Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1OO2

El chillido de la bocina le hizo saber a Hoseok que debía darse prisa, dado que sus amigos lo esperaban en la camioneta hacía rato ya. Luego de escoger un abrigo extra (por si Jimin sentía frío más tarde, por supuesto) y tras echar un breve vistazo a aquel rostro aniñado que ya no se sentía como el suyo en el espejo, bajó rápidamente y se reunió con los demás en la entrada. El plan para esa tercera noche era bastante similar a las anteriores dos: comer, jugar, hacer mucho alboroto y divertirse. Esta vez, sin embargo, el escenario era la playa y no la casa de Jungkook, y se agregaban una fogata y la guitarra de Seokjin a la fórmula. La idea llenó a Hoseok de calidez; Jin había dejado de tocar luego de lo ocurrido y, aunque no lo había pensado mucho hasta ese momento, se daba cuenta de que había extrañado incluso eso. 

Una vez que llegaron les tocó a Hoseok, Namjoon y Yoongi preparar la fogata mientras que los demás se acomodaban en el lugar que habían escogido, y pronto el mayor de todos empezó a tocar. Jungkook fue el primero en cantar con él, luego se unieron Jimin y Taehyung, y aunque él se encontraba haciendo el trabajo pesado, Hoseok realmente se sintió feliz en ese momento. Tal como recordaba vagamente de la primera vez, Namjoon pronto los abandonó para ir a molestar a Jimin y Jungkook al arruinar una de sus canciones favoritas cantándola mal a propósito, luego Yoongi se unió a la serenata, y de repente Hoseok se encontró solo apilando el montón de ramas una sobre otra hasta que Taehyung se apiadó de él y lo ayudó a terminar. Al tener esto resuelto, no tardaron mucho en sacar la comida y las bebidas para comenzar el picnic.

Hoseok, por supuesto, no podía apartar la vista de Jimin. Todo lo que hacía lo fascinaba, desde la forma en la que sostenía la lata de cerveza barata hasta el modo en el que se arrojaba encima de Taehyung (sentado a su lado) las pocas veces que se reía; sus ojitos pequeños escondiéndose con cada sonrisa, el timbre de su voz al reclamarle a Jungkook por burlarse de él, las pequeñas manos regordetas perdidas en las mangas demasiado largas de su propia chaqueta... todos esos detalles que antes no había apreciado lo suficiente y ahora quería grabar a fuego en su corazón. Sin embargo, también buscaba algo más. Ahora que sabía lo que realmente pasaba por la mente de Jimin, no podía evitar querer saber más, notar más, no perderse de nada. Buscaba todas esas señales que sabía que existían, pero que no había notado la primera vez; su falta de atención le había costado la vida al chico que amaba, un precio muy alto que no quería volver a pagar.

—Estás siendo muy obvio, hyung —dijo de repente Jungkook, dándole un codazo para llamarle la atención—. Si sigues mirando a Jiminie hyung así vas a atravesarlo con la mirada.

—Qué dices, niño —balbuceó él, mirándolo de reojo antes de concentrarse de nuevo en Jimin—. Sólo estoy mirándolo... ¿qué tiene de obvio eso?

—Todo, pero allá tú si quieres ser descubierto —respondió Jungkook con una risita socarrona—. Tampoco es tan secreto, igualmente.

Hoseok dejó ir el aire para no reír, asintiendo con la cabeza mientras bebía un sorbo de refresco. Era cierto, en aquellos días su enamoramiento por Jimin era un secreto a voces: el único que no lo sabía era el propio Jimin, más por despistado que otra cosa, y su mayor miedo era que abriera los ojos finalmente, descubriera sus sentimientos y lo rechazara y dejasen de ser amigos. Claro que Hoseok ahora entendía que lo que pensaban todos, que Jimin estaba era distraído y por eso no se daba cuenta de sus sentimientos, era un error. El chico tenía cosas mucho más oscuras en su mente y por eso no notaba nada. De todas maneras, luego de haber vivido su peor pesadilla tan sólo pocos días después, la idea de que Jimin notara que estaba enamorado de él le sonaba como una trivialidad, muy lejana a ser un problema. 

—No me importa si lo sabe o no —admitió entonces, encogiéndose de hombros—. No cambiaría nada entre nosotros...

—¿No? —preguntó extrañado el menor, mirándolo como si estuviera hablando en otro idioma.

—¿De qué hablan? —interrumpió Yoongi, sentándose en medio de ambos—. ¿De la forma para nada sospechosa en la que Hoseok mira a Jiminie con corazones saliendo de los ojos?

—Acaba de decirme que le da igual que Jimin lo sepa o no lo sepa —informó Jungkook, todavía incrédulo—. Que no cambiaría nada.

—Pensé que no querías decirle nada nunca en la vida —rememoró Yoongi, contagiándose del escepticismo del menor—. Pero qué bueno que cambiaste de idea, ¿vas a confesarte?

Hoseok suspiró, negando con la cabeza ante una conversación que no le interesaba tener. Para él, todo el asunto no podía importar menos en ese momento, cuando la vida de Jimin estaba en juego. Debía recordar que sus amigos no sabían lo que él sí, pero aún así le resultaba difícil no perder la calma y desesperarse. ¿Cómo decirles que le preocupaba más que el chico en cuestión podría suicidarse en cinco días y que no tenía tiempo para pensar en confesarse ahora mismo?

—¿Debemos tomar tu silencio como un no?

—Creo que no es el momento para eso, Jimin no necesita una confesión de amor ahora mismo —dijo luego de unos minutos en silencio, abultando los labios sin darse cuenta—. ¿No lo notan raro últimamente?

—¿Raro cómo? —preguntó esta vez el menor, frunciendo el ceño.

—No lo sé, raro. Como si le estuviera pasando algo...

—Ha estado más callado, pero sabes que las cosas con sus papás están feas —dijo Jungkook con pesar, mordiéndose el labio inferior—. Por eso los invité a todos a mi casa, para que tratemos de animarlo un poco.

—E hiciste bien, pequeño —apremió Yoongi, revolviendo el cabello de Jungkook y sonriéndole fugazmente, luego regresó la vista hacia Hoseok—. Preferí no meterme, no quiero presionarlo a contarnos nada... pero sí, creo que hay algo haciéndole daño.

—Quiero ayudarlo, pero no sé cómo —murmuró Hoseok con frustración, más para sí mismo que para sus amigos.

—Con que estés ahí para él es suficiente, Seok —trató de consolarlo el mayor, presionándole con poca fuerza el hombro—. Anoche se lo veía más animado luego de que te ofrecieras a lavar los platos con él. 

Dudoso, Hoseok asintió con la cabeza y guardó silencio. En eso estaba de acuerdo con Yoongi, lo único que tenía bien en claro en esos momentos era que no pensaba desaprovechar ninguna de las oportunidades que tuviera para pasar tiempo con Jimin. ¿Caminar sin rumbo por la orilla del mar cada mañana? Listo. ¿Ofrecerse como acompañante en cada tarea doméstica que le tocara? Hecho. ¿Observarlo a una distancia no muy prudente cada vez que estuvieran alejados? Eso era lo que estaba haciendo en ese preciso instante... hasta que se distrajo con Yoongi y Jungkook al tener esa conversación. Cuando regresó la vista hacia el dueño de sus desvelos luego de tan sólo unos pocos segundos sin mirarlo, ya no estaba allí.

—¿Dónde está Jimin ahora?

Jungkook y Yoongi llevaron la mirada hacia lugar en el que estaban sentados Taehyung y Jimin hasta momentos atrás, encontrándose con Taehyung y Seokjin jugando a alguna tontería, y sin rastros de Jimin. A Hoseok lo invadió una horrible sensación de miedo, una ansiedad voraz que le provocó un nudo en el estómago, haciendo que se levantara de golpe y empezara a caminar.

—¿A dónde vas? —preguntó Namjoon, parándose frente a él con una mirada preocupada—. ¿Te sientes bien?

—¿Dónde está Jimin? —preguntó él en cambio, incapaz de pensar en otra cosa—. ¿Le pasó algo?

—Dijo que tenía sueño, se fue a la cama —respondió Namjoon, y lo último que vio Hoseok antes de precipitarse de nuevo a la casa fue la expresión confundida de su amigo.

Mientras caminaba dando grandes zancadas trató de hacer memoria, fue entonces que recordó que Jimin sí se había ido antes que todos ellos, y cuando regresaron él ya estaba durmiendo. A simple vista no había nada para sospechar, pero Hoseok no quería perder oportunidad de saber qué fue lo que le pasó a Jimin, ni de acompañarlo en los momentos que no lo hizo antes. Había obtenido esta segunda oportunidad para estar con Jimin, y quería hacer las cosas bien esta vez.

Todavía no había pasado mucho tiempo cuando divisó al chico a unos cuantos metros, yendo a paso lento y con la cabeza gacha. Alcanzó con acelerar un poco el paso para llegar con él, y en unos segundos se encontró parado a su lado, pasando un brazo alrededor de sus hombros en un abrazo que lo sobresaltó. Su primer instinto fue reírse por haberlo sorprendido, sin embargo la sonrisa se desvaneció rápidamente de sus labios al notar la expresión sombría y triste de Jimin.

—¿Qué ocurre? —preguntó con tono urgente—. ¿Estás bien?

—No me pasa nada, estoy bien —se apresuró a decir Jimin, y luego forzó una sonrisa fugaz—. ¿Por qué no estás con los demás?

—¿Por qué no estás tú con los demás, eh? —desafió Hoseok, alzando una ceja—. Vi que habías desaparecido y vine a buscarte.

—Estoy cansado.

—O querrás decir que te pasa algo y prefieres llorar a escondidas antes que hablar con nosotros —reclamó él, sonando más molesto de lo que pretendía—. ¿No confías en nosotros? ¿No sabes que puedes hablarnos de lo que sea?

Se había pasado, lo supo ni bien las palabras salieron de su boca. No supo controlarse, habló sin pensar, guiado por la culpa y el rencor que había guardado por tres años... y había ofendido a Jimin con su imprudencia. Aunque el chico había bajado la mirada, Hoseok igual alcanzó a ver su expresión ofendida y se sintió auténticamente mal al respecto. Compórtate, idiota, se dijo a sí mismo. Lo último que necesitaba era lastimar a Jimin aún más.

—Lo siento, estoy actuando como un imbécil —se disculpó, suspirando—. Es sólo que estoy muy preocupado por  ti.

—No quería arruinarles la diversión —admitió el castaño entonces, mirándolo de reojo—. Esto es justamente lo que no quiero, que se preocupen por mí, que se sientan mal por mí... 

—Sabes que eso es imposible, ¿verdad? —le recordó, presionando suavemente su hombro—. Te queremos, Jimin. Todos nos preocupamos por ti.

—No deberían... 

Por favor, habla conmigo, quiso decirle. No me ocultes nada, confía en mí, quiero ayudarte. Pero prefirió guardar silencio, esperar pacientemente a que Jimin se sintiera cómodo para hablar. No quería presionarlo, incluso si se moría por saber qué era lo que atormentaba al chico.

—No es nada importante, sé que estoy exagerando —empezó a hablar, al fin, soltando un largo suspiro—. Cuanto más lo pienso, más noto que... que no...

Que no... nada, nada más que silencio luego de un nuevo suspiro. Al mirar de reojo, notó los ojos cristalinos del menor, humedeciéndose poco a poco, y tuvo que luchar con el impulso de acunar su rostro y secar sus lágrimas. No pudo hacer más que morder su labio para mantenerse callado y dejarlo terminar, pero ya estaban llegando a la casa y Jimin no hablaba, tampoco parecía tener intenciones de volver hacerlo. 

—Está bien, no hace falta que me lo digas ahora —dijo él, derrotado, parándose frente a Jimin y sujetándolo de los hombros con delicadeza—. Pero sí sabes que puedes contar conmigo, ¿no? Y que sea lo que sea, no estás exagerando.  

—Sólo... no quiero hablar del tema ahora —susurró Jimin con dificultad, la voz un poco ahogada por el inminente llanto, evitando mirar a Hoseok—. Perdón.

—No tienes que pedirme perd-

—No quiero hablar del tema —repitió el menor, sin dejarlo terminar—, pero me puedes ayudar de otra forma.

—¿Cómo? Haré lo que sea —se apresuró a decir Hoseok.

—¿Te quedas conmigo hasta que me duerma? —pidió, y a Hoseok lo lastimó el tono de voz tan triste que empleó al hacerlo—. Y me acaricias el pelo como te gusta que te hagan.

—Por supuesto.

—Gracias.

El resto del camino hasta la habitación lo hicieron en silencio, mismo silencio que los acompañó el resto de la noche, luego de que se acostaran juntos en la cama del menor. Al principio Hoseok dudó un poco: estaban allí, los dos, acostados al lado del otro, sin tocarse más allá de la mano  tímida de Hoseok enredándose en los mechones de cabello ajenos. Sin embargo, luego de unos minutos se dio de forma casi natural que abriera los brazos y Jimin se acomodase entre ellos, apoyando la cabeza en su pecho y dejándose mimar hasta quedarse dormido. Lo que antes eran caricias esporádicas pasaron a ser un constante masaje lento en todo su cuello, nuca y cabello con una mano, y en el hombro y en la espalda con la otra, y siguieron hasta mucho después de que el menor se quedara dormido. 

Hoseok no logró conciliar el sueño fácilmente, pero no le molestaba quedarse despierto si eso significaba velar el sueño de Jimin, sintiendo su calor y su respiración pausada en sincronía con la suya propia. Era un alivio verlo dormir plácidamente luego de sentir los ligeros temblores que acompañaron el llanto, ese mismo que dejó su propia camiseta húmeda por las lágrimas que le cayeron en el pecho y los ojos de Jimin hinchados. ¿Cuánto dolor guardaba Jimin en su corazón, y por qué tuvo que pasar lo que pasó para que él se diera cuenta? No se sorprendió al notar que el que lloraba ahora era él. 

—Perdóname, Jiminie —susurró, besando la frente del chico—. Te prometo que esta vez no voy a fallarte.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro