Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La huella que dejaste...



Algunos días me despierto con ganas de llorar. Una sensación que odio y desconozco casi en toda su extensión. Repitiendo el mismo bucle centenales de veces, repitiendo este mismo momento por casi dos eternidades. Tratando de definir el concepto "paz" consultando al amanecer como si este fuese a contestarme, siempre coincidiendo con el primer rayo de sol dando a mi cara, para después pasar a una variación de tonalidades diferentes, y lo único que eso puede hacerme sentir es la soledad que rutinariamente me sigue, me acompaña, se vuelve mi sombra.

Luego, me levanto de la cama.

Froto mi rostro que refleja un cansancio enorme, me coloco aquel aparato sobre mi oreja, observo las notas musicales sobresaliendo en aquellas hojas sobre un piano marrón escondido en aquel rincón de la habitación, el rincón mas solitario de la casa, divago la mirada encontrando libros amontonados sobre el piso, paginas arrugadas, lápices esparcidos por doquier, pendientes que anoto para no olvidar, pero que finalmente termino olvidando.
Con pereza camino al baño y cepillo mis dientes hasta que no logro sentir mi lengua debido a la menta, lavo mi cara con agua helada, termino de vestirme y cuando creo estar listo, salgo de ahí con destino a mi trabajo.

El dragón feliz. Un restaurante chino en el que el señor Wang me había brindado la oportunidad de trabajar como repartidor desde los dieciséis, ahora a mis veintiuno seguíamos siendo buenos amigos pese a la enorme diferencia de edad.
¿Era un trabajo pesado? Lo era cuando las entregas se hacían a bicicleta, pero cuando estas fueron sustituidas por las motocicletas todo se había vuelto mas sencillo, además el horario era flexible.

––Regrese––exclame quitándome el casco para ponerlo sobre el mostrador.

––Cliente llamar de nuevo Min, decir que entregar comida tarde otra vez–– menciono el anciano saliendo de la cocina.

Aunque el viejo Wang llevaba aproximadamente más de diez años viviendo en Daegu, su lengua no podía olvidar su idioma natal, así que su manera de habar era un tanto...peculiar.

––El cliente chismoso vive a dos horas de aquí, no llegue ni cinco minutos después de la hora––dije cambiando aquel uniforme con el nombre del restaurante por mi vieja sudadera negra.

––Toma, llevar comida a casa y cenar. Toma paraguas, televisión dijo, pronto llover––coloco una bolsa con pollo agridulce frente a mi, que yo tome gustoso–– Un sueño completo, vida mas saludable––trato de explicar al notar mis enormes ojeras.

––Lo veré mañana––me limite a decir desviando el tema y tomando el paraguas de la entrada antes de salir.

El aire frio no tardo en recibirme nuevamente, ya era de noche, las lámparas comenzaban a prenderse para iluminar las solitarias calles, guarde las manos en los bolsillos del pantalón y comencé a caminar, siempre tomaba el camino mas largo a casa para pasar por aquella tienda de la señora Kang, la única mujer del pueblo que vendía soju traído directamente desde Seúl, ese camino donde atravesaba varios callejones y vecindarios solitarios.

––Buenas noches señora Kang, ¿Tiene algo nuevo para mi?––cuestione caminando a los refrigeradores en busca de aquella bebida.

––No Min, en cuanto tenga noticias, tu serás el primero en enterarte––dijo cobrándome–– No se porque soy yo la que tiene que recibir esa carta y no tus padres.

––Sabe que estoy haciéndolo a sus espaldas, ellos no lo aceptarían––explique tomando una bolsa de cheetos y luego saque dinero para pagar.

––Eres bueno tocando esa vieja cosa, ¿Por qué no lo harían?

––Porque ellos me odian––susurre sonriendo mientras tomaba las asas de la bolsa.

––Esta lloviendo––menciono tratando de cambiar el tema, mirando hacia la calle—Llévate mi sombrilla.

––El señor Wang me presto la suya, pero igual se lo agradezco––fue lo ultimo que mencioné antes de salir.

Apreté la bolsa con fuerza, poco a poco la lluvia me introducía en ella, empapando mi aura y soledad, mis calcetines ya se sentían mojados debido a que esa noche llevaba puestas mis zapatillas de tela, comencé a correr para evitar un resfriado y así llegar lo antes posible a casa hasta que un ruido me hizo frenar abruptamente afuera de un callejón sumido en oscuridad.
Guarde silencio, me quede quieto para poder presenciarlo con mayor atención, un alarido se escucho, incluso yo lo había escuchado. Luego pensé, después volví a pensar y dude, dudé mucho en si era correcto entrar, pero al final lo hice. Me adentre a ese callejón sosteniendo el paraguas con fuerza por lo nervioso que ese lugar me hacia sentir, deslice mi mano sobre mi bolso trasero en busca de mi celular y prendí la lámpara. Grande fue mi sorpresa al observar aquella jaula a la mitad de esa calle, poco a poco me fui acercando hasta poder observar con más claridad. Un grito ahogado casi se me escapa de los labios al observar a ese pequeño cachorro encerrado bajo la fría cortina de lo que la lluvia era.

––¿Quién pudo dejarte aquí?––susurre colocándome de rodillas, dejado caer el paraguas al suelo para poder abrir esa pequeña cárcel.

Tome aquel candado entre mis manos y al lado una etiqueta con el nombre de la fundación "Affinity" se asomó. Entonces supuse que lo habían dejado caer por accidente al pasar por ahí.

––Espera aquí pequeño, buscare la forma de abrir esto––le hable al escucharlo chillar otra vez.

Observe hacia todos lados en busca de algo que pudiese servirme, topándome con una gran piedra. Satisfecho la tome, y fuertemente comencé a golpear ese candado repetidas veces hasta que la jaula fue abierta. Sin embargo, el cachorro no quiso ni siquiera asomar la cabeza.

––No voy a hacerte daño––susurre como si pudiese entenderme de alguna forma.

Pero nada, el no quería salir, o tenia miedo suficiente como para no hacerlo. De repente una idea se plasmo en mi cabeza.

––¿Tienes hambre?––cuestione logrando que siquiera me mirase––Sería algo extraño que trajera croquetas conmigo, pero tengo un poco de pollo—explique como si me entendiera sacando un poco del que el señor Wang me había dado y se lo brinde.

La criatura lo olió cuidadosamente.

––No te gusta el pollo agridulce eh––mencione divertido al mirar su cara––¿Qué te parece esto?––cuestione abriendo mi bolsa de cheetos en bolitas, los cuales termino aceptando con gusto––Vaya, así que te gustan los cheetos pero no el pollo––el me miro y suavemente agito la cola––Muy bien, creo iras esta noche a casa conmigo antes de que ambos cojamos una neumonía.

Al llegar a casa con la ropa escurriendo y con aquel animal en mis brazos, decidí que lo mejor era ducharme y ducharlo a el, porque si, aquel perro rottweiler había resultado ser macho.

––Dormirás aquí y mañana te llevare al lugar donde deberías estar––le dije extendiendo una manta a la mitad al lado de mi cama y encima unos cuantos cojines––Lamento decirlo, pero mi madre odia a los perros.

El me miro confundido. Ladeo la cabeza.

––Ya me odia lo suficiente como para darle una razón más. ¿No lo crees?

La noche siguió con naturalidad, dormía plácidamente hasta sentir un cuerpo peludo acostarse sobre mi cara, y cuando abrí los ojos me tope con los suyos mirándome con temor.

––No, tu duermes abajo––expliqué dejándolo sobre los cojines en el piso.

Pero mas me había tardado en acomodarlo, que en lo que el se había vuelto a subir.

––¿Qué sucede?––cuestione al momento en que los truenos se presenciaron desde la ventana––¿Tienes miedo de los truenos? Descuida, ellos no te harán nada.

Pero decirlo no estaba funcionando. El seguía igual de asustado.

––Muy bien, ven conmigo––dije levantándome de la cama con el en mis brazos.

Camine hasta aquel rincón de la habitación, tome asiento y lo deje sobre mis piernas.
Coloque los dedos con delicadeza sobre las teclas, y al instante "Love" de Michael Ortega inundo todo el cuarto, opacando los truenos provocados por la lluvia. Esa melodía siempre me había traído amargos recuerdos, recuerdos de cuando aquel piano marrón me había guiado hacia el, cuando lo acaricie por primera vez con mis pequeños dedos, en ese entonces no conocía tanto su valor como ahora, en ese tiempo me bastaba con solo observarlo, pero ahora no me bastaba con solo acariciarle, en aquellos días de adolescencia cuando me volví mas alto, cuando le di la espalda a todo, para luego darme cuenta, de que sin el, no era nada. Cuando me salí de casa persiguiendo un sueño vago que mis padres no apoyaban por ser un chico sordo amante de la música. Sin embargo, al bajar la mirada, topándome con esos ojos repletos de pureza, esa melodía cambio completamente de significado. Ese día, aquel perro y yo saludamos al amanecer luego de pasar la madrugada juntos, fue ese día donde me propuse a no soltarlo, mientras el no me soltara, en un rincón de mi amarga infancia, se encontraba un piano color marrón, y frente a el, un joven peli negro quien por fin le había dicho adiós a la soledad y hola a una bella compañía.

Fue ese el día en que decidí quedarme con Rocky.

Los días se trasformaron en meses, los meses en estaciones, las estaciones en años. Y conforme el tiempo pasaba, el crecía y yo me mantenía a su lado.
De pronto el miedo de una nueva mañana se había esfumado. Las voces en mi cabeza, ya no trataban de derribarme, solo quería vivir, convertirme en alguien, había dejado de sentirme deprimido y ahora todo era soleado, el había cambiado todo, haciendo toda la diferencia.

––Buenos días señor Wang, ¿Tiene lo que le he encargado?––cuestione al instante de pisar aquel restaurante, pero la sorpresa termino por invadirme cuando mire a una chica en lugar de un anciano.

––Así que tu eres Min Yoongi, tengo lo que pediste––explico dejando dos bolsas con pollo en el mostrador––Pollo agridulce y pollo de cheetos con queso aunque eso no solemos venderlo.

––Es un especial para Rocky, ¿Done esta el señor Wang? ¿Qué haces tu detrás del mostrador?

––Soy Xia, su nieta. ¿Quién es Rocky?

––Mi perro––explique.

––¿De verdad? Yo amo a los perros. ¿Crees que pueda conocerlo algún día?

Xia era una chica de origen chino con una personalidad realmente extrovertida. ¿Cómo decirlo? Había sido amor a primera vista, y yo sabia que no había sido el único, lo supe cuando yo sonreí avergonzado y ella correspondió mi sonrisa. Era una chica hermosa, si, hermosa totalmente.
Nuestra conexión fue instantánea, Rocky la amaba también, duramos siendo amigos realmente poco antes de que yo le pidiese salir conmigo y ella dijera que si. Al poco tiempo ella se mudo a mi casa, su abuelo nos consideraba demasiado jóvenes para tal decisión, pero al vernos tan dispuestos, no le quedo otra opción mas que apoyar nuestra decisión, la carta de mi admisión a la universidad para estudiar música no tardo mucho en llegar, las cosas comenzaban a acoplarse, todo parecía ir bien. Demasiado bien para nuestra ala suerte.

––¿Qué te dijo que cosa?––cuestioné una vez Xa termino de hablar.

––Dijo que cuando menos lo esperáramos, acabaría con Rocky. Te juro que solo me descuide un segundo cuando ya merodeaba su jardín.

––Anciano tonto––murmure con Rocky sentado a mis pies––Xia, no dejes que vuelva a salir sin que alguien lo este supervisando, es peligroso. Si algo le pasa yo...

––Nada le pasara Min, lo cuidaremos bien.

Cada diminuto segundo es un viaje por el escondido mundo de las posibilidades, de cosas buenas y malas, de errores.
Aquel día, cuando salí camino a la universidad, no escuche a Rocky salir detrás mío porque no llevaba mi aparato puesto, Xia no lo vio porque aun seguía dormida.

Si lo hubiera sabido, que esa seria la ultima vez que mirara sus ojos, lo hubiese abrazado mas fuerte, le hubiese repetido cuanto lo quería, me hubiese quedado a su lado hasta hacerlo dormir tocando una melodía. Pero eso no sucedió, ni siquiera estaba cerca de suceder.

Cuando mi novia llamo ahogada en llanto, lo supe. Supe que el se había ido, que alguien me lo había arrebatado.
Sus bellos ojos habían dejado de mirarme, y a mi mente esa noche llego. Esa donde, aquel perro y yo saludamos al amanecer luego de pasar la madrugada juntos, esa donde me propuse a no soltarlo, mientras el no me soltara, pero ya lo había hecho, en un rincón de mi amarga infancia, se encontraba un peli negro al lado de una chica quien le abrazaba en busca de consuelo. Y frente a ambos, un montoncito de tierra con unas cuantas flores encima.
Sabia que nadie nunca sabría quererme así, sin limites, sin fronteras, hiciera lo que hiciera, sin pedir, sin esperar, sin nada para si...como Rocky me quería a mi. Como yo lo quería a el.
Ahora tenia que decirle adiós a quien me había enseñado a amar, a vivir, a ser feliz.

––Amigo...––susurre antes de levantarme––Aún recuerdo la primera vez que te encontré, sin darme cuenta creciste tanto, y aunque nuestra relación termina aquí, no te sientas mal por mi, se que volveremos a encontrarnos, de una u otra forma, cuando eso pase, no dudes en volver a saludarme. Para ti, yo seré como mi viejo piano marrón. Podrás refugiarte en mi, como yo me refugie en ti.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro