Capítulo 28: Apocalipsis
Voy saliendo del trabajo. Es bastante tarde. No me preocupo al respecto. Daniel me ha dicho que el asesino mata a las personas que han tenido algún asunto con él. Y yo no tengo asunto alguno con nadie. Camino más rápido. Miro varias personas que pelean en una de las calles. No pretendo prestar atención, así que me concentro en mi camino. Mis tacones resuenan durante todo el camino. En unas calles suena el eco de mis pasos.
La noche es oscura y silenciosa. Las nubes llaman a las puertas de las personas para contarles las verdades que esconden los habitantes de este pueblo. Mirando este hermoso cielo, Daniel me viene a la mente. ¡Ay! Ese hombre me vuelve loca con tan solo una mirada, lastimosamente Dios me dio la desgracia de no ser la mujer indicada para él. Es que con tan solo pensar en él, mi corazón late más rápido, he intentado besarlo y lo he logrado un par de veces. Aunque él sigue resistiendo. Cuando Lea llegó a nuestras vidas, perdí toda esperanza. Lo perdí. Ahora que ha muerto, es mi oportunidad con él.
Escucho algunos sonidos detrás de mí. Volteo y no veo a nadie. Miro a lo lejos una promoción para una película: Apocalipsis. Están vendiendo entradas y ya comenzó la función, lastimosamente no hay nadie. Me acerco para ver y no hay nadie en la cabina. Toco un par de veces la ventana y me responde un eco. Espero durante unos segundos para saber si queda la esperanza de que haya alguien. Nadie responde.
Alguien justo detrás de mí hay alguien. Intento mirar de reojo y aun así desaparece ante mis ojos. Volteo y no hay nadie. Vuelvo mi vista al frente y hay un sujeto con una capucha negra justo enfrente. Intento preguntar algo, sin embargo antes de hacerlo saca una navaja de su bolsillo. Corro muy rápido mientras grito todo lo que puedo. Nadie parece escucharme. De pronto, la luz de cada casa y edificio desaparece. Todo queda a oscuras, completamente. El sujeto se quita la capucha y es una chica. Antes de poder pronunciar palabra alguna, con la navaja me corta la garganta. Caigo al suelo sin más. Se pone justo delante de mí y sonríe. De su bolsillo saca un marcador permanente negro y en mi brazo derecho dibuja: 2017-LU
Cierro mis ojos y dejo de ver cada cosa.
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