Capítulo II
Busan, Corea del Sur.
Marzo 12, 2016.
Me desperté un tanto aturdida debido a los insistentes manotazos que recibía en mi cara.
Gemí en son de protesta y me volteé para evitar los golpes. Traté de mantenerme allí para poder seguir durmiendo, pero unos brazos envolviéndose a mí alrededor y la pesada respiración de mi acompañante en mi cuello me hicieron finalmente despertar, abriendo mis ojos totalmente rendida.
Moví la cabeza para mirar el reloj sobre la mesita de noche, la cual estaba junto a la cama. Si mi vista de halcón no me fallaba, eran las diez con treinta minutos de la mañana. Una hora considerable para despertar, teniendo en cuenta que nos dormimos bastante tarde.
Comencé a moverme para zafarme de su agarre, pero el castaño lo único que hacía era apegar más mi espalda a su pecho. Quería golpearlo, así que no me resistí y con mi única pierna libre, esa que no estaba enredada con las suyas, le pegué una patada, despertándolo inmediatamente.
—Yah, ¿por qué me golpeas? — farfulló aún dormido.
—Tengo que levantarme e irme. ¡Además me estás asfixiando con tu abrazo de oso! — chillé, colocando mis manos sobre sus brazos para quitarlo.
Taehyung en vez de ceder a mi petición, me apretujó más contra él y depositó un sonoro beso en la parte de atrás de mi cuello.
Dejé de luchar contra su abrazo y terminé suspirando. Con esfuerzo, me volteé hasta quedar frente a él. Sus ojitos yacían abiertos y tenía una sonrisa inocente en su rostro.
—Buenos días— murmuré seguido de una sonrisa.
—Buenos días. Feliz cumpleaños, Hayoung. — murmuró devuelta.
—Ya me lo habías dicho anoche.
—Lo sé, pero los diecisiete no se cumplen todos los días.
—Qué idiota— blanqueé los ojos—. Tae, sabes que tengo que levantarme ahora ¿verdad? Tengo que ir al cementerio.
La sonrisa de Taehyung se borró de inmediato cuando nombré el cementerio. Su mirada se ensombreció y un suspiro salió de sus labios.
—¿Por qué? ¿Para qué ir?
—El que a ti no te guste recordar a Jimin ni ir a visitarlo al cementerio, no significa que a mí tampoco me va a gustar— refunfuñé—. Yo lo sigo amando, Taehyung.
—Jimin ya no está. Debes descansar de él también, me preocupa que todo se vuelva más horrible de lo que ya es. No puedes quedarte estancada en Jimin.
Mis ojos de pronto se nublaron. El nudo en la garganta seguía estando allí, a pesar de todo el tiempo que había pasado.
—Yo no seré como tú, Taehyung— repetí—. No quiero hacer como que Jimin no estuvo nunca en mi vida, ¿entiendes?
—Youngie, no lo confundas. No es como que haya exiliado a Jimin de mis recuerdos, sabes que lo amo tanto como a ti — soltó un suspiro y cerró sus ojos—, Pero creo que es mejor terapia que te quedes aquí conmigo y durmamos todo el día, ¿Qué dices?
Blanqueé los ojos— No, Taehyung. Me levantaré, comeré algo, me vestiré decente e iré a ver a Jimin. Sin ti.
—Ugh, ¿por qué eres tan dura, Hayoung? Solo trato de animarte y hacerte sentir menos miserable el día de tu cumpleaños y tu insistes en ser la viuda de Park.
En su voz había un cargado tono de molestia. La imagen de un Taehyung neutro, sin bromear y reírse era algo a lo cual le temía. Para evitar más problemas, lo moví de tal manera que su espalda quedara apoyada por completo en la cama y yo, terminé por colocar mi cabeza sobre su pecho. Pasé uno de mis brazos por su tórax a la par que Tae me abrazaba rodeando mi cintura.
—Voy a quedarme hasta después de almuerzo— dije tranquila—. Luego dejarás que me vaya.
El castaño depositó un beso en mi cabeza y con una de sus manos comenzó a acariciar el huesito de mi cadera.
—¿Tengo otra opción?
—No.
—Entonces está bien. Pero antes de irte, te daré mi regalo.
—¿Una foto tuya en un portarretratos? — bromeé.
Taehyung alzó una carcajada— No, es una foto de ambos en un portarretratos.
Levanté mi cuerpo para mirarlo a la cara, totalmente indignada. Tae volvió a reír y entonces le pegué un manotazo en su pecho.
—¿Cómo crees que voy a regalarte eso? Te compré algo lindo, de esas cosas que usas en tu cara.
—¿Hablas de maquillaje?
—Específicamente el que usas en tus labios. Se ven lindos de color rosa.
Levanté una ceja sugerentemente y sonreí con diversión— Alguien me ha estado observando más de la cuenta. Dime una cosa, Kim, ¿Qué dirían en la escuela si el chico más guapo solo coquetea con su mejor amiga?
—Pues dirían que eres una idiota afortunada— me guiñó un ojo y sin pensarlo reí.
Volví a recostarme sobre Taehyung y suspiré hondamente— Los chicos también sienten envidia de ti.
—Por supuesto que lo hacen. Tu sexy trasero está metido en mi cama y no en la de ellos.
—¡Pero solo para dormir, tarado! — exclamé un poco avergonzada—. Te pasas, Taehyung. Diecisiete años de amistad y tú tratas como cualquier cosa mi trasero.
—Por lo mismo Hayoung. Tenemos la cercanía suficiente para hablar de esto. De tus senos también, ¿quieres que te dé consejos para resaltarlos más?
—¡¿Cómo demonios pasamos a hablar de esto si nuestro primer tema era Jimin?! — chillé consternada.
—Porque seguramente de esto hablaríamos con él. Estoy seguro que si Jimin estuviera aquí, me golpearía por cada vez que menciono alguna parte de tu cuerpo con un sentido de broma.
Enmudecí, dándole a entender así que tenía razón.
Jimin hubiera pateado la cabeza de Taehyung.
***
Miré la inscripción de la lápida una última vez.
Llevaba allí dándole un monólogo a Jimin hacía dos horas.
—Y es por eso y más que me haces falta y te extraño, Park. Si me vieras ahora me jalarías de las orejas y me regañarías por ser una estúpida irresponsable, junto a Taehyung — una sonrisa cargada de ironía se asomó en mis labios— ¿Sabes? me siento demasiado patética hablándote a la tumba. Quiero decir, ¡literalmente te estoy hablando y sé que en verdad no estás ahí! Taehyung tiene razón, soy demasiado idiota— hice una pausa, rezongando—. Bien, es momento que me vaya. Ya he venido a descargarme. Te amo Jimin, volveré.
Me volteé, mirando el piso y apenas alcancé a dar cuatro pasos cuando choqué de frente con alguien. Una persona demasiado maciza por lo demás, ya que me dolió la frente en cuanto me golpeé.
—¡Ouch! Idiota, fíjate en la gente que camina cabizbaja por el cementerio— refunfuñé mientras alzaba la vista para ver quién se había cruzado por mi camino. Mis ojos se abrieron grandes ante la sorpresa de topármelo otra vez.
Pestañeé atónita por unos segundos, hasta que él me sonrió de una manera afable.
—Vaya, es un poco pronto para comenzar a insultarnos, ¿no crees? — preguntó divertidamente.
—Y-Yo, l-lo s-siento — mis nervios de pronto explotaron. Dirigí mi vista cortamente a sus ojos y la desvié, hacia su mano derecha, la cual tenía un ramo de rosas amarillas.
—Tranquila, mi error. Noté que caminabas mirando el piso y de todas maneras me quise interponer en tu camino— hizo una pausa— Déjame entregarle esto a Haru y saludaré como corresponde. Permíteme un momento— el castaño hizo una corta reverencia, antes de posicionarse delante de la lápida de su difunta esposa.
Me quedó totalmente atónita y tratando de analizar lo vivido hacía unos segundos.
¿Acaso acababa de chocar con Kim Seok Jin en el cementerio? ¿Era una especie de broma o ilusión óptica? ¿Cuáles eran las probabilidades de que esto sucediera?
Me dediqué a mirarlo, cómo se acuclillaba frente a la lápida de su esposa, depositando el ramo de rosas amarillas de forma solemne. Noté cómo cerraba los ojos y se quedaba quieto allí. Parecía estar comunicándose con ella en su foro interno, en comparación a mí que le grité a los cuatro vientos a Jimin que era una estúpida.
Pasaron unos minutos, hasta que Seokjin abrió sus ojos y se levantó. Sacudió sus jeans –recién me daba cuenta que iba vestido muy informal en comparación a cuando lo conocí – y se volteó hacia mí, con una sonrisa.
—Bien, ahora puedo decírtelo más tranquilo. Feliz cumpleaños, Hayoung— su sonrisa no tardó en mostrarse en sus abultados labios y por algún motivo, no pude negarle la sonrisa de regreso.
—Supongo que gracias— respondí encogiéndome de hombros— Ha pasado tiempo sin verte, Seokjin.
Mis hombros se relajaron y me sentí en el derecho de tratarlo tan casual.
—Un año, para ser precisos — comentó riendo— ¿Otra vez odiando el doce de marzo?
—Puede ser que este año no haya sido tan malo. Pero sí, sigue siendo una fecha horrible.
Nos quedamos unos momentos en silencios, observándonos. Sus ojos buscaron mantener siempre el contacto con los míos y no pude evitar sentirme avergonzada. Los ojos de Jin eran demasiado expresivos y parecía que quería examinar mi alma con ellos.
—¿Tienes algo que hacer ahora? — preguntó casual. Negué rápidamente con la cabeza— ¿Qué me dices de café y pastel?
Solté una risita nasal y negué con la cabeza— ¿Qué te hace pensar que quiero ir?
—No pienso que quieras, solo preguntaba — se encogió de hombros.
—Si digo que sí, ¿iremos a la cafetería de la otra vez?
—Claro, es la mejor que hay en Busan a mí parecer.
Me detuve por unos segundos para pensarlo. Este encuentro había sido verdaderamente rápido. Suponía que era porque a pesar del insistente dolor que era Jimin en mi corazón, el hecho de que Seokjin hubiese perdido a su esposa este mismo día me hacía sentir que no era la única miserable.
Dentro de mí, pensaba que Seokjin podía entenderme a la perfección.
—Está bien, acepto. Pero si vamos en tu auto, ¿podría poner la radio? Oh, y además, iré con el número de la policía marcado, igual que el año pasado.
Seokjin soltó una carcajada y asintió con su cabeza—Como digas, es tú cumpleaños, no el mío.
Se repitió casi la misma historia que el año anterior. Seokjin de manera muy educada abrió la puerta de su vehículo negro para mí e incluso, puso su mano en el borde para evitar que me golpeara en la cabeza. Condujo de manera casual, dejándome prender la radio para hacer el viaje de la forma más amena posible.
Ninguno de los dos se había preguntado nada. Simplemente nos fuimos en silencio. A Jin, según recordaba, le gustaban los momentos de silencios cómodos. En contraste a mí que constantemente me gustaba conversar, especialmente en lugares espaciosos y públicos.
Llegamos a Blue Side y como lo esperé, abrió la puerta del lindo café para mí. Se lo agradecí asintiendo con la cabeza y pasé por su lado, dirigiéndome a la misma mesa en la cual nos habíamos sentado el año pasado que yacía vacía.
Tomamos nuestros respectivos asientos y mientras esperábamos a que alguien viniera a tomar nuestros pedidos, Seokjin inició la conversación.
—¿Y qué tal todo? Cuéntame acerca de tu último año.
—Uh-oh, la verdad es que sigue siendo la misma porquería que el anterior. Mis padres están preocupados por mi actitud, yo asumo que es parte de una etapa— me encogí de hombros relajadamente.
El castaño abrió la boca para decir algo, pero la mesera llegó interrumpiéndolo.
Cuando la miré mis ojos se abrieron sorprendidos al ver a la misma chica rubia del año pasado. La joven tuvo exactamente la misma reacción que yo y su mirada iba de Jin a mí como si de un juego de ping-pong se tratase.
—Buenas tardes, ¿Qué se les ofrece pedir? — dijo de una manera un tanto forjada. Miré a Jin interrogativamente.
—Dos caramel macchiato y un pastel que diga "felicidades Hayoung", por favor— pidió el mayor por ambos.
—¿Promoción de cumpleaños, Seokjin? — preguntó ella levantando ambas cejas. Fruncí el ceño hacia Jin, mientras él se veía casi en problemas.
—Sí, por favor.
—De acuerdo, volveré en breve— la rubia le regaló una última mirada a mi acompañante, mientras que a mí me ignoró olímpicamente y se retiró.
Sin poder evitarlo, me crucé de brazos y alcé una ceja en dirección al sujeto frente a mí, quien se notaba nervioso.
—¿Ella te llamó Seokjin o yo escuché mal? — le pregunté curiosa. Sin poder evitarlo, una sonrisa llena de diversión se asomó a mis labios cuando lo noté jugar con el servilletero que había sobre la mesa.
—Cada vez que venía me pedía mi número— contestó él— Y uno de mis amigos le dijo mi nombre. Es una chica perseverante, a decir verdad.
—¿Salieron? — insistí.
—Yah, tú eres aún una niña. Estas son cosas de grandes— bufó, cruzándose de brazos al igual que yo.
—Es una pregunta casual, Seokjin.
—Salimos un par de veces. No se me dan bien las citas, solo había salido con Haru en toda mi vida.
Ladeé la cabeza hacia la derecha e interesándome en ese tema, apoyé mis antebrazos en la mesa, para acercarme más a él.
—¿Tu esposa fue tu única novia?
—Sí. Haru y yo solíamos ser amigos desde la secundaria. Siempre nos gustamos— una sonrisa totalmente nostálgica se formó en su rostro.
—Jimin y yo solíamos ser amigos desde los pañales — solté acompañado de una risotada— Todavía me duele.
—Eso puedo ver.
—¿A ti no? — cuestionó.
Jin nuevamente abrió sus labios para hablar, pero la chica llegó con nuestra orden. Con una sonrisa totalmente falsa, posicionó las tazas delante de nosotros, los platos y los cubiertos y, al centro, depositó un pastel pequeño con la cubierta rosa y siete velas encendidas. Tenía un pequeño tabletón de chocolate y allí en letras blancas estaba escrito "Feliz cumpleaños Hayoung".
—Que lo disfruten— nos dijo, retirándose sin poder siquiera agradecerle.
—¿Vas a cantar el cumpleaños feliz?
—¿Quieres que lo haga?
—Por favor, será divertido.
Ambos nos sonreímos y Seokjin tratando de poner su mejor voz cantó la ridícula canción del cumpleaños. Podía notar como algunos curiosos se volteaban a nuestra mesa. Cualquiera de lejos pensaría que es un novio celebrando a su novia. Diría hermanos, pero Jin y yo no nos parecíamos en nada. Absolutamente nada.
Cuando el castaño terminó, exclamó que pidiera un deseo. Esta vez, cerré mis ojos y un pensamiento fugaz y casi equívoco pasó por mi mente.
«Quiero repetir esto el próximo año»
Soplé las velitas de distintos colores y Seokjin aplaudió emocionado. Sin decir nada, tomó el cuchillo y nos repartió una rebanada a cada uno.
—Entonces, ¿en qué estábamos? — preguntó mientras se echaba el primer bocado.
—Te preguntaba si todavía duele mucho la herida que... tu esposa dejó.
—Llámala Haru. Es más cómodo para mí— dijo serio, carraspeando la garganta. Me impresionó su petición, pero no dije nada—. No lo mal entiendas, Hayoung. A Haru la sigo amando como el primer día. Pero estoy aprendiendo a avanzar. De no haberlo hecho, jamás habría ido a una cita con esa chica, ¿entiendes?
—Lo comprendo. Lo que no entiendo es por qué debemos venir aquí si te incomoda le mesera — bromeé.
Jin soltó una carcajada y dijo: —Usualmente vengo todos los lunes y martes con mis amigos. Venimos a comprar para llevar. Salí con ella un par de veces pero no es mi tipo. No me importa realmente que ella esté aquí, es su trabajo después de todo.
—Tu tipo es como Haru, ¿no? — me sentí un poco estúpida por esa pregunta. Se podía considerar como algo obvio o como que quería coquetearle. Me abofeteé mentalmente y traté de hacer pasar desapercibidos mis nervios comiendo pastel.
—No lo sé. Solo he estado sentimentalmente con ella. No he ido más allá en conocer en profundidad a otras personas. — respondió simple— ¿Qué hay de ti? Ya estás en la edad de tener novio ¿no? ¿o tus padres no te dejan hasta la mayoría de edad?
—Veo que esta vez estamos tomando demasiada confianza— farfullé— No tengo novio. Sigo teniendo sentimientos por Jimin, lo cual es tonto porque nunca fuimos más que mejores amigos. Taehyung me reprocha demasiado aquello, pero sé que en el fondo él lo entiende. No es fácil para mí superarlo.
Seokjin enmudeció por unos momentos, mientras tomaba café. Imité su acción, tomando un sorbo también y cuando deposité la taza en el plato, suspiré.
—Es válido lo que dices, Hayoung— dijo de pronto— Pero es más sano que comiences a dar pequeños pasitos. ¿Qué tal lo llevas todo? No olvido que me dijiste que habías bajado las calificaciones en la escuela.
—Seguí en picada, pero Taehyung va conmigo — hablé casi orgullosa—. Estoy en la edad donde estoy experimentando todo lo que pueda, antes que me arrepienta — hice una pausa, removiéndome en mi asiento— ¿Puedo confesarte algo?
—Adelante.
—Ya tuve mi primera borrachera y fue genial— lo dije tan seria que hasta ni yo me lo creí.
Seokjin guardó silencio por un microsegundo hasta que de pronto, estalló en risas. Su actitud fue totalmente sorpresiva, a tal punto que abrí mis ojos como platos. Especialmente porque su risotada era bastante particular.
Cuando reía sonaba como si estuviese limpiando vidrios.
Al tener este pensamiento tan poco razonable estallé en risas junto con él y no pude detenerme hasta un buen rato.
Era consciente que nos veíamos raros, riéndonos estrepitosamente y por mi parte golpeando la mesa de vez en cuando, pero no podía parar. Era como si todo lo que no reí en este año, lo estuviera liberando junto a Seokjin.
Y eso me agradó bastante.
—Dios, Hayoung, eres muy divertida — habló cuando nuestras risas habían cesado. Jin limpió una lágrima que escurría por su lagrimal y continuó—. La mejor frase que he oído en el día.
—Oh vamos, lo realmente gracioso aquí fue tu risa. ¿Quién demonios suena como si estuvieran limpiando la ventana?
—Kim Seok Jin— dijo sonriendo— Puedo asegurar que mi primera borrachera salió horrible. Fue tan mala que no bebí de nuevo hasta el día de mi boda.
—¿Qué tan mal, del uno al diez?
—Un millón. Solo recuerdo haber despertado en el hospital. Casi morí de tanto soju y cerveza. Mis padres y Haru me prohibieron tomar, para siempre.
—¡No inventes! — volví a reír con todas mis ganas. Palmeé la mesa con mis puños y casi me quedé sin aire de tanta carcajada. Todo debido a la imagen mental de un coma etílico por parte de Jin.
—Yah, podría haber muerto— se quejó, mientras yo no paraba de reír.
Al cabo de unos momentos, paré. Pero lo hice solo porque Seokjin tenía una mirada bastante extraña. Me miraba fijamente con una sonrisa en sus labios, sin tener que mostrar sus dientes. Aunque ya habían cesado mis risas, él seguía observándome detenidamente.
Inmediatamente me puse en alerta y nerviosa.
—¿Q-qué t-tengo? — musité tratando de sostenerle la mirada y tocando mis mejillas.
—Tu risa es adorable. Da gusto oírte reír.
Pestañeé atónita ante su respuesta. Esperaba a oír que me había manchado la cara con algo o qué sé yo. Su sonrisa seguía estampada en su rostro, hasta que después de unos segundos pareció reaccionar. Agitó su cabeza de un lado a otro y ahora tenía una mueca de preocupación.
—Lo que quise decir es que, realmente eres graciosa riendo— trató de corregir.
—Está bien, Seokjin. Solo río con Taehyung y mi hermano menor, siéntete afortunado de oírme reír con ganas— le regalé una sonrisa sincera.
El castaño relajó su anatomía y casi, casi expulsó un suspiro de alivio.
—Entonces, ¿Taehyung? — inquirió levantando una ceja— Recuerdo que él te llamó en el cementerio.
—Taehyung está hundido silenciosamente. Mientras yo digo a los cuatro vientos que me hace falta Jimin, él lo afronta en silencio— expliqué sin entrar en detalles—. Mi amistad con los chicos siempre ha sido diferente. Tener solo a Taehyung es adaptarse nuevamente.
—¿Adaptarse?
—Uhm, sí... — me acomodé mejor en la silla y proseguí— Lo plantearé así. Tae, Jimin y yo siempre fuimos diferentes y eso nos hacía funcionar de maravilla. Jimin era un chico totalmente tranquilo, mientras que Taehyung es inquieto y hasta podría decir que explosivo. Se complementaban bien.
—¿Y qué hay de ti?
—Depende. Siempre me ha gustado la tranquilidad y estar en paz, pero también soy muy bulliciosa y a ratos hiperactiva. Es por eso que podía estar a solas con ambos sin problema porque podía adaptarme a la personalidad de cualquiera de los dos.
—¿Y con Taehyung qué es diferente?
Solté un bufido y me crucé de brazos— ¿Qué es esto? ¿Un test? ¿Cita con el psicólogo?
—Solo curiosidad— dijo sonriendo— No te obligues a contestar Hayoung, no presiono a nada. Solo me da curiosidad, pero no voy a rogarte por información.
—Está bien. No hablo con nadie más de esto aparte de Taehyung. Quizás es bueno que te cuente un poco— me encogí de hombros— Jimin era el cable a tierra de este trío. Sin él, nos pasa que nos sentimos desorientados. Tae es excelente y brillante, pero sin Jimin, es como si se hubiera perdido parte de sí mismo. Algo parecido pasa conmigo, solo que tengo más autocontrol que Taehyung.
Seokjin parecía analizar la situación con decoro. Miró por la ventana a nuestro lado que daba directamente hacia la calle y soltó un suspiro.
—Almas gemelas, ¿no es así? — preguntó de pronto, pillándome por sorpresa.
—Supongo que sí. Los tres teníamos una conexión envidiable. Ahora estando sola con Tae, me doy cuenta del desequilibrio que tenemos— hice una pausa, mirando hacia la calle también— Pero estamos probando. Estamos adaptándonos. Estamos sanando, supongo. Es lento, pero lo hacemos.
Ambos volvimos a dirigirnos la mirada. Seokjin se veía serio, diferente al hombre que reía hacía unos minutos.
—Tranquila. Todo sanará en su debido tiempo. He de suponer que tu amigo y tú han pasado por mucho, pero estarán bien.
—Eso espero— tomé un sorbo de mi café, el cual ya no estaba tan caliente y continué— Seokjin, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, adelante.
—Noté que el año pasado y este, le llevabas rosas amarillas a Haru. ¿Tienen algún significado especial?
El castaño frente a mí sonrió. Esa sonrisa nostálgica que había visto anteriormente volvió a aparecer en su rostro.
—Haru era florista. Estudió diseño de interiores y ambientes, pero le encantaban más las flores así que se dedicó a eso. Aquí en Busan trabajaba junto a su mejor amiga, ambas administraban su propia florería— comenzó explicando—. Como buena florista, sabía acerca del lenguaje de las flores. ¿Has oído hablar sobre eso?
—Nop.
—Cada flor tiene un significado, tanto por su tipo como por su color. Usualmente las flores de tonos amarillos representan la felicidad, el optimismo y la energía. Para mí, Haru es la persona que más feliz me ha hecho en mi vida y lo seguirá siendo aunque ella ya no esté aquí — hizo una pausa dándole el último bocado a su rebanada y siguió—. Y ella amaba el color amarillo. Y yo la amo a ella.
La forma en cómo recordaba a Haru era demasiado agradable y además adorable. Veía a Seokjin casi sin dolor. Había quedado viudo hacía dos años y podía ver a simple vista, que para él su esposa había sido lo más importante en su vida. Y por lo visto, lo seguiría siendo.
Aquella chica debió ser muy afortunada por tener a un sujeto como él a su lado y viceversa. Conozco a muchos chicos, pero ninguno parecía tener sentimientos tan puros como la forma en la que Jin hablaba de Haru.
—Eso es muy lindo, Seokjin— solté entonces captando su atención—. Usualmente no veo a muchos sujetos como tú. Me alegra saber que Haru hasta su último respiro tuvo a un buen esposo. Hablas con mucha devoción a ella — le regalé una sonrisa sincera—. Espero algún día encontrar a alguien que hable así de mí.
Jin me la regresó y dijo: —Todo a su tiempo, Hayoung. Algún día llegará un buen sujeto que sabrá qué cosa es especial para ti y lo convertirá en algo especial para ambos.
—¿Tú crees? Yo hasta ahora pienso que voy a casarme con Taehyung. Solo nosotros sabemos aguantarnos— bromeé. El castaño carcajeó— ¡Es cierto! En la escuela somos populares o algo así, pero solo somos confidentes entre nosotros. Con TaeTae estamos seguros que vamos a casarnos.
Hablar con Seokjin era genial. Nos quedamos alrededor de una hora más conversando, hasta que le propuse que nos fuéramos. Nuevamente, no me dejó pagar la mitad y con un poco de nerviosismo, nos montamos en su auto negro ya que me iría a dejar a casa, tal como la otra vez.
El camino fue entre canciones trot que la radio nos regalaba, la risa limpia-vidrios de Seokjin y miradas furtivas que nos dábamos de vez en cuando. Por mi parte iba demasiado relajada en el asiento delantero, hasta había olvidado tener marcado el número de la policía. Movía mi cabeza al ritmo de la melodía y me reía de Seokjin descaradamente.
Cuando estábamos llegando a mi edificio, un pensamiento fugaz se cruzó por mi cabeza: no le había dicho mi dirección.
Le miré por el rabillo del ojo y Jin iba bastante concentrado en el camino. Me encogí de hombros disimuladamente y asumí que él recordaba cómo llegar. Después de todo, vivía cerca del centro.
El mayor aparcó el auto fuera de mi edificio. Apagó el motor del auto y se volteó a mirarme. Estuvimos alrededor de treinta segundos escudriñándonos en silencio, hasta que decidí hablar.
—Muchas gracias por celebrar mi cumpleaños, uh— dije un tanto avergonzada. Su mirada me estaba poniendo nerviosa— Gracias, no tengo cómo pagártelo, supongo que no pedirás nada tampoco.
—Estás en lo correcto— habló sonriéndome—. Y fue un placer. La pasé bien hoy, eres divertida, Hayoung.
—Espero que podamos repetirlo el próximo año— manifesté inconscientemente. Seokjin me miró sorprendido mientras que yo me abofeteaba por imbécil—. Quiero decir, lo pasé bien, uh, yo, oh demonios, olvídalo— me quité el cinturón de seguridad y evité en todo momento que mirara mi rostro el cual lentamente se colocaba rojo.
Abrí la puerta del vehículo dispuesta a bajarme, pero una mano muy suavemente rodeando mi muñeca me lo impidió.
Me volteé casi dramáticamente para mirar estupefacta a Seokjin. Su rostro denotaba seriedad.
—¿Te dije que eres graciosa? — soltó de pronto, quebrando su mueca seria en una sonrisa— Me gustaría repetirlo también.
Su declaración me atrapó por sorpresa. Pestañeé repetidas veces atónita. Miré por una fracción de segundos sus dedos cerrados alrededor de mi muñeca y por algún extraño motivo sentí mi estómago dar un vuelco.
—Y-yo— farfullé— Está bien. — dije de corrido, sin fallas.
Seokjin lentamente soltó mi muñeca y yo me bajé del auto. Cerré la puerta con cuidado y él bajo la ventana de esta.
—Sé una buena chica.
—No prometo nada.
—Por algún motivo esperaba aquella respuesta— se río fuerte— Adiós Hayoung, que tengas un buen año.
—Adiós Seokjin, gracias por acompañarme el día de hoy. Que te vaya bien en lo que sea que hagas.— me separé de la ventana y Jin subió el vidrio de esta.
Nos hicimos un gesto con la mano y el castaño prendió marcha, perdiéndose calle abajo.
Me quedé algunos segundos en la acera, quieta y en silencio, mirando hacia la dirección en la que Seokjin se había marchado. Cuando ya no había rastro de su auto, crucé a la vereda del frente y entré al edificio donde Taehyung vivía.
—Buenas tardes señor Han — saludé al conserje, un viejito que trabajaba allí desde que era niña.
—Buenas tardes Hayoung y feliz cumpleaños, muchacha. No creas que lo he olvidado. — dijo sonriéndome, haciendo desaparecer sus ojos en dos finas líneas.
Le agradecí con una sonrisa y una reverencia corta, musitando un gracias. Me paré frente al elevador, apreté el botón de subida y este no tardó mucho en abrirse. Subí y presioné el número cinco, para dirigirme al departamento de Tae.
Con un "ding", las puertas metálicas se abrieron dándome paso al piso del castaño. Caminé por el largo y angosto pasillo hasta posicionarme frente al departamento 507.
Sin vacilar, toqué el timbre y esperé a que alguien abriera. A los segundos un somnoliento Taehyung apareció, refregándose los ojos y todavía con su pijama puesto, el cual consistía en una camiseta azul que le quedaba grande y un short de color negro.
—¿Estabas durmiendo? — le cuestioné elevando una ceja en su dirección.
Taehyung pestañeó viéndose sorprendido— ¿Hayoung? ¿No estoy soñando?
—No idiota, déjame pasar.
El castaño se movió de la puerta dejándome entrar a su departamento. Noté de inmediato que estaba solo así que sin pudor alguno me dirigí hacia su cuarto, no sin antes quitarme los zapatos y dejarlos en la entrada.
Taehyung venía pisándome los talones casi literalmente, hasta que llegamos a su dormitorio. Me lancé como saco de papas sobre su cama, quedando boca arriba y cerré mis ojos a la par que soltaba un suspiro.
—¿Qué sucedió? — preguntó mi mejor amigo, sentándose a mi lado.
—¿Por qué debería suceder algo para venir el día de mi cumpleaños a verte? — pregunté abriendo mis ojos para mirarlo.
Sus orbes se encontraron con los míos y me mantuvo la mirada unos instantes. Hasta que habló.
—Porque odias tu cumpleaños. Y porque soy tu mejor amigo, te conozco lo suficiente como para saber que algo ha sucedido.
Me quedé unos segundos pensativa. Taehyung sabía de la existencia de Seokjin, por supuesto que sí. El año pasado en cuanto llegué a casa lo llamé y le conté que había comido junto a un hombre doce años mayor y completamente extraño.
—Me topé con Seokjin en el cementerio— solté. Los ojos de Tae se abrieron sorprendidos— Y le he dicho que quiero volver a verlo el próximo año.
—¿Y tú de verdad quieres verlo otra vez? — inquirió con un tinte de sorpresa en su voz.
—Sí. Mi tarde fue feliz junto a Seokjin. — confesé.
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