Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 3: ¿Amor a primera vista?

Esta en especial es mi hora favorita, la del almuerzo. Una hora sin los problemas de los demás y con la paz que me encanta. Todos los días camino hasta el restaurante en la calle 12, Boyhood. Me gustan las rutinas, además que este restaurante me trae recuerdos. Me siento para esperar a que Aremis me atienda, es una mujer agradable y joven. 

En otros tiempos hubiera tratado de seducirla, ahora bien, estoy gordo, viejo y lleno de canas en mi cabello. Pensar en esto me recuerda a Mary Louise, mi esposa, quien murió para mí hace varios años. Lástima que fue un matrimonio arreglado, por lo tanto nunca la amé, solamente la veía como una mujer muy hermosa, atenta y gentil. Fue una bella esposa, aparte que yo traté de ser un buen marido. Me esforcé por serlo, a pesar de que no fue suficiente.

—Alcalde Harrison, ¿qué quiere ordenar? —dice Aremis en tono gentil.

—Quiero una ensalada del combo 17 y un refresco natural de mora.

Aremis se va caminando para traer mi pedido. Es francesa y está casada con un hombre llamado Howard Van Slein. Conozco al tipo. Como alcalde es mi deber conocer a todos en este pueblo. Él trabaja en una empresa muy importante. Asimismo, la esposa de ese mismo hombre tiene una reunión conmigo el día de hoy. 

Tengo mucho trabajo que no puedo dejar de lado. Antes de trabajar como alcalde, fui abogado. Era bueno en lo que hacía, trabajé en un pequeño bufete en Orange Village, tenía un buen sueldo y una vida buena. Comencé aquí trabajando para Rupert Su, luego me convertí en su reemplazo. 

Veo el reloj en mi mano izquierda y son la 1:00pm. Necesito que mi comida venga rápido, puesto que debo irme. Así, miró a Aremis y ella viene con mi comida.

—Gracias —Mi sonrisa trata de ser amena.

—Con gusto.

Luego de comer, me levanto y me dirijo a la caja registradora. Noto que ya son la 1:30pm, hora de volver a mi trabajo. Camino hasta la oficina, observo que Lea se encuentra en el escritorio.

—Lea, ¿recogiste los papeles de la casa de los Greyson? —Coloco mi mano en su escritorio. 

Su rostro es joven y sincero. Siempre la he imaginado como una mujer aplicada, aparte de inteligente. La figura delgada que esconde bajo esos grandes suéteres, me ha intrigado desde que trabaja acá. 

—Sí, aquí están —dice y extiende el expediente hacia mí.

Noto que Lea tiene una sonrisa muy peculiar, no sé a qué se debe y se supone que no debería importarme. No puedo evitarlo. Al haber trabajado tanto tiempo en este lugar, le he tomado un cariño de jefe. Sin mencionar, que hace su trabajo de una manera excepcional. 

—¿Sabe a qué hora es mi reunión con Amelie Deutch? —La miro directamente, veo cómo sus ojos revolotean buscando respuesta. 

—Dentro de una hora, en esta oficina.

Paso a mi oficina y me siento, tengo el expediente en mis manos. Llevo meses tratando de solucionarlo. Ya no tengo idea de qué hacer, he tratado de todo. Se trata de un conflicto de bienes que involucra todo el compendio de mujeres alrededor de Howard Van Slein: Vicky, su amante; Aremis, su esposa y Amelie, su exesposa. 

Aremis es una pobre mujer engañada. Tiene un esposo que no figura entre los mejores, ella lo sabía, lo supo desde que engañaba a Amelie con ella y ahora sufre lo mismo. Físicamente, me recuerda a una chica que conozco desde que tenía treinta y seis.

Casos, casos y más casos. Estoy hasta el cuello de los problemas de los demás, suficiente tengo con los míos. Hoy una chica vendrá dentro de una hora, su nombre no lo recuerdo bien. Tiene diecinueve años, hasta me siento un poco viejo. Es una adolescente de un caso el cual me encargaron dar seguimiento, es adoptada por una familia adinerada y muy agradable de Blue Pines. Necesito que me hable de su situación, es algo estrictamente necesario.

No pretendo ser cruel, pero muchos de los vecinos han mencionado que es alguien que no sabe comportarse, además de ser impertinente. La chica describe a su antigua madre como alguien cariñosa, gentil y maternal, eso me recuerda a mi madre. Ella es delgada, hermosa, es todo lo que yo deseaba cuando era más joven, sin embargo no puede pasar por mi mente una joven de esa edad.

En ese instante entra Fabiana a mi oficina.

—Señor Harrison —dice con formalidad. Su cabello rubio cae sobre su cara. 

—Te he dicho que me llames James.

—Bueno, James. He de irme, mi hora de salida ya casi se acerca y voy a ver a una amiga en el Straight, te pedí permiso hace una semana. Recuerda que la joven del caso 48 está por venir. —Luego de haberlo dicho, se marcha.

Fabiana trabaja conmigo hace mucho, es mi secretaria hace bastante tiempo, no le importa que yo sea un abogado simple y que casi no puedo pagar su sueldo.

Me he levantado para ir al baño, cuando he vuelto estaba de pie junto a la puerta. ¡Dios! Es una joven realmente hermosa, me he quedado atónito ante tal mujer. Su cara, su cuerpo, toda ella irradia perfección. Piel joven y fresca, desde acá puedo percibir su perfume, su cabello es ondulado, además llega hasta su espalda baja, es bastante alta, casi es de mi altura y ¿cómo describirla? 

Me maldigo a mí mismo por pensar eso de una chica de diecinueve años, tengo treinta y seis ¡Por Dios! Debo comportarme, soy un adulto, un miembro de esta sociedad. ¡Tengo una esposa! Que no la ame, no significa que deba desear a otras mujeres. Sigo de pie mirándola, ha pasado un tiempo, me percato de que mi boca está ligeramente abierta, cuando trato de pronunciar palabra alguna, lo único que sale de mi boca, son sonidos extraños. Nunca me había pasado. Soy un poco mayor para ella, eso no significa que no pueda verla de la manera que quiero. Aun así, tendré que recordar mis modales y no decir nada imprudente.

—Señorita, si... quiere puede sentarse. La atiendo en unos momentos —tartamudeo, después me dirijo rápidamente hacia el baño, donde postro mis manos sobre el lavatorio y en el espejo, observo si mi cabello se encuentra bien peinado.

Regreso a la oficina, está allí sentada—parece que el universo quiere castigarme—la luz del sol la ilumina y sus cabellos se mueven al compás del viento. 

—Mi nombre es James Harrison y soy su abogado de seguimiento —Mi voz es calmada, me sorprende que no sonara como loco, porque suele sucederme. 

—El mío es...—Realiza una pausa—. Llámame Mel. Soy la hija adoptada de la familia Smith. Tengo diecinueve años.

—Y dime, ¿cómo está tu situación? —Paso mis arrugadas manos por el expediente, buscando hojas como un hombre frenético. Aunque el motivo sea total nerviosismo, no precisamente información.

—A propósito, es una linda corbata. Con respecto al otro asunto, me va bastante bien, incluso mejoré en la secundaria, lo malo es que mi madre ha muerto. —Hasta su voz es la clara imagen de una armoniosa melodía. Tengo ganas de levantarme y besarla, sé que no puedo, eso me hace desearla más. Cuanto más tiempo está en ese asiento, menos puedo resistirme. Su piel me llama a gritos.

— ¿Te gustan los Smith? —aclaro mi garganta. Con ambas manos acomodo mi corbata. 

—Sí, ellos son una buena familia. —Cruza sus piernas. 

—Bueno, Mel. Cuéntame de tu experiencia con tu antigua madre y la actual —digo mientras soltaba mi camisa, el primer botón negro—, pero antes de eso, ¿quiere café?

—Sí, con dos de azúcar. Mi antigua madre era la mejor del mundo, aunque no pude pasar con ella mucho tiempo, murió muy joven. Un día fue al doctor y él le detectó un cáncer de riñones. Era muy tarde, porque ya había hecho metástasis. Mi madre insistía en no ir al doctor, decía que eran una pérdida de tiempo. Aún recuerdo algo de lo poco que queda en mi mente de ella, estaba sentada en una silla de ruedas, muy débil para ponerse de pie. Me quedaba con mi tía Margaret, ella murió unos días después de mi madre. El cáncer me arrebató lo más importante de mi vida, la familia. —Esa joven lloraba desconsoladamente, procuraba que esos llantos no ahogaran sus palabras, traje el café y lo coloqué en la mesa, cuidadosamente me acerqué a ella para abrazarla con fuerza—. Mi padre nunca me reconoció. No tenía más familia, así que llegué a un orfanato, apenas ingresé me notificaron que tenían una familia. Conocí a la señora Smith primero, Laura, ella es agradable, muy maternal. El segundo fue el señor Timothy, me llama Dulce. Todos me agradaron mucho, son personas realmente hermosas. —Seca sus lágrimas y se aparta de mí—. Discúlpeme, señor Harrison, soy bastante sentimental.

