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La Puerta Al Reino De La Muerte

—Promételo, necesito que jures por tu vida que ayudarás a esta nación aún sin el apoyo de la Orden De Magos — recordaba el mago la petición del rey.

—¿Un engaño para todo el mundo? Está imagen de mi mismo traerá grandes consecuencias — insistió Osmir quien libero sus hechizos demostrando estar herido en el abdomen al tener empapado sus ropas — yo solo busco presionar a mi enemigo acorralándolo pero..

—Eres lo que necesito, un aliado capaz de engañar a los suyos y actuar en el momento preciso — le señaló el rey quien cansado se dejó caer al suelo, siendo socorrido por una joven elfa castaña quien al ver al mago quedó confundido al notar su iris dorada única de la realeza.

 —¿Pero que estás haciendo? — intentaba descubrir lo que significaba la extraña situación.

—Cumpliendo una profecía del mismísimo Destiny — se limito a contestar mientras oprimía su herida para llenarse de anheló — dime qué eres capaz de tener para ti mismo la fuerza mágica tomada por tu hechizo.

Osmir intento comprender sus palabras al escuchar el nombre respondiendo a destiempo.

—Si así lo quiero puedo quedármela o solo devolverla en un plazo de treinta lunas — explicó con brevedad.

—A partir de hoy serás conocido como Osmir el Quebrantador De Reyes al darme muerte tendrás ciertas libertades con ello necesitamos que te prepares para la llegada del prometido — tras toser su piel se llenó de manchas negras y su rostro que previamente se mostraba sano se asemejaba al de un muerto dejando en claro que su vitalidad se le escapaba de sus manos.

—¡¿Pero que te ocurre?! ¡Mi magia no debería hacerte esto! — el mago se aterró al ser un testigo más.

—Esto no es tu culpa, él rompió el juramento con Destiny — le explicó la mujer quien poco a poco se le notaba más radiante y poderosa.

—¿Quién eres tú? — no pudo evitar preguntar asombrado de cuántas cosas pasaban en un pestañeo.

—Creo que ya lo habrás notado pero soy Ennir la legítima señora de la nación, aquella elfa perdida en la guerra de los mil años — explicó un tanto avergonzada como si se tratara de algo que nunca debió hacer, dolida miro al moribundo — lo lamento.. si yo no hubiera sido tan débil tú..

—Hiciste lo que sentiste correcto, no debes avergonzarte ni sentirte mal por ello yo también estuve de acuerdo — respondió con una muy débil voz pero una mirada sin arrepentimiento o coraje.

Sus palabras parecieron reconfortarla en su mayoría pero no podía evitar quitarse de la mente que ella era responsable de su deceso, este sentimiento era compartido por Osmir quien veía las repercusiones que vendrían con la muerte de su gobernante.

—Dime por favor que necesitas de mi, juro que cumpliré tu última voluntad — dijo el sereno mago quien admiro la solemnidad del afectado.

El fuego en el presente carcomía la estructura, la puerta seguía abierta hacia el Mirindio y su legítima propietaria se disponía a hacer uso de este en su confrontación contra Felicia y el menor quien se notaba bastante confiado al estar con su familiar, eso hizo que a la mujer mayor se le dibujara una torcida sonrisa.

—¿Te sientes seguro con ella? ¡Ja! ¡Debes saber que ella te entrego a la mujer que asesino a tu madre! — les confesó con una amplia sonrisa, el hecho no solo llego a ellos sino que Osmir, el otro y el sirviente quedaron impactados por la noticia.

—¡¿Qué está diciendo?! — vocifero el niño perdiendo la fortaleza mental al terminar con los ojos llorosos para así mirar a Felicia — ¡¿Es eso cierto tía?!

—Yo.. yo no sabía — se llevó una mano a la cabeza intentando digerir la desagradable realidad apretando los dientes ante la frustración y miro a Angora con furia — ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué la mataste?! ¡Ella pertenecía a la Orden como nosotras en ese tiempo!

—¿No es obvio? Yo le ofrecí unirse al proyecto en conjunto de Osmir pero se negó, al mismo tiempo supe de su vástago talentoso y nosotras eran cercanas lo suficientemente para que vinieras a mi cuando ella falleciera por la “negligencia” de la Orden De Magos — esas eran las últimas palabras que esperaba oír Felicia ahora arropada en un vaivén de emociones libero su poder una manifestación de su propia alma saliendo de su cuerpo siendo un espectro pálido apenas visible.

—¡Yo creí en ti! — la voz de esta Felicia retumbaba estruendosa bastante marcada por su frustración y en afán de dañarla sus brazos se volvieron en látigos siendo así se volcaron contra Angora a la par que la voz le recriminaba — ¡Fuiste como una madre para mí! ¡Lo sabías! ¡Lo sabías bien!

El golpe de estas extremidades fantasmagóricas casi expulsan al alma de Angora quien a duras penas se mantuvo en su cuerpo, sin embargo una hemorragia nasal se presentó como efecto adverso a la agresión.

—¡Era la forma indicada para traerte con nosotros y a ese tributo! — respondía limpiándose el rastro de sangre — ¡No me arrepiento de nada! ¡Lo haría nuevamente pero sería más contundente contigo!

La silueta verdusca de una gigantesca boca apareció frente a la mujer mayor, al abrirse una enorme cantidad de brazos salieron con la intención de tomarla, el primer instinto de Felicia era retirarse pero notaba que Edgardo seguía devastado detrás suyo eso la hizo mantenerse allí mismo planteándole cara a la muerte. La entidad astral se vio apoyada por círculos mágicos en una desesperada medida para alejar el peligro de su familia, la multitud de manos fueron frenados a unos centímetros de los círculos que apenas estaban a dos metros de Felicia.

—¡Edgar! ¡Edgardo! ¡Reacciona! ¡Necesito que vayas al tótem más cercano y modifiques el patrón tallado como te enseñe! — le pedía la mujer desesperada al sentir como su adversaria ganaba fuerzas y a su vez más habitantes se volvían a congregar a su alrededor — ¡Hazlo! ¡Actívalo apenas lo termines!

—Ella la mato.. — musito el niño con lágrimas escurriendo por sus mejillas.

—¡Reacciona! ¡Este no es momento! — Felicia le regaño impulsada por el apuro, a su vez el brillo de los círculos se opacaba augurando un mal presagio.

—¡No! ¡Por ella viví encerrado! ¡Perdí mi vida por ustedes! — el infante le señaló totalmente imbuido por la rabia — ¡Tú salías con toda libertad, mientras yo solo me quedaba en esa habitación! ¡Eran días de hartazgo, tristeza y soledad!

Sus alegatos dejaron a Felicia sin palabras, su culpabilidad era incuestionable, su arrepentimiento mayor y su propia ceguera no tenía perdón, el cuerpo del pelinegro tembló en esta ocasión no por el enfado sino por la tristeza que siempre se esmeraba por ocultar.

—Yo la extrañaba, realmente la necesitaba — sucumbió al llanto ahogado por tantas fuertes emociones.

—Perdón, debí darme cuenta solo me aleje para no tener que verte, tu mi recuerdo de la perdida — le dijo dejando caer una lágrima — fui débil y tonta, tu lo eres todo, la única familia.

Los círculos se rompieron dejando pasar a los heraldos de Angora, quienes estaban listos para llevarlos al Mirindio sin tener alguna negativa.

—Por eso quiero que vivas, ve por el tótem más cercano y escapa — le pidió con melancolía, en un instante lo quito del camino lejos del peligro inminente.

—¡Tía! — exclamó estirando su mano para alcanzarla, la angustia y desesperación azotaron su corazón.

—Si tan solo pudiera ser lo suficientemente rápido, no quiero perderla también, no deseo ir olvidando su rostro como la de ella — se repetía Edgardo aterrado de haberse olvidado de la cara de su progenitora — ¡Tan solo ven!

La horda verde estaba a unos centímetros de consumirla, ella solo miraba con satisfacción a su sobrino por una última vez.

—¡NO! ¡Ven! ¡Ven aquí! ¡¡VEN CONMIGO!! — en el caos el deseo floreció con una intensidad milagrosa sacando a relucir el talento innato, dejándole una sensación cálida recorriéndole su cuerpo a la cual describiría como un cosquilleo.

Felicia desapareció entre la cortina de las verdes extremidades, la respiración del menor se volvió irregular, su rostro parecía estar apunto de volver a caer en llanto.

—¿Por qué? — la pregunta se hizo al aire cargada de incredulidad, un nudo se formaba en su garganta — ¿Cómo? ¿Cómo es posible?

Felicia estaba a un lado de su sobrino temblando ante lo ocurrido aún sin entenderlo.

—¡Estas viva! — exclamó abrazándola con todas sus fuerzas temiendo que apenas se descuidara la perdería.

—¿Eso es lo que significa ser un prodigio? ¡¿Eso es por lo que siempre fui rebajada?! — reclamaba con una mirada cargada de cólera, dirigida al niño — ¡¡Eres la viva representación de mi insuficiencia!! ¡¡Eres el responsable de nunca ser suficiente!! ¡Eres el verdadero creador del Mirindio!

—¡No! ¡Tú pelea es conmigo! — Felicia inmediatamente le paraba en seco sabiendo que si tardaba sería demasiado tarde para acaparar su atención.

Un gesto de burla surgió del marchito rostro de Angora quien no la veía como un rival satisfactorio.

—Niña ya estarías muerta si no fuera por él — señaló al infante quien la miro con desdén.

—¿Acaso temes lidiar con una adulta? ¿Te es más fácil enfrentar a un niño? Imagínate lo que dirá tu gente — le hizo notar como el número de espectadores seguía en aumento.

Irritada se dio por vencida en ir por Edgardo al menos por el momento.

—Espero estés lista para lo que te buscaste — la apariencia de Angora se torno siniestro haciendo a todo el que la mirara caer en un miedo momentáneo.

—Aprovecha la oportunidad para ir por el tótem, si no lo haces este combate carecerá de sentido — le aseguro Felicia a su sobrino quién parecía deseoso por ayudarle en combate.

—Si los dos lucháramos.. — intento decir pero se vio interrumpido.

—Seriamos aplastados por ella, la única forma de ganar es parando su conexión con su fuente de poder — dejo en claro la mujer quien no tenía oportunidad contra ella.

—Si tuvieras mi edad serías capaz de lidiar con ella pero te falta experiencia y tiempo para pulir tus dotes — pensó para si misma dejando atrás a su sobrino.

—¿Cuento contigo?

—Lo haré, solo espera y verás — le dijo para luego salir corriendo.

—¿Intenta huir? No llegara lejos, no tardaré contigo — declaraba Angora dejando salir su intención asesina.

El área fue cargada por el brutal sentimiento, sobrecogiendo a todos los presentes sin tenerles distinción alguna, en este corto periodo de tiempo los afectados la sintieron como una eternidad sumergidos sobre la densidad de su fatídico velo, los sujetos de voluntad menos férreas se derrumbaron en este lapso tortuoso, otros mejores adaptados solo se quedaron temblando aterrados de ser víctimas en el fuego cruzado. Por un momento Osmir estuvo por atacarla al verse afligido omitiendo al menor, recuperando su compostura.

—¡Angora contrólate! — le ordenó al ver cómo la mujer iniciaba a actuar de forma descontrolada — ¡Mídete o te llevaras al pueblo entero!

—¡Ya no necesito tu aprobación! ¡Todo el material que necesito está aquí! — señaló la mujer haciendo notar que ella estaba dispuesta a consumirlos a todos.

Sus ojos se encendieron como antorchas en un tono verde, su rostro se ensombreció al ampliar su conexión con la fuerza corrompida llevando al límite su cordura y rompiendo toda restricción humana antes bien definida.

—¡Formé el Mirindio para renacer como una diosa! ¡Creando el nuevo circuito eterno a mi imagen! ¡Nunca más seré infravalorada por estos talentos innatos! — exponía la mujer embriagada por la fuerza corrupta elevándose por los cielos, ahora lista para cegar la vida de todos los presentes.

—¡NO! ¡No era ese nuestro acuerdo! ¡Íbamos a formar por una sociedad idónea! ¡Uniríamos las naciones para mejorar el mundo! — le recriminaba indignado por su falta de compromiso con lo anteriormente formado.

—No temas una vez asalte la Orden De Magos haré que todos se dobleguen logrando tu preciada meta — le explicó mientras manoteaba liberando más magia corrupta sobre la plaza donde todos estaban reunidos — pero primero deberás entregar tu vida a la causa, darlo todo por tu deseo.

—¡No estés bromeando! ¿¡E-ella.. está formando una puerta de ese tamaño!? — Felicia exclamó aterrada de la enorme magnitud de la entrada.

Un portal con dos puertas de un aproximado de cinco kilómetros se formó con la energía de Angora, de esta se libero una pequeño manto verduzco el cual reinó sobre todo el poblado, los habitantes buscaron resguardo en sus hogares esperanzados de no verse afectados por lo que estaba apunto de pasar.

—¡No lo haga! ¡Me prometió un sitio en ese nuevo mundo! — le gritaba el otro hombre quien estaba entre los que serían afectados.

—¡Oh querido, ese es tu lugar en ese mundo! — le explicó para luego reír derrumbando al hombre.

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