[ 9 ] ฿‡ GUERRA DE COMIDA ‡฿
Algo pasa con Blue .
Y alguien tiene un pie en la tumba .
Sonreí al recordar un vago recuerdo, entre otros muchos, de cuando era pequeño. Y de manera inmediata, me aislé de todos.
Me miraba al espejo con ayuda de mi alzador blanco, mi pelo estaba muy despeinado y tapaba mi carita. Solté una carcajada y me coloqué la corbata que era de mi Papá. Di un salto, quedando por unas milésimas suspendido en el aire, para luego bajar por mi propio peso. Salí del baño y fui directo a mi armario, que se encontraba a mano derecha.
Lo abrí y una montaña de ropa, perchas y otras cosas sobrepasaba mi cabeza. Me hice algo de paso apoyado en los cajones en busca de algo.
Cuando lo encontré estiré de la chaqueta negra del traje, porque no llegaba a cogerla. Cuando conseguí atraparla entre mis manos me la puse y comencé a saltar en mi cama, alegre, moviendo todo mi pelo y acelerando mi respirar. Más tarde corría por los pasillos, arrastrando la corbata por los suelos mientras buscaba a mi padre.
Me detuve frente a la puerta de su despacho, apreté mis labios y me puse de puntillas.
—Papi, Papi —Me colgaba del pomo de la puerta para intentar abrirla, con la lengua fuera para concentrarme mejor. Pero fue él quien me la acabó abriendo. Lo rodeé y corrí por el habitáculo. —. ¡Papi mira!
Llevó una mano a su oreja fruncido el ceño.
—Shh, no chilles. Estoy ocupado.
Trepé a su silla como pude, colgándome de la mesa y cuando lo logré empecé a dar vueltas en ella riendo. Me sentía un piloto que daba vueltas en su coche de carreras.
—Blue bájate y no andes jodiendo —Su tono monstruoso de siempre no me detuvo, fue él mismo el que paró la silla y me tiró al suelo. Ocupó el lugar donde había estado hace segundos y no se preocupó por si me hice daño.
Siguió mirando unos papeles mientras tomaba aire.
—Papi, ¿qué haces, podemos dibujar? —Me levanté con la cabeza dándome vueltas y me abracé a su pierna, aferrándome fuerte para que él no pudiera separarnos.
—Yo nada, pero tú molestarme —Se levantó y no me quedó otra que soltarle.
—Papi —me puse en su camino y alcé mis brazos para que me cogiera. A pesar de que nunca lo había conseguido.
Me miró serio, relajando los músculos de su cara. Y aquellos ojos azules se oscurecieron.
—Fuera de aquí.
—Pero yo...
Él frunció el ceño y estiró su brazo para mostrarme la puerta.
La miré y apreté los labios y puños furioso.
Abracé mi cojín de delfín empezando a llorar, llenando mis ojos azules de agua. La puerta de mi cuarto se abrió y el sonido de la madera contra el suelo me hizo parar en seco. Me giré de golpe y empecé a retroceder hasta que mi cabeza tocó la pared.
—¡No! —grité volviendo a retomar el llanto y viendo a mi padre con esa larga regla de madera en la mano. No era la primera vez que la veía. —. ¡Otra vez no, por favor!
—No-me-chilles —Cogió el largo objetivo y se acercó al pie de la cama. —. Sabes muy bien cómo van aquí las cosas, Blue.
Su figura se distorsionó como un glitch, al igual que su voz.
—¡No! —me hice una bola de miedos comenzando a temblar. —. ¡Lo siento, papá!
—¡No me levantes el tono! —extendió la regla poniéndola en mi nuez levantando mi cabeza. No le quité vista con mi labio inferior temblando y falta de aire.
—No. —susurré con mi voz tartamuda.
—Las manos, a-ho-ra. Y ni se te ocurra rechistar.
Descrucé mis finitos brazos de niño de seis años y los extendí mientras mis manos temblaban. Cuando la regla abandonó mi cuello esperé con los ojos cerrados el latigazo en mis venas. Y así fue, más fuerte que nunca. Lo sentí sobre mi propia piel, el ardor de una traición. Dejé escapar un chillido de dolor y el tapó mi boca mientras gemía de dolor.
Tuve que acelerar la respiración por la nariz y él me fue dejando poco a poco . Volvió a levantar la regla y el golpe fue a la cabeza, luego a las costillas.
—Que esto no vuelva a pasar, te vigilo desde arriba.
Pam, pam.
«Pam.»
Me levanté de golpe, tirando el agua y con mi respiración ausente. No tuve otra que coger mi mochila y salir corriendo de inmediato.
Eso había llegado mucho más lejos que un simple recuerdo.
—¡Blue! —Noah me miró sin saber qué hacer, observó al resto y salió detrás de mí. Pero yo no tenía intención de pararme.
Vi la ventana del comedor de mi padre borrosa debido al mareo.
Tropecé con algo por el camino, mis piernas fallaron haciéndome dar un traspié. Sin embargo, logré salir del comedor encerrándome en el baño de ayer. O eso creí.
Noah detuvo la puerta antes de que yo pudiera cerrarla y al girarme yo ya estaba en sus brazos. Él rodeaba mi cintura y yo su cuello, cerré los ojos y pegué mi cabeza a su cuello provocando que mi mejilla y nariz rozaran su piel. La puerta se cerró por inercia y después del eco sólo se escuchan mis sollozos.
Me dejé caer sobre él sin casi respiración y sin preocuparme de nada. Entonces su mano pasó a estar en mi nuca, y me hizo que pegara mi cara más a su cuello.
«No llores Blue, no llores, no llores.»
Noah cogió mi cintura con más fuerza y pegó más nuestros cuerpos. La punta de mis zapatos tocaron las suyas, y mi mala respiración se podía oír desde fuera.
Me dolía la cabeza y el pecho como si estuviera bajando al mismísimo infierno. Por lo que tenía que cerrar con fuerza mis ojos y dientes aguantando el llanto. E intentando no ahogarme.
«No llores, si lo haces nunca le podrás gustar. Harías el ridículo. »
Dejé de respirar por la boca y lo empecé a hacer por la nariz igual de rápido y sonoro, mientras empezaba a hipar. Sentía como Noah empezaba a acariciar mi cabeza revolviendo mi pelo, yo también lo hice. Subí mi temblorosa mano derecha, enredando mis dedos en su pelo ondulado que le caía por la nuca y detrás de las orejas.
Sintiendo así como si estuviera cayendo desde veinte plantas pero nunca llegaba al final. Mi aura parpadeaba casi sin verse. Mire al espejo viendo pequeñas manchas en el ambiente por el mareo. Y sentado en el lavabo es donde pude ver a esa criatura de seis años sentada lleno de san....
De inmediato cerré los ojos y cogí una bocanada de aire abrazándolo más fuerte. Él rodeó más mi cuerpo protegiéndome y balanceando mi cuerpo para detener mi temblor. Puso una mano sobre mi cabeza enredando sus dedos en mi pelo y besó mi sien dejando un rastro de calor en esa zona. Al igual que en todo mi cuerpo, haciéndome sentir algo más vivo. Y acabando con ese frío que comenzaba a helar mi sangre.
—Noah qué... —Dallana entró en escena. Su voz y cuerpo quedaban a mi espalda. Noah se separó un poco de mí para poder hablar con ella. Dejando de darme calor.
—Shh —dejó mi nuca y le indicó silencio. —. Dallana, vete por favor.
—Ni hablar, voy a pedir ayuda ahora mismo. No puedes con esto Noah.
Noté como él también tembló.
—¡No! Tranquila, vete a comer, yo controlo, sólo necesita relajarse. Ahora vete, por favor —Usó un tono muy abrumado y agobiado. En su voz pude captar que estaba apurado, la mano que aún sostenía mi cintura temblaba y su corazón iba a mil.
Tras unos segundos de silencio los pasos de Dallana se escucharon alejarse, cerró la puerta y mi respiración empezó a oírse entrecortada de nuevo. Volvía a respirar por la boca. Pero sentía que en cualquier momento me iba a ahogar, de hecho lo comenzaba a hacer.
Noah puso sus manos que temblaban demasiado a los lados de mi cabeza, y empezó a masajear mi cabeza.
—Shh, estás conmigo —me susurró al oído. Trago saliva y cogió una sonora bocanada tranquila de aire. —. Estamos solos, nadie nos va a molestar, nadie nos espera. Puedes tomar el tiempo que quieras. Y hacer lo que te salga de dentro. Te prometo que de aquí no sale nada.
Abrí de nuevo los ojos, ya no había nada ni nadie en el lavadero. Tragué saliva y la garganta me dolía de aguantar el llanto. Hipé y absorbí el moco que empezaba a caer por mi nariz. Cerré de nuevo mis ojos para no caerme mareado, lo abracé y olí por última vez aquella cosa que me hacía sentir a salvo.
Mire su cuello girando mi cabeza apoyándola en su hombro topándome con su tatuaje de un árbol, al ver mi figura despeinada y mis ojos rojos en el espejo me di cuenta de lo estúpido que se veía eso.
Solté su cuello y volví a mi altura respirando mejor pero aún temblaba mucho. Pasé mi dedo delicadamente por mi ojo limpiando una lágrima que empezó a caer por mi mejilla, me lo encontré cara a cara sosteniendo mi cabeza por los lados. Le sonreí con mis labios temblando y él me respondió con el mismo gesto, dejando que sus ojos desprendieran una luz de serenidad y tranquilidad, sus mejillas y nariz ardieron en un rojo débil mientras observaba cada detalle de mi rostro concentrado.
—¿Quieres ir a comer? —dirigió la mirada a mis ojos esperando la respuesta a su pregunta. Levantó un poco mi cabeza cruzando sus dedos por detrás y enfrente de mis orejas, acercando su cara a la mía y susurrando. —. Si necesitas más tiempo no me importa quedarme. O incluso podemos ir donde te sientas seguro.
Carraspeé para recuperar mi voz. Y negué.
—No, creo que lo mejor es que volvamos a comer. —tartamudee susurrando, afirmé aceptando aquella propuesta a pesar de no tener mucho apetito. La voz me tembló al igual que mi pulso.
Noah soltó una mano de mi cara para coger mi mochila que cayó al suelo, me la colgó del brazo derecho y fue desprendiendo la otra mano de mi cara. La fui siguiendo con la mirada, rogándole que no me soltara nunca. Que nos quedáramos ahí por siempre.
La consiguió bajar y dejó una pequeña distancia entre nosotros. Comenzó a sonreír con esa sonrisa suya.
Y de la nada Noah dio un salto al frente asustándome. Al verme botar comenzó a reír.
—¿Qué haces? —me aparté un poco por inercia y mi voz cogió fuerza.
Me cogió de los hombros y acercó su cara a la mía poniendo una cara de auténtico gilipollas. Lo imité sacando pecho, estallando de la risa como él.
—Ves, ya estás feliz. —Sonrió orgulloso y yo también algo tímido.
—Das miedo. —le informé apartándome un poco y llevando mis manos a mi rodillas mientras soltaba una débil risa.
—Vamos, era broma, perdón. —me dio un abrazo fugaz pero fuerte y caluroso. Estiró de mi brazo sacándonos de ese frío baño hacia el tenue y solitario pasillo de paredes grises y pasillos kilométricos.
Cuando estuvimos fuera él se acercó a mi oído, poniendo su mano cerca de mi cintura.
—Cuando quieras hablar de ello me avisas, soy todo oídos, Blue. Se me da bien dar consejos.
Sonreí sin darme cuenta, Noah salió corriendo por el pasillo de puertas haciendo como si lo de antes no hubiera ocurrido, y haciéndome sentir cómodo, para nada presionado.
Especial, me hizo sentir especial.
«De verdad Noah quería oír mis problemas. Joder, por fin alguien que no era creado por mi imaginación al que poder contarle mis problemas. Pero este me lo llevaría a la tumba »
Salí corriendo dejando que mi sonrisa ocupara mi cara. Llegando a mi reencuentro con Noah. Él me atrapó entre sus brazos para despeinarme mientras yo puse resistencia.
—Venga, con suerte nos podemos enterar de algún cotilleo. Que sé que te gustan. —Le dio el último revoltijo a mi pelo y entró al comedor cogiendo mi mano volviendo a hacer ruido con sus pulsera. Entrelacé mis dedos como pude entre todos sus anillos.
En ningún momento nos dirigimos la mirada, y él simplemente empezó a jugar con mi pulgar unos segundos antes de que pasara su mano a mi muñeca, la cual tenía pequeñas cicatrices poco visibles provocadas por la regla. Acariciando ahí, justo ahí. Es como si supiera todo el daño y dolor que me rodeaba. Al final tiró de mí, para volver a las mesas.
Como si me leyera la mente, justo eso era. Como si tuviera una solución así como una receta para cada problema de mi vida.
Me vi en la obligación de tener que girar mi cabeza para vigilar si mi padre estaba de pie mirando por aquella cristalera. Sería el fin de mis días como Blue Parckson. Al ver que la figura atlética de treinta y siete años no estaba viéndome, volví mi cabeza a su postura normal, para luego separarme de Noah y volver a sentarme. El cosquilleo y calor que su mano dejó sobre la mía no se quería ir.
—¿Todo bien, Blue? —Nick posó su mano en mi espalda, me miraba preocupado, con su cabeza inclinada y cejas levantadas. Diría que estaba un poco horrorizado.
También sostenía un nuevo vaso de agua.
Me detuve en mi misión de sentarme y me vi en la obligación de hacer una sonrisa falsa.
—Sí, claro. —me senté de nuevo colocando mi mochila en mis pies. Cogiendo el recipiente. —¿Por qué no iba a ir bien todo?
Nick afirmó, parecía convencido.
Me fijé en Noah, él recogía su cabello en una cola alta muy corta debido a que no tenía el pelo tan largo. Dos mechones le caían por la cara rozando la parte alta de sus mejillas. Y por su nuca se escapaban unos mechones que eran demasiado cortos. Sonrió a Dallana con sus carnosos labios que a la luz amarilla del comedor brillaban. Al reírse su nuez subió y bajó al tiempo que su nariz se arrugó. Esa hermosa nariz recta, con la punta algo levantada. ¿Cómo me quedaría? Me vería tan bien.
Lo observe fusilándolo con mis ojos azules hasta que él me mirara y tuviera que desviar mi mirada. Y así ocurrió, pero yo lo observé mientras el pelo me comenzaba a tapar la cara y me mantenía serio. Noah mantenía la sonrisa pero la fue bajando, y me miró igual que yo lo miraba a él. Serio, ensimismado, y con los ojos clavados en los del otro. El tiempo transcurría y nuestras miradas no querían separarse.
Me dedicó una sonrisa de las suyas, con sus mejillas ruborizadas. Sé colocó las gafas con el dedo índice provocando que sin quererlo a mí se me arquearan los labios mientras que mis mejillas ardían sobre mi pálida piel.
Finalmente bajé mi mirada y una voz me hizo volver al mundo real.
La miré, quitándome el pelo de mi cara. Y volviendo a mi falsa personalidad.
—Dime, Dallana.
—Dile a Noah —lo miró —, que le quedaría bien un traje para ir al baile.
«Podría ir con las cortinas de una casa de la época victoriana y aún así estaría igual de bello»
Devoré una cuchara de mi plato de comida, tenía que comer algo para que esta gente no sospechara. Alcé mis brazos levantando mis cejas. Afirmé con mi cabeza y ellos empezaron a discutir de nuevo. Me detuve en lo que estaba comiendo, la verdad que ese plato no me entraba ni por los ojos. Así que me dispuse a amontonar la comida y lo único que me apetecía era el agua.
Pero me obligue a comerme el pan porque mi cuerpo me pedía algo sólido. Empecé a meter alimento a mi organismo después de veinticuatro horas sin hacerlo.
—¡Pero cómo puedes decir eso! —La voz de Dallana se metió en mis oídos como cuchillas.
—Lo que oyes guapa —Nick cruzó los brazos y algo una oscura ceja. —. Que no pienso ir a conjunto contigo.
Ella sopló enfadada. Entonces me tiró una miradita.
Me quedé a medio camino de una cucharada de puré de bazofia. Alcé las cejas y lo miré.
—¿No me estarás mirando a mí? —Me señalé. —. Sería lo último que haría en mi miserable vida.
—Blue —Nick me llamó con un tono regañón.
—¡Y por qué no vas tú con ella! —La señalé. —. Total, pierde el culo por todos.
—¡Blue!
—¡Nick! —musite con los dientes apretados.
—Nick. —Dallana le reclamó.
—Dallana. —Le respondió.
—Blue. —Me señaló, algo enfadada.
—Noah. —exclamó el mismo con tono gracioso. Todos nos lo quedamos mirando. Él alzó los hombros, y sonrió. —. Perdón, no he podido representar esa escena.
Dallana sopló y se encerró en su plato de comida. Nick negó e hizo lo mismo.
Entonces note como alguien me miraba, y ya os podéis imaginar quien era, ¿verdad?
Para no repetirme decidí poner comedia en el ambiente, cogí el cuello de mi camiseta de manga larga negra y la olí seguido de un gesto de falso asco. Noah rio y me dio una patada mordiéndose el labio.
—Tete, ¿y esté quien es, no será tu novio?
Una voz y palabras inocentes, que sólo sabían repetir lo que oían sin saber el significado. Sonó a mis espaldas.
No pude evitar girarme de inmediato para encontrarme con el Blue que tenía diez años. Como siempre de verano y con sus inoportunas e inconvenientes apariciones.
El Peque.
—Ahora no, Peque. —musité. A veces era como tener una mascota.
Me giré despacio para darme cuenta de que efectivamente, había dicho eso en voz alta. Les mostré mis dientes a la mesa, soltando una exhalación nerviosa. Y me llevé las manos a la nuca poniéndome rojísimo. Noah fue el único que no me miró con cara de "este tipo está loco". Que le hubiera hablado al aire le era indiferente. Él seguía comiendo con una sonrisa.
Apoyé mi cabeza en mi mano tapando mi cara, aislándome del resto.
«¿Y si el Peque llevaba razón?»
Vale que quizás quería que él...bueno ya sabéis. Pero acaso yo no podía querer también. Tendríamos que elegir un puesto fijo o podíamos cambiarnos de vez en cuando. La verdad es que la idea de estar yo arriba no me desagradaba. Pero, en ese caso sabría tomar el control, madre mía y si lo hacía mal o no conseguía que fuera lo suficiente bueno que incomodo sería.
¡Y qué haría yo una vez estuviera arriba suyo como mi madre me trajo al mundo!
«Pues podríais hablar del tiempo no te jodes Blue »
Y el puto silencio que habrá cuando no sepa lo que hacer o en el caso de que lo sepa el silencio durante el acto. Porque la gente no hablaba mientras uno penetraba al otro, cierto. O por Dios tan perdido estaba.
¡¿Pero de verdad quería esto?! Cómo lo podía estar pensando con él delante y en público.
Sentía que alguien me iba a leer la mente. Aquello no estaba bien, no, no era lo que quería de verdad.
En un principio, él sólo me pareció guapo. Pero ahora es mi amigo, no puedo pensar eso.
Mi aura dio la cara por unos segundos trayéndome de vuelta al mundo real de un salto. Mis rodillas chocaron con la mesa haciendo ruido con los cubiertos y vaso que cogí al aire, segundos después volví a mi estado normal hipando haciendo que el cabello me tapara la cara.
«Pero qué coño había sido eso.»
—¿Compadre? —Noah y el resto me miraban, pero él mucho más preocupado que el resto. —. ¿Te ha dado hipo o un ictus?
Me quedé pensativo.
Él chasqueó la lengua y se arrastró por debajo de la mesa, dándose un coscorrón. Cuando llegó sé hizo hueco entre Nick y yo, lo ayudé a levantarse del suelo. Pasó su mano por mi pelo peinándolo, y mirándome preocupado.
—¿Todo bien? —Sonó tan mono y agobiado que me hizo un hueco en el corazón.
«Solo un pequeño cambio de humor brusco. »
Afirmé, sonriendo. Noah no me quitaba la vista, miraba cada parte de mí buscando la verdadera respuesta a su pregunta. Levantó su vista y por unos segundos miró detrás mía y luego a mis ojos abriendo los suyos como platos. Levanté los hombros y cejas. Y entonces alguien me dio un empujón, respondiendo a mi pregunta, había alguien detrás mía. Noah paró mi cuerpo e impidió que me cayera de cara al suelo.
Diego no tardó en girarse para mirarme con cara de asesino, ese maldito pelirrojo. Me levanté como una bala para reclamarle pero Noah me sentó antes de que pudiera dar un paso. Lo miré abriendo los ojos. Viva el lenguaje no corporal.
—Quieto —hizo presión en mis hombros impidiéndome salir detrás de Diego. Tuve que aguantar la estúpida mirada de Diego y sus secuaces hasta que ellos se sentaron en sus asientos.
Miré a Noah, abriendo los ojos y quitando sus manos de encima de mí. Él negó sobreponiendo sus manos en mis hombros por si se me ocurría salir corriendo. Puse los ojos en blanco, mirando a otro lado moviendo mi pie rápido. Soplé fuerte moviendo mi pelo y volví a mirar a Noah.
—Blue, quietecito —Dallana también se unió a la acción de protegerme. Pero con un tono más mandón.
La miré frunciendo el ceño y luego a Diego sonriendo con un plan en mente. Hice mi peculiar gesto con la mano derecha y mi aura me delató. Noah iba a intervenir pero yo lo interrumpí —No me estoy moviendo. —musité.
Cerró mi mano cortándome el rollo, mis ojos tornaron hacia arriba. Entonces él se acercó a mi oído y quito mi pelo de este —Haz que su compañero le tire la comida a la cara.
Volví mis ojos y lo miré dejando poco a poco que mi sonrisa picara diera la luz. Puse mi gesto y apreté mis labios entornando mis ojos, concentrándome.
Me tembló la mano y finalmente la comida de su amigo le dio en la cara. Llenando su rostro y pelo de asqueroso pure. Noah y yo nos giramos enseguida entre risas y la gente se empezó a girar hacia Diego y a reírse.
El pelirrojo cogió un puñado de comida en su mano, se levantó llamando la atención de todos para luego estamparle con una fuerza descomunal la en la cara de su amigo.
—¡Guerra de comida! —Nick se puso de pie en el banco y alzó su puño.
La comida empezó a volar de esquina a esquina, de compañero a compañero. Me tuve que agachar en varias ocasiones para esquivar los alimentos y puré. Todo era un desastre.
Gente usando sus poderes para lanzar mejor o hacer un golpe combinado. Los más pequeños ya estaban cubiertos hasta los dedos de los pies.
Las cocineras negaron y cerraron la ventanilla de la cocina. Evitando así que les llegase trozos de alimentos.
Miré al gran comedor de superiores. Rezaba para que no se hubieran dado cuenta. O estaría muerto, aunque el que técnicamente lo empezó todo fue Nick.
Noah me tocó el hombro y me hizo girarme. Cuando lo miré tenía una sonrisa pícara de arriba a abajo. Entonces cogió un puñado del trozo de pastel de postre, dejando que la nata goteara y cayera al suelo. Me observó levantando las cejas, sus intenciones eran claras.
—¡No! —exclamé, levanté mis brazos riendo pero él me inmovilizó teniéndome retenido. —¡Noah! —Le señalé con el dedo índice —. ¡Noah te juro por tu madre, padre y toda la gente que está aquí, incluido yo, y que me parta un rayo. Que como tengas la decencia de poner eso en mi pelo será lo último que hagan esas manitas! —me ahogaba con mis gritos y risas.
—Lo siento, de todas formas las manos no son tan útiles —estampó la tarta en mi pelo y cabeza. Di un grito cerrando los ojos. La nata empezó a caer por mi cara y pelo de forma pringosa. Llegando hasta mi cara. —, no te preocupes, te dejaré ducharte en mi cuarto cuando acabemos. Eso si me dejas abrir la puerta antes de que me cortes las manos.
Cuando me soltó me quedé inmóvil para no embarrarme más, levanté los brazos porque la nata empezaba a bajar por mi espalda.
—¡No-ah! —Sin pensárselo lo agarré del brazo y también cogí mi trozo de tarta. Él tiraba de mí para escapar y se puso la mano en la cara. —. ¡Te vas a enterar chaval! —A la fuerza se lo tiré impactando en su frente y nariz —¡Jo,jo! —reí de forma irónica —Qué pasa ahora ehh —pegué mi cara a la suya mientras se quitaba la nata de las gafas.
—¡Estas muerto!
—Eso si logras ver algo.
Noah se dio impulso y vino a por mí.
Pegué un chillido escondiéndome debajo de la mesa. Me siguió y me protegí con mis manos para que él no empeorará mi desastre. Noah agarró mis muñecas y sus pulseras hicieron ruido por el forcejeo, mientras ambos reíamos a carcajadas. Cuando fui lo suficiente valiente dejé muertos mis brazos, entonces fue ahí donde nos miramos fijamente por un largo tiempo con cara de empanados, y llenos de nata. Mientras a nuestro alrededor se formaba la Tercera Guerra Mundial de comida.
Cuando pasaron unos minutos de silencio incliné mi cuerpo de forma inconsciente, y fui entrecerrando mis ojos. Noah también se acercó y rodeó con todos sus dedos mis muñecas.
Me miró a los ojos. Con su pelo castaño ahora lleno de aquella nata, al igual que su nariz y ropa.
Yo miré a sus labios, tomé aire y...
¡Pam!
El romper de una jarra de cristal mató al ruido e invocó al silencio. La gente se puso recta de golpe y al unísono se sentaron de golpe. Mire a Noah, ambos sabíamos lo que pasaba y nadie me iba a salvar de esta. Los mocasines negros de mi padre me hicieron confirmar mis teorías. Noah me soltó y me miró arrugando sus cejas. Me echó un último vistazo y dirigió la mirada fuera.
Puse mi mano sobre mi boca y ahogue un grito y arcada. Iba a potar ahí mismo.
Y sabía que tenía un pie en la tumba.
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