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Capítulo I

Miré una y otra vez la inscripción en la lápida frente a mí. Parecía que mis ojos y mente no querían procesarlo. No daban crédito de lo que veían.

Park Jimin

1999 – 2014

"Amado hijo y amigo"

El nudo que había estado presente en mi garganta desde el día que se fue, se desató y comencé a llorar, sintiéndome la persona más desdichada de este puto mundo. Mi mejor amigo, a quien amaba más en este mundo, me había abandonado de la forma más vil posible.

—P-Park—tartamudeé mientras le hablaba a su lápida—. Eres un idiota. ¿Cómo te atreves a abandonarnos a Taehyung y a mí? ¿Cómo te atreves a marcharte en este día? ¿Eh? ¿Tienes idea de cuánto hemos sufrido? — hice una pausa, sorbiendo por mi nariz y continué— Te extraño, Jimin. Te extraño cómo no tienes idea.

No podía seguir hablando, mis lágrimas y mis sollozos no me lo permitían. Cubrí mi boca con mis dos manos y cerré mis ojos, pensando en todo lo que había pasado en este primer año sin Jimin. Odiando con cada segundo el día de mi cumpleaños y deseando que jamás Jimin se hubiera montado en ese autobús para ir a mi casa.

Seguí en mi fiesta de miseria, delante de su lápida, cuando una mano gentilmente le dio toques a mi hombro derecho.

Abrí mis ojos y dirigí mi mirada, pensando que posiblemente era Taehyung, quien ya había llegado. Pero no.

Frente a mí había un hombre. Un sujeto demasiado guapo y vestido de una manera muy formal. Llevaba un abrigo largo de color gris opaco, una bufanda de color negro rodeando perfectamente su cuello, pantalones de tela negros y zapatos a tono.

Tenía una mano estirada hacia mí, con un pañuelo de género color azul en ella. Noté que en su otra mano traía un ramo de tulipanes amarillos.

Mi mirada fue entre su rostro y ambas manos, sin entender bien que era lo que tenía que hacer o decir.

—Ten— habló de manera amable. Su voz fue extrañamente relajante— Úsalo.

Me estiró nuevamente el pañuelo frente a mi rostro y lo tomé sin dudarlo. Sequé mis lágrimas y mis mocos bajo el escudriño del extraño frente a mí y traté de no entrar en un colapso mental al ser interrumpida en mi fiesta de lamentación.

—Gracias— musité devolviéndole el pañuelo.

—Oh no, quédatelo. Tengo más— el sujeto me sonrió ampliamente y yo traté imitar su acción, más salió una mueca muy extraña.

No podía sonreír.

—¿Familiar? — preguntó de pronto, sorprendiéndome.

La escena era tragicómica. Éramos dos extraños en un cementerio y él claramente estaba tratando de iniciar una conversación conmigo.

Negué con la cabeza—Mejor amigo— respondí— ¿Familiar? — cuestioné devuelta.

—Esposa— dijo él, mientras depositaba el ramo de tulipanes amarillos en la lápida junto a la de Jimin.

Me tomé el tiempo de leer la inscripción.

Song Ha Ru

1987 – 2014

—Lo lamento mucho—hablé, siéndole sincera. Había quedado viudo hacía un año, se veía joven todavía. Probablemente pasó poco tiempo con su ahora difunta esposa.

—Yo también. Lo siento mucho por lo de tu mejor amigo— dijo mientras se daba vuelta para mirarme—. Ha sido duro.

—Lo será por un buen tiempo. El día doce de marzo será un día maldito para mí por el resto de mi vida.

Él abrió sus ojos sorprendido. Abrió su boca para hablar, pero el sonido de mi teléfono el cual estaba dentro de mi bolsillo lo interrumpió.

Me removí incómoda en mi lugar, porque definitivamente un cementerio no era un lugar para hablar por celular. Metí mi mano en el bolsillo de mi pantalón dispuesta a cortar, pero el hombre frente a mí dijo:

—Contesta. Después de todo, tu amigo y mi esposa no están realmente aquí. Si sabes a lo que me refiero.

Pestañeé atónita antes sus palabras. A mi cerebro le costó procesarlas. Asentí lentamente, mientras miraba el identificador de llamadas. Mordí mi labio inferior y miré por última vez al extraño frente a mí, quien tenía toda su atención en mi pequeña persona.

Finalmente, contesté.

—Taehyung— respondí de inmediato.

¿Puedo saber dónde demonios estás metida? Te he buscado todo el maldito día, Hayoung.

—Estoy con Jimin— dije dándole una mirada a su lápida—. He estado todo el día aquí.

¿Eres una masoquista idiota o qué? ¡Es tu jodido cumpleaños! ¿Cómo puedes pasarlo todo el día en el cementerio?

—Porque no merezco celebrarlo, Taehyung. Mi cumpleaños dejó de importar hace un año.

Voy a ir a buscarte, Youngie.

—No lo hagas, te llamaré en la noche.

No. Iré por ti y vendrás a mi casa y estaremos juntos. No voy a permitirte pasarlo sola. A tus padres ya les duele que no estés en casa.

Bufé molesta, rodando los ojos— Tae, ¿sabes algo? Déjame en mi propia fiesta de lamento. Nos vemos en la noche, voy a llamarte, lo prometo— sin más que agregar, corté la llamada y guardé furiosamente mi teléfono dentro del bolsillo.

—¿Novio? — oí de pronto una voz, sacándome de mi enojo momentáneo.

Volteé la mirada nuevamente hacia el tipo alto frente a mí, quien no demostraba nada más que simpatía y negué con mi cabeza.

—Mejor amigo. Solíamos ser los tres. Ahora solo somos Taehyung y yo— agaché mi mirada a mis zapatos. Quizás había sido dura con Tae.

—Mi nombre es Kim Seok Jin— se presentó, haciéndome volver mi atención a él. Había hecho una corta reverencia a modo de saludo.

Yo le imité y dije: — Me llamo Lee Ha Young.

—Bueno, sabiendo esto Hayoung-ssi ¿puedo hacerte una pregunta? — elevé una ceja en su dirección y asentí con la cabeza— ¿Quisieras ir a tomar una taza de café y comer un pedazo se pastel conmigo?

Fruncí el ceño totalmente confundida. Ladeé la cabeza y solté una risita cargada de ironía.

—No quiero sonar grosera, pero, ¿por qué tendría que ir con un tipo que acabo de conocer a tomar una taza de café y comer pastel?

—Oh, no quiero que pienses que soy algún violador psicópata o algo así—levantó sus manos, a modo de excusa y no pude evitar reír— Oí que es tu cumpleaños. Lo es, ¿verdad? — asentí nuevamente—, Y tú no quieres volver a casa. Yo tampoco tengo ganas de volver a la mía. ¿Qué dices?

—No quiero sonar grosera, otra vez, pero ¿Qué demonios me asegura que usted no es un psicópata suelto buscado por la INTERPOL? — me crucé de brazos y me sorprendí cuando él río fuertemente.

Seokjin metió la mano al bolsillo interior de su abrigo y sacó lo que parecía ser su billetera. De allí, extrajo dos documentos y me los mostró directamente.

El primero era su ID de ciudadano.

Los datos básicos junto a la fotografía eran:

Nombre: Kim Seok Jin.

Fecha de nacimiento: 4 de diciembre, 1987.

Nacionalidad: Surcoreano.

—Cualquiera puede hacer un ID falso— cuestioné, desviando la mirada de la tarjeta a su rostro.

—Mi licencia de conducir— mostró entonces el otro documento. Este especificaba de qué lugar provenía, el cual era Gwangcheon y la dirección de su hogar. Por el nombre de las calles, debía ser de su tierra natal. Además, estaba escrito el modelo de su auto.

En mi vida había tomado siempre buenas decisiones. Siempre había sido una chica la cual vivió de manera correcta y siendo la hija ejemplar, hasta la muerte de Jimin el año pasado.

Estaba rota. Me sentía desorientada sin Jimin.

¿Qué perdía yéndome con este extraño sujeto que solo estaba ofreciéndose a pasar lastimosamente mi cumpleaños conmigo?

Posiblemente la vida, si es que terminaba siendo un psicópata.

Pero la mirada de Seokjin era transparente. No se veía como alguien peligroso. Se veía como alguien amistoso, de hecho.

—Está bien. Acepto ir con usted a tomar una taza de café— una sonrisa se extendió por sus gruesos labios—, Pero — dije a modo de condición—, Tendré el número de la policía marcado en mi teléfono por si trata de pasarse de listo.

—No lo usarás. Prometo que es solo una salida amistosa entre dos extraños que sufren una pérdida el mismo día.

—Eso sonó aún más trágico y tonto de lo que ya es— murmuré.

Seokjin y yo emprendimos marcha en silencio hacia la salida del cementerio. Había metido una de mis manos al bolsillo de mi chaqueta y la convertí en un puño de los nervios que tenía ante la situación.

Quiero decir, realmente me estoy yendo con un completo extraño a comer. O merendar. Lo que sea.

¿Había sentido en hacer eso? Cuando somos niños lo primero que nos enseñan es en no confiar en extraños. Y aquí voy yo. Lee Hayoung, dieciséis años, a punto de subirme al lindo auto negro del guapo sujeto que...

Esperen.

Iremos en auto.

No sé cómo es que mi cabeza pensó tan poco en lo que pareció ser un trayecto corto, pero ambos estábamos frente a un auto negro, común y corriente. Seokjin me guio hasta la puerta del copiloto y la abrió, haciendo una seña para que me subiera.

—Realmente no creo que sea buena que vaya contigo— dije volteándome a mirarlo y retrocediendo unos pasos.

—Está bien, tienes razón. Si debe verse un poco extraño esto— habló, esbozando una pequeña sonrisa y mirando hacia el suelo—. No quería incomodarte, Hayoung-ssi. Lo siento mucho. No sé por qué estaba pensando que esto podía ser normal.

Sus palabras no tenían la intención tóxica de hacerme cambiar de opinión. Al contrario, noté un leve sonrojo en sus mejillas, ya que posiblemente se sentía avergonzado de haber invitado a una extraña a su auto.

Solté un suspiro y maldije por lo bajo.

—¿Sabes algo? Olvídalo. Vamos por ese trozo de pastel. Después de todo, este día ya es una mierda— le sonreí, calmándolo.

Sus ojos se abrieron sorprendidos y yo me limité a subirme al asiento del copiloto. Lo miré desde allí y le hice una seña para que cerrara la puerta. Ya no había vuelta atrás.

Jin sonrió y la cerró. Lo vi a través del parabrisas rodear el vehículo y en menos de un minuto, él ya estaba sentado a mi lado. Nos dimos una última mirada, la cual no sé si era necesaria, y nos echó a andar.

—¿Te molesta si pregunto a dónde iremos? — pregunté curiosa— Solo por seguridad.

—Iremos a una cafetería llamada Blue Side. Es nueva, abrió hace un par de meses solamente— dijo ligeramente emocionado—. Un amigo me invitó y te puedo asegurar que tienen el mejor café en todo Busan.

—Espero que así sea, sino, me voy arrepentir de haber subido —bromeé.

El camino terminó siendo en silencio. Pero uno cómodo. Extrañamente el silencio de ambos parecía hacer más normal la situación. Algo así como reconfortante. Ni siquiera me atreví a preguntarle por la radio, de cierto modo, me sentía avergonzada de ir con semejante sujeto en este lindo auto.

Analicé la situación. Posiblemente Kim Seok Jin era un hombre universitario o con alguna buena profesión, viviendo en un departamento con muchos lujos y solo, debido a su reciente viudez. Yo, por otro lado, era una chiquilla de dieciséis años que todavía iba en la escuela y que comenzó a tener cambios de actitud después del fallecimiento de su mejor amigo.

Miré por la ventana y noté que Jin estaba aparcando frente a una tienda, en pleno centro de Busan. Me tranquilicé al notar las calles conocidas y concurridas y sin querer solté un suspiro de alivio, el cual no pasó desapercibido por mi acompañante.

—Te lo dije, nada que temer — habló él—. Es aquí al frente, así que vamos.

Asentí con la cabeza y desabroché el cinturón de seguridad. A la par, bajamos del vehículo y Seokjin se encargó de asegurarlo de manera inalámbrica. Luego, me condujo exactamente a la tienda frente a nosotros, la cual tenía vidrios por todos lados y, un enorme letrero con una taza de café –según yo- de color azul y con letras gigantes escrito "BLUE SIDE" en ella.

El castaño abrió la puerta por mí, haciendo tintinar unas campanitas que estaban sobre el marco de esta y me dio la pasada a mí primero. Se lo agradecí con un asentimiento con la cabeza y en cuanto entré al café, el exquisito aroma dulce combinado con lo agrio inundó mis fosas nasales.

—Ven, por aquí— dijo Seokjin pasando junto a mí a una mesa junto al enorme ventanal de la tienda, la cual por cierto, tenía un aspecto muy rústico.

Ambos tomamos asiento, frente a frente, en la mesa más apartada del café.

Aprovechando el momento, saqué mi teléfono del bolsillo y lo dejé sobre la mesa. Coloqué mis manos sobre el aparato para protegerlo en caso que Seokjin quisiera pasarse de listo y tratase de robármelo, pero la verdad era que, en estos momentos lo que menos pienso de él es que fuese un ladrón.

Iba a hablarle algo, pero una chica se acercó a nosotros para tomar nuestro pedido.

—Hola, buenas tardes a ambos — dijo sonriéndonos, aunque en verdad miraba a Seokjin. Blanqueé los ojos mientras me cruzaba de brazos y ponía una pierna sobre la otra— ¿Qué desean para servir?

—Uhm, ¿Hayoung-ah? ¿Algo en especial? Es tu cumpleaños, escoge lo que sea— preguntó Jin, sacándome de mis cabales.

¿Él me había tratado informalmente? ¡Nos conocemos hace como una hora!

—¿Especialidad de la casa? — le pregunté a la chica.

—Oh, si hoy es su cumpleaños la casa regala un pequeño pastel con su nombre y las felicitaciones — dijo sonriéndome—, Y como opinión personal, el caramel macchiato es el mejor de aquí.

—Entonces el mini-pastel y dos caramel macchiato, por favor— ordenó Seokjin.

—De acuerdo, ¿su nombre? — me preguntó.

—Hayoung. — respondí seguido de una sonrisa, falsa por lo demás.

—Volveré en breve— la chica rubia se retiró, no sin antes darle un último chequeo a Seokjin, haciendo que tuviera que aguantarme una carcajada de aquellas.

Cuando noté que la muchacha estaba a una distancia prudente de nosotros, levanté una ceja en su dirección a modo de pregunta.

—¿Me trajiste aquí para ver a la mesera o para quitártela de encima? Porque de ser así, creo que estás jugando sucio.

—La segunda opción me parece más correcta. La verdad es que me gusta este lugar desde que vine con uno de mis amigos y pues... ella siempre me coquetea. Por favor, discúlpame si te he hecho sentir mal — confesó un tanto apenado. Me pareció bastante adorable verlo bajar la mirada hacia sus manos que reposaban sobre la mesa.

—Está bien. Tú mismo dijiste que éramos dos extraños pasando atípicamente la pérdida de un ser querido— suspiré—. Debo decir que al menos ya no me siento sola en esto.

Seokjin frunció el ceño y ladeó la cabeza hacia la derecha— ¿Qué pasa con tu otro amigo?

—Oh, Taehyung vive el luto negándose a hablar de Jimin. Él simplemente no va al cementerio y detesta las reuniones que hacen nuestros padres porque siempre hablamos de Jimin— mi boca se frunció en una fina línea—. Como verás, su forma de afrontarlo es diferente a la mía. Yo adoro recordar a Jimin, aunque eso me lastime.

Sus ojos castaños se posaron fijamente en mí. Parecía nuevamente estar analizándome.

—Dime una cosa, Hayoung-ssi, ¿cuántos años cumples hoy?

No pude evitar mostrarle una mueca de sorpresa ante su repentina pregunta y cambio de tema. Carraspeé la garganta y me acomodé en la silla.

—Hoy estoy cumpliendo dieciséis. — contesté— ¿Cuántos años tienes? No recuerdo tu fecha de nacimiento.

Se quedó callado por unos segundos, hasta que finalmente soltó lo que pareció ser un suspiro muy, muy pesado.

—Tengo veintisiete.

Oh mierda, este sujeto era mucho mayor de lo que yo pensaba.

De pronto los nervios se hacen aún más presentes en mi sistema y sin querer comienzo a jugar con mis manos. ¿Qué se suponía que debía decir ahora? ¿'Wow eres muy mayor'? ¿O tal vez 'te ves más joven'?

Abrí mi boca para decirle la segunda opción, pero la mesera llegó con los cafés y depositó dos platos blancos y relucientes delante de cada uno y además, dejó el mini pastel que tenía una cubierta de chocolate, con cinco velas de distintos colores encendidas y escrito en color rosado "Feliz cumpleaños Hayoung".

—Qué disfruten— dijo ella, sonriéndonos.

—Gracias— dijimos Seokjin y yo al mismo tiempo.

En cuanto ella se retiró, me quedé mirando el pastel delante de mí. Este, definitivamente era uno de los cumpleaños más tristes y extraños que había tenido hasta ahora.

La llama de las velas había cautivado mi atención hasta que escuché a Seokjin cantar la canción del cumpleaños feliz. Mi mirada se levantó en su dirección, estupefacta y a la vez emocionada por ver como él, con una sonrisa muy amplia me dedicaba aquella ridícula canción.

—¡Feliz cumpleaños Hayoung-ssi! Pide un deseo— dijo totalmente emocionado.

Me quedé observándolo por unos momentos, haciéndolo borrar su sonrisa y cambiar su mueca a una de confusión.

—¿No vas a soplar las velas? Porque si no lo haces tú, lo haré yo.

Unos segundos de silencio, hasta que solté una carcajada. A esa carcajada, le siguieron muchas más, haciéndome así estallar en risas. Esto debía ser lo más gracioso, trágico y además adorable que me habían hecho en la vida.

Seguida por los ojos de Seokjin, aún con una sonrisa en mi rostro, soplé las cinco velas. El castaño aplaudió emocionado y yo me limité sonreírle.

Tomé el cuchillo para cortar el pastel, pero lo pensé bien. Yo era mala hasta hirviendo agua. Así que se lo estiré a él.

—Córtalo tú. Si lo hago yo, no quedará en partes iguales.

—¿Estás segura? Porque esto es tuyo.

—Segurísima.

El castaño tomó el cuchillo entre sus manos y con una prolijidad increíble, cortó dos rebanadas del pastel de chocolate. Las colocó una en cada plato y luego se tomó la molestia de entregarme el tenedor.

—Que lo disfrutes— dijo sonriéndome, para darle de inmediato una primera probada al dulce— Oh vaya, esto sabe demasiado bien. Anda Hayoung, pruébalo. — su voz emocionada e infantil me hizo soltar una risotada.

Sin preámbulos, hundí el tenedor en la rebanada y lo llevé a mi boca para probar qué tan rico sabía. Mis ojos se abrieron como platos ante el sabor mezclado del chocolate con esencia de naranja.

—Demonios, realmente está delicioso— mascullé.

—Fue buena idea venir— acotó él sonriéndome.

—Supongo que sí. La verdad es que sigo pensando que no debería celebrar mi cumpleaños, pero ha sido divertido hasta ahora. Los extraños no son tan malos después de todo— confesé, sonriéndole genuinamente.

Por una fracción de segundos, sus orbes y los míos chocaron y una corriente eléctrica se encargó de recorrer toda mi columna. Fui consciente de mi cuerpo temblando ligeramente y cómo el estómago me dio un vuelco.

Seokjin también parecía ensimismado mirándome, hasta que agitó su cabeza de un lado a otro rápidamente y carraspeó la garganta, sacándome así también del trance.

—¿Qué tal te va en la escuela? — preguntó cambiando totalmente la atmósfera que habíamos tenido hacía unos segundos.

—Oh, uhm, ¿la escuela? — farfullé— No tan bien como otros años, supongo.

—¿Supones? — cuestionó, después de darle un sorbo a su café.

—Veamos... desde que Jimin murió, todo en mi vida se ha visto bastante feo. Taehyung, Jimin y yo siempre fuimos los mejores de la clase. En ese mismo orden. Pero... es simplemente extraño estar solos Tae y yo. No he sido muy eficiente como años anteriores.

Jin parecía analizar la situación. Asintió con su cabeza y dijo: —¿Te sientes decaída, no es así?

—Creo que ese podría ser el término. Es difícil. Yo... yo, yo estaba muy enamorada de Jimin, ¿sabes? Yo también perdí al amor de mi vida. — las palabras salieron por sí solas de mi boca. Los ojos de mi acompañante se abrieron sorprendidos ante tal revelación — He estado enamorada de Jimin desde que tengo ¿once, doce años? Nunca se lo dije y me arrepiento de jamás haberme confesado— hice una pausa suspirando—. Espero que le hayas dicho a tu esposa muchas veces que la amabas— no me di cuenta de mis palabras hasta que terminé de anunciarlas. Me tapé la boca con ambas manos y negué con la cabeza frenéticamente—. Dis-discúlpame. N-no quise decirlo realmente.

El castaño negó lentamente y una sonrisa ladina se asomó en abultados labios.

—Lo que dices es muy profundo para una chica de dieciséis años. Pero es acertado. Puedes quedarte tranquila, a Haru le dije que la amaba hasta el último día de su vida.

Un silencio se instaló entre nosotros. Me sentía realmente una idiota por haber dicho eso. No lo conozco, ¿por qué demonios tenía que arruinarlo con tanta facilidad?

Agaché mi mirada a mi plato y me pareció más interesante lo poco que quedaba de pastel, que tratar de iniciar y decir alguna cosa. Mi pierna derecha de los nervios comenzó a moverse de arriba debajo de manera rápida y las ganas de huir se hicieron presente en mi sistema.

Es como si quisiera colapsar.

—Hayoung-ssi— me llamó entonces Seokjin. Con vergüenza levanté la mirada y en él solo podía ver su pacífica y gentil expresión— Está bien. No lo pienses tanto. Aún estás aprendiendo de la vida. No creas que lo que dijiste está mal, es más, me recuerda que estoy feliz de haberme casado con ella, incluso si me fue arrebatada tan rápido. — sonrió. Su sonrisa era tan amable, que no pude evitar devolvérsela— Eso es. Una sonrisa. Eso es todo lo que te pido de aquí hasta que te vayas a casa. Es linda.

Sentí como un leve sonrojo se iba posicionando en mis mejillas. Las cubrí con mis dos manos y quise enterrarme viva. Dios, ¿por qué a mí?

Jin soltó una carcajada— Y cuéntame un poco más sobre ti, no me moveré hasta que nos hayamos comido todo.

—No mucho. Vivo con mis padres y mi hermano menor. Sigo en la escuela y soy genial en matemática. Uhm. — hice una mueca pensativa— Odio hace deporte, pero me gusta bailar. Oh, y paso casi todos los días con Taehyung. Él vive en el edificio al frente del mío.

—Ya veo, es extraño, jamás había oído a alguien joven decirme que es buena en matemática.

—Los números son iguales, nunca cambian, nunca fallan— hablé decidida—. Son geniales. De hecho, me gustaría ser maestra de matemática en el futuro. Soy también buena explicando.

—Eso es asombroso. Espero que logres tu sueño y seas maestra, aunque aún te queden un par de años.

La tarde se nos pasó volando. Seokjin me dejó hablar la mayoría del tiempo. No supe cómo, pero terminé contándole anécdotas de los chicos y mías la cuales nos sacaron más de una carcajada. Él también me habló un poco sobre su persona. Se había mudado con su difunta esposa a Busan hacía siete años. Estudió en la universidad, pero no mencionó qué carrera. Tiene un hermano mayor y un perro llamado Jjangu, que está con sus padres en su ciudad natal.

Cuando notamos que ya nos habíamos terminado todo, Seokjin insistió en pagar e ir a dejarme a casa. Yo fui una chica testaruda y le dije que al menos podía pagar la mitad e irme sola, pero él fue terminante y se negó.

Finalmente, me dejó tener marcado el número de la policía en mi teléfono mientras le daba las indicaciones para llegar al edificio donde vivía.

—Es aquí.— mencioné cuando íbamos pasando lentamente frente al edificio.

Seokjin se inclinó hacia mi lado, acercándose un poco más a mí para mirar el edificio por la ventana de mi lado. No pude evitar sentirme algo incómoda y cohibida al mismo tiempo por la abrupta cercanía.

—Lo siento— se disculpó— Quería ver por la ventana. Se parece al edificio donde vive un amigo.

—Tranquilo, no pasa nada— me desabroché el cinturón de seguridad y me quedé estática en el asiento por unos segundos—. Muchas gracias por la tarde de hoy. Pensé que sería un asco pero me la pasé muy bien— volteé la cabeza para enfrentarlo y lo noté que ya estaba atento a mis palabras—. Gracias por el pastel, por cantar el cumpleaños y por hacerme reír. Espero que te vaya bien en lo que sea que haces.

—Un placer compartir esta tarde de luto contigo, Hayoung-ssi. Espero también que te vaya bien y que cumplas tu sueño en el futuro de ser maestra de matemática.

—Gracias, otra vez.— le sonreí genuinamente y abrí la puerta del vehículo. Me bajé de él y la cerré con cuidado.

Seokjin bajó la ventana y desde adentro dijo: —Cuídate. Sé una buena chica.

—No prometo nada — dije bromeando. Desde allí hice una reverencia hacia Jin y él también trató de hacerla desde su asiento.

Me despedí con la mano agitándola y me volteé para entrar al edificio. Me tomé un poco más de tiempo, solo para ver el auto de Seokjin perderse calle abajo.

—Rayos, Hayoung, ¿qué demonios te pasa? — me pregunté a mí misma mientras entraba y sonreía como una idiota.

Gracias Kim Seok Jin, por hacer que mi cumpleaños número dieciséis no fuese tan miserable.


***


¡Y ASÍ ES COMO EMPIEZAN LAS BUENAS HISTORIAS DE AMOOOOR! *GUIÑO GUIÑO*

Oigan, muchas gracias por leer nuevamente Blue Side. Así como ustedes, yo también le tengo mucho cariño.

Cuídense y nos estamos leyendo! 

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