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Capítulo IV

Busan, Corea del Sur.

Marzo 12, 2018.

ACTUALIDAD.

—¿Crees que deba usar lápiz labial? — pregunto mientras me miro en el espejo de mi baño. Acomodo unos rebeldes mechones ahora castaños claro detrás de mi oreja y resoplo, levantando un poco mi flequillo.

—¿No sería un poco obvio? Digo, estás yendo al cementerio pero se notaría que la segunda intención es que él te note más... si es que ya no lo hizo los años anteriores — responde confiado. Se asoma por la puerta del baño y en sus manos trae un vestido rojo bastante ajustado y corto— ¿Por qué no vas con este vestido y finges llegar borracha? Así lo besas y culpas al alcohol.

—Eres un idiota, Taehyung— blanqueo los ojos hacia él pero no le niego una sonrisa— Iré normal. Después de todo, quiero también mi tiempo a solas con Jimin.

Me volteo para enfrentarlo y lo primero que veo es su mueca seria. Lo entiendo. En verdad lo hago; podemos hablar del tema mil veces y Taehyung siempre negaría la visita a Jimin en el cementerio. Detesta saber que su recuerdo está en aquel lúgubre lugar.

—Cuatro años, Hayoung. Cuatro años se cumplen hoy e insistes que Jimin escucha tus monólogos donde rindes cuentas de lo pésimo que te has portado — musita con dolor. Lo veo en sus ojos y lo noto en su tono de voz. Mi corazón se contrae al verle así— ¿Cuándo pasarás un cumpleaños normal? Solo tú y yo, viendo películas acostados y riéndonos de la gente de la escuela.

—Taehyung, para mí es casi una tradición. Sabes que mi amor por Jimin está intacto y, también sabes que volveré y pasaré a tu casa. Dudo mucho que mamá quiera tenerme aquí.

—Bueno, mis padres tampoco estaban muy felices con la noticia. Pero ya qué, ninguno estaba listo para abandonar la escuela— el castaño me regala una sonrisa, cuadrada por lo demás—Algún día haré que no vayas a ver a Jimin. En algún momento será suficiente.

—Sí, supongo que tienes razón. Pero hoy, hoy no es ese día— le guiño un ojo y ambos salimos del baño.

Tae extiende hacia mí un abrigo largo de color beige y lo tomo entre mis manos, para colocármelo rápidamente. Termino de acomodar mi cabello castaño que cae desparramadamente sobre mis hombros y suelto un suspiro.

—¿Estás nerviosa?

—¿Por qué habría de estarlo?

—Hayoung, puedes mentirle a cualquiera pero no a mí— mi mejor amigo toma posición delante de mí y sus manos toman las mías, en un gesto de reconfortarme—. Has estado desvariando acerca de Seokjin el último año. Es como una especie de amor platónico el cual veo imposible, pero gracioso.

Sin premeditarlo, le doy una patada a su pierna, sin necesidad de ser usar tanta fuerza.

—Deberías apoyarme y decirme: oh, tranquila Hayoung. Estoy seguro que ese hombre también podría fijarse en ti— trato de hacer una voz de macho, pero fue tan fingida, que Taehyung comienza a reír.

—Dios, eres tan... especial. — dice entre risas— Es doce años mayor que tú. Trabaja, debe vivir solo y a eso súmale que es viudo. Dime una cosa, Youngie, ¿de dónde demonios crees que tienes la oportunidad de interferir en la vida de una persona el triple de maduro que tú?

Miro a Taehyung el cual borra su sonrisa y ahora su expresión cambia a una seria. Nos enfrentamos durante unos segundos, el tiempo suficiente para que todo lo que dijo retumbe en mi cabeza.

—No voy a discutir eso contigo— bruscamente aparto mis manos de él— Seokjin podrá ser mayor que yo, pero eso no quiere decir que no congeniemos.

—Está bien, pero una cosa es llevarse de lujo y la otra es intentar algo que ambos saben que iría a la ruina.

Enmudezco. No entiendo cómo es que las palabras de Taehyung logran colarse dentro de mí, pero lo hacen. Y es que, en algún sector recóndito de mi mente, pienso igual que él.

Mi cabeza es un lío dividido entre el capricho que tenía con Seokjin desde el año pasado y el ser racional que soy, el cual me dice que no debo acercarme a la vida de un hombre ya realizado.

—Taehyung, solo déjame ver qué sucede hoy. — digo derrotada— Desde que Jimin murió he sido egoísta. Voy de chico en chico cuando salgo contigo. Pero, desde el año pasado Seokjin se coló de alguna forma a mis pensamientos.

—Es un capricho — dice Taehyung soltando un suspiro—. No has sido para nada una santa. Así que asumo que es algo pasajero. Hoy lo sabrás.

Dirijo mi mirada hacia él. El castaño me sonríe tenuemente y se acerca a mí para abrazarme. Sus brazos se envuelven a mí alrededor de una manera reconfortante y su mentón lo deja reposar sobre la cima de mi cabeza.

—Quiero protegerte, Hayoung. No lo interpretes como que estoy privándote de fijarte en alguien. Es un paso grande el que estás dando y ambos sabemos el por qué. Pero no quiero que salgas herida.

—Lo sé. Lo siento Tae, es solo... todo tan complicado. Este último año mi cabeza ha estado en Narnia.

—Yo diría que en Las Vegas, considerando todo lo ilegal y loco que ha sido.

—Eres un idiota— musito dándole un golpecito a su espalda.

—Iré a dejarte. ¿Te parece? Hemos conversado mucho aquí y ya es la hora que estés en el cementerio.

—¿Vamos a ir en Dolly? — pregunto entusiasta mientras salimos de mi cuarto.

Taehyung sonríe y afirma con su cabeza—Ayer la fui a buscar al taller. Así que este año nos iremos como los reyes de la escuela que somos.

—Genial, asombroso, maravilloso, mi rey — digo bromeando.

Como era de esperarse, nadie detiene nuestra salida. Mamá y papá están en sus trabajos y Boyoung está en casa de mis abuelos en Daegu, disfrutando los últimos días de vacaciones.

Salimos del departamento rápidamente. Caminamos a un paso moderado por el pasillo hasta el elevador, en donde nos topamos con unas chicas que no evitan ni tampoco disimulan la mirada coqueta hacia Tae. Y como era de esperarse, él tampoco se niega a coquetearles. Comienzan a cuchichearse entre ellas y miro como una de ellas le mira descaradamente el trasero a Taehyung.

—¿Por qué no se abren de piernas y ya? — les pregunto directamente con total fastidio.

Las dos chicas me miran con asombro y en ese momento, las puertas del elevador se abren en el primer piso. Taehyung toma mi mano y me saca arrastrando de allí, antes que ellas pudiesen contestarme si quiera algo.

—Eso fue muy grosero, Youngie. — me reprende el castaño cuando vamos llegando a los aparcamientos de su edificio.

Me encojo de hombros restándole importancia—No me gustó como te miraban, ellas gritaban internamente que querían tenerte entre sus piernas.

—De ser así, tampoco era asunto tuyo ¿o sí? — inquiere elevando una ceja.

Pongo mis ojos en blanco y camino directamente a Dolly. Sonrío en cuanto veo la motocicleta de Taehyung. Sus padres se la obsequiaron para la navidad del 2017, después que mi mejor amigo hiciera algunos méritos como ayudar a su madre en la tienda de lencería femenina que tiene.

Es una preciosa Ducati Monster 797. Taehyung estuvo tan estimulado en sacar su licencia de conducir que demoró la nada misma. Aprendió rápido y al poco tiempo estaba conduciendo por las ajetreadas calles de Busan.

—Los cascos los tengo en casa — señala cuando me ve ya sentándome sobre la motocicleta— ¿Crees que la policía nos pille si nos vamos así?

—Ve a buscarlos. Más vale prevenir que lamentar.

—Allí está mi chica responsable. Vuelvo enseguida.

Taehyung se va por el estacionamiento trotando hacia el acceso al edificio. Mientras lo espero, saco mi teléfono del bolsillo de mi abrigo y miro la hora. Son las 16:00.

Si mi memoria no falla ni mis cálculos tampoco, Seokjin aparecería en el cementerio en una hora más. Puede que sea menos. Todos los años que nos hemos visto, él apareció cerca de las cinco de la tarde y yo volvía a casa cerca de las siete y treinta.

Históricamente –en realidad, desde que Jimin no está – me la paso un buen rato hablando con él, si es que se le puede llamar así. Lo que Taehyung dice es terriblemente cierto y es que, me es imposible no contarle a la lápida que se posiciona frente a mí casi como tortura, las cosas que hice en el año y cuánto extraño al dueño del nombre grabado en ella.

La pérdida de Jimin sigue doliendo. En menor intensidad, pero lo hace. Y es un recuerdo diario del cual no puedo escapar. Taehyung tampoco.

No pasan más de cinco minutos cuando el castaño regresa con una sonrisa y un casco en cada mano. Sonrío idiotamente, porque él se había encargado que el mío fuese de color rosado.

Sin preámbulos, coloca el implemento de seguridad sobre mi cabeza y se encarga de abrocharlo por mí. Yo solo mantengo mi sonrisa en mis labios y antes que él pudiese colocarse el suyo, me toma de los costados de mi cara y deposita un sonoro beso en mi nariz.

Esa es su señal de tregua. La situación del elevador ha quedado en el olvido.

Sin más, se coloca el casco y se sube a la moto. Por mi parte enredo mis brazos alrededor de su cintura y Taehyung da el primer contacto a Dolly, haciéndola rugir y llenándonos a ambos de adrenalina.

A Taehyung no le toma mucho tiempo llegar al cementerio. La verdad es que no está tan lejos de casa. El castaño detiene la motocicleta justo frente a la entrada y apaga su motor haciendo un sonido metálico con el llavero que cuelga de las llaves.

Lo primero que hace es bajarse. Se quita el casco, dejándolo encima de la moto y luego, me ayuda a bajar a mí tomándome de la mano. Con cuidado desabrocha el casco y lo quita de mi cabeza, alisando a su paso mi cabello con su mano izquierda.

—Te quiero con la virginidad intacta cuando llegues a casa— murmura serio.

—¿Cuál virginidad? —largo una carcajada, contagiándolo a él—¿Por qué tienes que ser tan idiota, Taehyung?

—Solo estoy bromeando para no sentirme tan afectado por estar en este lugar. — se encoge de hombros. Da un paso hasta quedar más cerca de mí y con cuidado deposita un besito sobre mi mejilla— Y quizás no te pida tu virginidad intacta, pero sí que llegues sana y salva y lo más importante, feliz.

—Tranquilo. Si Seokjin no llega a la hora de siempre, volveré temprano a casa. — aseguro, regalándole una sonrisa tranquilizadora. Ahora me toca a mí, así que me pongo de puntitas y beso sonoramente su mejilla—Gracias por traerme, TaeTae.

—Por ti, lo que sea— me guiña el ojo y sin más preámbulos, se monta en su motocicleta.

Se coloca el casco negro y el rosado lo deja colgando en el lado izquierdo del manubrio. Me vuelve a dar un guiño y enciende el motor de Dolly. En cuestión de segundos, Taehyung se marcha, dejándome sola ante la inminente y triste entrada del cementerio general de Seúl.

No me muevo de mi lugar hasta que lo veo desaparecer calle abajo. Una vez que no veo rastro del castaño, suelto un suspiro pesado y me encamino al lugar donde Jimin me espera.

Me sé de memoria este lugar. Lo he recorrido tantas veces que incluso sé cuándo hay personas nuevas, lo cual considero bastante trágico. Me desplazo con parsimonia, hasta que por fin doy con el lugar donde Park Jimin yace. O yacía.

Su lápida está intacta. Tanto a sus padres como a mí no nos gusta traerle flores. Entendemos que nadie puede venir todo el tiempo a cambiarlas y es por eso que solo visitamos.

Los tíos vienen en la mañana de este día. Siempre me llaman en la noche cuando estoy con Taehyung para saludarme y decirme que vaya a darme una vuelta a su casa. Yo respondo automáticamente que iré y en un par de días, junto a Taehyung, visitamos la casa de la familia Park.

—Hey, Jimin— digo una vez frente a la dolorosa inscripción— Ha pasado tiempo. — hago una pausa, colocándome de cuclillas— ¿Sabes? hoy Taehyung me vino a dejar. Es la primera vez en cuatro años que venimos juntos al cementerio. Quiero decir, solo vino a tu funeral y después nunca más se apareció. Has de estar contento, ¿no? — una sonrisa con todo el tinte nostálgico se posa en mis labios— Te he extrañado. Bueno, siempre lo hago. — algo se rompe dentro de mí. El nudo que siempre estoy tratando de contener de a poco va desatándose, haciendo mis ojos escocer—. Jimin, ¿recuerdas cuando teníamos doce años y dijiste que cuando cumpliéramos la mayoría de edad nos casaríamos? ¡Me has dejado con el irresponsable de TaeTae! — la risa ahogada con mis lágrimas se hace presente.

Me quedo en silencio unos largos minutos. Trato de regularizar mi respiración pero se me hace pesado.

—Ahora tendré que casarme con Taehyung y aunque lo amo con mi vida, tú y yo sabemos bien que eso iría a la ruina— trato de sonreír ante mis absurdas palabras pero no puedo.

Las lágrimas se deslizan silenciosamente sobre mis mejillas y me siento fatal. ¿Cuándo iba a ser el día que la ausencia de Jimin no doliese como el infierno? El simple hecho de crecer estos años sin él es un recordatorio cruel de su partida tan repentina.

Y el día de mi cumpleaños.

Comienzo a sollozar y cubro mi boca con mis dos manos. Dios, ¿por qué Park? Me pregunto mil veces por qué de todas las personas él. Me pregunto otras cien veces por qué fui una cobarde en el pasado.

Un hipo se me escapa y me doy cuenta que la situación ya es crítica. Estoy dispuesta a levantarme e irme y dejar plantado a Seokjin, si es que aparece más tarde, cuando una mano pequeña me extiende un pañuelo azul delante de mi rostro.

Pestañeo atónita dejando caer lagrimones y luego elevo mi mirada al dueño de la mano.

Frente a mí se halla un niño, de cabellos negros y piel pálida y tersa. Lleva puesta una chaqueta negra acompañada con unos jeans oscuros. Sus ojos son grandes y expresivos y sin decir nada, mueve su mano hacia mí en señal que tome la prenda.

Con mi mano temblorosa, la acepto. Limpio mis lágrimas percibiendo del pañuelo un aroma bastante conocido para mí.

Me levanto en mis pies sin quitar la mirada del pequeño pelinegro. Estoy a punto de devolverle su pañuelo y darle las gracias, cuando el niño sale corriendo hacia un costado.

Sigo su trayectoria –que no es más de cinco pasos – y mis ojos se abren sorprendidos al ver a Seokjin parado junto a la tumba de Haru. Muevo mi cabeza para ver al pequeño escondido detrás de él, con su vista fija en mí.

—No me gusta verte llorar— musita Seokjin dejando el ramo de tulipanes amarillos en su correspondiente lugar. Mis palabras se quedan atascadas en mi garganta debido a su repentina confesión.

—Hola, Seokjin— es lo único que logro pronunciar en un hilo de voz— La situación me superó, es todo— trato de sonreírle aunque estoy segura que salió más como una mueca fea. — No me dijiste que tenías un hermanito pequeño. Gracias por el pañuelo— le hablo directamente al niño. Este, se esconde aún más detrás de Seokjin lo cual me hace soltar una pequeña risita.

Por su parte, el castaño se voltea y mira al menor enternecido.

—Bien campeón, como lo ensayamos. Ve y preséntate con Hayoung noona— lo alienta Jin.

El niño –pareciera que a regañadientes – sale de su lugar seguro y se posiciona frente a mí. Hace una leve reverencia y dice:

—Hola, me lla-llamo Kim Dohwan. — se presenta, para luego volver a esconderse detrás de Jin.

Suelto una carcajada y también me inclino—Un placer conocerte, Dohwan. Mi nombre es Lee Hayoung. Y otra vez, gracias por el pañuelo.

—Yo le dije que te lo diera, no le des todo el crédito— dice Seokjin bromeando.

—Jin, tu hermano es muy tímido, se parece mucho a ti— analizo el rostro del niño. Era realmente parecido al mayor de los tres, solo que su cabello era negro y sus labios no eran tan prominentes.

—En realidad— el castaño carraspea— Estás un equivocada allí, Hayoung. — mi mirada se desvía de Dohwan a Jin, colocando una mueca de confusión— Dohwan es mi hijo. No mi hermano.

En mi cabeza claramente se oye un estallido de alguna especie de bomba nuclear. No oculto para nada mi sorpresa al enterarme de aquella noticia de tal magnitud ni tampoco puedo omitir una especie de jadeo que se escapa de mis labios, solamente por la sorpresa.

Pestañeo tan rápido que la sonrisa de Jin se va esfumando de a poco y trato, en serio que trato con todas mis fuerzas de responderle algo. Pero mi cabeza sigue sintiéndose arrasada por la bomba nuclear y no soy capaz que generar un diálogo coherente.

Mis ojos se van desviando entre los dos sujetos frente a mí. Dohwan mantiene una mirada un tanto hostil mientras a Seokjin lentamente se le va formando una mueca de incomodidad.

Bien, con un niño, los planes realmente cambian. O se van por el desagüe.

—Bueno, eso explica su increíble parecido— es lo primero que puedo decir después de ese silencio incómodo. Es allí cuando el castaño suelta un suspiro y yo me sorprendo aún más al no haber notado que contuvo la respiración.

—De acuerdo, ahora que las presentaciones están hechas, ¿nos vamos, Hayoung, Dohwan? — pregunta repentinamente animado Jin.

No me guardo el fruncir el ceño en su dirección—¿Irnos? ¿A dónde?

—Pues, a Blue Side— responde también confundido.

—Seokjin, has venido con Dohwan. No creo que sea correcto que vayamos a celebrar mi cumpleaños— musito incómoda ante la situación. No. Yo no quiero ir con su hijo.

Demonios, hoy se cumple otro año más sin Haru. Me siento una total invasora y mal sabiendo que quieren celebrar mis diecinueve inviernos.

—Dohwan quiere ir con nosotros, ya lo hablé con él en casa, ¿verdad campeón? — le pregunta Seokjin agachándose un poco a su altura. El pequeño asiente rápidamente con su cabecita, mirando a su padre.

Dios, qué locura es esta.

—Yo... no lo sé— dudo.

El mayor resopla frustrado y sorpresivamente da un paso hacia mí.

—Estoy un setenta por ciento seguro de lo que estás pensando. Hablé con él de que iríamos a celebrar el cumpleaños de una amiga después de venir a visitar a su mamá— susurra cerca de mí. Un escalofríos me recorre la espalda al oírlo tan cerca—. Solo vamos.

La mirada de Seokjin es tan profunda que termino cediendo. No sé cómo, pero me voy con ellos del cementerio y en un abrir y cerrar de ojos me encuentro subiendo al auto de Seokjin, en el asiento delantero a petición de él mismo. Con disimulo dirijo una mirada rápida hacia atrás donde va en silencio Dohwan.

Por su expresión, él no parece para nada contento de tenerme allí. En absoluto.

Me doy la atribución de encender la radio mientras Jin habla algo sobre cargar el estanque de gasolina cuando se regrese a casa. La dejo en la primera estación de radio que me gusta –con música bastante alternativa – y en una especie de silencio extraño, nos vamos a Blue Side.

El camino se desarrolla entre las canciones de la estación de radio y los murmuros de Dohwan. Por el retrovisor lateral derecho, miro hacia su dirección y lo veo jugando con un peluche de Mario Bros. Se ve tan inmerso en su juego que ni siquiera se turba ni dirige su mirada hacia mí.

Son él y su peluche.

—Le gusta mucho Mario, en parte es mi culpa— susurra Seokjin a mi lado. No dejo que me avergüence el hecho que me haya pillado mirando a su hijo y carraspeo.

—Es adorable — le digo en un susurro también.

—Papá, ¿Cuánto falta para que lleguemos? Quiero ver a la tía Dongyul y comer pastel — la vocecita del pequeño nos interrumpe los susurros.

Mi corazón casi se sale de su lugar al oírlo llamar 'papá' a Jin. De alguna forma eso me conmueve y agita aún más de lo que debería.

—Queda poquito, la tía Dongyul nos está esperando así que tendremos pastel rápido — responde el castaño junto a mí.

—¿Dongyul nos está esperando? — me tomo la libertad de preguntar sorprendida.

Jin sonríe y afirma con su cabeza—Le dije que iríamos los tres a lo de siempre. Prepararía un pastel especial por tus diecinueve años.

—¿En serio? — exclamo atónita— Vaya, eso es incluso demasiado hasta para mí. ¿Y qué pasaba si no me encontrabas en el cementerio hoy?

—No me tomé ni siquiera la molestia de pensar en ello. Mi instinto sabía que te vería de todas formas.

Trato de disimular una sonrisa pero me es imposible. Él se había tomado la molestia de decirle a Dongyul que preparara algo especial para mí.

¿Cómo demonios se supone que tengo que desligarme de esto?

Llegamos a Blue Side en unos pocos minutos. Dohwan se baja rápidamente del auto y corre feliz a la tienda, donde puedo ver a través del vidrio que va de inmediato a la barra dónde una pelirroja está limpiando. En cuestión de segundos el niño está abrazado a sus piernas y ella acariciando su cabeza.

Por nuestra parte, Seokjin abre la puerta dejándome pasar a mí primero. Paso por su lado y de inmediato me gano una sonrisa por parte de la chica que por cuarto año consecutivo tiene el honor -¿o desdicha?- de vernos a Seokjin y a mí un día doce de marzo.

—Hey, Seokjin — saluda animadamente la pelirroja— Y hola a ti, Hayoung. Por favor vayan a tomar asiento, de inmediato llevo su pedido. — nos dice amablemente.

Veo como le da una palmadita en el trasero a Dohwan alentándolo a venir a nuestro lado. Los tres nos dirigimos a la mesa de siempre, donde Seokjin y yo tamos nuestros respectivos asientos. Por su parte, el más pequeño se ubica en el centro, quedando su espalda hacia el pasillo del local.

—Veo que Dongyul sigue con tu amigo, ¿no? — pregunto tratando de sacar algún tema de conversación.

—Seguramente Hoseok y Yulie se van a casar. — responde Jin sonriente— A Dohwan le agrada la tía Dongyul porque prepara postres ricos, ¿no es así?

El pequeño pelinegro asiente rápidamente y por primera vez me dedica algo así como una sonrisa.

—¡Los pasteles de la tía Yulie son los mejores! Me gustan los de fresas, chocolate, naranja ¡y también el de nuez! — chilla totalmente extasiado. — ¿Y a ti noona? ¿Cuál es tu favorito?

No noto cuán tensa estoy ante la presencia del menor, eso, hasta que suelto un suspiro de total alivio, similar al de Jin en el cementerio. Le sonrío lo más que puedo y respondo fácilmente.

—El de chocolate con naranja— digo casi orgullosa de mis gustos.

Dohwan arruga la nariz y musita—Es el mismo que el de mi papá.

Un silencio se instala entre los tres. Lo hace porque al menor no le parece en absoluto bien mi respuesta. Mis ojos se desvían a Jin, buscando ayuda, pero él se ve un poco confundido también. Aparentemente, tampoco esperaba esa respuesta.

Estoy a punto de abrir la boca para decir cualquier idiotez, pero Dongyul, la maravillosa Dongyul, salva mi día. Aparece con una bandeja con un pastel el cual trae una cubierta violeta –mi jodido color favorito – la cual tiene diez velas de colores y muy largas. Trae tres tazas las cuales posiciona delante de nosotros y a la de Dohwan se encarga de echarle leche.

Cuando termina de acomodar todo frente a nosotros, nos sonríe a los tres.

—Feliz cumpleaños Hayoung. Por favor, disfrútenlo. Corre por la cuenta de la casa. — noto como le guiña a Seokjin y se retira sin más.

—¿Van a cantar para mí? — cuestiono un tanto burlesca, mientras miro el prolijo "felices 19 Hayoung" que hay sobre el pastel.

—No sería tu cumpleaños si no lo hacemos ¿no crees? — dice divertido Seokjin— Vamos Dohwan, como lo practicamos.

En unos segundos, el rostro del menor se recompone y padre e hijo empiezan a entonar el "cumpleaños feliz". Una sonrisa genuina asalta mis labios y puedo sentir un ligero sonrojo acoplarse en mis mejillas. Puedo ver nuevamente cómo llamamos la atención de los clientes e incluso de Dongyul, quien sonríe hacia nuestra dirección antes de perder detrás de la barra.

—¡Pide un deseo, noona! — chilla Dohwan cuando terminan— Quiero comer pastel.

Largo una carcajada y cierro mis ojos, dejando que mi deseo sea el primer pensamiento que se cruza por mi cabeza.

«Deseo permanecer al lado de Seokjin, aunque eso sea doloroso y estúpido»

Soplo las velitas y el mayor junto a su pequeño aplauden emocionados. Jin no pierde el tiempo y corta el pastel dándonos una rebanada a cada uno. Le sonrío en agradecimiento y Dohwan como el niño que es, no espera a que su papá pruebe el pastel si quiera, cuando ya está empalando el tenedor y llevándolo a su boca.

—¡Está rico! — grita emocionado, mientras sigue comiendo.

Suelto una risotada, con la cual me gano una mirada filosa del pelinegro. Inmediatamente pongo quieta mi sonrisa y dirijo mi vista a Seokjin, quien mira sonriente a su hijo.

—Entonces, Hayoung, ¿qué tal este último año? — por algún motivo sé que esa pregunta tiene que aparecer en nuestra conversación.

Pero me da un poco de vergüenza admitir el fracaso que fui. El fracaso que soy.

—Pues, no mucho. Solo escuela— respondo dándole un sorbo a mi caramel macchiato.

Seokjin eleva una ceja en mi dirección mostrando no estar convencido con mi respuesta—¿Solo eso? ¿Nada interesante que reportar? Siempre tienes algo que decir.

Muerdo mi labio inferior y me debato entre si contarle o no.

—Está Dohwan aquí... no sé si sea correcto que tu hijo escuche mi decadente vida — digo en son de burla.

—Tranquila Hayoung, solo míralo. Está concentrado en comer y jugar a la vez con su comida. — dice él soltando una pequeña risita.

Mis ojos se desvían rápidamente a Dohwan y efectivamente, el pequeño está enfrascado en hacerse "auto-avioncitos".

—He repetido el último año — suelto entonces. Los ojos del mayor se abren impresionados así que me apresuro a continuar— ¿Recuerdas que con Taehyung teníamos planes? Pues, decidimos repetir último año. Algo estúpido, a decir verdad.

Seokjin literalmente no dice nada. Su mirada se planta sobre mi rostro, haciendo que me remueva sobre mi silla, incómoda. Bajo la mirada por unos instantes a mi plato y suelto un suspiro pesado.

¿Por qué siento que a Jin debo darle excusas innecesarias?

—Pero no quería dejar la escuela. — continúo ante su atenta mirada—Me estaba yendo mal y si aprobaba con el último esfuerzo hubiera estado con las neuronas fritas a final de año. Aunque pare serte franca, mi ánimo estuvo peor o igual a que los demás años. No me dediqué mucho a la escuela. — me excuso dándole un sorbo a mi café.

Jin pareciera omitir comentarios. Él también le da un sorbo a su café y por mi parte le lanzo una mirada a Dohwan, quien ya ha terminado su pastel.

—Papi, ¿podemos ir a jugar al parque que está al frente? Por favooor— el pequeño Kim junta sus palmas y mira con cara de perrito a su papá. Reprimo una sonrisa divertida y me permito terminarme el pastel mientras Seokjin comienza a negociar con Dohwan.

—¿Ir a jugar? ¿No crees que hace un poco de frío? — le pregunta el mayor.

Dohwan niega con su cabeza—¡Estoy abrigado, papá! Anda, vamos a jugar un ratito. Solo quiero columpiarme. Prometo no caerme ni jugar a nada extremo— insiste.

Jin lo mira unos segundos y después dirige sus ojos a mí—¿Te molesta si vamos al parque?

—Uhm, para nada — respondo no muy convencida.

La verdad es que no me he sentido convencida desde que llegamos a Blue Side. Quiero decir, estoy en una celebración de mi cumpleaños con el hombre por el cual siento "cositas" y entre nosotros está su pequeño hijo. Nada de esta situación es normal.

Ni siquiera sé a ciencia cierta si esto está bien. Las palabras "invasora" e "incorrecto" se repiten en mi mente, aunque no quiera admitirlo.

—¡Vamos al parque, papá, noona! — chilla Dohwan levantándose entusiasta de su silla, haciéndola chirriar.

Seokjin le da una mirada severa, la cual logra calmar la emoción del niño por unos segundos. Dohwan se va riendo hacia Dongyul quien está hablando por teléfono con alguien.

Jin y yo terminamos de comer y tomarnos el café en una conversación sobre el clima. Una vez que estamos listos, ambos nos levantamos y caminamos hacia Dongyul y el menor. El castaño insiste en pagarle pero ella insiste que corre por cuenta de la casa. Nos despedimos de ella efusivamente, especialmente Dohwan. Yo le agradezco con una sonrisa afable y sincera y la pelirroja no hace nada más que guiñarme un ojo y sonreír.

Los tres salimos de Blue Side y cruzamos a la calle del frente, donde se halla un pequeño parque con dos columpios, una resbaladilla de color azul y uno de esos juegos donde te subes y tienes que girar hasta llegar al punto de vomitar.

Dohwan no espera mucho. Se suelta de la mano de Seokjin rápidamente y va hacia los columpios, los cuales están vacíos y completamente a su disposición. Noto como el hombre junto a mí sonríe al ver a su hijo divertirse. Algo recorre mi cuerpo cuando veo su sonrisa enternecida.

Sin más, nos sentamos en una banca vacía para poder conversar y además, supervisar a Dohwan.

—¿Cuántos años tiene? — le pregunto en un murmuro.

—Tiene nueve.

—Mi hermanito tiene su misma edad. — digo un poco ida. Mis ojos están fijos en el pequeño pelinegro riéndose mientras se columpia— No lo mencionaste nunca.—me atrevo a decir. Giro mi cabeza, topándome con sus castaños ojos— ¿Por qué? Y no puedes decirme la excusa de "no era importante" porque estamos hablando de tu hijo, Seokjin.

Un silencio se instaura entre nosotros. Jin muerde su labio inferior para posteriormente, dejar salir aire por su boca en una especie de suspiro.

—El foco de este día eres tú, Hayoung. Lo importante es hacer este día más ameno, para ambos. Especialmente para ti. Además, tú tampoco preguntaste. — se encoge de hombros— Nunca has preguntado mucho sobre mi familia. Esperé, realmente lo hice. Quería contarte sobre Dohwan desde el primer momento, pero supongo que viéndote, me pareció más prudente hacerte sentir mejor, soy consciente que la pérdida de Jimin todavía no la superas.

Abro mi boca para responder a eso, pero me callo abruptamente. Quiero decirle que es algo bastante tonto lo que está diciéndome, pero no puedo darme el descaro de hacerlo. Yo también he dado excusas que no van al caso.

—Es adorable— repito, porque sé que lo dije antes— Dohwan se parece un montón a ti. Aunque no conozca cómo era Haru, puedo decir que él tiene mucho de ti.

—Tienes razón. Todos dicen lo mismo. Cuando Dongyul lo conoció ni siquiera se le pasó la idea que era mi hermanito.

Suelto una carcajada—Lo siento, es que de verdad pensé que era tu hermano menor. Si lo analizamos, poco es lo que hemos hablado de tu matrimonio y familia, Seokjin. Supongo que por eso no se me cruzó por la mente que era tu pequeño.

—Bueno, ahora lo conoces. Espero que esto no signifique que vas a evitarme o alguna cosa así. — dice nerviosamente, rascándose la nuca— Me caes bien Hayoung, me agradas. A primera vista ya lo hacías, aunque te vieses como alguien indefensa y débil.

—Sabes, cada vez que hablo contigo siento que das justo en el clavo con mis emociones. Debo agradecerte por darme ese espacio de desahogo contigo. En casa y con Taehyung simplemente no puedo— me cruzo de piernas y levanto mi mirada hacia el cielo.

¿Ves esto Jimin? Estoy más loca que antes.

—Gracias por acompañarme a mí también. Es algo mutuo, supongo.

—Solo contigo puedo hablar libremente de Jimin, pero creo que he sido egoísta al no preguntar mucho sobre ti.

—Está bien, nunca me ha molestado.

—Eres como una especie de psicólogo— digo bromeando. Jin levanta una ceja en mi dirección— Mi mamá insiste en que debo ir al psicólogo porque dice que estoy tocando fondo, pero yo le digo que no quiero ir, porque lo único que hacen es escuchar los problemas y luego preguntar "¿y con eso cómo te sientes?"— largo una carcajada —. Y si tienen tiempo, realizan un estúpido test que encuentran en internet o ponen esas horribles manchas para preguntar qué ves.

Ahora Seokjin comienza a reír conmigo. No sabemos cómo es que la conversación toma este rumbo, pero nos causa gracia. Seokjin niega un par de veces con su cabeza y entonces, el cambio abrupto en la charla me sorprende:

—Creo que ya ha pasado tiempo suficiente para preguntarte esto, pero ¿qué dices si intercambiamos números? Creo que ahora tenemos la confianza para hacerlo, ¿no?

Una pequeña risita sale de mis labios. Asiento con mi cabeza y estiro mi mano con la palma hacia arriba en su dirección.

—Dame tu teléfono— le exijo en un tono muy bajito.

Jin pestañea sorprendido y casi por antonomasia, saca su teléfono celular del bolsillo de su abrigo gris.

Sin decir más, anoto mi teléfono y lo guardo sobriamente en sus contactos bajo el nombre "Lee Ha Young". Ni loca me atrevo a más, ni siquiera colocando un simple Hayoung me siento cómoda.

Una vez que guardo su número, me llamo desde su mismo celular y el mío empieza a sonar bajo la melodía de "Really Really" de Winner.

—Listo. Tienes mi número, yo tengo el tuyo— digo sonriente, mientras le entrego su teléfono— Así el próximo doce de marzo podré llamarte y preguntarte dónde estás.

Por algún motivo mis palabras finales lo hacen fruncir el ceño. Está a punto de agregar algo, cuando sentimos una exclamación de dolor. Inmediatamente giramos nuestras cabezas y vemos a Dohwan de rodillas en el piso y al borde del llanto.

Seokjin sin decir nada se levanta y corre de inmediato hacia su hijo.

Mientras él camina dándome la espalda, saco mi celular del bolsillo de mi abrigo y le envío un mensaje a mi salvador.

[Chat con TaeTae:]

[Yo]:

Ven a buscarme

Te necesito

Estoy aquí

[dirección adjunta]

18:35

[TaeTae]:

Voy, estoy cerca

18:35

Bloqueo el teléfono sin esperar la respuesta de Taehyung ya que miro como Jin camina hacia mí con Dohwan en sus brazos.

El mayor toma asiento a mi lado y el menor queda sentado sobre su regazo. Dohwan tiene lágrimas en su rostro y sin poder resistirme, acerco mi mano para poder limpiarlas.

A primera parece rechazarme, pero está concentrado en su dolor, así que se deja hacer.

—Aigoo, ¿qué te pasó pequeño? — le pregunto con el tono maternal que uso con Boyoung.

—M-me c-caí del columpio —lloriquea.

Miro a Jin y le hago un pequeño puchero con el cual logro sacarle una sonrisa. Dejo que el castaño mime a su hijo. Le sacude sus manitas y sus rodillas que están sucias con tierra.

—Está bien campeón, solo fue una herida pequeña en las manos — dice para luego depositar un tierno beso en ambas manos del menor.

Algo tira de mi corazón al ver ese gesto. No logro identificar si es bueno o malo y termino por tragar duro ante ello.

Quiero decirles algo más nada se cruza por mi cabeza y por ende no soy capaz de decirles algo coherente. Opto por quedarme en silencio mientras Seokjin se encarga de animar un poco más a Dohwan e incitarlo a que vuelva a jugar.

Es allí, cuando el sonido de una motocicleta me quita de mi trance silencioso. Tanto los dos sentados a mi lado como yo volteamos nuestras cabezas hacia atrás y vemos como un chico está aparcando su moto en la calle frente al parque.

Una sonrisa instantánea se asoma en mis labios al ver como Taehyung apaga el motor y se quita el caso negro, moviendo su cabello en un perfecto flip.

—Hayoung-ah— grita Tae desde su lugar.

Me levanto de la banca y Seokjin y Dohwan me miran atentos.

—Han venido a buscarme, es Taehyung— menciono sonriente—. Muchas gracias por la tarde, a ambos. La he pasado bien. Espero que el próximo año nos volvamos a ver — hago una mini reverencia hacia ambos— Por favor, cuídense ambos. Especialmente tú, Dohwan. — el pequeño asiente y sin mencionar nada, esconde su rostro en el cuello de su padre— Gracias Jin. Que te vaya excelente.

El mayor sonríe— Gracias Hayoung. Ve con cuidado y ten un buen año. Estaré esperándote la próxima vez.

—Por supuesto, los veinte pueden ser más a lo grande — bromeo—. Nos vemos por ahí, Seokjin. Adiós Dohwan.

—Nos vemos, Hayoung — dice tranquilamente Seokjin. Le sonrío una última vez y me voy, ya que sé que el pequeño Kim no se va a despedir.

Camino rápidamente hacia Taehyung, casi desesperada por llegar a su lado. En cuanto llego frente a él, me mira por unos segundos y luego desvía su mirada hacia mi espalda, donde he dejado a Jin y a Dohwan.

—Tiene un hijo— susurra con una sonrisa burlesca en su rostro.

—Toda una revelación— digo sarcásticamente.

—Tranquila Youngie, yo estoy aquí— Taehyung me regala una sonrisa y sin decir más, me posiciona de lado a su moto.

Por el rabillo de mi ojo miro hacia Jin quien está observándonos fijamente mientras deja ir a Dohwan hacia el columpio para volver a jugar.

Taehyung, sin importarle que el mayor está con su concentración en nosotros, coloca el casco rosa sobre mi cabeza y lo abrocha, para posteriormente depositar un besito en mi nariz.

Sonrío ampliamente y con su ayuda, me subo a la parte posterior de Dolly. Noto como Tae mira por última vez hacia Seokjin antes de colocarse el casco.

—Es guapo— dice una vez que se sube delante de mí en la moto—. Pero nadie me supera, ¿verdad?

—Nadie es más guapo que tú, Taehyung. — blanqueo los ojos mientras lo oigo reír.

Mis orbes nuevamente se dirigen hacia el mayor quien sigue mirándonos. Me sorprendo de pronto cuando Tae toma mis muñecas y me hace rodearle la cintura.

—Sé lo que estás haciendo, Taehyung — mi voz suena amortiguada por el casco.

—Es solo un pequeño recordatorio que no eres una chica muy fácil de llegar— dice él soltando una carcajada.

Me afirmo de Taehyung con fuerza y miro una última vez a Seokjin. Sostenemos la mirada hasta que Tae nos hace partir y nos lleva lejos del parque, de regreso a casa.

Mi corazón late rápido dentro de mi caja torácica y sé que no tiene nada que ver con ir con Tae en su motocicleta. Todo indica que el pequeño secreto de Seokjin que ha sido revelado hoy, no será un impedimento. No cuando sigo sonriendo como una idiota al verlo tan... paternal.

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