Capítulo 4: El tiempo de Jack
Son apenas las tres de la tarde; el reloj parece detenerse ante mi presencia. Salgo a las cuatro de la tarde y aún falta una hora. Normalmente este trabajo no se convierte en una pesadilla. Llevo aquí varios años y soy la administradora. El bar, two more es bastante exitoso, aquí conocí a mi antiguo novio, Jack Sandford. Él es muy atractivo, tal vez demasiado, y por eso me vuelve loca cada vez que lo veo, no sé cómo explicarlo. Puede ser, su cara; sus ojos me hipnotizan y su boca, es más que un imán para la mía.
Jack era un poco violento, lo cual nunca me agradó. Muchas veces ha llegado muy ebrio aquí, al igual que varios de los otros. Noah ha tenido que sacarlos, en especial a Jack. Él aun no supera que lo nuestro terminó, aún tiene una esperanza de que en el futuro nos casemos, algo que no pasará. Por lo que, toma licor como si se fuera a acabar el mundo mañana, luego comienza a tambalearse, a gritarme y la última vez, intentó besarme.
En ese instante, Noah entra a mi oficina, es mi jefe. Me saca de mis pensamientos sobre Jack, muy conveniente si soy sincera. Noah es un gran jefe, yo lo amo como si fuera mi hermano. Empecé trabajando aquí como mesera hace dos años, él me contrató sin tener experiencia en nada que no fuera el baile, luego comencé a subir de puesto y ahora soy la administradora. Mi oficina tiene una gran puerta, además de dos ventanas que hacen que el sol se muestre cada mañana.
—Amelie, aquí está Howard, creo que te está esperando —Lo dice al salir de mi oficina.
Me levanto, acomodo mi cabello y me dirijo hacia la parte inferior del bar. En lo que voy bajando las escaleras busco qué decirle, hace mucho no hablo con él. Tuve la dicha de no tener hijos con él, así el divorcio fue muy simple. No me quejo de Howard, ciertamente, es atractivo, agradable y seductor, no obstante, él ya no me amaba. Yo sí lo hice, hasta que un día Aremis se encargó de amarlo y yo no tuve lugar.
Al mirarlo, su chaqueta de cuero está exactamente como la recuerdo. En otros tiempos, hubiera corrido a abrazarlo, ahora bien, no puedo.
—Hola Howard, ¿qué haces aquí? —digo con firmeza.
—Estoy tomando un trago —Bebe un poco—. Mi parte está lista, haz la tuya.
Ahora me doy cuenta de lo mucho que extraño su voz por las mañanas y pasa por mi cuerpo un escalofrío que es similar a lo que sentía cuando me envolvía en sus brazos. No sé qué es lo que me impide olvidar, tal vez el matrimonio me unió espiritualmente. Aunque creo que yo fui la única que se unió. Sé lo seductor que puede llegar a ser Howard, pero no sabía que seducía a todas mujeres.
—Está bien, espero que no me estés mintiendo o tendrás consecuencias muy graves.
Howard se fue. La verdad es que es más fácil mantenerlo lejos, así no tengo que pensar sobre mis sentimientos por él. También recuerdo a Jack cada mañana y puedo volver al día en el que conocí a Jack. A este punto es evidente que hago malas elecciones de hombres.
Estoy sentada en la barra del bar en el que trabajo. No tomo cerveza, por lo que Noah me da agua. Desde donde me encuentro, se ven muchas personas, en especial, un joven que no había visto antes. No sé su nombre, pero es bastante atractivo y por encima de su camiseta sobresalen sus musculosos brazos. Sus hermosos ojos están al acecho, su boca grita a kilómetros que la bese y todo él me incita a acercarme. Noto como se acerca a mí.
-Hola, ¿cuál es tu nombre? -dice con una sonrisa muy amable.
Me volteo y cruzo mis piernas, le ofrezco una sonrisa. Espero que no sea muy notorio el deseo. También pienso en que no me he retocado el maquillaje y a este punto debe de ser un desastre.
-Mi nombre es Amelie y ¿el tuyo? -digo con lo que es un intento de sonar seductora y no nerviosa.
-Mi nombre es Jack Sandford.
Tengo unas ganas de quitarle esa camiseta y sé que no puedo. Tengo ganas de quitar esa miel que poseen sus labios y se me hace imposible. Él me provoca muchas tentaciones que desearía hacer realidad, moriría por un hombre como él.
-Oye, Amelie, ¿quieres salir de aquí? -propone con unas intenciones no tan buenas.
-Claro.
Nos dirigimos a su auto. Jack me abre la puerta, entro a su auto y sus labios me besan. Todo mi cuerpo se estremece y se acercan a su cuerpo para seguir el compás. Jack me sujeta muy fuerte, me duele un poco, trato de pararlo y no puedo, así que me separo de él.
-Jack, me duele.
No se detiene, como si no estuviera escuchándome.
-Jack, me duele -repito.
-Mira Amelie, podemos seguir haciendo esto, con la condición de que mi manera no es nada delicada, ¿aceptas?
No debí haber aceptado.
Luego de todo eso, las cosas con Jack empeoraron. Era un hombre controlador, celoso, impulsivo y agresivo. La razón por la que seguía con él, era porque me volvía loca y cada vez que me besaba algo se encendía en mí, como una llama flamante al contacto de sus labios. Sabía que no era lo correcto, él no era el mejor de todos. Más adelante, nos mudamos juntos. No niego que la casa era hermosa, tenía un encanto natural. Fue la peor decisión que pude haber tomado. Me celaba con cualquier persona, quería que estuviera a su servicio cada día y a cada hora, aun así lo amaba.
Acabo de caer en cuenta de que ya es hora de salir del trabajo. Ya pasaron las 4. Me dirijo hacia la puerta y me marcho a casa. Tomo el autobús hasta mi casa. Por años lo he tomado. Luego de un tiempo me he acostumbrado a mirar a las personas e intentar adivinar a qué lugar pertenecen o simplemente ver su rutina.
David Mason, tiene tres años viajando en el autobús de las 6:30am hacia su trabajo en Spelborn. He pensado que tal vez tiene una novia llamada Rachell, a su madre de seguro no le agrada y por eso casi no la ve. Termina su horario de trabajo cerca de las 8:00pm y aunque no gana mucho dinero en su trabajo, es lo que hace a su padre feliz. Estoy un poco aburrida usualmente y me suelo sentar a pensar sobre ellos. Los pasajeros.
Veo que ya es hora de bajarme y camino a mi casa. Mis tacones resuenan en todo este silencio. Paso por casas abandonadas y tenebrosas. Volviendo al tema de Jack, se convirtió en mi entrenador personal, aunque al estar en el gimnasio me vigilaba como nunca. Una noche, me proporcionó una paliza y acabé en el hospital, así que lo dejé por completo, le advertí que si lo intentaba de nuevo, lo acusaría legalmente. Luego de eso, me mudé con Lea McTombs, mi ex mejor amiga. Ella es una chica agradable. Aunque era igual que todos en este pueblo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro