Capitulo 20
Nela no había vuelto a saber nada de Blaise Zabini desde aquella noche donde la rescato de ser descubierta por Amycus Carrow mientras su hermano, Luna y Ginny, intentaban robar la espada de rubíes de Godric Gryffindor. La misma noche en que el la había colocado con el pecho pegado al escritorio del salón de Encantamientos, alzado su falda, bajado sus bragas y realizado el primer y mejor sexo oral que jamás hubiera sentido en su vida.
Los ojos oscuros de Blaise recorrieron lentamente el cuerpo de Nela de arriba abajo, y la muchacha casi podía estar segura, tanto por su propio sonrojo como por el brillo de satisfacción en la mirada de Blaise Zabini, de que el muchacho estaba recordando con lujo de detalle lo sucedido en el salón de Encantamientos.
—Luces bien para ser una fugitiva, querida.
—Y tú luces tan bien como un mortífago puede verse.—masculló ella, cruzándose de brazos.— ¿No deberías estar torturándome ahora mismo? Seguro que obtendrías grandes beneficios por entregarme.
—¿No deberías implorarle al espejismo de tu novio que venga a salvarte? O, pero como alguien que te ha jodido tanto podría salvarte.—ironizó Blaise con cierta frialdad.
—El ya no es mi novio, y Harry nunca me ha hecho daño.—replicó Nela.
—Y ahora San Potter es mejor que yo.—masculló irritado.
—Pues diferente de ti al menos si es.—dijo Nela y Blaise caminó seriamente hasta ella, haciéndola retroceder hasta topar con la pared.
—¿Quieres saber algo, querida Nela? Es verdad, él y yo somos muy distintos.—dijo Blaise con frialdad y firmeza, sin dejar de ver fijamente los azules ojos de Nela.— Yo no soy como el niño de Potter, Nela, yo soy un hombre...uno que no esta dispuesto a que te pongan una sola mano encima.
—No suelo dejarme proteger por mortífagos.
—No decías eso la otra noche cuando te comía el coño y te hacía llegar al orgasmo.
—¡ZABINI!
Una risa broto de los labios del moreno y por unos segundos, Nela no pudo hacer nada más que observarlo. Jamás, a parte de la primera vez en que lo conoció, había visto a Blaise Zabini tan relajado. De pronto, se dio cuenta que en realidad no sentía ningún tipo de aversión por el muchacho, en realidad, no sabía como sentirse respecto a él.
Blaise Zabini la había ayudado en más de una ocasión, tanto en los desplantes que le hacía Harry cuando eran novios como ahora que Voldemort había tomado el poder, pero entonces...¿eso significaba que le agradaba? No lo sabía, ¿le desagradaba? eso era seguro que no.
No estuvo segura de cuando detuvo sus cavilaciones, pero lo siguiente que supo es que se estaba besando apasionadamente con Blaise Zabini, quien la sujetaba posesivamente de las caderas, pegándola más a él.
El rostro sonriente de Harry apareció en su mente, ¿no se suponía que ella amaba a Harry?, pero ellos ya no eran pareja, aunque se habían dicho que se amaban, ¿acaso ella estaba siendo infiel? ¿pero a quien, a Harry Potter o a ella misma?
El huracán de emociones que la embargaban la obligo a separarse de Blaise, quien rompió el beso gruñendo de desaprobación. Al mirarla, Nela tuvo la extraña seguridad de que el sabia perfectamente como se sentía.
—Estoy de tu lado, querida Nela. Puedes confiar en mí.—aseguro Blaise soltando sus caderas. —Te ayudaré a trasladar a la Sala de los Menesteres a todos los alumnos que haga falta. —Ella lo miro impresionada.— También he hablado con Aberforth, quizá no lo ubiques por su nombre pero es el camarero y dueño del pub Cabeza de Puerco, también es el hermano de la cabra loca de Dumbledore.
—¡Zabini!—exclamó Nela.
—Le pedí que les trasladara comida a través de un retrato, la Sala de los Menesteres no puede proveerlos de comida, es una de las cinco Excepciones Principales a la Ley de Gamp sobre Transformaciones Elementales. Ya me encargue de ayudarlo a crear un túnel que los guíe hasta allá, aunque quizá este listo hasta mañana por el desayuno.
—Espera, Blaise...
—...Draco, Pansy y Theodore también saben sobre esto, saben que te ayudo y aunque tienen miedo estan dispuestos a ayudarte si te ven en extrema necesidad, en caso contrario dudo que lo hagan pues también deben mantener las apariencias.
—Blaise...
—...Tu amiga, la zafada Lovegood esta bien, esta en uno de los calabozos de Malfoy Manor y Draco se encarga de que le den buena comida. Estará bien, lo prometo. Los Carrow...
—¡BLAISE ZABINI!
El grito de Nela causo que Blaise parará su enorme palabrería. Ambos se miraron unos segundos. Ella suspiró y se paso una mano por el rostro.
—Blaise...¿en realidad estas de mi parte? ¿Puedo confiar en ti?—pregunto Nela con suavidad y con el corazón latiéndole a mil por segundo. Sentía la boca seca y miraba a Blaise a los ojos sintiendo que en cualquier momento rompería a llorar.
—Mi querida Nela, si quisiera joderte la existencia, hace mucho que ya lo hubiera hecho.—aseguró Blaise.— Te prometo que estoy de tu parte...permíteme ayudarte.
Nela no contesto. Se dedico unos segundos a analizar visualmente a Blaise. La primera vez que se habían encontrado, en el tren de camino a Hogwarts para el sexto año, Nela no había tenido ninguna opinión definida sobre él, nada más que el hecho de que era un joven sumamente atractivo y con un buen gusto de la moda. Despues, cuando la acompaño a su sala común al salir de la fiesta de Slughorn, pensó que era un joven muy educado y galante, pero muy misterioso. Cuando la salvó del hechizo de un mortífago al atacarlo por ella, mortífago el cual despues se enteró que había muerto debido al ataque de Blaise, todas sus escasas opiniones se cayeron, pues ciertamente la había salvado, ¿pero que hacerlo si era un mortífago y eso no le convenía?
—De acuerdo.—dijo Nela simplemente, con una extraña pero firme seguridad de que hacía la correcto.
—Vamos, te acompaño hasta la Sala de Menesteres.—dijo Blaise ofreciéndole su brazo.
Caminaron hasta la Sala de los Menesteres con una enorme facilidad, pues Blaise sabía exactamente los horarios de las rondas y donde estaban cada uno de los Carrow y Slytherin, por lo que le era fácil esquivarlos. También le contó acerca de la habitación donde habían estado, la cual, al aparecer, era una sala que perteneció al mismísimo Salazar Slytherin y que él había encontrado hace algunos años por error al caerse frente a la estatua que protegía la puerta.
Al llegar a la Sala de los Menesteres, Nela se giró a verlo y manifestó en voz alta aquella pregunta que le carcomía la cabeza:
—¿Por qué?
—¿A qué te refieres?—pregunto Blaise confundido.
—¿Por qué haces todos esto? Tu no ganas nada.—dijo Nela con el ceño fruncido.
—Los hombres enamorados hacen estupideces.—respondió con tranquilidad, mirándola con ojos brillantes.—en especial cuando la mujer que aman es la principal líder de un grupo rebelde.
—¿Me amas?—pregunto Nela asombrada. Blaise asintió tranquilamente.
—Sí, pero tranquila...aunque tardemos un rato, se que acabarás conmigo.—le guiño un ojo y sin esperar nada, se fue.
Y mientras Blaise se iba a paso sereno, Nela no pudo evitar preguntarse que le depararía el futuro y cuanto tiempo tardaría en llegar la batalla final.
Lastima que fuera menos tiempo del que pensaba.
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