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[005]

— ¿Larisa? —llamó estando debajo del muelle, veía al agua oscura por la noche entrecerrando sus ojos sin alcanzar a ver nada— ¿Larisa? —llamó una vez más comenzando a dudar.

¿Y si ella se arrepintió? ¿Y si decidió regresar al océano? ¿Y si prefirió olvidarlo? ¿Y si lo abandonó por...temor? Tantas preguntas se vieron borradas de su mente cuando la vio asomarse a la superficie, la sirena azul le sonrió dulcemente saludándolo.

— Hola TaeHyung.

El chico sonrió instantáneamente y Larisa adoró esa sonrisa cuadrada, era dulce.

— Creí que te habías arrepentido.

— ¿Qué dices? Siempre cumplo lo que prometo—miró su bicicleta notando un bolso muy particular. TaeHyung lo notó y no dudó en tomarlo sentándose en la arena.

— Te traje algo de ropa, creo que te quedará muy bien y este bolso es tuyo de ahora en adelante.

— ¿Enserio? —sonrió ampliamente y Tae por primera vez notó esa sonrisa, Larisa era muy dulce e inocente, al menos así era su apariencia, aunque esos ojos azules le intimidaban un poco— ¿Un bolso es donde los humanos guardan sus cosas? ¿Acerté?

— Sí, así es, por lo general las mujeres suelen usarlos muchos—explicó.

— Veo que usas uno—señaló a su bicicleta.

— La mayoría tiene uno—sacó algo de ropa, pero se arrepintió cuando notó la ropa interior sonrojándose. De igual modo dejó todo doblado sobre el bolso para que no se ensuciara con la arena—Bien, tienes que salir del agua, es el primer paso.

Larisa ahora fue quien se sonrojó.

— No sé cómo funciona esto, pero lo haré—asintió—Pero debes mirar hacia allá—señaló—Cuando me vista te avisaré.

— ¿Sabes cómo usar la ropa?

Larisa lo estudió de pies a cabeza asintiendo. TaeHyung le dio la espalda y la chica se hundió en el agua nadando a la orilla, tocó la arena dejando que las suaves olas de ésta la impulsaran, miró su cola azul con cariño moviéndola de arriba abajo, desde niña siempre ha amado ser sirena, pero mientras crecía y escuchaba los rumores de las demás, la curiosidad por el mundo de los humanos se hacía más grande.

Ahora ella misma viviría su propia experiencia.

Se sentía segura con TaeHyung.

Algo inusual ocurrió, Larisa intentó alejarse del agua lo más posible de modo que no tocara su cola, contó hasta diez mentalmente asegurándose de que el chico no se girará, su cola de pez desapareció y casi dejó salir un grito eufórico por las dos piernas largas que veía por primera vez en su vida. Tenía dos pies con diez dedos, sonrió más que emocionada, pero se apresuró a vestirse al estar desnuda.

Frunció el ceño mirando la ropa y luego se guió por la forma en que TaeHyung llevaba la suya, la chica acabó estando vestida en sí unos minutos después.

— Ya puedes girarte.

Tae obedeció y casi se desmaya con la imagen, Larisa estaba sentada sobre la arena casi de rodillas mirándolo con esos ojos...ahora oscuros, su cabello negro seguía suelto hasta su cintura con reflejos azules, se había vestido con la ropa que él mismo le dejó fuera, unos shorts azules, camisa rosada y blanca junto a unas Converse negras, Larisa seguía llevando su brazalete causándole algo de emoción.

— Tus...piernas—señaló sorprendido—Oh, esto debes atarlo—se acercó atando los cordones de los zapatos.

— ¿Por qué? —le miró atentamente.

— Porque si no lo haces puedes pisarlas y caer.

Larisa lo miró con tanta atención que el corazón de Tae se agitó, era primera vez que estaban así de cerca, el chico olía a un exquisito olor que ella nunca en su vida había captado, pero le gustaba. Cuando el peliazul levantó su mirada se encontró con la de ella.

— Eres...más lindo de cerca, TaeHyung.

— Ahh...gracias—aclaró su garganta—Tus ojos cambiaron, son oscuros.

— ¿Enserio? —los abrió aún más— ¿Mi cabello sigue igual? —se apresuró a mirarse.

— Está normal, descuida—se levantó—Ahora debemos ir a casa.

— Sí, sí—se incorporó, pero volvió a caer al suelo golpeándose con la arena. TaeHyung de inmediato fue a ayudarla—Lo siento, no sé cómo se usan estas cosas—el peliazul notaba como sus piernas temblaban estando de pie, Larisa no estaba acostumbrada a estar en dos piernas, a Tae le recordó a la película Bambi cuando el pequeño aprendía a caminar.

— Esas dos cosas son tus piernas y los humanos las usamos muchos para movernos—tomó sus manos estabilizándola, Larisa era más baja que él y eso le causaba las ganas de protegerla aún más—Mira, intenta colocarte derecha, así como estoy ahora.

La joven lo imitó con cierto temor, Larisa estaba encorvada pero poco a poco logró estar derecha y frunció su ceño.

— Eres muy alto, ¿No, TaeHyung? —tuvo que levantar el rostro para verle mejor— ¿Todos los humanos son altos?

— Algunos, hay de diferentes tamaños y colores de piel...—explicó—Aunque la mayoría en Corea del Sur son...ciertamente pálidos...

— Me gusta tu piel—alagó—No es como la mía, es más oscura.

— Gracias—no estaba acostumbrado a recibir halagos, ni siquiera de Jennie—Bien, ahora, mueve una de tus piernas hacia adelante...

— Adelante—se atrevió a hacerlo algo temblorosa sin soltar al peliazul, tardó unos minutos en acostumbrarse hasta que los temblores dejaron de atacarla, TaeHyung se aseguró de que pudiera caminar por si sola y cuando lo consiguió tomó su bolso indicándole como usarlo, Jimin había hecho una buena elección.

Tae recogió el suyo subiendo a la bicicleta, Larisa se sentó detrás de él abrazando su cintura por instrucciones del peliazul y cuando las ruedas se pusieron en marcha la chica miró el mar alejándose cada vez más.

[...]

Las luces de la ciudad la tenían algo distraída, Larisa miraba con asombro cada detalle de los edificios, las tiendas, las personas y se dio cuenta que lo que decía TaeHyung era cierto, la mayoría de ellos tenían un bolso, tenían diferentes tamaños y quizás diferentes tonalidades de piel, además de diferente peso.

Dio un respingo cuando un auto tocó el claxon y se aferró fuertemente al chico quien se detuvo en el semáforo.

— ¿Estás bien? —la miró de reojo.

— ¿Qué son esas cosas? —señaló.

— Se llaman autos, los humanos lo usan para transportarse—indicó—Esos son autobuses y esos son motos.

— Son ruidosos, ¿No?

— Ya te acostumbrarás.

— ¿Y eso? ¿Por qué nos detuvimos?

A Tae le causaba ternura sus preguntas.

— Esos son semáforos, mira, si está en rojo como ahora los autos se detienen y las personas pasan—señaló bajo la atenta mirada de Larisa—Si está en verde, las personas se detienen y los autos pasan, si está en amarillo significa que los autos bajarán la velocidad porque cambiará de color.

— Es muy complicado.

Tae sonrió divertido volviendo a conducir la bicicleta cuando el color cambió, a los minutos llegaron a un edificio de ladrillos rojos, los marcos de las ventanas eran blancos y la puerta negra. Larisa bajó de la bicicleta mirando cualquier detalle y Tae también bajó dejándola a un lado de las escaleras en su lugar indicado.

— Este es el vecindario donde vivo—indicó—Es tranquilo y pocas veces hay ruidos, pero de vez en cuando los vecinos hacen sus fiestas.

— ¿Vecinos?

— Son personas que viven cerca de ti—explicó—Ven—tomó su mano llevándola al interior del edificio.

Larisa distinguió varias puertas que Tae le dijo que eran departamentos donde las personas vivían, había una caja metálica que subía y bajaba llamada ascensor, cuando las puertas se abrieron caminaron por un pasillo, Tae se proponía a abrir la puerta cuando Larisa dio un respingo al sentir que algo abrazaba su pierna.

Al bajar la mirada encontró una bebé de ojos oscuros y cabello recogido en dos trenzas. Ésta cayó sentada al suelo llevando sus manitas a su boca causando ternura en la joven, pocas veces había visto bebés en el mar, eran sirenas como ella por supuesto, pero ver un bebé humano era...casi imposible.

— Myeong—una mujer apareció cargando a la pequeña—Lo siento, disculpe joven Kim.

— Señora Sung—saludó Tae—Veo que la pequeña Myeong ya aprendió a caminar.

Larisa miró a la bebé en brazos de aquella mujer y le sonrió dulcemente, la pequeña le devolvió el gesto estirando sus bracitos a ella. Muchas de las sirenas tenían efectos en los hombres, pero en los pequeños despertaban un instinto maternal casi natural.

— Oh, disculpe...

— Es una bebé muy linda—Larisa tomó su manito acariciándola.

Cuando la madre y su hija tuvieron que irse, se encontró con la mirada sorprendida de TaeHyung.

— ¿Te agradan los niños?

— Sí, son lindos—sonrió.

Cuando entraron al departamento, Jimin casi salió corriendo a la sala y Tae le envió una mirada de advertencia, Larisa miró aquel chico pelirosa encontrándolo a simple vista gracioso y tierno.

— Larisa, él es Park Jimin, vive conmigo, Jimin, ella es...Larisa.

— Gusto conocerte—hizo una pequeña reverencia—Veo que te sentó muy bien la ropa que escogí, ¿Te gustó?

— ¿Qué? —Larisa no entendió.

— Jimin me ayudó a buscarte ropa con...lo de tu problema de la maleta y el vuelo—el chico debió advertirle antes, ahora se arrepentía de no haberle dicho, pero cuando Larisa lo encontró nervioso supuso que debía seguirle el juego.

— Oh, sí—sonrió tímidamente—Es muy bonita, gracias.

— ¿Te ayudé? Fui yo quien escogió todo—golpeó su brazo en forma de broma y eso no le agradó a la chica— ¿Quieres comer o beber algo?

Las sirenas decían que la comida humana era exquisita, pero otras decían que no les agradaba mucho, en la dieta de Larisa prácticamente sólo había algas marinas, se rehusaba a comer peces, de por sí, las sirenas protegían a los animales en el océano y los entendían, hablaban con ellos, la mayoría se alimentaba de la carne humana, pero ella nunca asesinó a nadie para comer.

No todo era hermoso con las sirenas.

— Yo me encargaré de ella—Tae tomó su mano—Ven, te indicaré dónde dormirás...—la llevó a la habitación cerrando al entrar por si Jimin insistía.

— ¿Por qué te golpeó en el brazo? ¿Eso no hacen los humanos que son malos? —acarició su brazo— ¿Te duele?

Tae quiso reír y apretarle las mejillas. Larisa tenía mucho que aprender.

— A veces nos golpeamos en broma—le hizo la demostración y ella no sintió nada— ¿Ves?

— Oh—asintió mirando el cuarto— ¿Aquí duermes? —se sentó en la cama—Es suave—comenzó a saltar en ella estando sentada.

— Ya pero no es para jugar—la detuvo—Dormirás aquí el tiempo que quieras, ¿Sí? Yo estaré en la sala...

— Pero dijiste que dormías aquí.

— Pero ahora dormirás tú aquí.

— ¿Por qué no dormimos los dos aquí? —preguntó encogiéndose de hombros—Estaré en la orilla de la cama, lo prometo, no te molestaré.

Tae sonrió ladinamente quitándose su bolso.

— Que una mujer y un hombre duerman en la misma cama no es bien visto, Larisa—explicó—Ya aprenderás.

•••

Gracias a taesshiku por la hermosa portada 😘 Lo amé, bebé 💜

Ropa de Larisa...

No sé si debería poner estas fotos pero creo que lo haré de ahora en adelante para que se hagan una idea 😉

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