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Capítulo 5: Una entrevista de trabajo

En esos tiempos me sentía muy mal conmigo misma, puesto que estaba totalmente desanimada, sin embargo logré poner las cosas en orden.  Al menos eso creo que hice. Es difícil decir cuando están bien las cosas.

Escucho que alguien toca la puerta de mi casa, así que me dirijo a ver qué sucede. Un hombre se encuentra de pie junto a la puerta. No lo había visto antes. Es bastante alto y sus ojos son un poco misteriosos.

—Buenas, ¿en qué puedo ayudarle? —pregunto al extraño sujeto.

—Mi nombre es Daniel Andrews. —Extiende su mano—. Trabajo en investigaciones privadas, estoy en un caso contra su jefe Noah Stilman. ¿Puedo pasar?

—Claro. —Me muevo a un lado de la puerta para dejarlo pasar.

Es un tanto extraño y provoca curiosidad en cada parte de mi cabeza. Llevo muchos años viviendo en este lugar y no había visto a tal sujeto, debe ser nuevo. Camino hasta mi sofá, donde él se sienta en el que está delante. Trae puesta una camisa de rayas celestes con blanco, un pantalón de color café muy oscuro, sus zapatos estaban un poco sucios.

Tengo ganas de saber que quiere él sobre mí. Noah es el mejor jefe que he tenido, no tengo idea de qué quieren contra él.

— ¿Podría decirme su nombre completo? —Levanta su mirada hacia la mía—. Para el registro.

—Por supuesto, mi nombre es Amelie Deutch.

— ¿Desde hace cuánto conoce a Noah Stilman?

—Desde que me contrató para trabajar en el bar como mesera. —Me levanto por un vaso de agua— ¿Quiere algo de tomar señor Andrews?

—No, gracias.

Saco dos vasos del mueble que está a un lado de la cocina y los coloco sobre el desayunador a mi izquierda. Vuelvo a sentarme en el sofá frente al imponente Daniel. Cada vez que habla, su voz se engrosa más y me da una sensación de estar hablando con Jack.

— ¿Cuál es su puesto en el bar two more actualmente, señorita Deutch? —pregunta y acomoda su camisa.

—Por el momento mi puesto es de administradora. —Al decir esto, su cara cambia completamente.

Levanta las cejas en señal de sorpresa.

—Déjeme entender esto, —Ríe un poco—, ¿cómo escaló de mesera a administradora de una manera tan rápida?

—Sí, he trabajado mucho para llegar ahí. Cuando comencé tenía ese simple puesto, aunque mi jefe del momento pudo darse cuenta de mi potencial. De todos modos no durará mucho, me iré en unas semanas.

— ¿Se irá usted? —pregunta con cautela.

—Conseguí una gira, como bailarina. Me voy en dos semanas —comento.

—Mjm, ¿tiene usted familia en el pueblo? —pregunta mientras se levanta.

—No, el único es mi exesposo y él está felizmente casado. —La sonrisa se borra de mi rostro.

—Mire, el bar quedará en manos de Santiago, el primo de Noah. Tengo evidencia contundente de que Noah cometió las estafas. La verdadera razón por la que vine es porque necesitaba contratar una ayudante y el alcalde Harrison me dijo que usted era una excelente investigadora, así que decidí venir. Aunque las preguntas sobre el caso, nunca están de sobra.

Mis ojos se abren y miran su rostro. Se encuentra caminando en un círculo alrededor de mi sofá, como si estuviera pensando. Tal vez pueda aceptar, después de todo necesito un empleo para recaudar dinero. La gira es un poco costosa, en cuanto a comida y vestuarios que he de comprar.

— ¿Yo? Permítame señor Andrews, tal vez tenga dotes de investigadora, no obstante, dejo este pueblo en una semana. ¿Cree que es un buen negocio contratarme por solamente una semana? –pregunto con ansias de una respuesta.

Su respuesta me dirá que tan listo es. Si me contestara que sí, pues, eso me indica que tal vez no sea tan listo como lo aparenta su lenguaje y apariencia. ¿Quién me contrataría por una semana? Si me contesta que no, pues, creo que quedaré satisfecha con mi pronóstico. Es tal vez, un hombre con clase, eso quiere decir que a su familia le preocupaba el respeto y los modales. Me llama señorita, eso es un poco inusual. Tal vez, aparte de investigador privado, sea policía. Se nota en su rigidez y su postura. Es vanidoso, su vestimenta lo indica y su cabello al igual.

—Claro que sí, señorita Deutch.

— ¿Por qué razón lo hará? —pregunto, mientras me levanto.

—Eso es muy simple, señorita. Mire, Amelie. ¿Puedo llamarla Amelie? –asiento–. Usted es una mujer que luce valiente, segura e inteligente. Eso es lo que justamente necesito para el trabajo. No será un trabajo fácil, de eso se trata, necesito que haga lo imposible. Me es de urgencia encontrar alguien para el puesto. —ha dicho, tiene una cara de seriedad y sus labios muestran formalidad.

—Espero tenga usted razón y yo sea todo lo que espera. Acepto el trabajo. ¿Cuándo debo empezar? —digo y me dirijo hacia él.

—Cuando surja un nuevo caso. Hasta entonces. Que tenga buenas noches. —salió por la puerta de mi casa.

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