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Capítulo 23: Un fallecido más

Es un día extrañamente precioso en el cual seis cuerpos reposan sobre la carretera.

—¡No! —grita Miranda Winchester ante los cuerpos sin vida de sus seis hijos. Lágrimas de sus ojos brotan como ríos. Con sus rodillas toma el impulso para levantarse y aún tambaleándose, se sostiene— ¿Dónde está mi esposo?

La señora Winchester está desesperada y corre en busca de su esposo, que ha muerto, pero en un lugar distinto. Las miradas de los vecinos son castigadoras como látigos y sobre sus bocas se encuentra la malicia y la mentira tan abundantes como la lluvia que recae en los ojos de Miranda. Nadie sabe que destino es para ella, si la vida le ha quitado siete seres queridos.

Una ambulancia llega luego de haber recibido varias llamadas de las personas alrededor de la plaza de la ciudad.

—Hola, ¿911? —dice Amelie—envíen una ambulancia a la calle 4, alrededor de la plaza Garden.

—En un minuto estarán llegando.

El auto grande, blanco y con letras impresas en su carrocería con las letras HBV que significan : Hospital Balley Vidence. Un personaje importante en el pueblo de Black Roses, puesto que fue su fundador en 1920. Se estaciona y los médicos atienden a la señorita Miranda, el fiscal declara muertos a los hijos de ella y los envía a la morgue. Donde no habría nadie atendiendo puesto que Arthur murió hace poco. El señor Winchester fue hallado 500 mts abajo en el río Fiaría. Yo me encontraba allí y pude ayudar.

Tal vez el señor Winchester tenía mala suerte o había tomado el camino equívoco. ¿Quién es el para caminar entre las corrientes del aire sin ser arrastrado?

—Miranda, tranquila. —digo con firmeza mirándola a los ojos, en la camilla.

He dejado a Miranda en manos de mi amigo Geraint. Bajo de la ambulancia y doy un largo recorrido hacia mi casa. En su trayecto dos hombres me comenzaron a seguir y lo noto de inmediato. Al principio creí que eran indigentes que pasan por la zona, pero su ropa está intencionalmente rasgada y sus zapatos son nuevos, sus ojeras están fabricadas y su cara sucia con tierra de camino. Tal vez debido a mi profesión de instructor de defensa personal han enviado dos. Dos hombre no podrán conmigo, soy lo suficientemente fuerte para vencerlos. De mirar a los lado y atrás no me percato de lo que está justo delante. Un hombre me golpea y me desoriento. Veo un poco y escucho en tonos distintos.  Los dos hombres me levantan para llevarme a una especie de camioneta, con lo poco de logro ver noto que es negra. Me colocan en el fondo de la camioneta y se colocan de frente. 

—Lo hicimos bien, Howard nos pagará muy bien por él —dice uno de ellos con una sonrisa.

¿Howard? No entiendo el porqué de secuestrarme. No tenemos nada en contra y sinceramente me cae bien, lo único es que él es el exesposo de Amelie, solamente eso. Los dos hombres frente a mí comienzan a hablar y yo comienzo a pensar en como librarme. Intento soltarme y no puedo, las cuerdas están firmes y bien puestas. De repente veo que uno de ellos cae al suelo y en ese momento me percato de que tiene un agujero en la cabeza, alguien le ha disparado. Una persona con traje negro completamente toma al otro por el cuello y lo corta con una navaja. 

  —Hola mi querido Jack —reconozco esa voz, la he escuchado miles de veces—, es hora de pagar tus crímenes. 

Me toma de los pies y sin poder aún tomar el control de mis acciones, me arrastra hacia su cuerpo. Me coloca en el suelo. Toma una navaja y me quita la camiseta. ¿Qué hará? Con la navaja comienza a esculpir algo en mi estómago. No me puedo liberar aunque me retuerzo y grito por ayuda. 

— ¡Para! —grito con todo el aliento que me queda—Por favor, perdóname. ¡Por favor! ¡Hazlo! ¡Para ya! ¡Dios! 

— ¿Quieres que pare? Eso te dije yo aquella vez y no lo hiciste ¡No paraste! 

Hunde el cuchillo con más fuerza y el dolor es insoportable. Cuando termina comienza a golpearme hasta que dejo de sentir los golpes. Hasta que dejo de sentir todo lo que ha hecho. 

  —Te espero en el infierno ca... 

El asesino sigue suelto y ha afilado su navaja. Va por ti. 

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