—No se preocupe. Llámame James. Puedo consolarla cuando quiera, soy humano al igual que usted y necesitaba saber esas cosas, además, me ayudan en el caso. —Veo sus hermosos ojos café claro. Existe tensión y el espacio que separa nuestras bocas se convierte en un imán atrayente. Intento besarla, ella me besa igual, pronto se separa y me ve con vergüenza.

—James, no, no es correcto, aparte que tengo diecinueve. Usted es un hombre atractivo y seductor, pero yo no puedo. Creo que es hora de irme. —Se levanta, por tal se queda de pie por unos segundos.

—Mel, quédate, por favor. Hay algo en ti que me llama. —Me levanto y coloco mi mano detrás de su oreja, vuelvo a besarla y ella me rechaza esta vez. Me empuja hacia atrás.

—He dicho que no, James.

Aun así su respuesta me enfureció, tuve que dejar que se fuera. Sé que de su boca no saldrán esas palabras sobre el encuentro de hoy, puesto que corre el riesgo de que piensen mal de ella. 

Aún recuerdo su joven y fresca piel.

La señorita Amelie Deutch está retrasada. La espero desde la 1:30 en esta oficina. Es una mujer hermosa y anhelo casarme con ella, es mi objetivo más lejano. El esposo de Amelie la abandonó hace ya bastante tiempo, la dejó por su amante, Aremis, la chica del café. Amelie y yo estamos solos, por lo que, quiero que estemos juntos. Deseo una mujer como ella en mi vida, es bailarina, es hermosa y es inteligente. De pronto, escucho la puerta, por lo que decido ir a ver que sucede. Es ella. Abro la puerta. 

—Hola Amelie —sonrío y la invito a pasar.

—Hola, James —Su rostro era completamente neutral.

Pasa y se siente. Hace mucho que no está en mi oficina, desde hace cinco años. Cuando las paredes de este viejo lugar aún eran rojas. 

—¿Qué quieres conmigo James? —dice con tono indiferente.

El cuarto se siente más pequeño, la puerta café está muy cerca de ambos. Los cuadros colgados en las paredes estrechan todo. 

—Necesito contarte de algo que sucede con los Van Slein y los Temps, tengo un problema con ellos y creo que debes de saberlo —Luego de contarle lo que pasó, Amelie me ve de una manera extraña.

—Repito. ¿Qué quieres conmigo James? —Me siento a su lado, con mi mano toco ligeramente su mejilla.

—Nada, de hecho, esto no tiene nada que ver contigo, yo solo quería que vinieras. Adoro verte, preciosa —guiño mi ojo, esperando una respuesta.

—Por favor James, sabes que esto me lastima. —Comenzó a llorar, por tal en unos minutos, su cara era un mar de lágrimas—. Cada vez que vengo es para hablar de Howard y de Aremis. Me dejó por su amante, ¿sabes que es peor? Si él me hubiera dejado por una mujer más joven, yo lo hubiera entendido. No fui lo suficiente para él, no lo fui. Y ahora tú... Sabes lo mucho que me afecta hablar de esto y me traes aquí solamente para comentar de cómo mi exesposo está engañando a su esposa con mi enemiga. Si no era algo de importancia, ¿para qué me llamaste?

Sé que estos temas la ponen sensible. Necesito verla. 

—Quería verte. Me evitas y ya no te puedo... tocar, antes llorabas mi nombre. Extraño verte, sabes cuánto te amo —Me siento a su lado, esperando lograr algo con mis palabras. 

—Yo no te amo, entiéndelo. Mi corazón murió cuando ese hombre me dejó por alguien mejor. Si decidiera darme a mí misma una oportunidad. ¿Piensas que sería a tu lado? —Alza una ceja y se reacomoda.

—Sí, eso esperaba. 

Eso he esperado desde hace mucho. Quiero que sea la mujer que despierte a mi lado y quiero que ella vea como me desvanezco entre las cenizas del viento, quiero traerle rosas todos los días y hacerla sentir cuanto la amo. Siempre la he amado. No entiendo su argumento para no amarme, de verdad que no puedo entenderlo. ¿Qué fue lo que le hice?

—No, James, no. —Se levanta con rumbo a marcharse, no pienso detenerla.

Me dejó allí, de nuevo, así lo hace siempre y tengo la costumbre de dejarla ir. Creo que me he acostumbrado a su rechazo. Luego de un par de minutos, el ruido de sus tacones deja de escucharse. Lea se acerca a la puerta y me mira con ojos de lástima.

—¿Sucede algo? —comenta preocupada.

—Nada, lo de siempre. Sabe cómo es Amelie conmigo.

Decido salir a tomar aire y refrescarme. Camino fuera de la oficina dirigiéndome al  "2 more". Si lo pienso bien, es un buen nombre para un bar. Mi licor favorito es el vodka, sé que es un poco fuerte, sin embargo, yo puedo con él.

Entro al bar, luce exactamente como la última vez que lo visité, hace poco más de un año. Luces violetas y azules iluminan el lugar, una gran barra de madera decora el ambiente, aparte que detrás de la barra está Tom Santyl, un viejo amigo. Tengo bastante tiempo sin tomar. Me siento y a lo lejos logro distinguir una figura conocida, es Jack Sandford, eso solo significa una cosa: problemas. 

Jack Sandford tiene un amplio expediente, es el exnovio de Amelie, ella estuvo con él antes de casarse con Howard. De cualquier modo, es violento, abusivo y un agresor. Amelie no se hubiera casado con él. Trabaja como instructor de defensa personal, por lo que es musculoso. Tiene unos objetos favoritos muy peculiares: los bates de baseball.

Me levanto de mi silla y me dirijo a su lugar con el fin de acompañarlo. 

—Hola, Jack. —Me siento a su lado con una sonrisa. Es importante no siempre verse como alguien intimidante. 

—Hola Señor Harrison. ¿De qué viene a acusarme hoy? —Toma un trago de su cerveza y se sienta de frente al respaldar.

—De nada, yo solo quiero...

—¿O vendrá y me dirá lo mucho que ama a Amelie? Estoy cansado de escucharlo decir lo mucho que ama a la misma mujer que yo. Ella aún me ama, yo lo sé y a ti te aborrece, preferiría morir antes que desposarte. Acéptalo, esa mujer no es para ti. Es mía. —Creo que trata de convencerse a si mismo de lo que dice.

—Jack, yo solo quería tomar cerveza contigo. Además, ¿aún crees que Amelie te perdonó lo que le hacías? —No le he puesto ningún cuidado a mis palabras, un gran error que me costará muy caro. 

—Sí, lo creo. No fue nada, James. Todos dañamos a Amelie, en realidad a cada persona de este bendito pueblo. Tú has hecho daño y a ti te han hecho daño. En resumen, es un pueblo pequeño, por lo que los secretos se descubren fácilmente —Su camisa blanca está sucia, con manchas amarillas asquerosas. 

—Lo sé. Soy el alcalde, ¿lo olvidas? —Realizo una pausa y pido un vodka—. Ella no te perdonará y a mí no me quiere, ahora bien, Howard desperdició su oportunidad.

—¡Mujeres! Dejemos eso de lado. —Suspira con fuerza.

—¿Acaso ha visitado a su padre? —Voltea a mirarme y se queda en esa posición unos segundos. Cuando estoy con Jack, siento que en cualquier momento sacará algo, me golpeará, y nunca sucede.

—Sí, he ido. Después de todo es mi padre. Solo le restan treinta y cinco años de cárcel. —Toma un largo sorbo de cerveza.

—Debe de ser duro.

—Lo es —dice.

Terminamos de tomar, para el final de la noche hemos pensado en ir a caminar. Estamos pasados de tragos, estoy apunto de caer al pavimento y Jack igual. ¿Quién lo diría? Cierro mis ojos para tratar de seguir caminando. Una mujer me sostiene con sus manos llevándome a algún lugar, prudentemente debería huir, no obstante, ni siquiera puedo caminar, mis pies me están matando y no tengo la energía.

— ¿Quién eres? —divago.

No escucho respuesta alguna. De pronto, no puedo siquiera ver, me he perdido.

He perdido el conocimiento y no sé donde me encuentro. Veo una mujer de espaldas y noto que es, ¿Vicky Temps? Su largo cabello rubio se desliza por su espalda, al percatarse de que he despertado, sus dos grandes ojos verdes me miran con sorpresa.

—¿Puedes decirme qué hago aquí? —Me acerco un poco más.

—Tú estabas borracho junto con Jack. Estabas cayéndote y cuando te vi, decidí traerte a mi casa. Jack tomó su bate de baseball e iba a golpearte, así que te traje en ese momento.

—Gracias —digo, camino hacia el sofá— ¿Y tu esposo?

—Eddie se encuentra fuera de la ciudad por el momento, si no me equivoco hoy debería de hacer una parada en "White Mountains", necesita revisar que todas sus empresas trabajen correctamente. —Se sienta a mi lado y sonríe.

Vicky Temps es una figura muy importante en el pueblo, está casada con Eddie Torres, un millonario dueño de una gran empresa exportadora, sin embargo, tiene otras empresas pequeñas y una vez cada cinco años, supervisa todas.

— ¿No le molestará que me haya traído? —Vicky me trae un café.

—James. ¿Te has visto? No estoy tan desesperada. Además, le intento ser fiel a mi esposo, después de todo, se supone que lo amo —dice y se levanta, ha dicho esas palabras con un tono cada vez más triste, incluso decepcionante.

—Vicky, tengo que hablar contigo...

—¿Sobre qué? —Camina hacia la cocina. Las cortinas verdes se mueven con sus pasos. 

—Quiero que me contestes la verdad.

—Está bien. —Vuelve a la sala de estar.

—¿Eres la amante de Howard Van Slein? —Mi tono es amenazante, cazador.

— ¡James! ¡James! —Alguien toca la puerta fuertemente.

Estaba profundamente dormido y esos golpes en la puerta principal, me interrumpieron. Me levanto y camino por las escaleras hasta llegar allí. Miro por la ventana y Aremis Yeuxs está bajo la lluvia. Su cabello negro ondulado está mojado. Sus mejillas parecen estar mojadas, pero no por la lluvia. Abro la puerta y Aremis entra rápidamente.

- Aremis, ¿Qué sucede? ¿Qué te pasó?

Aremis no paraba de llorar, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin parar y sus manos estaban sobre el codo contrario. La invito a sentarse y lo hace. Voy al baño y traigo una toalla. Cuando se la doy, ella comienza a secarse. Comienza por su cabello y sigue con su cara.

-Howard me está engañando. Él cree que no lo sé, pero sí. Lo he visto con Vicky Temps, he notado como se miran. Soy una tonta. ¿Cómo pretendía que un hombre que engañaba a su esposa conmigo, no me hiciera lo mismo? Yo era la amante, él la dejó por estar conmigo, ahora me hace eso a mí. Vicky es hermosa, alta, delgada, de cabello rubio, ojos verdes y una piel de porcelana y de seguro, ya está cansado de mí. -me devuelve la toalla.

- ¿Puedes comprobarlo o es solo una suposición? -digo y me siento a su lado.

- ¡Los vi! Miré el cuerpo de ella sobre el de Howard. Miré como la besaba y la pasión que los dos encendían. Una pasión que él tenía conmigo al principio, cuando éramos, esposo y amante.

-Lo siento Aremis. En serio. ¿Cómo terminaste aquí? -me levanto y busco un café.

-Luego de verlos en casa de Vicky Temps. Corrí lo más lejos que pude, llegué acá.

-Puedes quedarte aquí. -digo en ofrecimiento.

Howard y Vicky. ¿Quién lo pensaría? Vicky está casada y Howard igual. Algo falló en su plan.

- ¿Por qué estabas en casa de Vicky? -he añadido.

- Vicky es mi amiga. O al menos lo era. Un día pasé a su oficina para preguntar algo y nos llevamos tan bien que nos hicimos amigas. Ya conocía a Howard.

¿Amigas? Vicky al parecer no es buena amiga, se acostaba con Howard. Y él, por su parte, es lo peor de todo, anda con mujeres y las engaña.

- ¿Qué harás? -pregunto.

- Tengo que pensar, sin embargo, amo a Howard demasiado como para dejarlo, luché por él y ahora que lo tengo no lo voy a perder.

En ese instante tocaron la puerta, me asomo a la venta y Vicky está esperando a que abra.

Nota: En la hora del primer banner es 12:30pm.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro