea la pregunta "y con eso cómo te sientes" estará bien.

Seokjin simplemente me queda mirando y suelta una risotada. No era mi culpa que tuviese una pésima visión de los psicólogos. Se lo atribuyo a Taehyung, quien estuvo mucho tiempo con la psicóloga escolar después de la muerte de Jimin. Él siempre me decía que hacían cosas muy aburridas y la terapia finalmente no sirvió, porque Taehyung sigue siendo el mismo estúpido deprimido y reprimido de siempre.

—Bien, ¿qué tal estuvo tu día? — pregunta simplemente.

Ladeo mi cabeza hacia la derecha, en un gesto de total confusión. Esperaba cualquier pregunta, menos esa.

—Uhm, aburrido. Para ser el primer día, por supuesto que sería aburrido. Solo fuimos a clases con Taehyung y luego cuando me devolví, de inmediato vine aquí. — trato de recordar algún hecho importante en el día—. Lo único que puede resultar emocionante, es que mi hermanito me diga que tuvo un buen día en la escuela.

—¿Alumno nuevo?

—Sí. ¿Sabes? aparte de preocuparme de sobremanera por Taehyung, también tengo ese afán de ser la mejor persona para mi hermano menor, aunque no parezca. Boyoung es un niño que se merece todo y detesto tanto cuando sus compañeros se burlan de él. Me dan ganas de meterles la cabeza al retrete y descargar el agua.

—Estoy seguro de que si tu hermano te viera haciendo eso, se replantearía muchas cosas en su vida.

—Es un niño de nueve años. Durante seis años ha sido objeto de burla porque es daltónico monocromático. Hoy era su primer día de clases en un nuevo colegio, nunca permanece más de dos años en uno. Es mi preocupación diaria que él esté bien.

Soy una cretina, pero no con todas las personas. Boyoung y Tae son mis excepciones.

La boca se Seokjin se abre en una perfecta 'O'. Me cuestiono si alguna vez le mencioné que mi hermano es daltónico y por su reacción llego a la conclusión que no.

—Vaya, espero que haya tenido un buen día. Sería interesante si me lo dijeras la próxima semana.

—Tu empatizas con él porque tienes un hijo de su edad, ¿no? A muchas personas no les interesa la situación de Boyoung, eso es algo deprimente.

Kim Dohwan pasa por mi mente fugazmente. Su cara de desagrado es lo primero que visualizo.

—A nadie le gustaría que su hijo sea molestado en la escuela— dice en un tono totalmente a la defensiva.

Seokjin y yo conversamos amenamente después de aquello. Yo le contesto vagamente sobre mi situación académica de este año, porque me sigue dando vergüenza delante de él, ser mayor de edad y aún estar en la escuela. De todas formas, a Jin parece importarle bastante poco y cada cierto tiempo se ríe de mis respuestas, aclarando que no se está burlando de mí, sino que mi forma de hablar le parece divertida.

De cierto modo, comprendo rápidamente que estar en su compañía es cómodo, incluso si no estamos dentro del café o en su auto. Me dedico a contemplar el interior de su oficina, la cual es bastante amplia. Sus paredes están pintadas de un suave color azul cielo. Los muebles son todos de color café y puedo ver cómo hay un gran ventanal al fondo de la habitación, por donde se filtra bastante luz solar. Delante de él hay un escritorio lo suficientemente grande como para dormir una siesta y sobre este hay un jarrón con una peculiar flor cuyo nombre no conozco.

Reparo rápido en algo que durante todos estos años había estado observando. A pesar de que Seokjin sigue hablando de una anécdota de cuando iba en secundaria, tengo la osadía de preguntarle.

—¿Tu color favorito es el azul? — pregunto sin mirarle todavía. Sigo ensimismada observando su oficina.

—Uh, sí. Me gusta mucho el color azul desde que soy niño.

—También es uno de mis colores favoritos. No el número uno, pero si está en la lista— agrego ahora sí enfocando mis ojos en los suyos—. Pero que a ti te gustaba era obvio. Solo pregunté para confirmarlo.

—Se nota mucho, ¿no? Todo lo que me rodea es azul.

—Vas a un café llamado Blue Side.

—La chaqueta de tu uniforme es azul.

Sin querer dirijo mi vista hacia mi ropa y no había reparado en el azul marino de mi blazer. Suelto una carcajada y asiento con mi cabeza.

—¿La quieres? Aunque no creo que te entre. Tienes hombros anchos y esta cosa es pequeñísima.

Me abofeteo mentalmente. Cierro mis ojos avergonzada ante mi 'acotación' sobre sus hombros anchos y miro hacia un costado, arrepentida.

—¿Crees que son anchos? Yo los veo normales. ¿Debería ir al doctor? — pregunta divertidamente.

—Es que, yo, ugh, lo siento Seokjin. Solo es un detalle, la verdad es que me gustan tus hombros— tanto sus ojos como los míos se abren impresionados—, Digo, me parecen atractivos. Oh, Dios, no, no es eso, o sea, todo tú es atractivo, pero tus hombros son, tú, esto, Dios, mátame ahora— inclino mi cuerpo hacia adelante y termino por apoyar mi rostro hirviendo en vergüenza sobre mis piernas.

Me siento tan avergonzada que ni siquiera Taehyung apareciendo vestido de mucama y sobre una cebra roja con rayas azules me distraería de la estupidez que acababa de cometer.

¡Seokjin es atractivo a morir! Lo es, demonios, sí. Pero eso se supone que debe quedarse en mi mente, cerebro, neuronas o la materia gris que tengo adentro del cráneo y que claramente pareciera ser que ya no funciona a la perfección.

Quiero llorar y patalear allí mismo. Gritar a los cuatro vientos que soy bien estúpida.

Pero la llamativa risa de Seokjin interrumpe mis pensamientos suicidas y hace que eleve mi rostro para mirarle. El mayor literalmente se agarra de su estómago mientras da vueltas en su silla, que recién vengo a captar que también es giratoria.

Su risa, con ese peculiar sonido, no hace más que contagiarme a mí también y termino riendo junto con él.

Pasan lo que parecen ser varios minutos cuando Jin y yo cesamos nuestras carcajadas. Él hace un gesto de limpiarse las lágrimas y se sienta mirando hacia mí con una sonrisa tonta.

—Eres muy graciosa, ¿te lo había dicho antes? Hayoung, no hay nada de malo en destacar a otra persona. Estoy seguro de que no es la primera vez que le dices a alguien que lo encuentras atractivo. Además— hace una pausa, tomando impulso y acercando la silla con rueditas hacia mí—, Si me permites decirlo, tú también eres muy guapa.

Mis piernas tiemblan y mis labios también. Nuevamente me ha pillado con la guardia baja y trato de hacer funcionar mi pobre cerebro, el cual ya no puede más con tanta información y procesamiento de vergüenza.

—Oh, mira. Ya son las seis y treinta— dice Jin mirando el reloj en su muñeca—. La sesión, por así darle un nombre, es de una hora y treinta minutos. Por lo que hemos terminado el día de hoy.

Como si fuese un resorte, me levanto del sofá tomando mi bolso en el proceso. Mientras más rápido salga de allí, más luego estaré en casa para gritar dentro de una cacerola.

—De acuerdo. Fue una buena primera sesión— miento. Fue la cosa más vergonzosa— ¿Nos vemos el próximo lunes?

Seokjin se levanta y me encamina hasta la entrada. Toma el pomo de la puerta y la abre solo un poco, antes de dejarme salir.

—Próximo lunes. Te espero a las cinco, Hayoung.

—Bien, nos vemos en una semana Seokjin.

—¿Te das cuenta de que ya no es un año? —pregunta de pronto sorprendiéndome.

—Qué loco, ¿no? Supongo que algo bueno saldrá de esto. Yo siendo totalmente libre de mis emociones— digo sarcásticamente. Jin me blanquea los ojos y le sonrío, agradecida que él entienda mi humor—. Señor Kim, tenga paciencia conmigo, por favor.

—Tendré toda la necesaria. Cuidaré bien de ti, Hayoung.

—Eso espero. Si no, mi mamá no pagará las sesiones— digo restándole importancia al hecho de "cuidar bien de mí" — ¡Adiós Seokjin!

—Adiós Hayoung, pórtate bien.

Nos despedimos vagamente con la mano y en cuanto estoy fuera de su oficina y él cierra la puerta, corro hasta el elevador y presiono el botón un millón de veces para que llegue hasta donde estoy.

Cuando por fin las puertas metálicas se abren, entro como si el diablo me estuviera persiguiendo y mientras va bajando, saco mi teléfono celular para enviarle un mensaje a la única persona que necesito para desahogarme en estos momentos.

[Chat con TaeTae]:

[Yo]:

NO SABES LO Q ME PASOOOOO

TAE

TAEHYUNG

DEMONIOS

TAE

CONTESTA

TAETAE

MI AMOR

TAEHYUNGGGGGGGGG

HEY GUAPO

QUIERES TENER SEXO GRATIS ESTA NOCHE?

TAEHYUNGGGGGGGGGG

KIM

TAE

HYUNG

[18:33]

[TaeTae]:

Oye loca, estaba durmiendo

Que demonios te pasa

Me dijiste que no había sexo para mí

Donde demonios estpas?

[18:35]

[Yo]:

TAEHYUNG

SEOKJIN

ES

MI

MALDITO

PSICOLOGO.

[18:35]

[TaeTae]:

Oh mierda, voy a tu casa ahora.

Esperame desnuda.

[18:35]

[Yo]:

ESTO ES SERIO, ESTUPIDO

[18:36]

[TaeTae]:

Yayayaya, ya voy mi cielo

Y por favor

no te vayas a lanzar de la ventana de tu cuarto

[18:36]

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