Estoy mirando una película. Los clásicos siempre son una buena opción. Terminator es mi saga favorita. Sigo mirando la película. Recuerdo ver este tipo de películas con mi madre. La extraño demasiado. Se fue, un infarto se la llevó. La muerte, mi vieja enemiga. Me dejó sin padres, de todos modos no creo que fuera malo que se llevara a mi padre, una sobredosis lo mató. Solo así dejó de golpearme. 

Desde el sofá escucho mi celular sonar y me dirijo a él.

  —Hola, habla Daniel Andrews. 

—Hola, soy Liam. Acabamos de recibir un reporte de un asesinato que ocurrió en la oficina de James Harrison.  

—  ¿Quién es la víctima?

¿Quién podría estar en la oficina de Harrison luego de su muerte? No creo que alguien tenga alguna duda que hacer al muerto. 

—Lea McTombs.

Cuando me dicen eso mi mundo se paraliza. ¿Lea? Ha de ser una broma o algo por el estilo. No puede ser, me niego completamente. Cuelgo el celular y con lágrimas en los ojos, conduzco hasta la escena del crimen. Me dirijo al aparcamiento y la encuentro en el suelo, completamente helada. Su piel yace pálida y ese rostro está en reposo. ¡Mi Lea! ¡Mi dulce Lea! ¿Cómo alguien pudo hacerte algo así? Lea no lastimaba a nadie, era una buena mujer. Voy a encontrar a su asesino y lo mataré yo mismo. Tengo que pararlo. 

—Mi Lea. ¿Sabes qué? Mañana en nuestra cita. Yo iba a pedirte matrimonio. Ahora no sé que hacer con el anillo, seguro que cada vez que lo vuelva a ver te recordaré. Esa sonrisa. Esos ojos. Tú. Me partirá el alma, sin embargo no puedo vivir con el eterno sufrimiento de tu partida. Así que haré que te lo lleves contigo. Te amo Lea. 

Me levanto y voy con Liam. 

— ¿Han encontrado algo sobre el asesino? —pregunto en tono de furia.

—Pues, había una fecha con sangre de la víctima. 2000. También encontramos en su registro telefónico que intentó llamar a Grúas Davis, sin embargo, alguien intervino su celular. Por otro lado, su propio auto la aplastó y terminó de matarla. Lo siento Daniel, sé lo que ella significaba para ti. —dice Liam con una voz tranquilizante. 

Camino por la escena del crimen y me abarca la curiosidad de ¿por qué esas fechas? En esto, me subo al auto y voy a la casa de Amelie. Toco la puerta al llegar. 

  —Hola, tenemos que hablar. 

Entro a la casa y me siento en el sofá. Amelie tiene los ojos cansados y sostiene una taza de café. 

— ¿Quieres una? —hace una referencia al café que lleva en su mano. 

—No. Amelie, Lea ha muerto. 

— ¿Lea? —pregunta en tono de sorpresa. Viene de la cocina y se sienta a mi lado— ¡Oh! Daniel, debes estar devastado.

—Lo estoy, pero quiero encontrar al maldito que la mató. ¿Quién le haría algo así a Lea? ¡Por Dios!

—Mira Daniel, yo conozco a Lea hace años y te contaré un par de cosas. ¿Recuerdas a mi exesposo Howard? Bueno, hace mucho tiempo cuando a Lea la rechazaron en la universidad, me culpó a mí por ello y para vengarse, se hizo la amante de Howard. En ese entonces Howard y yo eramos novios. Cuando lo descubrí, Lea me lo restregaba en la cara, se enorgullecía de ello. También trató de matarme. Howard le guardaba un poco de rencor. Siempre se ha creído el gran hombre y se avergonzó de que ella lo usara. Decía que nadie lo usaba, que él las usaba. ¡Me casé con ese hombre! Fue un gran error. Lea no era completamente una santa, solo lo parecía.

—Aún así, ese asesino no debería de andar suelto. ¡Debemos detenerlo ya! Mis sospechas apuntan a Howard Van Slein. ¿El año 2000 significa algo para ti?

—Yo también apuntaría hacia él. Y sí, el año 2000 fue precisamente cuando todo eso pasó. 

—Necesitamos más pruebas para poder llevarlo preso. 

— ¿Sabes que acabo de recordar? Creo que necesitamos hablar con el hijo de James, el otro —propone Amelie.

Es una buena idea. Creo que mañana podré ir a visitar a su hijo. Santiago me escuchará. Tal vez, él también sea un sospechoso.