Capítulo V
El primer día de clases fácilmente podía considerarse el inicio de nuevos desafíos y metas a cumplir para un alumno promedio. Si tan solo yo fuera una alumna promedio, estoy segura que no me estaría colocando el uniforme para repetir el último año de escuela.
Me miro en mi reflejo y sonrío complacida por mi apariencia. Nunca he tenido el autoestima baja, siempre ha habido gente que me recuerda lo linda que soy y esas cosas, pero, hoy me siento bien conmigo misma por mi cuenta. A eso hay que agregarle que nuevamente teñí mi cabello y ahora es marrón oscuro. Probablemente Taehyung cuando lo vea me regañe por no contarle.
Tomo mi bolso negro que está sobre mi cama y una vez que he metido el teléfono dentro de este, salgo de mi cuarto topándome con el olor a comida, típica de mi madre. Camino por el corto pasillo hasta el living, donde Boyoung y papá yacen sentados comiendo arroz como si el mundo se fuera a acabar mañana.
Sonrío sin que ninguno se dé cuenta, para mantener mi postura de hija mayor rebelde y sin más camino hasta ellos, dejándome caer junto a papá.
—Buenos días gente— los saludo.
Papá desvía su mirada del plato de arroz –el cual está sobre un periódico local, posiblemente esté leyendo también- y me sonríe abiertamente—Buenos días, Hayoung.
—Hola noona— dice Boyoung, ante de empalar su cuchara en el arroz y metérsela a la boca.
—¿Estás emocionado por empezar en una nueva escuela? — le pregunto directamente a mi hermanito.
Lee Bo Young es un niño que en su corta vida ha estado en cinco escuelas diferentes, contando el preescolar. Mamá se preocupa demasiado ya que los niños suelen ser crueles con él, debido a que Young tiene un detallito que otros no: él es daltónico. Pero no cualquier daltónico. Tiene daltonismo monocromático.
Lo supimos una vez, cuando tenía tres años y nos dijo que su polera roja era técnicamente de un color feo y triste. Mamá lloró de lo asustada que estaba y papá y yo tratamos de consolarla; en fin, Boyoung ha tenido que vivir como un chico que ve diferente toda su vida y los niños son lo suficientemente crueles para decirles que es un rarito anormal por ver los colores de manera diferente.
Mamá decidió cambiarlo de escuela y henos aquí, hablando sobre su primer día en otra escuela. Otra vez.
—Estoy nervioso— responde dejando de comer arroz—. ¿Y si los niños son malos conmigo de nuevo? ¿Y si la maestra o el maestro también se burlan de mí?
—Bueno, dudo que tus profesores se burlen. Espero que tengas este año un maestro guapo Boyoungie, así podré ir a tus juntas de padres— bromeo con él, guiñándole el ojo.
—Noona, yo pensé que estabas saliendo con TaeTae hyung— dice inocentemente el menor. Arrugo mi nariz en señal de 'ew'—. De todas maneras, solo quiero llevarme bien con todos y tener amigos— el tono de su voz va en descenso y mi corazón se encoge al notarlo.
—Ay cielo, no tienes que pensar esas cosas— la voz de mi madre aparece detrás de mí y hace que de un salto en mi asiento. Me giro a mirarla y veo que tiene una sonrisa hacia mi hermanito—. Tú eres un chico sano y normal. No dejes que los comentarios del resto te afecten, ¿sí? Eres el fabuloso Lee Bo Young. El niño más inteligente y hermoso de todos.
Nuevamente trato de sonreír sin que mamá se dé cuenta. Lo hago porque los ojos de mi hermano brillan con intensidad y se levanta de la silla rápidamente para ir a abrazar a mi madre. Siento toda su muestra de afecto detrás de mí.
—¿Y tú como estás para tu primer día? — pregunta papá a mí costado.
—Supongo que bien. No es nada nuevo, en realidad.
—¿Taehyungie vendrá a buscarte? — continúa interrogando.
—Sí, nos iremos en Dolly. Recuerda que hace un par de años habilitaron un estacionamiento privado para la escuela así que no tendrá problemas para aparcarla— me encojo de hombros y engullo mi tostada en dos mordidas—. Bien, ya me voy. Tae debe estar esperándome. Con permiso.
Me levanto de la mesa y tomando mi bolso, camino rápidamente hacia la puerta. La estoy abriendo, cuando la voz de mi madre me detiene.
—Hayoung, hoy tienes cita con el psicólogo.
Me congelo en mi lugar.
¿Qué demonios había dicho?
Me volteo casi dramáticamente hacia ella y me enfrento a su impenetrable mirada. Mamá tiene ese adiestramiento militar heredado de su padre que me pone los nervios de puntas, pero que además he heredado también. Tenemos la misma mirada gélida, solo que ella la usa solo conmigo mientras que yo la uso con todos los demás.
—¿Psicólogo? Pensé que te había dicho que no quería ir— me cruzo de brazos en mi lugar.
—No está en discusión. El otro día tomé una cita por ti. Es aquí mismo en el edificio, ya sabes, en el último piso donde hay oficinas. La número 780, después de clases— me notifica. Se da media vuelta para marcharse, pero me ha dejado con la bala atravesada.
—No voy a ir a esa estúpida sesión. No lo necesito y lo sabes.
Ella sin voltearse responde—Lo harás. Es eso o sacarte de escuela y trabajar y tratar de ser algo en tu vida. Aunque dudo que trabajando también te vaya bien. Así que después de la escuela, tienes una sesión. Voy a preguntarle directamente al terapeuta cómo te fue, para que no me mientas— y sin más, ella se marcha por el pasillo.
Resoplo, frustrada y, salgo de casa dando el portazo de mi vida. No. Me niego a recibir ayuda psicológica, estoy bien así. Quiero decir, ¿mi madre cree que valdrá la pena que una idiota me pregunte cómo me siento y ver manchas que parecen murciélagos? La idea del psicólogo la tiene implantada hace medio año, cuando oyó a la mamá de Jimin diciendo que ella había recibido terapia después de su muerte.
Si hay algo que me frustra de mi honrada madre, es que cuando una idea se le mete en la cabeza, no hay cómo sacarla de allí. Durante los últimos meses me fastidió con la idea de una terapia psicológica y siempre recibió la misma respuesta: no.
Así que esta vez no hay nada diferente. Aunque se haya tomado la molestia de pedirme una hora, no iré.
Aunque, ahora que lo pienso, ella mencionó que la consulta quedaba en el último piso del edificio.
Nope, Hayoung. No irás.
Salgo del elevador casi majestuosamente y una vez que me despido del conserje, salgo del edificio chocando con el frío viento de Busan. Y a Taehyung montado en su motocicleta.
—Dos cosas. Número uno, ¿cuándo te oscureciste el cabello? Número dos, ¿por qué demonios traes esa cara? —dice frunciendo el ceño.
—Número tres, dame el casco y vámonos ya. Te explico en la escuela.
—Es el primer día y tú ya pareces cansada de la vida— bromea el castaño entregándome el casco rosado. Sin su ayuda esta vez me lo coloco y me siento detrás de él en la motocicleta— ¿Pasó algo grave? — pregunta mientras lo veo colocarse el suyo.
—Mi mamá, como siempre— mi voz sale proyectada débilmente debido al implemento se seguridad sobre mi cabeza. Taehyung niega con su cabeza y toma mis muñecas enredando mis brazos alrededor de su cuerpo.
—Nada que un paseo en Dolly no solucione— le da contacto a la motocicleta y en cuestión de segundos nos tiene deambulando en las agitadas calles mañaneras de Busan.
