Capítulo 7: Una visita a mamá
— ¿Es en serio Howard? Otra vez, pensé que no volverías a serme infiel con ella. Ahora está embarazada y ¿qué harás? —reclama Aremis.
—No lo sé. Pero tengo que ir a visitar a mi madre y volveré el sábado por la tarde, es su cumpleaños.
Aremis se acerca y me proporciona una bofetada.
—Eres un idiota. Espero que te vayas ya. No creas que no sé que me engañas con esa víbora de Vicky Temps. Quiero el divorcio Howard. Estoy realmente harta de todas tus infidelidades. No puedo evitar amarte, pero si ese niño nace, todo se acaba entre nosotros.
Aremis se va a su cuarto, golpea la puerta, tomo mis cosas y subo a mi auto. Voy muy rápido, la casa de mi madre está muy lejos, aún no recuerdo el nombre de la ciudad. Con respecto a Aremis, sé que se cansa de mis amoríos y amantes, pero no puedo evitarlo, tengo un problema. Las mujeres son un gran imán para mí, es algo que me pasa naturalmente.
Amelie sabe mis debilidades y Vicky las explota. No puedo resistirme, aunque a Amelie la amé una vez, a Vicky nunca la he amado.
Luego de bastantes minutos, bajo para comer algo a mitad del camino. Entro a un restaurante, me inspira nostalgia. Es un restaurante grande, tiene una puerta principal y sus paredes son de color café. Mi abuela solía traernos aquí. A mí y a Harry. Me siento en la mesa y pido algo de comer. Saco mi teléfono y llamo a mi madre.
—Hola, madre —le digo.
— ¿A qué hora vas a llegar? —pregunta ella.
—No lo sé.
— ¿Vas a traer a tu Liebhaber*?
—Ella no es mi amante. Bueno, hablamos más tarde.
No se llevan muy bien, solo porque mi madre amaba a Amelie, así que al saber que Aremis era mi amante, se enfadó mucho, dejó de hablarme por casi dos meses. Mi padre también amaba a Amelie y cuando se enteró de mis múltiples infidelidades, fue peor.
Miro como la mesera se acerca y me trae mi comida. Pago por ella y comienzo a comer. Cuando termino, me levanto y sigo mi viaje. En el trascurso veo mucho árboles y un motel, tal vez me quede allí de venida. No es un camino tan largo, aunque lo parece.
En este tiempo me he puesto a pensar que tal vez Santiago no quiera saber nada de mí. Nunca he estado a su lado y nunca he sabido nada de él. Al menos su madre Sandy nunca le habló de mí. No querría que el hubiera escuchado cosas malas mías toda la vida. Punto extra: Abandoné a su madre. Lo sé, soy un asco. Intento no serlo.
Mi madre es alemana, pero yo nací en Italia. Ella es una mujer dulce, amable y hermosa. Ahora bien, hace tres años a mi madre le diagnosticaron cáncer, ha estado muy enferma desde ese momento, temo que el momento de que muera se acerque. Hace dos años, mi padre se suicidó, porque las deudas del hospital de mi madre combinadas con otras deudas de mi padre, lo ahogaban económicamente. Ahora yo pago las cuentas del hospital.
Me doy cuenta de que he llegado. Me bajo del auto y voy a la casa. Lo que veo, es algo que no puedo creer. Mi madre está esperándome en la entrada con un pastel en sus manos. Algo hermoso de mirar. Ella es la única mujer que amo incondicionalmente. Me acerco a su lado y la saludo con un beso en la mejilla. Entro a la casa, me siento a esperar que esa bella mujer, mi madre, se siente a mi lado.
— ¡Hola, mi hijo adorado! —grita mi madre con una felicidad que pareciera que inunda cada parte de su cuerpo, mientras extiende sus brazos para que la abrace, lo cual hago.
—Hola, madre —sus brazos asfixian mi cuerpo, sé que ya está mayor e igualmente es muy fuerte.
Me acomodo en su, realmente, antiguo sofá, sus diseños son de flores. Hace unos años tuvieron que repararlo y colocaron mal la espuma, por lo que ahora es el sofá más incómodo del mundo.
— ¿Cómo te va? —pregunto en lo que ella termina de sentarse. Sus piernas no son tan fuertes como antes, nada en ella lo es.
—Muy bien, aunque ciertas veces me siento como si no tuviera nada por lo que vivir —baja la cabeza y evita mis miradas.
— ¡Mamá! ¿Cómo te atreves a decir eso? Tú no te vas a ir al otro mundo aún, menos por voluntad propia —reclamo con una voz bastante fuerte y amenazadora.
—No hablo de suicidarme, solo quiero que este cáncer me consuma de una buena vez —una lágrima se desliza por su mejilla y mi corazón no puede evitar partirse en miles de pedazos.
—Mamá, has luchado demasiado como para desistir en este punto, incluso...—realizo una pausa—, papá murió.
— ¿A eso viniste? a recordarme que mi querido esposo murió por mi culpa.
—No, vine por que es tu cumpleaños. Recuerda que cada año en esta fecha rememoramos a Harry —digo con la voz temblorosa y el alma partida.
—Así que no lo has olvidado...
—Jamás —interrumpo—era mi hermano gemelo, mi mejor amigo y parte de mi alma. Él no merecía morir, tenía un trabajo, una novia, era maravilloso y se lo llevaron; Dios decidió dejar a una basura como yo en este mundo.
—No digas eso Howard, no eres una basura. Solo eres un hombre que ha tomado malas decisiones, como todos. Es más, ve con tu esposa ahora. Ella debe de estar preocupada sobre todo esto. Ya sé lo de Amelie, sabes lo mucho que adoraría que ella tenga un hijo tuyo, pero si no quieres, pues está bien. Gracias por no olvidarme. —dice en forma de despedida, con un tono que las madres usan para causar reflexiones en sus hijos, es como una habilidad que ellas poseen.
—Adiós mamá, siempre es bueno verte.
Luego de eso, me levanto y salgo. Llego al auto, voy camino a casa, a mi hogar junto a Aremis, así que me bajo en un motel a mitad del camino para dormir y en la mañana ir hacia la casa. Me registro, antes de entrar a la habitación paso por un trago de cerveza. Una mujer se encuentra allí mismo, veo sus ojos y siento la tentación que me atrae ante esa mujer tan bella. Sus lindos cabellos rubios, ojos cafés y esa piel tropical, juro que me muero de las ganas de besarla o hacer más que eso... Tengo esposa, ¡No lo olvides Howard! Esa mujer se acerca a mí y me extiende su mano.
—Hola, soy Cherry.
—Cherry, es un lindo nombre para una mujer tan bella —intento sonar seductor.
— ¿A sí? ¿Cuál es tu nombre?
—Howard.
Se acerca hasta mi oreja y susurra cosas que no podría repetir. Se levanta, me toma de la mano para llevarme hasta el lugar que yo le indiqué, mi habitación, 238. Entramos, veo su cuerpo y es realmente bello. Cuando estamos apunto de tener algo, entra alguien, así que me levanto de la cama y voy a ver quién es. Estoy frente a la puerta y Aremis me mira.
— ¿Howard? —pregunta incitando un toque de indignación o enfado— ¿Con cuál cualquiera me estás engañando?
Aremis entra y cuando ve a Cherry, la mira por un segundo, para seguidamente proporcionarle una cachetada muy fuerte. Cherry se levanta y sale corriendo por la puerta principal.
— ¿Sabes a qué vine? Pues a avisarte que Amelie mintió, ya no tendrás su hijo. Ahora que estoy aquí, veo que no importa cuantas veces te lo diga, volverás a serme infiel. Estoy cansada, ¿por qué no lo entiendes? Estás casado, no es muy difícil de entender. Mañana te espero a las 10:00am donde Harrison. Eres libre de irte con Vicky, Amelie o esa cualquiera de esta noche.
Sin decir más de lo debido, se marchó y creo que esta vez era para siempre.
Liebhaber* = amante en alemán.
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