El Mirindio
Felicia ahora se encontraba en una oscura habitación sin ningún mueble para reposar, solo esperaba resignada a ser un sacrificio más para el Mirindio de Angora.
—Te falle hermana, no pude protegerlo se suponía que lo uniría a la Orden De Magos como me lo pediste pero estaba cegada por la comunidad de Osmir — se lamentaba la maga a la par que una lágrima caía de su mejilla — pensé que estaría mejor con nosotros pero luego ellos se dieron cuenta de su linaje y su conexión al Axis Vitae, fingí su escape para luego falsificar su muerte, pero solo lo oculte esperando una forma de integrarlo.
Golpeó varias veces el muro frustrada por su propia negligencia ahora solo les esperaba un solo destino un reencuentro en un Axis falso.
La puerta se abrió de golpe extrañando a la maga, un efecto mágico fue dado a la entrada, la figura de Darren apareció con una sonrisa burlona y unas llaves en la mano, sus ropas no eran las mismas llevaba una camisa blanca holgada de las mangas con una pechera de cuero, su mano derecha tenía un peculiar guante de cuero el cual no cubría sus dedos mostrando cinco anillos dos dorados con grabados y dos de plata con incrustación de un diamante
—Creo que así nos conocimos, pero ahora soy yo quien te libera — no dudo en decirlo, sin importarle la cara de intriga de Felicia, guardándose para si mismo un te lo dije.
—¿Cómo es posible? ¡Estabas apresado y sin acceso al Axis! — le exigía una respuesta satisfactoria, el mago solo se limito a liberarla de las esposas sin darle gusto.
—¿Crees que te revelaría algo tan importante? — le miro escéptico — mejor dime dónde está mi aprendiz, muchos de los tuyos están en movimiento y temo lo peor.
—¡El Mirindio! ¡Ellos llevarán a los niños allí! — la inesperada impresión la hizo sobresaltar sujetando el brazo del mago.
—Necesitaremos un plan, un método con el cual podamos sacarlos a la brevedad — le pidió Darren a la maga quien tenía mayores conocimientos de la comunidad y su gente.
—A estas alturas ya debieron ir por los niños, deberíamos emboscarlos cuando vayan hacer el ritual, pero necesitaremos réplicas de nuestros para no alterar el curso de las cosas — explicaba Felicia su plan.
—Espero que funcione sino lo perderé todo.
El mago metió a un guardia y dejando una runa en la pared creo una ilusión haciendo ver a una Felicia acabada en una esquina.
—¿Crees que funcione? — le pregunto el mago sabiendo de antemano la respuesta, ella solo le miro disgustada sin decir nada.
—Ahora solo nos falta una cosa — la maga libero dos orbes para actuar.
El ocaso llegó reuniendo a los pobladores en la plaza donde prepararon un inmensa fogata, un podio elaborado de madera se elevaba más allá de las llamas donde tenían su lugar las tres personas con mayor autoridad, uno se mostraba con una expresión de enojo, su líder por el contrario estaba con una sonrisa de oreja a oreja saludando a sus compañeros con enjundia, Angora la mujer mayor parecía estar preocupada, esto hizo que Osmir le tomara del brazo.
—Puedo servirte de apoyo, estas nuevas adquisiciones al Mirindio son tremendas y si tú al ser el único soporte te quiebras lo perderíamos todo — le pedía pensara mejor su decisión aun apretándole el brazo.
—¿Y perder mi posición al mismo tiempo? No gracias — movió su brazo quitándose de encima la presión de Osmir.
—¿Después de tantos años sigues dudando de mi? — pregunto ofendido.
—Se muy bien sobre tus rencores, del tratado de estas tierras tan asoladas por la guerra de los mil años y se que si te doy el acceso libre nada te contendrá — dejo en claro las cosas, irritando a su líder.
—Entonces sabrás mi apodo en el campo de batalla — el ambiente alrededor del regente cambio a uno tenso, esto inquieto Angora pero rápidamente se sereno al igual que Osmir volvía a tener su expresión de goce.
—Lo sé, también que no s necesitas a todos, no puedes prescindir de ninguno de nosotros — sabía muy bien su posición por lo que podía relajarse, el hombre se callo por un momento.
—Espero verte así de fuerte luego del tributo, deseo de todo corazón tu éxito.
—¡Magos! ¡Hoy nos reunimos para celebrar la unión de dos almas extraordinarias al Mirindio! — exclamó Osmir al ponerse de pie, su gente le vitoreó y gritaban emocionados por tales noticias — ¡Si! ¡Mejorará nuestras circunstancias de vida! ¡Dará salud a los débiles! ¡Y nos dará una fuerza como nunca! ¡Pues verán que no son sacrificios ordinarios!
Tambores resonaban entonando una tonada de un principio, el ritmo fue subiendo preparando a todos para la presentación de aquellos quienes perderían la vida por su beneficio, los habitantes aplaudían al mismo ritmo, cuatro encapuchados aparecieron en el escenario, dos bajos y otro par altos.
—Retírenles los limitadores — ordenó Angora como último proceso previo a su inserción.
—¡Tod debemos hacer algo sino estos tipos consumirán nuestras vidas! — advertía Edgardo intentando liberarse de los amarres en sus brazos.
Tod parecía estar sumido en un transe en el cual solo su cuerpo seguía las instrucciones de otros pero sin demostrar voluntad propia o su identidad, sus ojos entre cerrados remarcaban su ausencia.
—¡Lender! ¡Vamos necesito de tu ayuda! — gritaba esperando poder llegar a su compañero de habitación.
Angora se levantó de su silla y moviendo sus brazos de manera extraña sus ojos resplandecieron, al mismo tiempo el fuego cambiaba chispas verdes saltaban desde su interior hasta cambiar por completo el tono de las llamas de esta oleada verde se podía distinguir siluetas pálidas de personas fallecidas, antiguos sacrificios para su almacenamiento de poder, el corazón del niño se estremecía ante la posibilidad casi inminente de su muerte.
—¡Introdúzcanlos! — ordenó Angora nerviosa al saber cuanta fuerza mágica habría que soportar.
Los responsables de llevarlos sacaron palos para empujarlos a las inusuales flamas verdes, Edgardo fue el único que intento resistirse intentando evitar el palo, al notar que no sería suficiente para llevarlo al Mirindio el encargado extendió su mano en su dirección causando una fuerte presión la cual le obligaba a retroceder.
—¡Honremos este sacrificio! ¡Juramos que su fin será para una buena causa! — vociferaba Osmir alentando a sus seguidores a continuar aplaudiendo.
—¡Están locos! ¡Ustedes no decidirán mi destino! — Edgardo se negaba a obedecer a los adultos andando a duras penas contra la presión infringida — ¡Lender apóyame! — le pedía el angustiado niño pelinegro.
El niño se mantenía de pie sin sentir el efecto de aquella fuerza, inéditamente levantó la mirada sus ojos resplandecían de un tono azul, su pelo se movió cambiando su tono a uno azulado, su presencia se volvió de gran peso invalidando en su totalidad el efecto del otro mago quedando atónito, incluso su compañero quedó paralizado.
—Suficiente de esto, ahora yo tomaré las riendas del asunto — dijo la entidad extraña ahora molesta apareciendo cuatro orbes de fuego.
—¿Tod? — pregunto Edgardo sabiendo que no se trataba de este niño era algo más.
—Hazte a un lado, no seré responsable si resultas lesionado — le advirtió pasando a un lado suyo.
—¡Haz algo Osmir! ¡No podemos dejarle ir! — le pedía Angora su ayuda antes de que la situación empeorará.
Los pobladores estaban estupefactos ante aquella visión frente ellos, un menor superando a un guardia, aquellos magos solo superados por los tres cabecillas del pueblo. Temiendo perder a sus creyentes Osmir se levantó de su silla para encarar la anomalía seguro de su propio poder y su as bajo la manga.
—Ese niño es fuerte, tiene una reserva superior a la mía de fuerza mágica, pero le superó en experiencia y uso, si la cosa se pone fea usaré mi treinta porciento del Mirindio — se decía seguro de las probabilidades.
El líder de la comunidad dio un salto para imponerse sobre aquel niño ahora de pelo azul.
—Eres una anomalía, lo mejor que puedes hacer es unirte voluntariamente al Mirindio — Osmir le ofreció una oportunidad de seguir sus órdenes sin ejercer violencia.
—¡Una buena persona no sacrificaría niños para sus intenciones! — bramo la entidad desapareciendo del campo de vista del experimentado mago.
Un fuerte dolor en el estómago le hizo paralizarse, al mirar noto al niño quien ahora le propinó un golpe con el codo.
—¡¿Uso magia para incrementar su velocidad y su fuerza física para dar este ataque?! ¡Es solo un mocoso sin entrenamiento! ¡¿Acaso Felicia nos oculto algo más?! — pensaba inaudito ante los movimientos del niño.
El ente le volvió atacar con un puñetazo en el mentón con el brazo izquierdo para luego ejercer la magia con su otro brazo liberando una marejada de fuego la cual afectó la estructura alarmando a todos los presentes.
—¡Es lo que temía! ¡No se le puede controlar! — recalcaba la maga al ver cómo la figura de la máxima autoridad fue derribado por un menor.
—¡Suficiente me haré cargo de esta ridícula situación! — se puso en marcha el último hombre con la ventaja del Mirindio.
—¡Ni te atrevas! — le detuvo Osmir quien nuevamente se ponía de pie subiendo por la estructura repleta de fuego.
Su camisón quedó hecho trisas, el hombre se quitó los restos de este ahora con una actitud diferente a la del inicio, su semblante era la de un hombre decidido y listo para afrontar una batalla real, al retirarse aquella prenda mostró su abdomen repleto de cicatrices y un pequeño grabado en su pecho en forma de círculo.
—¿Pelearas contra un niño? ¡Pero que bajo! — le reprochó una voz que nadie reconoció al instante, pero al volver su vista atrás le reconoció.
—¡Darren de Lender! ¡Miren todos es nuestro mentiroso de la Orden De Magos! — anunciaba con una sonrisa burlona a todos los pocos presentes quienes seguían en la zona.
—Sabes en un principio no te reconocía, pero con esas marcas sé quién eres Osmir — le señaló subiendo por las escaleras dañadas por el fuego — ¡Eres Osmir el Quebrantador de Reyes!
—Te tomaste tu tiempo, pero si y yo ahora se lo que ocurre en Neruma, incluso información que tú desconoces — aseguraba el hombre quien sabía cómo emplearla — tus compañeros dieron un golpe a la ciudadela amurallada, pero sufrieron bajas.
—¡¿Qué?! — exclamó Darren quien temió por la seguridad de su amigo.
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