La gente cada vez que paramos en un semáforo nos mira extrañados. Y es que, ser alumnos todavía en la escuela y montados en semejante vehículo era digno de llamar la atención.
El viaje dura poco. Taehyung y yo de pronto estamos delante del inminente acceso de la jodida escuela. Estudiamos en un recinto privado, llamado Baiyang High School. Tae no espera demasiado y entra a la escuela, tomando el desvío hacia el estacionamiento.
Una vez que Taehyung aparca y somos el objetivo de todas las miradas, ambos bajamos de Dolly y nos posicionamos el uno frente al otro. Tae desabrocha mi casco y lo retira lentamente, para luego alisar con una de sus manos mi cabello. Él repite la acción con el suyo y juntos, dándonos miradas cómplices, emprendemos marcha dentro de la escuela.
Los murmullos no tardan en llegar. Tae y yo escuchamos tanto los buenos como los malos.
"Taehyung es demasiado guapo, tenerlo un año extra aquí no está mal".
"Hayoung es tan caliente como el sol, maldita sea"
"La princesa puta llegó a arruinar nuevamente un año escolar"
"Escuché que Taehyung es proxeneta. La verdad es que de él nada me sorprende"
—El de proxeneta es nuevo— bromeo hacia Taehyung, logrando hacerlo reír.
—Dios, siguen inventando cada vez más cosas.
—Me sorprende que aún no hayan dicho que soy Conejita Playboy— blanqueo los ojos mientras caminamos bajo las atentas miradas del alumnado.
La gente aquí es prejuiciosa y bastante chismosa. De por sí, los últimos dos años Taehyung y yo hemos estado en boca de todos debido a nuestro excesivo mal comportamiento. Saben que nos gustan las fiestas, emborracharnos y liarnos con gente de la escuela.
También es sabido que somos una pareja casada ilegalmente en Las Vegas. En este lugar los idiotas hasta han inventado un embarazo falso, el cual desmentí paseándome por toda la escuela con una prueba de embarazo con el resultado negativo –y no mío, por supuesto que no.
No nos cuesta llegar a nuestro salón en el segundo piso, por lo que entramos y el bullicio cesa por unos segundos cuando nuestra presencia se anuncia. Taehyung y yo blanqueamos los ojos y hacemos nuestro camino con parsimonia hacia el fondo del salón, donde durante años nos hemos sentado.
Nos ubicamos en los dos últimos bancos junto a la ventana, quedando yo literalmente al lado de esta.
—¿Deberíamos tomarnos de la mano o besarnos? — pregunta en un susurro Tae— . Ese sujeto de cabello rubio te está mirando mucho— apunta con su mirada a un sujeto al inicio del salón. Efectivamente el tipo me mira y en cuanto nuestros ojos chocan, sonríe.
—Nah, déjalo que se ilusione para luego destruir sus esperanzas, en alguna fiesta.
—Eres mala.
—Pero no estúpida. Esa mirada grita sexo por dónde quieras. Y no, yo ya me he salido totalmente de esas pistas— me cruzo de brazo y le dirijo mi mirada a Taehyung.
Este sonríe y niega con su cabeza— ¿Incluso para mí?
—Para ti está más que cerrado el negocio.
No nos resistimos y comenzamos a reír como el par de mejores amigos que somos. La gente nos mira, preguntándose qué demonios estamos hablando, todos quieren saber qué pensamos y qué conversamos. Muchos se acercan porque saben que somos populares y no le tememos al rechazo que el cuarenta por ciento de la escuela nos tiene.
Con Taehyung seguimos charlando por unos minutos más hasta que el sonido del timbre nos indica que las clases van a iniciar. Todos como hormigas se van a sus lugares y en segundos la maestra a cargo de la clase B, del último año de esta prestigiosa escuela, entra. Y no sola, detrás de ella viene nuestro archienemigo.
Miro a Tae y veo un abismo de diversión en sus ojos que solo me deja imaginar lo mejor. Definitivamente sería divertido este nuevo año escolar.
—Buenos días clase— saluda la maestra Bae. Nosotros nos levantamos y saludamos con una mini reverencia, la cual termina y volvemos a sentarnos en nuestros asientos—Okay, como es primer día y es su último año de escuela vamos a organizar la clase y además presentar a los rostros nuevos, aunque seguramente ustedes ya deben de conocerlos.
Ruedo los ojos, porque sé que no solo habla de Taehyung y yo. Ella también se está refiriendo a él.
—Por favor alumno Jeon, preséntese— le indica al pelinegro a su lado.
—Hola, soy Jeon Jungkook y he sido trasladado a esta clase. Espero que nos llevemos bien— hace una venia hacia nosotros y los suspiros de las chicas no tardan en llegar.
Jeon Jungkook. Clase A. presidente del consejo estudiantil por dos años consecutivos. Atlético e inteligente y, además, muy, muy masculino. Irradia esa aura de chico bueno, pero no estúpido. Es extraño verlo en la clase B, toda su vida estuvo con los mejores.
Olvido agregar un detalle importante: nos odia a Taehyung y a mí.
Tae y yo no sabemos el por qué. Simplemente nuestra presencia perturba la de Jeon, así como la de él a nosotros. Siempre nos mira feo, hace comentarios ofensivos y más de alguna ocasión lo escuché llamarme "puta". Sinceramente yo no sé cuál es su problema y tampoco me interesa.
—Jungkook, toma asiento en la fila del centro junto a Heesok— le señala la maestra. Jungkook le sonríe y le hace caso, no sin antes dedicarnos una mirada de muerte a mi mejor amigo y a mí— Lee, Kim. Ya que son los mayores den el ejemplo y preséntense también.
—¿Ella nos odia? — me pregunta en susurro Taehyung mientras nos ponemos de pie.
—Puedes apostar a que sí— mascullo.
La clase pasa sin contratiempos después de nuestra presentación. La maestra Bae –quién impartirá la clase de química – nos comentas las actividades de último año como la organización del carnaval estudiantil, la acampada (la cual Tae y yo siempre nos saltamos) y un sinfín de cosas que no me importan.
—Bien, a la clase todavía lo quedan diez minutos así que podríamos escoger al presidente ¿no creen? — dice la profesora, sacándonos a todos ruidos de quejas.
—Yo propongo a Jungkook— habla una chica pelinegra sentada adelante— Él ha sido presidente de la escuela durante dos años, con la clase lo haría igual de bien.
—Es una buena propuesta—apoya Bae— ¿Alguien propone a alguien más?
—Yo digo que Taehyung sería un excelente presidente— digo levantando la mano para que todos me noten. Tae a mí lado suelta una risotada porque sabe que lo estoy haciendo por joder a Jeon.
—Pues, de acuerdo. Tenemos a Kim y a Jeon como candidatos. ¿Alguien más? — Bae anota los apellidos de los chicos en la pizarra.
—Hayoung tiene el ímpetu de líder. A mí parecer una chica también puede asumir la presidencia de la clase— dice Taehyung levantando su brazo.
Ambos tratamos de no estallar en carcajadas cuando Jungkook se voltea a vernos y notamos que tiene su lengua presionada contra su mejilla, en un gesto de total molestia.
La maestra frunce el ceño y termina por anotar mi apellido en la pizarra. Finalmente inicia la dichosa votación y todo se ve más reñido entre Taehyung y Jungkook. Por mí solo votaron cinco personas; y no podía culpar a la clase, definitivamente yo no soy su mejor opción.
La votación se cierra ganando Jeon por dos votos a Kim. Las idiotas enamoradizas de Jungkook le salvaron el culo y gritaron de alegría cuando ganó. Tae y yo blanqueamos nuestros ojos.
—Para mí tú serás el presidente de la clase, Taehyung— le animo al castaño a mi lado—. Y hablo en serio. No pienso hacerle caso a Jeon.
—Aigoo, ese chico en serio tiene un problema con su ego. Solo míralo, todo feliz porque las chicas de la clase están babeando por él.
—Hey, no todas las chicas lo hacen. Yo estoy aquí, soy una chica y babeo por ti, cariño— le guiño el ojo y Taehyung ríe.
El timbre que da por finalizada la primera clase suena en todo su esplendor y yo me levanto con todo el ánimo de salir del fastidioso salón. Cuando paso por el lado de Jungkook, este no evita su mala mirada hacia mí y noto como le da un leve empujón a Taehyung. En serio, ese imbécil está buscando que lo golpeen.
El día es lento y se nos va así. Entre cuchicheos de la gente, miradas asesinas de Jungkook y las insufribles primeras clases, donde los profesores explican pacientemente el plan de estudios anual y todos hacemos cualquier cosa, menos prestar atención.
Además, hay que sumarle el hecho que Taehyung y yo ya lo conocíamos.
Sin más que agregarle al día, mi mejor amigo y yo nos dirigimos a nuestras taquillas para poder guardar los libros y luego irnos al carajo.
—¿Sabes? Jamás me dijiste qué sucedió en la mañana— menciona Taehyung acomodando sus cosas— ¿Qué pasó, Hayoung?
En cuanto su pregunta resuena en mi cabeza, recuerdo que debo ir al psicólogo. Eso o no ir y esperar a que mamá me golpee y me eche de la casa.
—Mamá me consiguió una cita con el psicólogo— respondo molesta por el solo hecho de pensarlo—. La consulta está en el último piso del edificio donde vivo—cierro la puerta metálica de mi taquilla con un fuerte golpe y asusto a la chica que está de mi otro lado, haciéndola saltar en su lugar. Ella me mira asustada y yo no puedo evitarlo—¿Qué miras? Solo cerré la puerta.
La pequeña chica asiente con temor, cierra su taquilla desesperada y huye. Literalmente ella corre lejos de nosotros.
Taehyung suelta una risotada y yo lo acompaño.
—Bueno, tu madre tiene un punto en querer enviarte. Solo mírate, le hablaste a esa chica y salió corriendo.
—Posiblemente sea de esas chiquillas débiles, pero que son hermosas personas por dentro, valientes y que está enamorada del puto de la escuela. O quizás sea lesbiana y está enamorada de mí, bah, quién sabe— me encojo de hombros mientras él niega con su cabeza y cierra su casillero— ¡Ese no es el punto, Taehyung!
—Estás loca, ¿lo sabías?
—Loca por ti, bebé.
—¡Ya basta! — grita avergonzado.
Taehyung pasa su brazo por mis hombros mientras que en su mano libre lleva los dos cascos. Su mochila me hizo llevarla a mí debido a que hoy compró mi almuerzo.
—¿Cómo estaba Boyoung por ir a una nueva escuela? — pregunta mientras vamos caminando al estacionamiento.
—Esperando a que los niños no sean tan idiotas y lo acepten con su vista súper poderosa— hablo luego de un suspiro— Y sinceramente, yo espero lo mismo. Que Bo sea daltónico y que los niños sean malos con él es mi preocupación diaria. Solo le pido al cielo un amiguito que lo acepte tal cual es y puedan jugar sin tener que gritar "¡hey Boyoung, entrégame el balón rosado!" — imito la voz chillona de un niño y Tae ríe.
—Tu hermano es adorable e inteligente. Estoy seguro de que esta vez sí podrá adaptarse bien.
—Eso espero Tae, en verdad lo espero y deseo.
Con Taehyung caminamos tan geniales como siempre hasta llegar al aparcamiento. Ahí somos testigos una vez más de una de las horribles miradas de Jungkook, antes que este se marchase por la salida caminando. Nosotros simplemente nos encogemos de hombros y nos colocamos los cascos.
En cuestión de segundos, nos hallamos yendo por las calles de Busan de regreso a nuestro hogar. Es de esperarse que le gente nos mire al ir con el patético uniforme, pero de nuevo, no nos importa.
El viaje se hace corto. Taehyung se detiene frente a mi edificio y en cuanto aparca a Dolly, se baja de ella, ayudándome a mí en el proceso. Me quita el casco y alisa mi cabello, tal cual como lo hizo en la mañana y me sonríe ampliamente, mostrándome sus blancos dientes dentro de su sonrisita cuadrada.
—Voy a llamarte en dos horas. Si no estás viva, vendré por ti— dice dramáticamente, colocándose una mano en su pecho.
—No seas ridículo. Durante todo el día me convencí de que iría a esta primera sesión y después huiría por la pradera, como siempre hago.
—Bien, voy a estar atento. Si es un viejo verde, llámame. Si es una chica guapa y grandes tetas, me llamas también— me guiña el ojo y le golpeo el brazo con mi mano izquierda echa un puño— ¡Auch! ¿Y eso por qué?
—No hables de pechos de otras mujeres en mi presencia.
—Ni siquiera sabes si es mujer.
—Ojalá sea un tipo guapo con el que pueda jugar y manipular y así hacer que me haga un informe falso.
—Hayoung, eso es muy Hollywood. Solo ve y tantea terreno. Si no te gusta le dices a tu madre y ya.
—No es tan fácil como eso— suelto un suspiro—. Pero lo haré. Nos vemos mañana Tae.
—Nos vemos mañana, preciosa.
Me doy media vuelta y entro a mi edificio, saludando al conserje mientras camino.
Me preparo mentalmente para lo que está por venir en cuanto aprieto el botón del piso veinte en el tablero del elevador. Trato de convencerme a mí misma que será solo una sesión y nada más, pero cuando pienso en mamá y en su duro trato conmigo, todas mis esperanzas de huir se van al demonio.
Al elevador le toma tiempo llegar al último piso, pero lo hace. En cuanto sus puertas se abren, salgo de él y me topo con un amplio pasillo con puertas de diversos colores y mucha iluminación, totalmente contrario a los departamentos de los pisos inferiores.
Camino con parsimonia buscando la oficina 780 y me detengo al final del pasillo, cuando por fin la encuentro. La puerta café caoba delante de mí solo tiene la placa del número, ningún nombre ni nada que pueda indicar que esta es la consulta de algún terapeuta.
Trago duramente mi saliva y quiero pensar que mamá no me envió con cualquier persona a terapia. Quiero hacerlo, de verdad. Pero el pasillo desértico y la falta de información sobre la persona me hacen dudar.
Con el puño vacilante, golpeo tres veces de manera lenta. Me hago un paso hacia atrás cuando oigo movimiento desde adentro y me preparo para encontrarme hasta al mismísimo satanás ahí adentro.
En cuanto la puerta se abre y deja ver a la persona que se encuentra del otro lado, mi alma cae duramente a mis pies y me siento palidecer. Estoy segura de que estoy entrando en una especie de shock y los latidos de mi corazón lo captan porque se detienen por una fracción de segundos.
Mis ojos se abren grandes de la impresión y mis manos inconscientemente se vuelven puños. Pestañeo atónita numerosas veces y trato de procesar la información que hay delante de mis ojos.
El destino es realmente irónico y un hijo de puta cuando quiere.
Sus ojos cafés me analizan sorprendidos también. Sus labios están entreabiertos, pareciendo querer pronunciar alguna palabra, pero de su boca no sale nada. Está notablemente sorprendido también, pero estoy segura de que el premio supremo al shock me lo llevo yo.
Trato de regularizar mi respiración y con toda mi voluntad y poca cordura, hago una pregunta lo suficientemente tonta para este momento.
—¿Kim Seok Jin?
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