Estoy en la calle catorce; es un poco solitaria. Solía mirar todas esas familias felices, esas mujeres con sus hijos, incluso hombres arrodillados para jugar, y ahora todo es de otra forma.

He terminado a las doce y treinta de la madrugada aquí, observando un desolado paisaje  pensando en aquello que fue. Vivo muy lejos, pero es una calle bastante linda y después de cinco tragos de whisky, aquí he acabado. Las casas que se encuentran en esta calle son lujosas, pues la mayoría pertenecen a personas importantes en el pueblo. 

Recuerdo que cuando llegué aquí, al primero que vi fue al alcalde en su casa, calle catorce, casa veintidós; después de todo, un policía nuevo en un pueblo pequeño no era algo común. Sus manos presentaban-aunque aún los presentan-unos temblores, su traje le quedaba un poco corto a las mangas. En lo personal, no me gustan las corbatas, he de aceptar que a James le lucía usarlas. Me invitó a entrar. No recuerdo mucho de esa noche, supongo que estaba muy cansado por el viaje desde Yellow Skies y no sé qué hice luego de salir de la casa del alcalde, de todos modos, no es algo que me vaya a preocupar.

¿Qué hago aquí a esta hora? 

Debo irme a casa, tengo que levantarme muy temprano, temo que no conseguiré dormir. No debería estar pensando en cosas sin relevancia a mitad de la calle catorce. Estoy apunto de irme, cuando escucho unos gritos en una de las casas. He pensado que pudo ser mi imaginación; estoy un poco pasado de tragos. Me quedo estático por unos segundos y aun así, vuelvo a escuchar gritos provenientes de una ventana. Me acerco lentamente con mucho cuidado, a lo lejos puedo ver como una figura negra escapa entre la oscura niebla. Así que trato de correr hacia aquello que escapa de mí, no obstante, mis piernas no son muy veloces. 

Soy ligeramente tolerante al alcohol, por lo que hace estragos en mi cuerpo. Veo que esa sombra se aleja cada vez más, sé que no podré alcanzarla, así que decido rendirme. Vuelvo mi atención a la casa y llamo a la puerta, nadie contesta. Intento abrir, pese a eso, está cerrado. Visualizo por la ventana, es algo que no esperaba encontrarme en esta noche.

—¡Es él! —grito con sorpresa—. Yo sabía que esto ocurriría.

No me siento nada bien, aunque mis sentidos no fallan mi corazón no siente nada bueno. Desde adentro, aún se escuchan los gritos de horror. Trato de ayudar y de entrar. Rompo el cristal al colocar una tela en mi mano. Él se encuentra allí, por lo que yo no tengo idea de qué hacer con esa situación, así que me acerco. Él me dice sus últimas palabras...