3
El principio del bosque no era algo desconocido para Jimin, pues, ya lo había recorrido varias veces al punto de que ya sus pasos eran mecanizados hacia una dirección exacta.
Podrían pasar los años y Jimin, siempre encontraría cautivante el sumergirse en la magnificencia del bosque. Cada piedra, árbol , arbusto y cúmulo de hojas secas, era algo único y particular que su mente se esmeraba en recopilar. No había nada en el mundo que se pudiese comparar a lo que sus ojos podían percibir allí.
Cuando el camino comenzó a hacerse más y más sombrío, Jimin redujo el ritmo de sus pasos y miró hacia el cielo, que aun permanecía con una gran luminosidad justo sobre su cabeza, indicándole que estaba cerca de ser un poco más del medio día.
Se dio palmadas mentales al considerar que su plan de llegar al primer claro, antes de que anocheciera estaba transcurriendo bastante bien, pues, solo le faltaban como dos horas de camino para llegar.
Era una ventaja indiscutible, que le daba más tiempo de búsqueda.
Bajando su mochila y acomodandola en la base de un árbol, sacó de su interior una cantimplora con agua a tope. Bebiendo casi hasta la mitad de un solo tirón.
La miró con cuidado y se regañó a sí mismo por no ser cuidadoso con lo que tenía. No podía permitirse acabar con todo antes de llegar.
Jimin la guardó de nuevo y sacó de un bolsillo externo un gorro azul tejido a mano, poniéndoselo sobre su revoltosa cabellera y así cubriéndose de lo que en sus pasos siguientes, sería una fría travesía.
Retomando el ritmo de caminata y perdido en sus propios pensamientos, Jimin no notó como cruzaba de forma errónea el lago y en vez de cómo siempre hacía, seguir el caminito cubierto por arbustos de bayas azules, sus pies se abarrotaron de montículos de lo que en algún momento fueron flores amarillas.
Siendo maravillado por la vista, continuó hasta toparse con un árbol extraño. Su tronco era de varios metros de altura y el grosor contaba con una gran cantidad de centímetros. Estaba seguro que de abrazarle, le harían falta brazos para rodearlo por completo. Y aunque era impresionante, lo más alucinante se encontraba en la punta de este.
El árbol tenía en la copa, el nacimiento de otro tronco completamente diferente, un pino crecía fuertemente sobre el roble que sus manos podían alcanzar.
Jimin sintió por primera vez en su vida, una emoción indescriptible. Su respiración se detuvo, mientras cerraba los ojos, acariciando el momento de la revelación. No dudó mucho antes de dejar su mochila en la base y trepar el árbol con habilidad.
Le había tomado unos minutos más de lo que pensó, aun cuando era un experto por sus tantos años de entrenamiento, a medida que ascendía podía notar como el madero cambiaba su textura y consistencia, haciéndole ralentizar el paso por miedo a cometer un error.
Cuando se sostuvo del último tramo firme como para mantener su peso, con su mano acarició la punta hueca del tronco del roble. Y luego, dedicó una mirada a su alrededor. Casi atragantándose por la vista.
La extensión de árboles que le rodeaba, eran similares al que había subido, cada uno teniendo un árbol nuevo sembrado en la copa del otro.
Era una visión extraña, como si hubiese otro bosque creciendo por sobre el otro.
Con el sol en lo más alto, se embriagó de su esencia y disfruto cada segundo que le tomó admirar el paisaje.
Porque cada momento se convertía en una meta cumplida, que le llevarían a concretar su verdadera victoria.
Su mente se llenaba de recuerdos de su infancia, hablando con sus abuelos sobre cómo sería capaz de a su edad adulta llenarlos de orgullo por medio de la caza de la criatura de la leyenda.
Bajando con cuidado y sosteniendo hábilmente su mochila, emprendió camino hacia el norte, donde había visto muy vagamente el reflejo del agua.
Las horas pasaron, sus piernas sintieron toda la fatiga y Jimin decidió abandonar la caminata por un momento, pues de continuar estaba seguro que terminaría tropezando.
El olor a bosque era único, a madera y flores, cada cosa tenía una sensación y un propósito. Él quería encontrar eso.
Estaba sacando una lata de su maleta cuando un sonido lo alertó, con el anochecer cerca y la espesura del lugar, sus sentidos se crisparon de inmediato. Estaba completamente desprotegido y sin ningún arma cerca además de su viejo cuchillo.
Armándose con el, sostuvo sus cosas con una mano mientras concentrado inspeccionaba el alrededor, obrando por una postura completamente a la defensiva.
Unos ojos rojizos aparecieron de las sombras y su gruñido gutural terminó por hacerle casi temblar hasta el tuétano.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro